Tras las sangrientas luchas por el poder en el Chicago de los años 20, Alphonse G. Capone, conocido mundialmente como Al Capone, llegó a entender la naturaleza del poder y supo que un poder ilimitado en un sector concreto, se basa en eliminar dos elementos: la competencia (oposición en el ámbito político) y el control legal.

Para eliminar el obstáculo de la competencia, Al Capone ofreció dos opciones: plata o plomo, si bien es cierto que ofrecía con preferencia la primera a la segunda. Plata sobraba para negociar, el plomo siempre ha sido tóxico para quienes lo manipulan.

Para eliminar el obstáculo del control legal, ofrecía solo plata, de este modo consiguió que quien garantizaba el cumplimiento de la ley, trabajaba para quien la vulneraba.

Una vez controlados estos dos elementos, Al Capone pudo ganar grandes cantidades de dinero, siendo indiferente a efectos prácticos, si lo hacía amparándose en la ley o al margen de ella.

En estas circunstancias la fortuna de este facineroso aumentó, en pocos año, a cientos de millones de aquellos dólares de los años 20. En la célebre matanza de San Valentín, recibieron plomo miembros de la competencia que no quisieron tomar la plata. Nadie perseguía estos delito. Con tanto alboroto, estaban muy ocupados en proteger a Al Capone, aquellos que tenían que perseguirlo.

Uno de los ejemplos más claros del efecto “al capone” es la actividad contaminante del puerto de Alicante, una ciudad cuyo primer motor económico es el turístico, incompatible con ese tipo de actividades.

Desde el año 2008, existen docenas de denuncias ante la administración, por la contaminación producida por el manejo de grandes cantidades de mercancía a granel. Es una actividad que se realiza al aire libre, que levanta polvaredas que se elevan a docenas de metros sobre el suelo y que el aire empuja con facilidad hasta la ciudad, a menos de 500 metros del punto contaminante. Los menores de cinco colegios son víctimas de esta actividad, a la que muchos se acostumbran desde los tres años.

Las mercancías más manipuladas son coque (un producto derivado de la calcinación del carbón) y clinker, principal componente del cemento. Los fabricantes de ambos materiales advierten sobre la peligrosidad de inhalar estos productos y del contacto directo con la piel.

En el puerto de Alicante, se opera sin licencia medioambiental, ni controles de contaminación. Ambas son condiciones legales muy estrictas que se aplican con rigor a toda actividad contaminante.

Si un ciudadano medio inaugura un restaurante sin permiso para la salida de humos se le clausura el negocio a la primera queja de un vecino a la Policía Local y además se le impone una multa cuantiosa. ¿Cómo se explica entonces que las denuncias interpuestas contra la actividad del puerto de Alicante, no surtan efecto alguno?

La respuesta está en el efecto “al capone”: Hay tres administraciones que controlan el cumplimiento estricto de las normas de contaminación ambiental, la administración central, la autonómica y la local. El Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria de Alicante, tiene cuatro sillones reservados a la administración central, otros cuatro para la administración autonómica, que nombra además a su presidente y dos sillones más reservados para la administración local.

Los que vigilan el cumplimiento de la ley y otorgan licencias medioambientales, son los mismos que vulneran la ley y operan sin licencia medioambiental: Es el efecto “al capone”.

Cabe pensar que los empresarios y los sindicatos pueden plantear los problemas propios de salud medioambiental o denunciar el perjuicio producido a la actividad turística por la contaminación. Pero hay que considerar que ellos también tienen reservados sillones en el Consejo de Administración.

Se trata de un supuesto en el que el efecto “al capone” es llevado a la excelencia.

Este efecto de impunidad mediante el reparto del negocio con la competencia y con quien garantiza el cumplimiento de la ley, lo hemos visto en las Cajas de Ahorro, es la explicación de “las tarjetas black”, el caso Gurtel, el caso de los EREs. Es el mismo efecto que se observa cuando el partido que nombra a los legisladores introduciendo sus nombres en una lista, es el mismo que nombra a quien preside el ejecutivo y el mismo que propone desde una u otra instancia a los jueces del Tribunal Supremo o Constitucional, es el efecto que se produce en el Tribunal de Cuentas donde los vigilados nombran a los vigilantes, es el efecto producido mediante el aforamiento, donde los aforados nombran a los jueces que, eventualmente, han de juzgarlos.

Los partidos políticos españoles, no pretenden cambiar el sistema que conduce inexorablemente al efecto al capone. Solo pretenden acaudillar el régimen, no cambiarlo. Exactamente igual que Al Capone en Chicago durante los años 20. También él era un defensor del sistema. Solo quería ser “il capo di tutti capi”, que en el campo político es el que reparte los sillones de los consejos de administración y de las instituciones que respaldan a esos consejos.

Al Capone era del mismo parecer que los políticos españoles. Solía repetir: “No se lleve usted la idea de que soy uno de esos radicales. No se lleve la idea de que estoy golpeando al sistema”

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí