Jose Maria Alonso

JOSE MARÍA ALONSO.

En tiempos de Franco solía recomendarse a alguien para realizar alguna función tranquilizando a la persona, empresa o institución receptora del recomendado diciendo que era una persona de conducta intachable y afecto al régimen. No hace falta explicar lo que eso significaba, baste decir que se entendía que la persona no iba a dar problemas de índole política.

Comoquiera que al término de la Dictadura no se pasó de un régimen a un sistema político, sino que se realizó la transición a otro régimen en el que degeneró el anterior, ésto es, al régimen de oligarquía de partidos ; hoy se sigue teniendo en cuenta la afección al régimen partidocrático de las personas que ostentan puestos en los órganos de comunicación, pero ya travestida la tranquilizadora recomendación ¨ es afecto al régimen¨ en la expresión mentirosa ¨es un demócrata¨. Lo que denota el equívoco que ofende a una persona intelectualmente decente en lo político, tranquiliza al poder del régimen estatal que acepta en su seno al supuesto demócrata con la seguridad de que no desvelará la verdad, bien por ignorarla, bien por su conveniencia para permanecer en el puesto. Si en algún momento la quisiera desvelar, la corrupta maquinaria manipuladora del régimen moverá los hilos necesarios para mostralo ante el público como un loco o verterá sobre su honor alguna mancha que le condene al ostracismo.

Muchos de esos tertulianos, presentadores y directores de informativos están ahí porque ignoran la verdad, cierto, y en la batalla semántica que libramos los demócratas formales tenemos la obligación de descubrir esa confusión ante el intelecto de las personas decentes, que por causa de los medios de comunicación al servicio del régimen aún desconocen lo que es la democracia formal.

Las personas decentes, independientemente de su ideología, deben saber que la democracia formal se basa en dos pilares: la representación y la separación de poderes en origen, a las que constantemente nos referimos en nuestros artículos. No se puede ser leal a la democracia si no se se entiende y se acepta que la única manera de estar representados en una Asamblea Nacional legislativa es a través de la elección uninominal (una sola persona y su suplente) alcanzada por mayoría absoluta realizando dos vueltas de votaciones si hiciera falta hasta alcanzar esa mayoría, realizadas esas votaciones a su vez en distritos pequeños, de no más de cien mil habitantes. Esa y no otra es la representación democrática posible y la que constituiría en España una verdadera democracia junto a la separación de poderes y no de funciones como ocurre ahora. Todo lo que no sea así es desleal a la democracia, ya sean listas cerradas o abiertas. Y mientras sea el Legislativo el que nombre al Ejecutivo para que le ordene lo que debe votar a través del mandato imperativo ejercido a través de la no menos antidemocrática disciplina de partido, prohibida a la sazón por la misma Constitución de 1978, tampoco será posible hablar de un sistema democrático, sino de un Régimen de Poder.

Así, todos los tertulianos, periodistas, comunicadores, miembros de los partidos políticos, profesores y todos los que votan en las elecciones que organiza cada cuatro años la Monarquía de Partidos son  muchos a sabiendas, y los más sin saberlo, afectos al régimen. Afectos al heredero de Franco, juancarlistas activos o pasivos en su forma y  a su pesar franquistas en el fondo. No votar es no perpetuar ese régimen antidemocrático y convertirse en desafectos al régimen. No hay reforma posible, sino ruptura pacífica a través de la abstención mayoritaria que deslegitime y derroque al Régimen corrupto para a través de un periodo de Libertad Constituyente, decidir el futuro de España ya en democracia formal.

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