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"Teseo y el Minotauro" (foto: Sebastiá Giralt) La conciencia europea no ha dejado de observar en la modernidad norteamericana una nueva barbarie que anunciaba un futuro, con el dólar entronizado, de artificial ostentación no menos inhabitable que el pasado de los primitivos, como si el valor del dinero o la necesidad de ponerle precio a todo, porque así se garantiza siempre la posibilidad del intercambio, y con él, la sociedad, no hubieran sido ya reconocidos por el propio Aristóteles. ¿Acaso en nuestra época los avaros son diferentes y nada es demasiado caro cuando se trata de ellos y todo lo es cuando se trata de los demás? Ahora, sobre todo, disponen de medios de enriquecimiento sin parangón histórico.   Cuando se separa por entero una idea de su base en la experiencia, entramos en el mundo de la subjetividad extrema, en el que los hombres juegan con sus fantasías hasta que tropiezan y caen. En la espiral monetarista y en la hipertrofia crediticia se ha perdido la noción de la economía real, y tras el desplome, los magos de las finanzas están buscando el hilo de Ariadna. Si la racionalidad económica sólo puede desarrollarse en el estado sólido de la producción, la liquidez incontrolada ha provocado una situación de permanente alarma psicológica y esquizofrenia que sólo un nuevo y adecuado tratamiento institucional podrá encauzar. Sin embargo, se corre el riesgo de administrar pócimas ideológicas que nos hagan recaer. La ideología proporciona a necios, incompetentes y malvados la justificación que necesitan; les permite blanquear sus actos y oír, en lugar de maldiciones, loas. Los jacobinos y bolcheviques se apoyaron en la fraternidad, la igualdad y la felicidad de las generaciones futuras.   Al decir que “la libertad perfecta es incompatible con la existencia de la sociedad” o que “nadie pretende que las acciones sean tan libres como las opiniones” el liberalismo (Stuart Mill), a pesar de su nombre, apartaba la idea de libertad de un campo político que se reducía al mantenimiento de la vida y la salvaguarda de los intereses privados. Pero los hombres son libres mientras actúan, porque ser libre y actuar es la misma cosa. En la búsqueda de lo aún no captado por el esquema conceptual universal, en un futuro espacio democrático, la acción de la libertad política impedirá que la economía financiera siga campando por sus respetos.

Anasagasti y Anguita

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Desde hace varios meses el político nacionalista vasco, Iñaki Anasagasti, insiste en expresar su crítica a la Monarquía española y a la Casa Real en los más variados medios públicos y en su blog.   ¿Para qué? ¿Para conseguir una democracia en el país? ¿Para ilustrar a los súbditos españoles sobre la libertad política? La respuesta es negativa. Todas sus intervenciones persiguen otro objetivo. En su blog, por ejemplo, no hay ni una sola reflexión sobre lo que debe ser un sistema político con libertad, sobre cómo instaurar una democracia en la nación. Según él no ha de tener la menor importancia el cómo deben estar organizadas las instituciones políticas en un Estado moderno. Tampoco dice, con claridad y distinción, absolutamente nada sobre la libertad política en el país vasco. La democracia y la libertad en Euskalerria no deben de interesarle mucho. Si el ex senador llega a recoger en esa página digital, por ejemplo, las costumbres vascas en Venezuela, ¿por qué no nos dice qué clase de república quiere?, ¿es un secreto? Hay que colegir, por lo tanto, que Anasagasti defiende una República española sin concepto, o bien, una República vasca sin idea, que, políticamente, viene a ser lo mismo.   En cambio, Julio Anguita, el excoordinador de IU, quiere una República federal. Bien, por lo menos podemos dialogar con él: podemos hacerle ver, entre otras cosas, que la forma del Estado (República) y la libertad política (democracia) son diferentes a las acciones de gobierno (la declaración de la guerra, los tratados de paz…). Y que la República, ante todo, debe ser escogida por el pueblo –en caso de serlo- no solamente en la disyuntiva que la enfrenta a la Monarquía, sino en la que afecta al tipo de república que se desea.   Ignacio Anasagasti en el Alderdi eguna (foto: txikita69) En concreto, nos encontramos con tres opciones: Monarquía o República federal de partidos, Monarquía o República federal y Monarquía o República constitucional, la verdadera República con democracia representativa.

Presupuestos generales del Estado 09 (III)

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Para financiar los gastos que integran los PGE-09 se han estimado unos ingresos de 301.435 M€, cifra que eleva las necesidades financieras de estos presupuestos a 62.768 M€, equivalente al 17,2% de los gastos previstos; es decir, más de la sexta parte de esos gastos se van a financiar con Deuda Pública.   Esta magnitud varía de acuerdo con el déficit previsto, las amortizaciones del ejercicio y la asunción de deuda de otros entes (ejemplo: RTVE) hasta alcanzar un incremento anual de 30.000 M€, lo cual eleva la Deuda Pública en circulación a 364.100 M€. El ratio Deuda/PIB para 2009 será de 28,9%. Si a estas previsiones de endeudamiento añadimos las nuevas “inyecciones financieras”, los famosos 30.000-50.000 M€ del fondo especial constituido para comprar “títulos de máxima solvencia”, el endeudamiento estatal ascenderá 414.000 M€, que acerca dicho ratio al 33%.   Billetes (foto: Picture TakinDevil) La Presentación del proyecto de PGE-09, conocido como “Libro Amarillo”, nos pone de manifiesto que los recursos más importantes con los que cuenta el Estado son los impuestos (42,4%), las cotizaciones sociales (46%) y los fondos procedentes de la Unión Europea (5,1%). En dicho documento se estima que las figuras tributarias más importantes tendrán el siguiente comportamiento: +7,6% en el IRPF, +4,8% en el IVA, +3,3% en los Impuestos Especiales (IIEE), +7,5% en las cotizaciones sociales y -15,1% en el I. de Sociedades (único impuesto no participado ni cedido) respecto del avance de Liquidación de 2008. Pero la realidad que se ha vivido durante el año 2008 ha sido muy diferente, ya que de ese avance de Liquidación, comparado con la recaudación total de 2007, se deduce: un descenso del 0,1% en el IRPF, del 20,9% en el I. de Sociedades, del 8,9% en el IVA y un pequeño aumento del 0,1% en los IIEE.   La crisis del sector financiero a nivel mundial y de los sectores no financieros (la economía real) en España propiciarán un entorno económico desfavorable para que se incrementen los ingresos de las familias y de las empresas (los verdaderos contribuyentes). En fin ¿estos ingresos de los PGE-09 son previsiones razonables o un simple expediente administrativo que ayuda a huir hacia delante?

Sostiene el presidente (II)

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José Luis Rodríguez Zapatero (foto: Partido Socialista) La presunta soberanía popular es así transferida en su integridad al poder ejecutivo, mediante la confusión entre unas elecciones presuntamente legislativas con otras pretendidamente presidenciales, dando lugar a un parlamento cuya función no es ya fiscalizar o controlar la acción de los gobernantes, sino actuar de simple sostén de los mismos. Si a ello se añade la cultura del ‘consenso’, desconocida en la política anglosajona, el panorama no puede ser más desolador: pactos de gobierno en virtud de los cuales los grupos parlamentarios renuncian a sus facultades de control sobre el Poder Ejecutivo a cambio de su cuota de participación en el mismo.   Frente a la constatación de la imposible democracia interna en los partidos políticos de una democracia de masas, se ha optado por entregarles, sin paliativos, el monopolio de la representación de la sociedad civil, y la consecuencia es obvia: han acabado por representarse a si mismos, emancipados de todo control democrático que no se reduzca a la sustitución de unas listas por otras: pero la remoción de gobiernos no implica, por si misma, democracia alguna, cuando frente a estos no se erige un efectivo contrapoder parlamentario que sirva de muro de contención para la tendencia natural del poder a la expansión. En un régimen aparentemente parlamentario con representación proporcional –sólo aparentemente parlamentario, pues donde el parlamento carece de toda soberanía no puede haber, en rigor, parlamentarismo- los partidos políticos despojan al parlamento de la función que le asigna la teoría constitucional clásica; entregan el monopolio de la iniciativa legislativa al poder ejecutivo.   El caso británico es, a este respecto, ejemplar, pues la falta de separación de poderes inherente al parlamentarismo se ha visto notablemente atenuada por un parlamento que, en virtud del sistema electoral mayoritario, de la existencia de distritos electorales con diputados vinculados a sus votantes al menos tanto como a su jefe de filas, ha conservado al menos su carácter representativo de la Sociedad Civil, y ese carácter permite erigir un verdadero contrapoder parlamentario frente al Poder Ejecutivo. El caso de la guerra de Irak es, a este respecto, ejemplar; compárese con el caso español en el mismo trance y preguntémonos si, en efecto, en España hay democracia: la respuesta del presidente parece tan segura como errada.   Primera parte: Sostiene el presidente (I)

Una banca civilizada

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Las ideologías de la situación son más adecuadas para lograr que los hombres se vuelvan inmunes al duro impacto de los hechos que las tradiciones religiosas. Liberales y socialdemócratas vienen legitimando lo actual y rechazando la existencia de alternativas reales a lo realizado. El discurso de la estable normalidad y el crecimiento de lo mismo impiden detectar las inautenticidades y discernir la realidad potencial.   En la consagración de la economía financiera, nunca se había producido una carrera tan tumultuosa y atropellada en busca de agio monetario. En semejante aquelarre, los aprendices de brujo han convocado a especular a todos los capitales del mundo y ahora son incapaces de controlar los mecanismos que ellos mismos han desencadenado. La implosión crediticia ha reducido los dogmas monetaristas y el dominio del capital bancario a su verdadera dimensión: la de una riqueza artificial.   Lejos de querer civilizar o imponer nuevas costumbres sociales a los bancos, Zapatero se apresta a sostener con fondos públicos el equilibrio oligárquico del capital bancario. Hasta que, tal como ha insinuado el gobernador del Banco de España, el sector sea reestructurado conforme a los insaciables deseos concentracionarios del señor Botín. Son tantas las tareas del Estado, que Max Weber consideraba imposible definirlo por sus funciones. Éstas han disminuido en asuntos económicos desde el final de la Guerra Fría, predominando el afán de privatizar lo que durante siglos han sido bienes de propiedad o uso comunes, para favorecer los intereses de los poderosos beneficiarios de privilegios. Sin embargo, la superación de esta crisis financiera no propicia la difusión de ideologías antiestatales que propugnen la desregulación económica y la autonomía del mercado financiero. El Estado ya interviene de manera decisiva en el proceso de producción y consumo, como empresario, asegurador, contratista, exportador-importador, inversor, regulador de precios y salarios, e incluso circunstancial banquero.   El colapso productivo que se ha incubado dando alas a las expectativas de especulación, reclama que se considere la posibilidad de una Banca Estatal, que no sea predio de los gobernantes ni de los partidos, como las Cajas de Ahorro del régimen actual, sino una institución al servicio de la sociedad civil en un sistema democrático. Y cuya existencia podría ser compatible con la de una banca privada que fuera sometida a una adecuada inspección de su solvencia crediticia y al control de su capacidad depredadora. La completa nacionalización de la banca, en un mercado de capitales planetario, sigue manteniendo unas acusadas connotaciones ideológicas. Y hasta que, de los nuevos acontecimientos, surja una síntesis cultural creadora, difícilmente se puede ir más allá del eclecticismo.

El doble vínculo

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Gregory Bateson Ignorada por el estamento psiquiátrico incrustado en el aparato estatal, la teoría del “doble vínculo”, explicativa de una de las más terribles y difíciles enfermedades mentales, la esquizofrenia, permite una analogía con la situación política actual. Su creador, Gregory Bateson (1904-1984), antiguo compañero sentimental de la pionera antropóloga Margaret Mead, dedujo su teoría de numerosas observaciones que claramente se salían del marco oficial. Inconforme con la oscuridad ceñida sobre tan espinoso asunto, su teoría del doble vínculo es un prodigio de simplicidad, racionalidad y compasión, que en su obra Steps to an Ecology of Mind propuso de un modo muy poco convencional pero accesible también por eso mismo a los legos inteligentes.   El meollo del asunto es el siguiente: la posibilidad de desarrollar los síntomas de la esquizofrenia, que según la ciencia establecida tienen una fuerte base genética –conveniente cajón de sastre para acaudalar la ignorancia–, se incrementa considerablemente si, cuando niños en nuestra relación con las figuras de poder, topamos con patentes contradicciones entre dichos y hechos. Ejemplo clásico: sé libre. Puesto que el mandato de ser libre, que es un hecho, no es compatible con el mensaje, la libertad, se crea un patrón de doble vínculo que puede llegar a escalar hasta un colapso mental-emocional de tremenda envergadura.   ¿Y no podría ser que el grueso de los españoles tengan abrumada su capacidad crítica tras cantidades ingentes de contradicciones similares por parte de los actuales dirigentes (clase política, medios de comunicación) que, en lugar de despertarles del letargo, les incapacitan para el pensamiento y la acción significativa? Bateson también descubrió que el doble vínculo tiene lugar en una comunicación que no admite meta-comunicación, es decir, aclaraciones sobre la naturaleza contradictoria de los mensajes: ¿no resulta una barrera sumamente difícil de romper el cuestionamiento continuado de la veracidad de los asertos frente a los hechos ante quienes detentan el poder, esa meta-comunicación?   Mentirosos y engañados se necesitan mutuamente, del mismo modo que la enfermedad mental y el abuso de quien, a su vez, fue presumiblemente mentido y abusado, son las dos caras de la misma moneda.

Crece la desconfianza

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Mientras el presidente del Banco Mundial avisa de posibles emergencias bancarias en los países desarrollados, el gerente del FMI declara que el mundo se encuentra al borde de una recesión global y que no podemos esperar a que la crisis acabe para sacar lecciones sobre los fallos en cadena de la arquitectura financiera, sino actuar de manera coordinada, con rapidez y eficacia. En un texto aprobado en el Pleno del Parlamento Europeo, se exigen más medidas de vigilancia y control de los bancos (como la revisión de los requisitos de capital propio); según uno de los ponentes del informe: “estamos pagando la desregulación de los últimos tiempos”. En España, aumentan las dudas sobre el destino de los 30.000 millones de euros que el Gobierno inyectará en el sistema financiero para reactivar la economía, ya que esa cantidad coincide con los vencimientos de deuda que tienen que afrontar los bancos de aquí a final de año. La justificación del plan sería falsa si el dinero del Tesoro Público se utilizara para sanear los balances y no para dar préstamos. No obstante, Zapatero reclama un apoyo incondicional a su iniciativa y considera “detalles técnicos” la supervisión y control de la misma. Varios expertos coinciden en señalar la conveniencia, si la banca no cumple su papel, de que el Tesoro preste directamente o a través del Instituto de Crédito Oficial, a las empresas y a los ciudadanos, como ya está haciendo la Reserva Federal, con la compra directa de papel comercial en EEUU. En ese país, el plan de rescate aprobado en la Cámara de Representantes no ha conseguido interrumpir el desplome de las bolsas. Los bancos siguen sin resolver los problemas de sus balances puesto que necesitan una urgente recapitalización. Y ya se contempla, para evitar más quiebras, tomar medidas similares a las anunciadas en el Reino Unido, donde el Estado entrará en el capital de siete bancos para reparar sus cuentas y animarles a reanudar la actividad crediticia. En los años 90, EEUU, con una inflexible postura ideológica, se opuso a que otros países con graves dificultades financieras, como México y Japón, nacionalizaran sus bancos. Ahora, a ellos, la realidad les impone una eventual y parcial nacionalización bancaria.   hechos significativos El recorte de tipos de seis bancos centrales no logra mitigar los efectos de la crisis. Un tribunal federal de apelación suspende la liberación de los presos de Guantánamo. La antigua cárcel de Carabanchel será demolida.

¿Estado o mercado?

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Mercado retocado de Wall Street (foto: Stuck in Customs) ¿Estado o mercado? Cuatro jerifaltes de la oligarquía política europea se reúnen para solucionar los problemas financieros que han originado sus amigos. ¿Mercadismo o estatismo?, se preguntan los espectadores. Como si la disyuntiva fuera sinónima de libertad o seguridad. Inaudito. Las tiranías mercantiles de las novelas no son exactamente el mismo tipo de monstruo que la gran corporación -esa persona jurídica fantasmal que denuncian Noam Chomsky y Milton Friedman- generada en el capitalismo. La desaparición del Estado que propugnaron el socialismo y el anarquismo, echó a volar la imaginación de los escritores hasta el espacio que esa enorme entidad abatida había dejado en sus mentes. Nació la ciencia ficción. Algunos creyeron ver al hombre conquistando lugares extraños, otros a los marcianos desembarcando en las playas, y algunos a las multinacionales haciéndose cargo de todo. Pero las grandes concentraciones de capital sólo son posibles al amparo de una policía neutral (Estado) y gracias al respaldo de un productor, consumidor, especulador y regulador prácticamente autónomo; los grupos mafiosos tienen un límite de desarrollo natural muy inferior. Sin Estado no hay mercado, sin fuerte intervención del Estado, no hay mercado financiero. En las democracias corrompidas y los corruptos Estados de Partidos el intervencionismo severo genera un disperso lumpen de favorecedores gubernamentales y administrativos y nuevas castas de productores-gestores industriales. El liberalismo a ultranza favorece el endeudamiento dirigido de la producción, la especulación y el consumo y un gigantesco lumpen financiero. De nada sirve discutir sin tener voz en nuestra propia casa; la primera lucha está en conseguir que las reglas grandes y pequeñas no nos discriminen. Si después llega el momento de luchar por la igualdad real de oportunidades, sabremos lo que significa verdaderamente nacionalizar. Y lo que cuesta.

Valor de la experiencia

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Estamos viviendo dos acontecimientos realmente extraordinarios. El temor internacional a un duradero caos de la economía financiera, y la esperanza mundial de que un negro joven, inteligente y culto sea enseguida Presidente de los EEUU. Por la magnitud de sus efectos universales y la novedad de sus causas originales, estos dos hechos no podrán comprenderse ni, en consecuencia, afrontarse, con opiniones deducidas de las experiencias del pasado, o de los criterios de los libros de teoría económica ideados para otros tipos de coyuntura diferente. Las viejas ideas no restauran hechos pasados, son los nuevos hechos los que crean nuevas ideas. Por eso decía Chateaubriand que las restauraciones no son posibles. Aunque él se refería a las políticas, su argumento es aún más válido para las económicas. Pues la fórmula liberal, como la keynesiana o la socialista, incidirían ahora sobre un nuevo contexto económico de rechazo inmunitario de los dogmas. El conocimiento experto deja de tener valor en situaciones radicalmente nuevas. No será la pericia, sino la inteligencia y el sentido común, quien pueda vislumbrar la salida de este intricado laberinto financiero, que retiene en el temor pánico a los agentes económicos. Sin embargo, las cirugías de los gobiernos intervencionistas están colocando en los quirófanos a los mejores peritos en las especulaciones causantes del colapso dinerario. No será tampoco la experiencia del Estado, sino la imaginación creadora de los actores en la sociedad civil, la que podrá dar cuerpo real a la esperanza política. Sin embargo, el único argumento que esgrimen los conservadores, contra Obama, es su falta de experiencia en asuntos de seguridad nacional, frente a la adquirida por McCain, en sus largos años de apoyo a las aventuras militares emprendidas, y nunca terminadas, por Bush. Más vale carecer de experiencia política que tener una muy grande y muy mala. La actual crisis financiera, aunque presente similitudes genéticas con las dolencias de liquidez padecidas por Suecia y Japón hace pocos años, no se resolverá aplicando a una economía globalizada e intercomunicada, como ya se está haciendo, los mismos expedientes coyunturales que pusieron en práctica los gobiernos de esos países, sin reformas estructurales. Por eso no debe extrañar que, pese a la aparatosidad gigantesca de las intervenciones en el mercado del dinero, por parte de los Estados y los Bancos Centrales de los países desarrollados, las bolsas sigan cotizando a la baja. florilegio "La experiencia es escuela cara, triste y adocenada. Ahí solo aprenden, sin reflexionar, las inteligencias extra-vagantes de lo bueno, bello y verdadero."

Crisis y creación

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(foto: lalunablanca) Si atendemos tan sólo a la hegemonía militar y a una capacidad de consumo que parecía ilimitada, no es difícil asociar la decadencia de la república imperial estadounidense con la de Roma, que tuvo esa doble causa: el poder del ejército y la corrupción del lujo. Con las legiones obtuvieron el dominio del mundo, y con él, la molicie y el derroche. El “american way of life” requiere fuentes inagotables de energía y un endeudamiento cada vez mayor. Y el acceso al crédito, en medio de la inseguridad y desconfianza económicas, no resulta tan factible como la toma “manu militari” de los pozos de petróleo, salvo que se considere la nacionalización de los bancos, algo anatematizado en aquellos lares. La consideración social de la libertad económica sin intervenciones estatales; la sacralización de los dólares que se embolsan los predestinados al éxito; el peso de las grandes corporaciones en la financiación de las costosas campañas electorales, y por tanto, su capacidad de influencia posterior; la ilusión general de los beneficios ininterrumpidamente rápidos que procura el capital especulativo; todos ellos, factores a los que podemos acudir para atisbar cómo se ha formado esa nube tóxica que amenaza con destruir el sistema financiero. Sin embargo, más allá de fáciles explicaciones a posteriori, y del flagrante agravio comparativo de esos arruinados o fracasados banqueros que tienen el privilegio de ser rescatados, lo más necesario sería idear, tras la observación e interpretación de estos hechos que conmocionan al mundo, nuevos enunciados políticos, inteligentes mecanismos institucionales que controlen o limiten el potencial destructor de la economía financiera. En el diálogo platónico que lleva su nombre, Protágoras fundamenta la legitimidad de la democracia en la posibilidad que tiene el hombre de poseer el conocimiento que le permite, frente a los técnicos, zanjar las cuestiones propiamente políticas. Los carpinteros de ribera construyen los trirremes, pero es el pueblo quien decide que hay que construirlos. La distancia entre los ciudadanos y sus instituciones y leyes resulta insalvable, donde éstas predominan sobre aquéllas como si fuesen independientes de sus auténticos creadores. En España, esa brecha abierta por los partidos estatales y el mandarinismo financiero, sólo la puede cerrar la acción de la libertad política.

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