Un concepto clave para entender la política en España y en Europa occidental es el de Estado de Partidos. Coloquialmente conocido como partidocracia, que científicamente puede ser denominado oligocracia de partidos.

Para poder entender de qué se trata el Estado de Partidos, como para entender cualquier otra idea o noción, hay que empezar por encontrar su definición adecuada, y es que como dijo Ayn Rand en su libro, “El manifiesto romántico”, la necesidad de definiciones que tiene el hombre, se asienta en la Ley de identidad, en el hecho de que A es A, las cosas son lo que son. Las definiciones son las guardianas de la razón, la última barrera frente al caos de la desintegración mental.

En otra obra suya, “Capitalismo: El ideal desconocido”, nos dice, asimismo, que el propósito de las definiciones es mantener las unidades que integran un concepto diferenciadas del resto de conceptos y permitir la identificación de los referentes en la realidad, de dicho concepto.

En palabras más simples, saber sobre qué está uno pensando y qué está diciendo.

El concepto de Estado de Partidos es una especie relativa al género de las Formas de Gobierno.

Dicho esto, la definición de Estado de Partidos es: Forma de Gobierno oligocrática u oligárquica que eleva el consenso socialdemócrata a factor constitutivo de gobierno, integrando a las masas en el Estado a través de los partidos políticos.

Desgranando cada uno de los conceptos que conforman esta definición entenderemos la naturaleza de tal idea.

Forma de Gobierno:

La forma de gobierno es el modo en el que están organizadas las relaciones del poder político en una sociedad dada, las reglas del juego político que articulan las relaciones del poder político.

La forma de gobierno propia del Estado de Partidos es oligocrática u oligárquica. “Oligo” es un término  griego que significa pocos o concentrando en unos pocos, y “Kratein”, que significa poder, poder político.

La oligocracia es el poder político de unos pocos. Como bien dijo Aristóteles, en su Política, el poder de unos pocos para satisfacer sus intereses particulares.

La siguiente característica es el consenso político, en este caso de corte socialdemócrata.

¿Que es el consenso?

Para entender el consenso acudamos nuevamente a lo que nos dice, la filósofa ruso- norteamericana, creadora del Objetivismo, Ayn Rand, en el ensayo “El nuevo fascismo: Gobernar por consenso”, incluido en su libro: Capitalismo. El ideal desconocido.

“Si algún demagogo fuera a ofrecernos hoy, como un credo normativo , las siguientes normas: que la verdad debe ser sustituida por la estadística, los principios por las decisiones mayoritarias, los derechos por las cifras, y la moral por encuestas, que la conveniencia pragmática del momento debería ser el criterio de intereses de un país, y que el número de sus adherentes, debería ser el criterio de veracidad o falsedad de una idea, que cualquier deseo, de cualquier naturaleza, debe ser aceptado como una reclamación válida, siempre que lo haga un número suficiente de personas, que una mayoría puede hacer lo que le plazca a una minoría, en pocas palabras, Gobierno de pandilla, [….], todo ello está contenido en la noción de Gobierno por consenso.”

En otras palabras, el consenso en la política es el desligar de la política toda preocupación por la verdad, por la moralidad, y sustituirlo por la mentira de Estado, por el fraude sistemático, por el cinismo, por el oportunismo, por la negación de criterios absolutos de prueba y preocuparse únicamente porque otros crean que algo es verdad si favorece determinados intereses; que el pacto, que el acuerdo, la transigencia se erija en norma rectora de la actuación política, al cual se sacrifica la verdad, la moralidad, la lealtad, las convicciones personales, el honor etcétera.

El consenso en política es enemigo del pensamiento, como bien ha expresado Antonio García Trevijano.

Esa noción de Gobierno por consenso que Ayn Rand atacaba como un peligro para la libertad en la sociedad norteamericana, se propuso como un fundamento de la acción política. El dejar de lado cualquier idea radical, cualquier idea intransigente para aunar en torno al poder a determinados colectivos que lo usen a costa de los gobernados, en el Estado de Partidos no es solo meramente consecuencial, sino que se eleva a factor constitutivo de la acción de Gobierno.

Elevar el consenso a factor constitutivo de la acción de Gobierno implica que es condición necesaria para el ejercicio del poder, abandonar la moralidad, abandonar las convicciones si éstas se erigen en un baldón para aunar la voluntad de personas con intereses opuestos, la transacción sobre valores morales es moneda corriente, y las ideologías devienen falsas. Se produce el predominio de la anti- ideología, es decir, la socialdemocracia.

Históricamente, las ideologías surgieron a raíz de las revoluciones americana y francesa como alternativa a la religión y a las cosmovisiones tradicionales que habían regido la interpretación del mundo hasta la época.

Las ideologías eran conjuntos sistemáticos y estructurados de ideas acerca de cuál era la mejor forma de organizar la sociedad, de organizar las relaciones sociales, acerca de los fines que deberían perseguir los hombres para conseguir una sociedad perfecta y buena.

Las tres principales ideologías que surgieron en occidente fueron el capitalismo liberal o de laissez faire, laissez passer, el socialismo y el anarquismo.

Todas las ideologías se posicionaron siempre en la lucha por el poder contra las otras, el capitalismo era y es incompatible con el socialismo, el anarquismo atacaba a ambos, al capitalismo y al socialismo, considerando que abolido el poder político, se acabarían las luchas sociales y llegaría la paz y armonía entre los seres humanos en pie de igualdad.

Pero la socialdemocracia es la noción anti- ideológica de que se pueden tomar elementos de ideologías antagónicas, suspendiendo la lucha de poder y aunando acuerdos, tomando de cada una de las ideologías, unas cosas y rechazando otras, a fin  de aproximarlas, es decir, de disolverlas, de negarlas.

El siglo XX, a raíz de la II Guerra mundial, vio cristalizado ese proceso de negación de las ideologías y su integración en el Estado, a través del estado del bienestar y en Europa a través del Estado de Partidos.

El estado del bienestar, que pretendía repartir la riqueza de los productores, de los capitalistas entre los trabajadores pero sin abolir la propiedad privada, pretendía superar el conflicto de intereses entre los defensores del capitalismo y los defensores del socialismo, creó un consenso en torno a considerar que la propiedad privada debía ser parcialmente socializada, y los defensores de la socialización completa a aceptar dicha propiedad privada, aún depredada por el Estado.

El Estado de Partidos surgió en Europa occidental como una forma de articular reglas del juego político en las Constituciones de los distintos regímenes políticos que permitieran canalizar los conflictos sociales, sometiéndolos al control estatal, en la creencia de que anulando a la sociedad civil y domesticándola se acabaría con el riesgo de revolución violenta y toma del poder dictatorial. Se creó una apariencia de libertad, de libertad otorgada y tutelada desde arriba, de forma paternalista por miedo a que se exacerbaran los conflictos sociales entre grupos con intereses antagónicos y/o enfrentados.

Por ello, se elevó a política necesaria de Estado, rubricadas en las reglas del régimen, que cualquier acción política que se desarrollara debería terminar con un pacto, un pacto entre los que ejercieran el poder, de forma tal que nadie reclamara para sí un poder político que excluyera a los otros grupos en competencia por el mismo poder, que todos se llevasen parte del pastel.

Para ello se crearon las listas de partido, el sistema proporcional, para que hubiese un reparto de poder entre unos pocos que aceptasen las reglas del régimen.

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