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El PP es un poema

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La declaración de intenciones de la nueva secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal es la siguiente: “Vamos a dejar de dar titulares sobre nuestro partido y vamos a darlos sobre el Gobierno”; además ha confirmado que el PP es “un partido centrado, moderado y tolerante” que se propone abrirse a “las inquietudes de la sociedad, a sus problemas y retos” porque son “el partido de la gente”.   La ascensión de Ruiz Gallardón, del que Alejo Vidal-Quadras ha dicho que sigue “en posición de pantera agazapada, esperando dar el salto”, ha provocado que su antagonista interna, Esperanza Aguirre sea ahora la que se considera “un verso suelto dentro del partido”. Ante esto, el recién nombrado portavoz del PP, Esteban González Pons, ha asegurado que “somos poetas contemporáneos, de vanguardia, y no termina de gustarnos el poema cerrado”; no ha confirmado a qué movimiento se adscriben: futurismo, dadaísmo, ultraísmo.   Mariano Rajoy se inclina por la poesía realista o costumbrista: “Ahora estamos en otra situación en la que Aznar no está en política”; hay que adaptarse a los nuevos tiempos porque “España y el PP han cambiado”. La señora De Cospedal recurre a la poesía romántica y a una particular “Canción del pirata” para glosar la figura del jefe: “Un capitán que ha sabido mantener la nave a salvo de piratas que intentaban desvencijarla y que estoy segura la llevará al puerto del triunfo electoral”. No obstante, en el editorial de El Mundo, “pese a la grave imperfección del sistema por el que ha sido elegido”, entienden que la reelección de Rajoy con el 85% de los votos emitidos por los compromisarios, le hace “merecedor de un respiro y de un nuevo margen de confianza”, y esperan a “juzgarle por sus hechos”.   Rajoy promete “ponerse a trabajar con la alegría y confianza de saber que España nos está esperando” porque “nos necesita”. Por fin, doña María Dolores nos descubre la corriente de vanguardismo poético que atraviesa el PP al afirmar que éste “es un partido de la sociedad y para la sociedad”: puro surrealismo.   hechos significativos Ibarreche dice al diario Gara que “la puerta del ejercicio al derecho a decidir” de los vascos “ya no se cerrará jamás” y que su consulta “no tiene marcha atrás”. Savater pide cambiar la Constitución para garantizar el uso del castellano. La asociación "Todos contra el canon" impugnará el "canon digital" ante el tribunal europeo de la competencia y propondrá una iniciativa legislativa popular al Congreso.

La potencia

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Cataratas (foto: Marta Chaves) La potencia La convención se celebraba en uno de esos edificios que no eran más que  muros destinados a cobijar mucha gente en un espacio reducido, sin preocupación por la belleza arquitectónica del asunto; y erigidos hacia la única dimensión posible, barata y sin propietarios, o sea, hacia el cielo. El jefe, a la espera de rezumar lecciones y órdenes, tenía la inquietante tranquilidad de un animal salvaje dormido. Alrededor, se sentía el silencio compacto y triste de una siesta colectiva, como en una prisión o en un cuartel.   El asesor, con su mejor sonrisa comercial, no paraba de hacer aspavientos de bondad; dominaba todos los tópicos de la impudicia humanitaria y las notas más primarias del sentimentalismo. Muy hábil para la confitería social, recomendaba a su patrón que utilizara adjetivos suaves, grises, de tono menor, puesto que ningún pensamiento es inmune a su comunicación: basta expresarlo fuera de lugar o en forma equívoca para rebajar su eficacia.   Al repasar el discurso, antes de entrar en la sala de juntas, su reacción más natural era el exabrupto cínico. Recordaban lo que dijo el Conde de Rivarol cuando se reunieron los Estados Generales en Versalles: “Todas las asambleas están compuestas de una mayoría de envidiosos y una minoría de ambiciosos. Las demás etiquetas son todas idénticas.” Era preciso confiar la autoridad a los que no están ansiosos de poseerla, porque en otro caso la rivalidad haría nacer disputas entre ellos.   Las reservas seguían fondeadas en su ánimo; no podía dejar de apreciar el matiz, la gradación de la calidad y la complejidad. Por eso, consideraba a su jefe un impostor que enseñaba a resolver los problemas de la vida sin plantearlos. No le consolaba que la salvación potencial del mundo residiera en el hecho de que la especie humana se regenera constante y eternamente. Veía inmensas posibilidades en lo real y creía en cambios que fuesen la culminación de la potencia en cuanto tal.

Oposición constructiva

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Como les sucede a todos los conceptos empleados por la clase politica del Estado de Partidos, que solo contemplan los efectos propagandísticos de las palabras que los acuñan, el inventado por el Rajoy congresual, respecto al tipo de oposición que hará al Gobierno del PSOE, no solo indica su falsedad idiomática, un verdadero anacoluto, sino la voluntad del remozado PP de no realizar acción alguna que tenga los rasgos definitorios de la oposición politica.   Buena prueba de que “oposición constructiva” quiere decir exactamente ausencia de oposición, es que el jefe del PP, al concretar las medidas en que se traducirá su acción constructiva, no tiene más remedio que  atenerse a las promesas de consenso y pactos de Estado con el Gobierno, en  todo lo que para los partidos estatales es asunto de Estado. Prácticamente, en todo lo importante (terrorismo, inmigración, justicia, asistencia social, inflación, estatutos, reforma constitucional, unidad europea, etc.), y en lo accidental (almuerzos, funerales, viajes, bodas, etc.)   A nadie se le oculta que donde hay consenso y pacto no puede haber oposición.   Entendida en su significado clásico, la oposición pretende colocarse en la posición ocupada por el partido gubernamental, mediante una doble acción: la destructiva ante la opinión pública de las ideas y proyectos edificantes que lo auparon al Gobierno, y la constructiva ante la sociedad política de una alternativa gubernamental mejor que la existente. Este doble aspecto de la oposición, dio lugar al nacimiento en la monarquía británica de la idea de oposición leal a Su Majestad. Concepto creado por el gran Bolingbroke, en el siglo XVIII, para aclarar que su oposición destructiva al Gobierno del corrupto Walpole –quien transformó de hecho la Monarquía Constitucional en parlamentaria- era compatible con la lealtad a la Corona. La oposición al partido del Gobierno, para ser tal, debe ser destructiva.   Al parecer,  reduciendo la acción politica a los buenos modales con la que se expresa, Rajoy entiende por oposición constructiva la que se manifiesta con lenguaje amable y buen talante, sin negar el diálogo con los  nacionalismos separatistas. Debería comenzar por no maltratar al idioma,   como hace al unir el sustantivo oposición con el calificativo constructiva que lo desnaturaliza. florilegio "Los que creen que, para ser eficaz, la crítica al poder ha de ser constructiva, desean que toda crítica política sea mero asesoramiento al que lo tiene."

El consenso como la izquierda absoluta

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La reforma del partido popular para participar en la apokatástasis del consenso ha concluido tal como se esperaba. El Sr. Gallardón, que algo debe saber de lo que pasa, ha dicho que este partido no es de derechas y los Sres. Blanco y Llamazares se congratulan del cambio de dirección habido en sus filas. Como dato significativo, la nueva secretaria general, la Sra. Cospedal ha afirmado que se acabará el trasvase Tajo-Segura, que tanto beneficia a Murcia sin perjudicar a nadie pero no le gusta al consenso; María San Gil, enemiga del nacionalismo, simplemente ha desaparecido de la escena; Esperaza Aguirre murmura pero otorga. Etc. En adelante, la oposición del partido popular será “constructiva”, tan colaboracionista como se lo permita su papel de mantener la apariencia de que existe una oposición dentro del consenso. Quien quiera entender que entienda.   El régimen ha culminado uno de sus propósitos: sólo la agitación imprescindible dentro del consenso, porque la gente puede caer en la cuenta. Pues, el caer en la cuenta, decía Ortega, es el principio del pensamiento. Y, por cierto,  como esto es muy peligroso, al mismo tiempo se ha dado un aviso general a través del Sr. Gallardón castigando al más belicoso de los periodistas. El consenso es lo sagrado y los políticos sus dioses: cualquier crítica a su divinidad ha de ser “constructiva”. Todos sumisos, aunque la verdad es que escasean los periodistas librepensadores. Tener atados y bien atados –uncidos- a todos los ciudadanos-contribuyentes-administrados- votantes al carro de la izquierda. De la izquierda como hubiera podido ser la derecha, pues la clase política española, obediente y beneficiaria del consenso, carece de convicciones. Lo de la izquierda es porque Europa podría alarmarse ante lo escandaloso de la situación; pero en la Europa socialdemócrata proclamarse de izquierdas es una especie de salvoconducto.   El partido popular, con todos sus gravísimos errores, simbolizaba vagamente una especie de resistencia a los designios objetivos de la Instauración, cuyo ariete es desde el principio el partido socialista: la parcelación de la nación en reinos de taifas más o menos nacionalistas y rivales entre los cuáles mediaría la Monarquía según la acreditada fórmula “hablando se entiende la gente”; así, todos la necesitarían.   La falsedad constituyente y constitutiva del régimen es evidente. La “transición” no ha sido para beneficiar a la Nación sino a la nueva oligarquía formada a su socaire. La alternativa es meridianamente clara: o los “afrancesados” o la Nación; o sea, la oligarquía del consenso o la Nación ¿Servirá la anécdota para que se entere de una vez la “derecha” votante y purgante de que no tiene partido que la represente? ¿Servirá para que la izquierda, no menos votante y purgante, se entere de que es cómplice de un juego entre oligarquías que la desprecian? Quosque tandem, Catilina -es decir Consensus-, abutere patientia nostra?

Falsas primarias

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En una conversación directa, y conociendo a tu interlocutor, es posible adivinar un engaño observando su actitud, si éste esquiva tu mirada, duda sin motivo aparente, se muestra nervioso sin razón y demás muletillas de esta guisa. Claro que hay engaños, una vez conseguidos, difíciles de mantener, porque la coherencia interna de la situación exige nuevos embustes que lo hagan continuar pareciendo pertinente. Suele ser entonces alguno de éstos últimos el que termina por descubrirse, poniendo al descubierto una auténtica serie causal de mentiras que nos remontan a la falsedad original. Titulaba elmundo.es, el pasado sábado por la mañana, que “El PP aprueba en la ponencia de Estatutos un modelo de primarias similar al de EEUU”. En el periódico de papel se hace idéntica referencia en el texto de la portada, bajo el título a cuatro columnas de la noticia, encabezando en la página 12: “El PP aprueba un sistema de primarias similar al americano para elegir a su líder”, también a cuatro columnas. Por si fuera necesario situar los antecedentes, el citado periódico ha desarrollado una activa campaña, curiosamente no antes de la derrota del 9-M del partido que apoyó, a favor de que los militantes del PP puedan elegir democráticamente a su candidato a Presidente del Gobierno, olvidando el detalle de que en España no hay elecciones presidenciales. Ninguna comparación es inocente. Ni, si no existe mesura en lo relacionado, intelectualmente honesta: que si solo fuera por tener trompa, un elefante se equipararía a una mariposa. Las primarias de EEUU son unas elecciones a las que cualquier ciudadano se puede apuntar. Se trata de abrir los partidos a la gente, a la vez que limitar el poder de las élites de estas organizaciones, o al menos posibilitarlo al exterior, a la hora de nombrar el candidato del partido a la Presidencia de la República. Digamos que la cuestión de la “potestad de decidir” al respecto es el meollo del asunto. Tomar como parangón el caso norteamericano para referirse a unas primarias circunscritas exclusivamente a la militancia de un partido, sirviéndose de la similitud burocrática de los delegados, cuando en España no serían necesarios para nada por tratarse de un estado no federal y muchísimo más pequeño, es una canallesca tomadura de pelo; que, entre tantas y tan continuadas, pasará desapercibida para la pública intelectualidad de esta Monarquía, cuando no sea patrocinada por ella. He aquí la mentira que ahora nos toca digerir.   Semejante timo resulta mucho más indecente cuando, contrariamente a lo que sucede en EEUU, cosa que se ignora deliberadamente, el dinero de los españoles se destina obligatoriamente, por mandato pre- constitucional, a financiar a los partidos políticos con la misma energía con la que se esquiva nuestra posibilidad de elegir a alguien. Y no solamente en el caso de las primarias, sino en la esencial doble decisión de quién nos gobernará y quién habrá de representarnos.

Prisiones

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Prisiones imaginarias: Fuente: “Luna” La función judicial no sólo consiste en juzgar, también en hacer cumplir lo juzgado. La exclusiva competencia de los Juzgados y Tribunales para ejecutar sus resoluciones es esencial en cualquier Democracia, y en nuestro ordenamiento jurídico tal principio se recoge nominalmente en el artículo 2º de la Ley Orgánica del Poder Judicial.   Sin embargo, tal condición democrática no existe en este sistema de poderes inseparados desde el mismo momento en que la ejecución de las resoluciones judiciales con más trascendencia para la vida del ciudadano, las recaídas en el orden penal, se atribuyen directamente a órganos administrativos dependientes del gobierno central o autonómico. La Dirección General de Instituciones Penitenciarias y sus equivalentes autonómicas son instituciones, cuyos titulares son elegidos por la casta política, a las que se les atribuye la función de controlar el cumplimiento de las sentencias de orden judicial penal.   El tratamiento, clasificación y régimen penitenciario constituyen el núcleo de la ejecución de las penas privativas de libertad y de su contenido depende que una Sentencia de condena se cumpla con mayor o menor rigor tanto en el tiempo de cumplimiento como en las condiciones personales del penado.   Dejar en manos de órganos administrativos su determinación supone poner otro lazo más a la ya de por si inexistente independencia judicial. Los juzgados de vigilancia penitenciaria sólo ejercen un control a posteriori de resoluciones adoptadas por juntas de tratamiento y funcionarios que por su perfil supuestamente técnico predisponen al juzgador que, por otra parte, únicamente posee la información, los datos que tales burócratas le ofrecen.  Para que exista separación de poderes, el seguimiento, clasificación inicial, tratamiento penitenciario y evolución en grado del recluso debe corresponder directa y únicamente al Juez y sus auxiliares como lógica y única posible consecuencia del monopolio de la función jurisdiccional para hacer ejecutar lo juzgado, lo que sólo puede alcanzarse con  la supresión de las competencias penitenciarias a la vertiente ejecutiva del Estado, ya sea central o autonómico, atribuyéndoselas a un  Poder Judicial separado.

Juramento de lealtad

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La Reina Isabel II  No es necesaria una fórmula como la transición española desde la dictudura para que la ecuación dé un resultado parecido: monarquía parlamentaria en la que el Monarca no gobierna y en la que la oligarquía de partidos se reparte el pastel. De hecho el fraude institucional se repite en casi todos los países así llamados democráticos con pocas variantes. Pero Canadá, con la Reina Isabel II como cabeza de Estado, ofrece también a este respecto un paralelismo instructivo con España.   Desde una remota lejanía, sendos monarcas, apreciados emotivamente por la mayoría –en Canadá se votó a favor de mantener el suyo en un referendum–, deambulan entre la prepotencia de un poder que no ejercen y la ratificación en ellos encarnada del fraude político hoy más común: pretender que hay democracia donde no la hay.   Todos los funcionarios de gobierno en Canadá, por ejemplo, o aspirantes a la ciudadanía como el que firma la presente, son obligados a hacer un juramento de lealtad no sólo a las leyes sino además y en primer lugar a la Reina, de la siguiente guisa: “Juro que seré leal y mantendré verdadera fidelidad a Su Majestad la Reina Isabel II, Reina de Canadá, así como a sus Herederos y Sucesores; y respetaré lealmente las leyes de Canadá y cumpliré con mis obligaciones como ciudadano canadiense”.   Como en la situación política pseudo- democrática española, se juega con formulaciones –oficiales y oficiosas– en las que una resistencia a jurar lealtad a la monarca implica la abjuración de todo civismo y respeto por la ley, sin distinción.   Sin un complot tan evidente como el de la transición española por parte de los partidos políticos, y con la diferencia de que en Canadá los partidos todavía representan hasta cierto punto las ideas de la cuidadanía, en este otro lado del Atlántico se percibe desde hace décadas un mismo desinflamiento vital con respecto a los asuntos colectivos.   El mundo de lo “políticamente correcto”, la ausencia pensamiento crítico, lo invade todo aquí y allí: ¿cómo traspasar las supuestas evidencias de la demagogia? ¿Quién se atreve? ¿Y en nombre de qué? Esta es la tarea que nos ha sido encomendada.

Hermeneútica mediática

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Cuando la libertad de pensamiento no puede acompañar a la libertad de expresión, las opiniones hechas públicas son restrictivas respecto a las que emergen en la sociedad civil. Tal cosa tiende a ocurrir cuando los grupos de comunicación son deudores de la concesión estatal y de la publicidad institucional. El hecho es que, como ocurre en España, la comunicación social se circunscribe al Régimen de poder existente, sin que ningún medio, o tan siquiera comentarista señalado, se atreva a traspasar sus barreras. Los pocos que reconocen tal cosa parecen atribuirlo a la casualidad. Yo soy de la opinión de que semejante recato no es fruto de prudencia alguna por alcanzar una posición relevante en los medios de comunicación, sino más bien al contrario: es el manifiesto compromiso con la actual Monarquía Autonómica de Partidos Estatales el único camino y mérito indispensable que puede proporcionar a alguien un estatus semejante. Toda la producción mediática, desde la selección de las mismas noticias hasta los comentarios editoriales, pasando por la opinión, está concebida para el consumo y fomento de cerebros incapaces de aspirar a algo más que refrendar una lista de partido cada cuatro años. Más allá de esto, carecen de valor. La dirección de la comunicación es siempre vertical, de arriba abajo. Son como Hermes, simples mensajeros del Olimpo estatal de los partidos que se dirigen a los mortales llamados a refrendarlo. Basta observar cómo llenan las páginas e inundan las ondas con la continua narración y reverencia de la actividad institucional del poder, o cómo amoldan su propia estructura a la organización territorial del Estado, o revelan con ternura, humor o familiar acidez el lado humano de nuestros dirigentes. Columnistas y tertulianos, privados de su adscripción partidaria, son idénticos. Denuncian, irritan y se indignan para terminar por ofrecernos la única solución que puede concebirse: votar a un partido estatal. Sólo llegan a diferir a cuál sí y a cuál no. En ello consiste la libertad de expresión y hasta allí penetra su inteligencia. Son como Tiresias, ganaron la capacidad de profetizar el poder a cambio de quedarse ciegos para ver la realidad. Así terminan enredándose entre lo masculino y lo femenino, polémica tan de moda en las instancias olímpicas.   Ciertamente, realizan una labor esencial para la democracia. Pues “La Democracia” es este Régimen y no podría ser otra cosa. La Democracia son ellos, que convierten a los comisarios de lista de partido en representantes de la ciudadanía, que confunden el reparto proporcional con la elección por mayoría, y que dividen metafísicamente un poder ejecutivo y legislativo constitucionalmente unificado en la jefatura del partido estatal dominante. Todo lo que implicaría para la realidad política española que esto no fuera así, no puede pensarse. Por eso hay libertad de expresión.

Modelo servilista

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Presentación del congreso del PSOE Si en un inmenso y hueco paralelepípedo de hormigón se abrieran de improviso, y desde dentro, cuatro o cinco ventanas; si permanecieran visibles durante algunos días y permitieran entrever en la penumbra de su interior los movimientos de quienes allí se alojan, ¿convertiría eso el bloque en la vivienda de quienes lo contemplan desde fuera? Los congresos, que el PP ha celebrado y el PSOE va a celebrar, como los del resto de partidos, son esas ventanas. Escaparates de tiendas sin puerta de acceso.   Sin embargo, millones de personas llaman hogar a esa construcción. La fuerza del cambio que guiará el congreso socialista tiene razón de ser; los jefes del partido saben bien que la existencia del cambio es muy difícil de defender filosóficamente y que su fuerza reside en la machacona persistencia de su intuición. Ahora bien, cuando esa intuición responde al transcurso de aquello que no está en nuestra mano alterar, quizá tenga el valor de lo que llamamos sabiduría; pero cuando es una imposición devenida en ley natural por el hábito, hablamos de servilismo.   Por eso el modelo que Macpherson denominó "elitista pluralista de equilibrio", lo más parecido a la partidocracia que observó, en realidad debería ser considerado "servilista". Consideraba elitismo a grupos de dirigentes que se escogen a sí mismos; pero esa definición es propia de un modelo clasista o de castas. La partidocracia no mantiene ciertas personas en el poder, sino que aleja a la inmensa mayoría de él. El elitismo tiene su origen en la sociedad civil, mientras que el servilismo es la prolongación del Estado en ella. El edificio del que hablamos no es un sancta sanctorum o una ciudad prohibida de la política, es una cárcel peculiar: los reclusos son quienes no han ingresado en ella. Los ciudadanos españoles han quedado convertidos en metecos.   La sociedad política no puede ser acotada, ubicada o reglada en sí misma; precisamente el Estado se constituye para que la actividad de los que quieren dedicar parte de su vida al poder que los somete, no se vea restringida. La constitución del Estado es la garantía de existencia de la sociedad política, su prolongación institucional. La garantía de que esa sociedad política no pierde el vínculo natural con la sociedad en general para, traicionándola, estatalizarse. Los asombrosamente vacuos congresos de los partidos, son la exhibición de todo lo contrario.

Entrevista a García-Trevijano en «Ratones coloraos»

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El 17 de junio de 2008 Antonio García-Trevijano fue entrevistado «Ratones coloraos» (Canal Sur) por Jesús Quintero:

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