José Pedro Pérez Llorca lleva ahora las riendas del Museo del Prado y nada cabe esperar de su gestión. Emblema de esta “constitución” y de la partitocracia, sustituye al empresario Plácido Arango, amigo de Felipe González. El “coto” más codiciado de la cultura española es abrevadero de otros políticos socialistas como Javier Solana o Guillermo de la Dehesa junto a la casta más selecta del “gotha” de los banqueros y empresarios ligados a lo público (Koplowich, Alierta, Entrecanales, Fainé…) según desveló la periodista Eva Belmonte en su blog “El BOE nuestro de cada día”.

 

 

La descomunal y creciente crisis política, económica y social que vive España está afectando también a las referencias más emblemáticas de su cultura. Y lo que parecía al margen del progresivo hundimiento del Estado, su joya más preciada, el Museo del Prado, ha caído también en el descrédito. Lo más preocupante es que su gestión, que ha resultado ser llevada desde un refugio de políticos y banqueros sin ocupación y con una fortuna económica sólo equiparable a su ignorancia, ha degenerado en el hazmerreir de Europa, que la mira de soslayo y con vergüenza ajena. Han sustituido la propaganda interior por el rigor artístico y científico, rememorando así los peores tiempos de la dictadura, cuando esta estrategia mediática trataba de ocultar el enorme aislamiento y hostilidad del resto del mundo.

Fuentes del Museo del Prado mostraron a Diario RC su preocupación por la exagerada exaltación que algunos medios de comunicación españoles están realizando sobre la cotidianeidad de los trabajos del museo, con una desmedida propaganda que está provocando la sonrisa en medios internacionales, donde incluso ha protagonizado varios artículos en el suplemento cultural del diario francés Le Figaró. El periódico francés ironizó sobre la supuesta primacía del Prado sobre otros museos europeos, hecho que ha sido relacionado con la intención del actual equipo directivo y patronato de deslumbrar al nuevo Gobierno de Mariano Rajoy para mantenerse en sus cargos.

 

 

En el mundo artístico español se esperaba una intervención gubernamental, al igual que ha ocurrido en la economía y en otros ámbitos de la vida pública, para remover las plácidas y estancadas aguas del Museo del Prado, que lleva décadas inmóvil y distanciado del Ministerio de Cultura por su singular situación autónoma, sin comunicación ni contacto alguno con otros museos nacionales. En Francia, por ejemplo, el boletín oficial del museo lleva el título de “El Museo del Louvre y los Museos de Francia”. Esa comunión entre museos está vetada en España por una política exclusivista en la que el Prado ha quedado reducido a una finca particular de sus dirigentes y gestores.

Las tropelías que se están llevando en el “buque insignia de la cultura española” son variadas: la presentación de “La Gioconda española” como una pretenciosa novedad, cuando era una obra que ya era conocida y estaba expuesta desde hacía años en la Sala de Pintura Italiana del Renacimiento, junto al autorretrato de Durero y el Cristo atado de Antonello de Messina. La calidad de la obra es correcta, pero a mucha distancia del original, con la que se pretendía igualar, según diversos especialistas consultados. Esto ha generado cierta perplejidad y sonrisa en periódicos franceses e italianos. Más interesante hubiese sido presentar la copia de Santa Ana, la Virgen y el Niño, que estaba en el atelier de Leonardo y permanecía inédita hasta que fue dada a conocer en el Louvre.

 

 

El habitual mercantilismo de salas y exposiciones en el Prado para sufragar los costes desmedidos de exposiciones, que invade las competencias del Ministerio de Cultura y su dirección general de exposiciones, ha aportado poco. El abuso en los precios de las entradas al público ha sido otra de las razones que ha alarmado a los especialistas, llegando a cobrar cifras abultadas por las conferencias que siempre han sido gratuitas. Y cobrando por la entrada al Museo, que durante otros mandatos ha sido incluso gratuita para los ciudadanos españoles, como sucede en la National Gallery de Londres, llegando a quejarse el director del Prado de “competencia desleal” de la Fundación Mapfre por no cobrar al público por sus visitas de sus acreditadas exposiciones, que han sido muy aplaudidas por la crítica por su calidad y por su generosidad hacia el ciudadano.

 

 

Incluso se ha contratado a un ex periodista del diario El País para que maquille la gestión diaria del museo cara al Gobierno de Mariano Rajoy y a la sociedad española, según la información a la que ha tenido acceso Diario RC. Desgraciadamente, el Museo del Prado no ha podido esquivar la crisis de valores en España y a la degradación política y económica se le suma ahora la cultural.

El escandaloso “hallazgo” de la Gioconda española “viene a confirmar los artículos de gran aparatosidad publicados en El País y en el resto de la prensa española”, según un experto consultado, pues la noticia procede “de la contratación de un periodista de El País para impedir toda crítica que no convenga al actual estatus del museo y servir de cortafuegos. Ha tomado posesión con despacho, llave y secretaria con la función de propaganda de las “hazañas gloriosas”  con intención de mantener su continuismo en el museo”.

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