Jesus Manuel MoraJESÚS MANUEL MORA PECCI

El Diccionario Enciclopédico Parramón, define monarquía: «1. Forma de gobierno en que el poder es ejercido por una sola persona. Puede ser hereditaria, absoluta (el poder es ejercido sólo por el monarca) o parlamentaria (el poder ejecutivo y legislativo es ejercido por otras instituciones soberanas. 2. Etapa que dura dicho régimen y Estado que lo tiene».

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define monarquía: «1. Estado regido por un monarca. 2. Forma de gobierno en que el poder supremo corresponde con carácter vitalicio a un príncipe, designado generalmente según orden hereditario y a veces por elección. 3. Tiempo durante el cual ha perdurado este régimen político en un país».

Tras la llegada de los suevos en el 409 a la Gallaecia, provincia romana, se acuerda un foedus con Roma por el que se establecen en la provincia y se otorga a Hermerico, caudillo de éstos, el título de rex, rey; tratándose del primer precedente europeo de esta institución que aceptaba como superior la autoridad del emperador de Roma. Se consolida así en la Gallaecia el primer reino de europa con esa denominación y es el primer paso hacia la estructuración del poder político en la Europa medieval.

Convendrá todo el mundo que hoy España es un reino y que así se le reconoce en todo el orbe, como España o Reino de España. Y suele el vasallo llevarse las manos a la cabeza cuando alguien en algún foro o en la misma calle en conversación con cualquiera rompe alguna lanza en favor de la dictadura, del caudillismo o directamente del franquismo por ser el caso más cercano de nuestra reciente historia. Tal es el nivel de desinformación y de política antifranquista desarrollado desde el primer momento por nuestro actual modelo de estado.

El caso, y caso grave, es que esta actitud de alarma ante una eventual defensa del caudillismo se circunscribe más allá de la órbita de aquellos que puedan carecer de labrada preparación superior, llegando a afectar incluso a los estratos más destacados de la sociedad como académicos, facultativos o catedráticos de toda índole. Éstos también pondrán el grito en el cielo —creo que más que por la reflexión profunda sobre nuestro actual modelo, que difiere bien poco de la dictadura y en lo que lo hace es para mal— por el consenso nacido de la transición de que efectivamente lo que se estaba planteando era el cambio hacia un sistema democrático. Nada más lejos de la realidad.

En el panfleto político doctrinario que conocemos como Constitución Española de 1978 se establece que la forma política del Estado será la Monarquía Parlamentaria aunque para el caso tanto hubiera dado que se le hubiese denominado Monarquía Constitucional.

Se caracteriza el fraudulento, engañoso y engañabobos modelo de la Monarquía Parlamentaria porque la función de Jefe del Estado es ejercida por el rey, que se encuentra bajo el control del Parlamento y del Gobierno. De aquí la expresión de Adolphe Thiers: el rey reina pero no gobierna. Las normas y decisiones emanadas del Parlamento regulan no sólo el funcionamiento del Estado sino también la actuación y funciones del propio rey.

En la Monarquía Constitucional, de la que tenemos antecedentes en España con el cambio del Antiguo al Nuevo Régimen producido a la muerte de Fernando VII y por la conveniencia inducida o forzada sobre la regente ante la amenaza carlista de adoptar este modelo; análogamente el monarca ejerce la función de Jefe del Estado regulado por una ley constitucional. Caracterizándose también porque el rey tiene un papel moderador o de árbitro sobre las decisiones del gobierno, cosa esta última que también suelen reiterar los cretinócratas (tertulianos) cuando vierten sus proclamas cortesanas.

Cito ahora a D. Antonio García-Trevijano:

El régimen actual en España es en el fondo, es decir, substancialmente, en lo fundamental, exactamente el mismo que con Franco. La esencia del franquismo era la ausencia de control político y judicial de la Jefatura del Estado. Hoy el rey está absolutamente fuera de control, es irresponsable, Jefe del Estado por tanto irresponsable. Aunque cometa un asesinato en la calle, es decir, aunque en lugar de matar elefantes, se apostase con un rifle en la calle matando a los viandantes que pasasen por delante de su palacio, aún en ese caso sería salvo de cualquier actuación judicial contra él.

Pero en segundo lugar, ¿acaso hay alguna responsabilidad de los presidentes de gobierno? ¿hay algún mecanismo legal que obligue al Jefe de Gobierno a ser sometido a control? ¿Qué ha pasado con Felipe González, qué está pasando ahora con Rajoy o con Aznar cuando omitió entregar los papeles de CESID a la judicatura o cuando declaró la guerra a Irak porque había visto armas de destrucción masiva con los pies puestos sobre la mesa en el rancho de Bush? Suya es la responsabilidad del incremento del terrorismo en Irak, antes había una dictadura en Irak pero el terrorismo en el interior era inexistente.

Pretender que bajo nuestro actual sistema existe la alternancia y lo que es más irrisorio, democracia, cuando los que se alternan desde hace 38 años en el gobierno son dos organizaciones políticas, la una Socialista y la otra de Centro Reformista en el marco de una Monarquía Parlamentaria que marca por mandato sancionador una senda abiertamente socialdemócrata desde la propia Constitución sólo obedece a la ambición de poder y deja a nuestra retrógrada forma de estado a la altura de la norcoreana, con pelo rubio, ojos azules y barba.

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