Jose Maria Alonso 1

JOSE MARIA ALONSO.

La ignorancia respecto al funcionamiento de los sistemas políticos evidenciada por los periodistas, tertulianos y conductores de entrevistas en los medios españoles comienza a rayar el ridículo. Por poner un ejemplo, en la reciente entrevista realizada al Presidente de la República de Ecuador, la periodista le preguntaba si iba a seguir adelante con cierta ley que estaba causando polémica ¨a ojos de Europa¨, por citarla textualmente.

El Presidente de la República no sale de su asombro y ha de recordar a la ¨periodista¨ que él no es responsable del desarrollo de  esa ley, puesto que es una iniciativa del LEGISLATIVO, poder separado del EJECUTIVO, del que el Presidente de una República es cabeza, además de Jefe del Estado y al que no compete legislar.

La titubeante periodista española ignora que en su país  se ha ocultado desde el primer tercio del siglo XX lo que es la representación de los ciudadanos en una Asamblea Nacional como la que tiene, por ejemplo,  la República de Ecuador.  Evidentemente, ni esta periodista con tendencia hacia el PP ni la anterior que le entrevistó con tendencia hacia el PSOE  tienen muy claro el significado de colocar en una cámara de representantes a un congresista, un diputado o un asambleísta elegido de manera uninominal en un distrito electoral (los de Ecuador son dos por provincia, y uno más por cada doscientos mil habitantes o fracción que supere los ciento cincuenta mil, más quince en circunscripción nacional y los correspondientes de la circunscripción exterior) probablemente porque entienden que la única representación posible es la que se da en su moderno Estado europeo, donde reside una ¨madura democracia¨  cuyos representantes no son otros que los colocados a dedo en los escaños del Congreso de los Diputados mediante su inclusión en una lista electoral hecha por el jefe de su partido correspondiente.

Es posible que la ideología del Presidente de la República de Ecuador no sea compartida por los europeos ni por sus regímenes de oligocracia de partidos enquistados en la socialdemócrata Europa, pero al menos ha conseguido dotar a su nación de un sistema político en el que existe representación y en el que el poder legislativo está separado del ejecutivo, cosa que no pueden decir la mayoría de los moralmente superiores países europeos, y menos el atávico reducto monarco-oligárquico en el que está hoy España convertida.

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