“Pasarán los años, todos los que os podáis imaginar, y este acto colectivo se recordará por siempre”. Antonio García-Trevijano Forte

Todavía se me eriza la piel cuando recuerdo a D. Antonio en el estrado. Sinceramente, creo que recordaré esta frase hasta hasta el último día de mi vida. No sé si voy a tener palabras que se acerquen a describir lo acontecido en la Sala Chanoe el pasado sábado, pero prometo intentarlo. Pues, al igual que D. Antonio, yo también “me pongo humildemente a vuestro servicio”.

Diría que lo que más me impactó fue el nivel humano e intelectual de ponentes y asistentes, del primero al último. El vértigo que supone para alguien de mi edad, estar rodeado de aquellas personas, verlas coordinadas y dispuestas, en un auditorio que vibraba al sencillo y categórico cántico de “¡libertad, libertad!“.

Gentes brillantes, venidas de todas partes del mundo, poniendo ideas y preocupaciones en común a cada minuto libre. Ver cómo se articula el estracto revolucionario (en el sentido más cortés y pacífico de la palabra) de una ciudadanía preparada para reclamar la hegemonía cultural de su nación. Una nación, la española, históricamente culta y que actualmente, ante tanta barbarie, ha decidido plantarse y hacer frente a sus tiranos. Una ciudadanía harta, quemada por haber sido tratada de necia, e instrumentalizada a través del Estado, por una oligarquía infestada de bobalicones, trepas y corruptos.

Las brillantes ponencias de D. Antonio García-Trevijano sobre democracia, servidumbre voluntaria y acción política, son algo digno de ver en persona al menos una vez en la vida. Roberto Centeno, nutriendo a un auditorio de cientos de personas con una masterclass de economía, pensiones, autonomías y quiebra. Afuera, justo unos minutos antes, D. Dalmacio Negro impartía cátedra, en un tono increíblemente cercano, ante unos cuantos afortunados que tuvimos el honor de escucharle a un palmo de distancia. Historia viva, testimonios impagables. Todas las delegaciones territoriales representadas y siendo escuchadas, aportando, de manera atinada, a la estructura orgánica del movimiento MCRC. Una asamblea viva y participativa. Describo como puedo la energía y el potencial latente de aquella sala. Una Asamblea Constituyente, eso fue lo que se vivió.

Tras el descanso para comer, recuerdo pedirle una foto a D. Antonio. Con toda la humildad de la que uno dispone, ante la primera vez que va a dirigirse, en persona, a su ídolo. Su respuesta, puedo jurar que fue un campechano “¡pues claro, si soy de vosotros!”. Todo esto entre las risas de los presentes, que ya le conocen con anterioridad y han tenido la suerte de disfrutar de su entrañable carácter, desde mucho antes que este joven redactor. Al terminar la asamblea, más de lo mismo, palabras cariñosas y sonrisas para todo aquel que se acercaba al estrado, a pedir una firma estampada en sus libros, una fotografía o simplemente a estrecharle la mano. Sencillamente, algo precioso de vivir. A veces uno idealiza a la persona al mismo tiempo que a sus ideas y logros, y se olvida de que por encima de esta brillantez, hay un ser humano.

Las ideas, mejor dicho, los ideales, fueron los que reunieron a centenares de mentes preponderantes este sábado en Pozuelo de Alarcón. Pero fue la amabilidad, la energía y la tenacidad de D. Antonio, lo que hizo que todos aquellos que acudíamos en solitario, o por primera vez, nos sintiéramos como en casa desde el minuto uno.

Ya terminada la asamblea, con los cánticos de los asistentes clamando por la “libertad”, resonando todavía en mi cabeza, traté de trazar un ‘perfil tipo’, lo más ilustrativo posible, del enemigo a batir. Porque aunque no suene políticamente correcto, no se equivoque, cuando se habla de luchar por la libertad, siempre hay un enemigo a batir. Y ni yo soy político, ni se espera de mis palabras, en un momento así, una corrección servil o protocolaria. Imagino que usted sabe a qué me refiero con aquello de un ‘perfil tipo’: algo breve, de pocas palabras y definitorio. Tras la resaca lo he visto claro, nosotros, como otros antes que nosotros, luchamos contra ‘La Tiranía’. Contra todas sus formas de control y manipulación. Contra ‘El Gran Hermano’, si lo prefieren en términos orwellianos.

Nosotros no hacemos eslogan con la “Casta”, para convertirnos en esa misma “Casta” a la mínima cuota de poder, porque entre otras cosas, nosotros ni ansiamos, ni aspiramos al poder. Aspiramos a la libertad política colectiva desde nuestra figura de ciudadanos, nunca a ser un partido político gobernante. Así debe ser y ahí estriba la diferencia fundamental entre nosotros y ese populismo palaciego tan de moda.

Sólo me queda despedirme, no sin antes felicitar a los cientos de asistentes, a los representados y a los representantes, a nuestros miles de seguidores allá dónde estén y a todos aquellos que nos estuvieron siguiendo a través del streaming. Gracias a todos. Porque gracias a vosotros somos fuertes, y gracias a vosotros se acaba de poner en marcha algo histórico.

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