El resultado del referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea ha provocado ríos de tinta en todo el mundo, si bien éstos se centran preferentemente en los aspectos económicos del denominado Brexit, dejando aparentemente otros aspectos, como los políticos, en un plano de menor preponderancia, aunque dicho plano pueda ser intelectualmente más elevado.

Sin embargo, el Brexit también podría provocar inquietudes y preguntas en algunas personas sobre sus posibles repercusiones en la seguridad y defensa de la Unión Europea (UE), aunque a nuestro juicio éstas sean escasas, cuando no nulas.

Por un lado, la Unión Europea es una organización internacional que se apoya en tratados internacionales, que la constituyen. Al adherirse a un tratado internacional, fuente primera del derecho internacional público, un Estado se vincula jurídicamente, de acuerdo con el tratado, hasta que decida terminar dicha vinculación mediante la denuncia o terminación.

Este principio es de aplicación general según la Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados, y, en particular, el Tratado de la UE (TUE) establece el procedimiento de retirada de un Estado miembro en su artículo 50, lo que hasta ahora jamás se había producido.

Por otro lado, la Política Común de Seguridad y Defensa, integrada en la política exterior común, es uno de los puntos débiles de la cohesión de la UE, por la necesidad de unanimidad, a tenor del artículo 24 del TUE. Esto hace que cualquier Estado miembro tenga capacidad de veto en esta materia, y, dicho sea de paso, la postura tradicional de Reino Unido ha sido claramente contraria a dar pasos conducentes a avanzar en la integración permanente de la seguridad y defensa en el ámbito de la UE, alegando cuestiones de soberanía. De hecho, algunos autores apuntan al uso de la “amenaza” de la posible existencia de un ejército europeo permanente como uno de los fundamentos que subyacen en el discurso político de los euroescépticos británicos favorables a la salida de Reino Unido de la UE, y podría haber influido en el resultado del referéndum[1].

En realidad, la seguridad y defensa común de la UE se ve limitada por aspectos como la existencia de la OTAN, y la consiguiente resistencia de duplicar recursos por parte de los países europeos que son parte de los dos tratados, los mecanismos de unanimidad en esta materia, o la (no menor) dificultad de articular un ejército multinacional de forma eficaz y permanente. En el ámbito de la OTAN, el liderazgo de los Estados Unidos sirve de elemento aglutinante.

Si bien la asistencia en caso de ataque a un país de la UE por parte de terceros está recogida en el artículo 42.7 del TEU, o en el artículo 222 del Tratado de Funcionamiento de la UE, podríamos decir que desde la UE se asigna a la seguridad y defensa europea un carácter de complementariedad con la OTAN. De ahí que desde la UE se lleven a cabo misiones eminentemente no bélicas, o lo que se conoce como misiones Petersberg: mantenimiento de la paz, misiones humanitarias o de gestión de crisis.

Reino Unido tradicionalmente ha llevado a cabo una política de seguridad y defensa propia, alineada con un sólido vínculo transatlántico con los Estados Unidos de Norteamérica, que no ha variado sustancialmente con los diferentes inquilinos de Downing Street, en una reivindicación constante de un papel fuerte en el mundo. La reciente aprobación del programa de submarinos nucleares por parte del Parlamento británico es prueba de ello. Parece que la nueva primera ministra, Theresa May, seguirá la línea atlantista tradicional y mantendrá el presupuesto de defensa en el 2% del producto interior bruto, que es precisamente un objetivo de la OTAN[2].

En definitiva, atendiendo a los Tratados de la UE, así como a la realidad observable en cuanto al peso real de la seguridad y defensa en la UE, podemos anticipar que la previsible retirada del Reino Unido de la Unión Europea no tendrá una repercusión significativa, o al menos no será equiparable a otros ámbitos como el económico o el político.

No obstante, se harán imprescindibles acuerdos de cooperación frente al terrorismo, habida cuenta de que, según revela el informe anual de EUROPOL, la suma de atentados terroristas frustrados, fallidos y completados que se han producido en Europa durante 2015 asciende a 211[3].


[1] Véase el artículo, en inglés, “Como el mito de un Ejército de la UE ha reforzado el voto por el Brexit”, en http://www.defenseone.com/politics/2016/07/how-myth-eu-army-bolstered-brexit-vote/129746/?oref=defenseone_today_nl.

[2] Fuente: OTAN. Incluido en http://www.defenseone.com/politics/2015/06/nato-members-defense-spending-two-charts/116008/?oref=d-mostread.

[3] https://www.europol.europa.eu/content/211-terrorist-attacks-carried-out-eu-member-states-2015-new-europol-report-reveals.