Cuando, ya hace más de cinco años, dio primer comienzo esta serie de artículos sobre la Libertad se tomó, como punto de partida para la comprensión subsiguiente, un «mundo» o «universo» físico sin lenguaje. Pues, según escribíamos en el artículo inicial: Para hablar de Libertad conviene empezar por el principio. Y, efectivamente, no comenzar por el «origen» es un mal comenzar o, mejor, es un comienzo abortado o falsificado: no es un comenzar. Nuestra palabra «origen» combina, muy significativamente, dos raíces del tronco «proto-indoeuropeo»: la raíz «*er-»(1) [=poner en movimiento; que con sufijo «*or-yo-», dio lugar al término latino «orior» (=aparecer, nacer); de ahí nuestros vocablos «orto» (=nacimiento de un astro) y «aborto»]; y la raíz «*gen-»(1) [=dar a luz, parir; de la que proceden nuestras palabras «génesis»; «genealogía»; «género»; «genérico»; «engendrar»; «preñar»; «natura»; «naturaleza»; «nacer»; «nación»…].

Seguíamos en aquel artículo, genesíaco de éste, indicando que “tras singularísimas concepción y gestación, el nacimiento de un ser humano es un acontecimiento único y radicalmente nuevo”, para pasar casi inmediatamente (previa alusión a los casi 14.000 millones de años que atraviesan la existencia del Universo”, precursor de todo recién nacido) a la sin par, aunque genérica, relación de amamantamiento «materno-filial» que aquel «acontecimiento», único y radical, lleva aparejada. El precoz comienzo de aquel artículo resulta ser de buen «origen»; por algo habrá sido, viene siendo y será, el genérico origen de todo ser humano. En nuestro idioma, lo «femenino» (del latín: «fēmina» -<’que amamanta’-) y «filial» (del latín «filius/filia» -hijo/hija-) tuvieron su raíz en la raíz del proto-indoeuropeo «*dhe(i)-»(1), que significaba amamantar, chupar, succionar.

Y, en español, la palabra «Libertad» es ¿casualmente? «femenina». Como también de género femenino es la palabra «Verdad». Escribió Santayana de la material Psique humana: La Psique sigue siendo un misterio en sus operaciones intrínsecas; y, si algo de ese misterio parece pender del nombre femenino que le estamos dando, tanto mejor: se nos advierte que no comprendemos; y que, probablemente, no podremos comprender.”(3) Pero es precisamente de lo que tratamos aquí, de comprender a nuestra femenina «Libertad». Con ese fin hemos tomado como principio comprensivo, como factor de comprensión, nuestra ¿casualmente? masculina palabra «Amor» (o «Liberamor», como lo hemos expresamente bautizado a estos efectos). «Amor» en español que, sin embargo, no fue masculino en su «origen», pues procede, como veremos, de la raíz indoeuropea «*amma-»(1), en su forma reducida «*am-»(1), voz familiar (acústica onomatopeya del niño al «mamar») que significaba, precisamente, «Madre» («mamá»). Y, por su parte, añadiendo el sufijo «-ter», indicativo de parentesco, a la raíz «*ma-»(1) (también «Madre») encontramos la raíz del proto-indoeuropeo «*māter-»(1), que es idéntica al vocablo latino «māter» (=«Madre») y raíz original de la latina «materia», idéntica a su equivalente en español.

El «psico-ideólogo» Platón, fundador de la filosofía académica occidental, y egregio despreciador de mujeres (dadas a “disimulos y clandestinidades por causa de su propia debilidad”(2)), de niños [“el niño es la más difícil de manejar de todas las fieras”(2)) y de poetas (“raza toda ella incapaz de conocer bien lo que es bueno y lo que no”(2)], haciendo uso de un dicho ya entonces popular, advirtió la importancia de los «buenos» comienzos. Escribió Platón (s. IV a. de C.): “porque entre los refranes hay el de que el comienzo es ya la mitad de toda obra […], es incluso más de la mitad, al menos según a mí me parece, y no hay nadie que haya jamás alabado de modo suficiente lo que son los buenos principios en cualquier empresa […]. Pues el principio, cuando arraiga en lo humano como una especie de divinidad, lo salva todo, con tal de que se le tributen por parte de cada uno de los que operan las honras que le son debidas.”(2)

Hace un lustro inicié el examen etimológico de la Libertad una vez concluida la redacción de los cuatro primeros artículos de esta serie que, considero, contienen los elementos fundamentales que sostienen la comprensión de la Libertad humana. Sobre tales fundamentos, comprobé, en primer lugar y como veremos, que no fue en absoluto un «buen principio» etimológico para nuestra «Libertad» la raíz del proto-indoeuropeo *leudh-(3) [=crecer, desarrollarse, prosperar, prevalecer] de la que se derivaron los correspondientes vocablos en griego [«eleutheria»] y en latín [«libertas»]. Latín y griego insertados, respectivamente, en las ramas itálica y helénica del tronco proto-indoeuropeo.

Bien distinto es el significado de las raíces originarias del concepto «Libertad» en las ramas balto-eslava y germánica. Buceando en ellas, pude comprobar que vocablos y sintagmas empleados en artículos anteriores (previos al estudio etimológico) como significativos de la «Libertad», resultaban directa o indirectamente respaldados, o acaso sugeridos, por el «rastreo etimológico» sobre esas dos ramas del proto-indeouropeo. Así: «reconocimiento mutuo»; «singularidad de una persona»; «Amor»; «amor no-propio»; «verdad»; «ser»; «querer»; «querer-ser»; «ser amado»; «presente»; «Nosotros»; «ser-de-verdad»; «estar-siendo»; «amigo» y «amistad»; «ámbito interpersonal»; «franquearse mutuamente»; «Sí»; «estar-siendo Entre-sí»; «su ser mismo»; etc… En la rama germánica se encuentra, incluso, el vínculo entre la palabra «Paz» con la relación interpersonal afirmativa que venimos denominando «Entre-sí» o «Inter-esse», según lo expresábamos en un artículo de otra serie. Escribíamos entonces: “la Política, en rigor, sólo debe llamarse así si su razón de ser es la Libertad colectiva y su producto la Paz. Por tanto: Libertad-Inter-esse-Política-Inter-esse-Paz”.

Y derivaciones germánico-anglosajonas proporcionan apoyo a la síntesis conceptual que hemos expresado e introducido mediante palabras de nuevo cuño: «Liberamor» y «Liberamante». A propósito de esas palabras: como veremos al final de estos artículos, la más antigua inscripción conocida (aprox. 2500 a. de C.) que se entiende referida a la Libertad fue escrita con caracteres cuneiformes sumerios. Se considera que se pronunciaba: «ama-gi»; y que significaba: «volver a la madre» [«māter»].

 


(1) ROBERTS, Edwuard. A.; PASTOR, Bárbara. “Diccionario Etimológico Indoeuropeo de la Lengua Española”. Alianza Editorial, S.A. 1ª Ed.-1.996. 7ª Reimpresión-2.009.

(2) PLATÓN. “Las Leyes”. Alianza Editorial, S.A.. 2014. [escrito s. IV a de C.].

(3) POKORNY, Julius. “Indogermanisches Etimologisches Wörterbuch” [“Diccionario etimológico indogermánico”]. A. Francke AG Verlag Bern. 1959.

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