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RAÚL CEJUDO GONZÁLEZ

Me produce un hartazgo insoportable seguir oyendo hablar del “voto útil”. Con ello pretenden manifestar que el voto, en una u otra dirección, será más útil para el país y así ese voto no se perderá como se perdería si se otorgara a partidos que se consideran de menos utilidad. La definición del adjetivo “útil” es interesante. Analicémosla. El DRAE dice: “Que trae o produce provecho, comodidad, fruto o interés”.

No puede haber lugar a dudas de que provecho produce. Pero ¿a quién? Jamás a la nación; nunca al inconsciente votante que ha introducido una papeleta pensando que ese voto, en un porcentaje minúsculo, conferirá un bien a sus compatriotas. El provecho es para el jefe de ese partido al que se ha votado porque se considera más útil.

Ignoro si la utilidad puede producir, en el caso del voto, alguna comodidad. Cierto es que acudir a las urnas cada cuatro años, meter un papel por una ranura y volverse para casa, no es demasiado incómodo. Sí, es fácil y cómodo. Ese voto no trae responsabilidad alguna. Cuatro años después, se vuelve a hacer y a casa. Y así hasta la náusea.

¿Quién se lleva el fruto de tales utilidades? Sin duda, la oligarquía que domina España. Jefes de partido y sus respectivos amos de la oligarquía financiera que los dirigen realmente, pues son quienes les proponen leyes que son hechas a la medida de sus intereses.

Por lo tanto, ¿de quién es el interés por el manido concepto del “voto útil”? El interés es de todos aquellos a los que beneficia que continúe el status quo que tenemos en España. El voto es útil exclusivamente para aquel que lo pide; para todos aquellos que después van a vivir de él. Para ellos, no solo es útil sino vital. No nos engañemos y comencemos a pensar en lo único a lo que temen los políticos españoles: la abstención. Las campañas en contra de la abstención han estado  siempre ahí. Esas cursis y ridículas advertencias con las que nos bombardean en vísperas de elecciones: “¡Que no voten por ti!”. ¿Cómo va a poder votar nadie por ti si el número del D.N.I. es único e intransferible? Lo que en realidad quieren decir es: “¡Vota tú también! Contribuye a que no cese el latrocinio. Les da pánico que algún día se produzca una gran abstención. Entonces, si tenemos detectado, desde hace mucho tiempo, cuál es el único miedo de los políticos, ¿por qué permitimos que su miedo sea el nuestro? Es justo al contrario: tenemos que ahondar en ese miedo; necesitamos que sus peores temores se conviertan en realidad. Si les da miedo la abstención, no es porque teman un mal para la nación. Solo les inquieta el fin de su bicoca, la desaparición de sus privilegios injustos e ilegítimos. Debemos hacer justo aquello que temen: abstenernos.

Cachorros de la Transición, ¿qué teméis? ¿Qué infundados miedos os asolan? ¿No entendéis que sigue habiendo muchísimas personas que hacen suyo vuestro pánico y que acuden a las urnas entre vómitos y arcadas para aplacar vuestro terror? Lo hacen porque les horroriza que os entristezcáis. ¿No veis su bondad? Solícitos, os mecen con papeletas para que os sigáis revolcando en vuestra espiral de corrupción. ¡Chsss!, calma, tranquilos, no temáis nada, pues ya los veo preparando sobres, introduciendo papeletas, calculando utilidades…

 

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