El objetivo del consenso socialdemócrata era integrar a las masas en el Estado, es decir, dado que la integración se define como la formación de una estructura total que amalgame de forma indisoluble una serie de elementos más simples, haciéndolos indistinguibles del todo, y funcionalmente unidos a él, la integración de las masas en el Estado, consiste en lograr que la sociedad civil se confunda y se embeba en el Estado.

La integración de las masas en el Estado es un elemento esencial del fascismo, que pretendía también subordinar a los individuos al poder coercitivo de un Estado paternalista que a todos tutelara y a nadie permitiera pensar y actuar libremente.

El Estado de Partidos pretende privar de expresión política libre a la sociedad civil, y para ello, políticamente, busca la negación de las ideologías, de las ideas discrepantes y extremas para favorecer que las masas, los colectivos significativos, estuviesen sometidos al poder del Estado.

Esta integración de las masas en el Estado se articuló a través de los partidos políticos.

Los partidos políticos de masas que son organizaciones dirigidas a la conquista del poder político, fueron elevados a órganos del Estado, era la forma de conseguir que los individuos aglomerados en masas fuesen neutralizados, aceptando la corrupción moral, la conformidad, la transigencia, la negación de cualquier valor moral absoluto y la entronización de la cobardía, la debilidad, el relativismo moral, el oportunismo como el único fundamento de toda acción política.

Se simula una lucha ideológica entre distintos partidos que se dicen de derechas, de izquierda etc, pero que a la hora de llegar al poder, se corrompen, toman la maquinaria del Estado y la usan para enriquecer a sus hordas de familiares, amigos, adictos, y que para salvaguardar el sistema, están dispuestos incluso a pactar, a traicionar las supuestas ideas que plantean como buenas, y que en realidad no sostienen con sinceridad.

La simulación ideológica es esencial para ocultar la naturaleza deshonesta del régimen, para ocultar su inherente falta de valores y para aislar a cualquier persona que sostenga ideas que los que controlan el poder consideran peligrosas y altamente conflictivas.

En España, la verdadera naturaleza del Estado de Partidos, la verdadera naturaleza de falsedad y deshonestidad de este régimen político, se ha visto cuando supuestos partidos antaño antagónicos ideológicamente, el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español, dejaron de lado sus diferencias, pactando, consensuando, un Gobierno, a pesar de que ambos decían ser ideológicamente opuestos.

La lucha ideológica simulada se vio con toda claridad, al final para preservar a un régimen que por su naturaleza debe conducir al hastío entre los gobernados, se optó por llegar a un acuerdo que acabase con la inestabilidad inherente a un sistema de gobierno, donde la elección de los gobernantes no es producto del absolutismo de unas reglas de juego lógicas, claras y limpias, de unas elecciones donde realmente el pueblo fuese quien eligiera a sus gobernantes por mayoría absoluta, que en ello consiste la democracia.

O partidos políticos emergentes como Ciudadanos y Podemos que anunciaban ser opuestos a la casta política de entonces, PP- PSOE, pero que en la práctica han acabado pactando con ellos en diversas zonas del territorio español, tal y como exige el consenso.

Las ideologías son en el Estado de Partidos una mera mascarada que encubre el único objetivo: la lucha por una, más o menos grande, parcela del poder, con un medio para mantener engañados a los votantes, haciéndoles creer que tienen el poder cuando en realidad sólo son meros espectadores pasivos que ratifican cada cuatro años, lo que los oligarcas, que por la fuerza de los hechos consiguen auparse a la poltrona sabrosa del poder, proponen.

En conclusión, cualquier apelación a ideologías o valores morales en la acción política se convierte en vacua, inútil y deshonesta en un Estado de Partidos que se dice, asimismo, democrático para ocultar, obviamente, aquello que lo haría caer: la verdad sobre su identidad o naturaleza: poder de unos pocos, a costa de los muchos, para el beneficio de aquellos.

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