-¿Por qué no consienten que el pueblo catalán decida su futuro democráticamente?

-Porque no existe el derecho a decidir sobre la nación española, ni por parte de una región, ni por el conjunto de los españoles.

-¿Qué quiere decir?

-Coja usted su DNI. ¿Lo tiene?

-Sí, aquí mismo.

-Lea en voz alta lo que pone.

-Documento Nacional de Identidad.

-¿Nacionalidad…?

-Española.

-El DNI demuestra su identidad, igual que el pasaporte. El hecho de ser español forma parte de su identidad.

-¿Y si yo no me siento español?

-Esa es harina de otro costal, porque el sentimiento es algo subjetivo. Yo estoy hablándole de su identidad como algo objetivo, científico. Es un hecho que usted ha nacido en Barcelona, por lo tanto es usted español, tal y como lo indica además su DNI.

-Cierto. Pero, ¿y si quiero dejar de ser español? ¿Y si el pueblo de Cataluña desea renunciar a dicha nacionalidad para crear la suya propia?

-Buena pregunta. ¿Puede usted presentarme al Señor Don Pueblo de Cataluña?

-No lo comprendo.

-¿Existe una persona física que se llame Pueblo de Cataluña? En tal caso, ¿me la puede presentar?

-Hombre, se sobrentiende que cuando hablo del pueblo de Cataluña, me refiero a los habitantes de Cataluña.

-Ahora lo ha dicho bien. ¿Acaso los catalanes han decidido por unanimidad renunciar a la nacionalidad española?

-Eh… No. Pero una mayoría sí que lo desea. Y de eso trata la democracia, ¿no?, de la elección por mayoría.

-En España no hay democracia, pero no voy a entrar en ello. No quiero salirme del tema que nos ocupa. Afirma usted que si una mayoría de catalanes deciden que quieren dejar de ser españoles para crear su propia nación y su propio estado, los catalanes que no desean renunciar a su nacionalidad española deben aceptar que se les usurpe su identidad. Es más, todo el pueblo español ha de aceptar que su identidad nacional desaparezca.

-¡Tienen que aceptarlo, sí!, ¡porque ha sido una decisión democrática!

-¿Desde cuándo la identidad de una persona se puede someter a la democracia?

-¡Pero yo quiero decidir sobre mi vida!

-Nadie le impide que decida sobre ella. Renuncie usted a su identidad nacional de modo particular y busque otra nacionalidad, si es que se la conceden. Pero quién es usted para obligar a otros a que renuncien a lo que por la historia son. ¿Acaso desconoce usted que la nación y el estado españoles tienen más de 500 años antigüedad y que su creación ha sido involuntaria, fruto de los hechos de la historia?

-Correcto, asumo su argumento. Sin embargo, ¿y si los habitantes de Cataluña deciden que quieren dejar de ser españoles por unanimidad? ¿Y si uno por uno firman la renuncia a su españolidad?

-¿Todos?

-Sí, todos.

-Me está hablando usted de una utopía, de algo fuera de la realidad, porque hablamos de una región con más de seis millones de habitantes. Su propuesta es propia del totalitarismo. ¿Cómo cree usted si no que los dictadores logran la unanimidad?

-¿Mediante la eliminación de los disidentes?

-Usted lo ha dicho. No existe el derecho a decidir sobre la nación, el derecho a decidir pertenece al derecho canónico. Si los nacionalistas independentistas queréis destruir la nación española, tendréis que hacerlo por la fuerza.

-¿Por la fuerza?

-Sí. Habréis de ganar primero una guerra civil contra los catalanes que no quieren dejar de ser españoles y, después, otra contra el resto de los españoles. Solo si vencéis en sendas contiendas podréis fundar una nueva nación con su propio estado.

-Entonces, si la ruptura de España mediante una votación es irrealizable, ¿a qué estamos asistiendo?

-A un enfrentamiento político entre la ambición de la corrompida clase política catalana y la cobardía de la corrompida clase política española en general, condicionado por el complejo franquista del rey, del ejército y de todos los partidos, sumado a una errónea interpretación de los conceptos fidelidad, lealtad y nación. Es demencial. La inmoralidad pública y la falta del valores del régimen de poder y, por extensión, de todo el pueblo español, roza la locura colectiva. Porque, ¿cómo va a ser materia para la democracia la decisión sobre de un suicidio colectivo? Don Antonio García-Trevijano lo explica muy bien cuando afirma que la Nación es un hecho de existencia, no de experiencia. La democracia solo puede someter a sus reglas de juego los conflictos de experiencia. Nadie tiene derecho a usurpar la nacionalidad de nadie. No existe el derecho a decidir sobre la nación española. Ni siquiera todos los españoles juntos pueden decidir acabar con ella.

El próximo 19 de diciembre, a las 12 del mediodía debería haber podido estar en la Plaza de Sant Jaume de Barcelona para escuchar el histórico discurso que iba a impartir Don Antonio García-Trevijano en apoyo a los catalanes leales a España y para defender la unidad histórica de nuestra nación, pero ha sido prohibido. Porque la patria está en peligro ha llegado el momento de la acción.

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