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sábado 27 diciembre 2025
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Reacción absurda

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La muerte de un joven estudiante en Atenas por la actuación de la policía represora de una manifestación pública contra el Gobierno, justificó que en ciudades europeas multitudes manifestantes expresasen su airada protesta contra la desproporción de los medios empleados en Grecia para reprimir a los estudiantes, aun reconociendo su violencia destructiva de bienes ajenos. La matanza de decenas de miles de africanos en la frontera del Congo con Uganda, y en Darfur, es sentida y lamentada por la sensible conciencia de los europeos, durante algunos segundos ante el televisor, pero no hasta el punto de sacarlos a la calle para exigir responsabilidades a gobiernos que permanecen impasibles, o incluso se niegan a intervenir, como el francés, ante tan espantoso genocidio. No es el número de muertos, ni la relación de fuerza desproporcionada que los produce, sino el simbolismo cultural de las víctimas, o el prejuicio racial, lo que explica la distinta reacción de las sociedades europeas, de sus gobiernos y medios de comunicación, ante la muerte de inocentes civiles en cada contexto geográfico y político.   La retención de un soldado israelí por la parte de la resistencia palestina que se niega a reconocer el Estado de Israel, fue casus belli de la guerra contra Hezbolá en suelo libanés, que no terminó con éxito para el Estado hebreo. La muerte de unos civiles en territorio de Israel, causada por los ataques de Hamás con cohetes explosivos desde la Franja de Gaza, tras romper la tregua y no aceptar la suspensión de esos ataques, ha sido casus belli de la guerra de Israel contra Hamás, en suelo palestino. La muerte de inocentes en bombardeos de retaguardia, contra un peculiar enemigo que, sin ofrecer vanguardia, se refugia en los núcleos de población civil, era previsible en número más elevado del causado hasta hoy. Para este Diario, como para toda persona decente, la vida de un israelí vale tanto como la de un palestino. La guerra pudo evitarse si los gobiernos civilizados hubiesen logrado que Irán y Siria cesaran de ayudar a Hamas, a fin de acordar otra tregua con garantías de inmunidad para el territorio israelí. Lo injusto, por absurdo, es que las potencias habladoras transformen la conciencia real de su impotencia en condena facticia de Israel, por su desproporción en la réplica militar, como si el asunto enjuiciado fuera una cuestión de orden público que el ejército israelí tuviera que garantizar en territorio extranjero. ¿Por qué no hizo esa labor la ONU? Lo condenable es la guerra ofensiva. No la defensiva, ni los medios convencionales para terminarla cuanto antes.   florilegio "La idea de desproporción en los medios empleados, ajena a los fines de toda guerra, es incompatible con la substancialidad bélica del conflicto."

Incrédulos acomplejados

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Una insólita asociación de pseudo-ateos y pseudo-agnósticos catalanes ha tenido la desagradable y vulgar ocurrencia de colocar en los laterales de varios autobuses municipales de Barcelona -próximamente también lo hará en Madrid- un gran letrero publicitario anunciando que “Probablemente Dios no existe”. La evidente falta de respeto de este anuncio (puesto en sitio público municipal), a los creyentes de todas las religiones monoteístas que lo vean, no está amparada en idea filosófica o científica respetable, ni legitimada por la naturaleza laica del Estado español, sin que responda tampoco al pensamiento fuerte de los ateos o al pensamiento débil de los agnósticos. Es más bien una grotesca muestra de la falta de pensamiento.   Una cosa es el laicismo de todas las instituciones estatales, comunitarias o municipales, y otra muy distinta el ateismo o el agnosticismo. Estado laico solo quiere decir no confesional y, en consecuencia, neutral y respetuoso de todas las confesiones, y de todas las formas de indiferencia ante la religión, que puedan manifestarse en el seno de la sociedad. El extravagante anuncio desconoce, además, que los verdaderos ateos, como yo lo soy, jamás dirán que probablemente Dios no existe, pues están absolutamente seguros de su inexistencia. Un agnóstico tampoco basa su escepticismo teológico en la improbabilidad de la existencia de Dios, sino solamente en su incapacidad intelectual para decidir entre la ausencia de prueba de la existencia y de la inexistencia de Dios. Ni uno ni otro calculan el grado de probabilidad que requiere esa prueba. El ateo se diferencia del agnóstico en que éste no sabe distinguir entre la necesidad de probar lo que se afirma, la existencia de Dios, y la no necesidad de probar lo que se niega, la inexistencia de Dios.   Campaña del bus ateo (foto: www.busateu.org) La Asociación catalana que paga el llamativo y nada original anuncio de que probablemente Dios no existe, copiado de otro exactamente igual que luce en autobuses londinenses, siendo sin lugar a dudas una agrupación laica militante, infringe el principio fundamental del laicismo de no tomar partido contra las manifestaciones religiosas en la sociedad. La sola idea de un ateismo o agnosticismo militantes, en procuración de prosélitos, es un contrasentido filosófico, sin parentesco alguno con la soberbia muerte de Dios anunciada por Zaratustra, y una confesión de inseguridad anímica de los que, por ser temerosos incrédulos, necesitan reunirse en compañía para afirmarse en su falta de fe y parecer progresistas.

Radio Intercontinental entrevista a Trevijano por su libro «Ateísmo estético: Arte del siglo XX»

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Radio Intercontinental entrevistó a Antonio García-Trevijano el 4 de enero de 2009 por su libro «Ateísmo estético: Arte del siglo XX»:

Plomo fundido

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El ejército israelí comienza una ofensiva militar terrestre en Gaza tras nueve días de un bombardeo que se intensificó para preparar el terreno a la infantería.   Hamás ha alentado y consentido los constantes ataques con misiles sobre el sur de Israel durante años para mantener a la radicalizada población palestina satisfecha, mientras el acercamiento hacia las potencias mundiales era tan consciente como inexorable. Los aliados de Israel, con el tibio silencio de este, fomentaron una absurda elección democraticoide de gobierno autónomo para después, una vez alcanzada la victoria por parte de Hamás –por entonces este grupo simbolizaba la coherencia política y la pureza moral-, retroceder alentando una guerra civil que Al Fatah tenía perdida de antemano. Estos hechos recuerdan a la Argelia de los noventa y las maniobras de Francia para impedir el triunfo del FIS, pero el amenazado territorio israelita dota a la situación asiática de gravedad crónica. En definitiva, se ha creado y se mantiene un quiste de odio ideológico y religioso -amamantado por la sed de venganza que generan cuatro mil muertos, la constante vejación a la que son sometidos los sospechosos de terrorismo, todos, y las penurias del embargo- que periódicamente se aviva en un territorio que no supera los cuatrocientos kilómetros cuadrados y cuya población está prácticamente atrapada en su interior.   Ehud Barak, ministro de defensa, ha declarado que “no será fácil ni breve” asestar el golpe a Hamás que pretende el Gobierno israelita. Esta prudencia es comprensible incluso tratándose de uno de los mejores ejércitos del mundo, pues aunque el objetivo oficial de Israel es detener los ataques de los milicianos, cabe preguntarse cómo lo conseguirán en una tierra que no pueden y quizá no quieren ocupar, que cuenta con una de las poblaciones más jóvenes del mundo capaz de reponer los cuadros de los pequeños grupos guerrilleros en poco tiempo y que está, además, tradicionalmente acostumbrada a este conflicto. En cualquier caso, el general Galant, jefe de la operación, asegura que “los efectivos que participan en la operación están muy entrenados y se han preparado para esta misión durante un largo período de tiempo”.   hechos significativos   Rajoy propone, como si de una abdicación se tratara, a Mayor Oreja para encabezar la lista de las elecciones europeas. Ignacio López exigirá a Zapatero “manos libres” para pactar en el País Vasco. 2008 recoge un ligero descenso en el número de accidentes laborales.

Mágica realeza

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Capilla Sixtina (foto: tejamen1947) Mágica realeza La que fue concebida por el rey divino, es rechazada de todas las moradas, donde pide ser acogida por temor a la venganza de un poder celoso. Tiene que dar a luz en un mísero e inhóspito albergue. Poco después, llegan ofrendas para el recién nacido, portadas por extranjeros que se desplazan de oriente a occidente, conducidos por una súbita luz. El niño refleja una sabiduría oracular que sorprende a los doctos mayores. Ya adulto, sumiso al temible y veleidoso padre y resignado a su abandono, tras ser derrotado junto a su pueblo predilecto, el troyano, Apolo se refugia junto al Tíber, donde será reconocido como dios de los romanos por Octavio. La vida de Jesús corre paralela a la del dios solar, hasta que Constantino las une en Nicea.   La Epifanía, la ofrenda de los tres magos a la manifestación de la humanidad del Hijo de Dios, simboliza la herencia cultural de las tres funciones indoeuropeas a los pueblos que crearon la civilización occidental: económica (oro); espiritual (incienso), para edulcorar la realidad con sahumerios de sacerdotes o deformarla con ideologías de intelectuales; y el bálsamo (mirra) para atenuar la agonía del guerrero.   Los magos se convierten en reyes, y más tarde, éstos se hacen santos. Merced a su gracia personal reciben el poderoso atributo de sanar enfermos que ostentó Apolo en Roma y Jesús en Galilea. Luego, fue privilegio dinástico curar una sola enfermedad: la escrofulosis. El día de Reyes masas de enfermos acuden al tocamiento real. Los Capetos en Francia y los Plantegenet en Inglaterra inician el ritual taumatúrgico.   Este poder milagroso que habría concluido en 1825, cuando Carlos X de Francia tocó a 125 escrofulosos en el hospicio Saint-Marcoul de Reims, volvió a manifestarse a finales de los setenta del siglo pasado, cuando el carismático Juan Carlos I obró el prodigio de la Transición, y por arte de consenso, hizo aparecer, ante los atónitos espectadores, una libertad tras otra. Cientos de miles de franquistas se trasfiguraron en demócratas después de recibir el abrazo real.

Misterio de Hamás

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¿Quién ha empujado a Hamás a suicidarse? Es imposible que este partido, ganador de las elecciones en Gaza, no supiera la suerte que le esperaba si lanzaba cohetes contra la población civil de Israel. Lo inesperado ha sido la tardanza israelí en su metódica respuesta militar. Lo esperado, la condena de Israel por la opinión de los gobiernos prudentes que le piden una acción de represalia proporcionada, como en los casos de legitima defensa. O sea, dada la superior potencia de Israel, que mate un poco más, pero no muchos más palestinos que las víctimas sufridas, o que fabrique cohetes de corto alcance para defenderse en igualdad de condiciones. La hipocresía de la prensa europea se delata con el sarcasmo de recurrir a una noción traída del derecho penal para limitar el alcance de una acción militar que, como todos saben, solo se detendrá cuando logre desarmar al enemigo atacante.   Para resolver el misterio de Hamás hay que tener en cuenta todos los datos objetivos que concurren en el drama: 1. La Autoridad Palestina presidida por M. Abbas, que gobierna Cisjordania, no solo resistió las presiones de la Liga árabe para que condenase a Israel, sino que prohibió hasta ayer las manifestaciones de apoyo a Hamás. 2. Un mensajero de Fatah llegó a decir que están a la espera de la liquidación total de Hamás por Israel, para luego tomar posesión de la Franja en nombre de la Autoridad Palestina. 3. Egipto, Jordania y los países musulmanes aliados de EEUU, se declaran hostiles a Hamás. 4. El nuevo presidente checo de la UE justifica la acción defensiva de Israel. 5. Bush culpa a Hamás. 6. Obama y las grandes potencias, salvo Francia que condena a Israel, guardan silencio. 6. Hamás solo está alentada por Teherán, Siria y Hezbolá de Líbano. 7. La televisión Al Yazira y las calles europeas denuncian la matanza de civiles en Gaza.   Este aparente caos solo tendría sentido explicativo si, y sólo si, todas esas posturas que parecen inexplicables, salvo las reacciones espontáneas en la vía pública, respondieran a la hipótesis optimista de la creación del Estado Palestino, tan pronto como Israel aniquile la estructura y el equipo dirigente de Hamás, y el Presidente Obama pueda aparecer ante la opinión mundial como el estadista que vino a Palestina, vio el estado del conflicto y venció como un Cesar pacificador del Imperio. No digo que esto vaya a suceder, sino que sería la única lógica de un alto el fuego cuando Hamás deje de ser operativa. Sin olvidar que una realidad tan compleja puede desviar la copa de los labios en tan corto trayecto.   florilegio "Los enemigos de mi enemigo son amigos más de fiar que los antiguos."

Falacias (II)

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La semana pasada el Ministro de Economía y Hacienda presentó, en nombre del Gobierno, la oferta de reforma del sistema de financiación de las Comunidades Autónomas de Régimen Común con el objetivo de reforzar los servicios del “Estado de Bienestar”, garantizar servicios iguales para todos independientemente del territorio donde se resida, dotar a dichos entes de mayor autonomía financiera y de mayor corresponsabilidad fiscal y reducir las diferencias de financiación “per cápita”. En definitiva, han tratado de dar una solución a la cuadratura del círculo.   Pretenden conseguir estos objetivos, por un lado, ampliando la participación en los recursos tributarios para que éstos financien el 90% de los gastos, trasfiriéndoles capacidad normativa en dichos tributos y cogestionando la Agencia Estatal de Administración Tributaria. Por otro lado, pretenden garantizar las necesidades de gasto a través de la financiación de los servicios públicos fundamentales (un Fondo), de todas las competencias transferidas manteniendo el statu quo existente en cada una de ellas (otro Fondo). Y además pretenden caminar hacia la convergencia autonómica a través de la reducción de las diferencias de financiación “per cápita” entre Comunidades Autónomas (un Fondo más) y de las diferencias en los niveles de vida de los ciudadanos según su lugar de residencia (y otro más). Con toda esta ingeniería financiera tratan de solucionar el problema que ellos mismos crearon.   En la entrega anterior manifestamos que el sistema de financiación de las Comunidades Autónomas era un conjunto de falacias financieras (multilateralidad, corresponsabilidad fiscal, autonomía y suficiencia financiera), que no garantiza ningún principio para el que fue diseñado y que cualquier ciudadano puede detectar que sus componentes suman más de cien. El documento presentado constata todas aquellas afirmaciones y dos conclusiones más: han inventado una descentralización de ingresos tan inoperante y descafeinada que al final es el Estado, a través de artificios administrativos, el que tiene que garantizar la prestación de los servicios públicos. Todos estos artilugios conducen a un incremento de la Deuda Pública Estatal y Autonómica.   Toda la información ofrecida por el gobierno se centra en la garantía del gasto de las Comunidades Autónomas, sin explicar su naturaleza económica ni su dimensión contable en términos de PIB. No nos han explicado los costes de cada uno de los servicios que prestan, ya sean transferidos o de nueva creación, reflejando la parte del coste limpio inherente a su prestación (en educación: el profesor y el colegio o instituto [coste directo]), y aquella otra parte que está imputada a dichos servicios (las estructuras organizativas de los gobiernos y de cada uno de los departamentos u otros organismos [coste indirecto]). Tienen miedo que los ciudadanos conozcan la parte que éstos representan en el total del coste de los servicios públicos prestados por la partidocracia.

República de esperanza

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Siempre suele decirse de cualquier organización humana que pretende conseguir unos determinados fines. También, que su estructura y jerarquía responden a la necesaria planificación racional para alcanzar aquellos. Conforme a esto, parecen aceptarse e interiorizarse las diversas relaciones de poder. Claro, que si este discurso fuera sincero, en el momento en que las señaladas metas no se lograran, y más todavía cuando el fracaso fuera sonado, se demostraría agotada la capacidad personal de mando de los cuadros dirigentes, que habrían de apartarse o ser cesados para salvaguardar la propia razón del poder.   M.C.R.C. La actual crisis nos permite contemplar en todo su esplendor la reacción ante una situación de este tipo. Y no se aprecia la dimisión en masa de los directivos de las empresas o de los jefes de gobierno de los estados. Más aún, el colapso actual curiosamente se nos presenta como algo inevitable de lo que nadie es culpable o responsable, tal vez porque los cerebros encargados de evaluar la coyuntura se hallen solapados al mismo sistema de dominación. Eso sí, debemos asumir, sin la menor duda, que aquellos cuya ignorancia, imprevisión o avaricia sobradamente han demostrado y demuestran, sin pagar por ello un mayor precio, sean quienes lideren la supuesta recuperación.   Si hay algo que queda claro en todo este asunto es la necesidad primaria de volver a racionalizar y normalizar las relaciones de poder, no desde un punto de vista positivo referido a la política como algo estrictamente material, resuelto en la competencia electoral entre los varios fines y acción propuestos, cosa que se ha demostrado tan incierta como interesada; sino desde la óptica negativa que nos proteja de los probados desmanes del poder por su imprescindible limitación formal, dividiéndolo desde el origen, para convertir así la política en algo creíble: votar para elegir personas que encarnen un proyecto y deban responsabilizarse de él, no para apoyar ideas de partido tras las que escondan sus ambiciones.   En España, la República Constitucional es la respuesta institucional al nuevo reto. Es desde la sociedad civil desde donde debe levantarse y a la sociedad civil apela; y es en ella donde debe obtener fuerza suficiente para derribar el cerco estatal de los partidos, tarea hercúlea para nosotros los españoles, carentes de libertad política e históricamente sometidos al tutelaje, ingeniería y selección social de las élites estatales, hoy acomodadas en la monarquía juancarlista.

Más madera

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El Estado de las Autonomías, lejos de favorecer la independencia judicial, la hace imposible. La progresiva desintegración del principio de unidad jurisdiccional inherente al continuo proceso de transferencias judiciales, no sólo no garantiza una mayor separación del poder político del judicial, sino que lo somete a nuevos filtros de dependencia administrativa y política. Los lazos económicos y funcionales se duplican restringiendo además cualquier capacidad de autonomía organizativa y económica de la Justicia.   En medio del proceso de elección del Presidente del Tribunal Superior de Galicia, el Consejero de Justicia de esta Comunidad Autónoma, D. José Luis Méndez Romeu ha manifestado su enérgica protesta sobre la forma de provisión de la plaza, reclamando la intervención de la administración autonómica en el mismo. Actualmente es el CGPJ quien a través de la su consensuada Comisión de Calificación, que actúa por delegación del Pleno, se encarga de valorar las “aptitudes” de los candidatos.   Poco le preocupa al Sr. Consejero que tal Comisión de Calificación sea un reflejo político del equilibrio de poderes parlamentarios para repartirse entre los partidos los puestos claves de la judicatura, sino que lo que verdaderamente le preocupa es la ausencia de su administración en dicho reparto que tan directamente le afecta. En este sentido Méndez Romeu abogó para que se modifique la norma ya que, en sus propias palabras “Las comunidades autónomas no participan en el proceso, ni siquiera son consultadas formalmente”.   Más leña al fuego. El descarado proceso político de elección del candidato a presidir la cúspide de la jerarquía judicial territorial en Galicia tiene como consecuencia que el puesto lleve ocupado en situación de interinidad por su actual titular más de treinta y dos largos meses de búsqueda del deseado consenso.   Las reformas de la justicia en el Estado de poderes inseparados corren irremisiblemente en sentido contrario al de su independencia. Cada intervención legislativa viene a recortar la imparcialidad judicial provocando un nuevo escenario político que precisa otra nueva intervención de mayor intensidad, y así sucesivamente hasta la total sumisión en lo que Hayek denominaría auténtico “Camino de Servidumbre”.   Méndez Romeu (foto: parlamentodegalicia)

Estirando la punta

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F. Hayek (foto: Jay Dugger) La más corriente de las visiones políticas de la modernidad europea, al menos desde la Revolución Francesa, ha querido dar a entender que los diversos posicionamientos ideológicos podían colocarse en una especie de línea continua que va desde la revolución izquierdista, pasando por la democracia liberal burguesa, que se situaría en el centro, hasta el conservadurismo más pacato y tradicional, atado en la medida de lo posible a la monarquía absoluta, la Iglesia y el ejército. Pero, independientemente de la experiencia norteamericana de la democracia, que ya entonces podría haber puntualizado o curvado tal línea, ha sido sobre todo la experiencia totalitaria del siglo XX en Europa la que ha puesto de manifiesto hasta qué punto lo que esta línea consideraba extremos opuestos son formas que tienden a objetivos comunes con medios prácticamente idénticos. Sin pasar por alto algunas diferencias de relieve, nada más evidente tras examinar los sistemas de Hitler y Stalin.   En cierto artículo de F.A. Hayek, me parece que incluído al final de Los Fundamentos de la Libertad, éste habla de una relación triangular entre conservadurismo, liberalismo y socialismo, antes que de la clásica relación lineal en que el liberalismo ocuparía el centro. Tras algunas décadas más y a medida que la necesidad de una democracia formal y real se hace más y más patente, constituyéndose como la única vía posible de libertad política, allende programas conservadores o socialistas o utópicos que pendulan sin quererlo hacia el totalitarismo, aunque también por oportunismo quizá a la democracia al comprender que es la única forma de gobierno que garantizaría su presencia, percibimos que el triángulo equilátero hayekiano va tornando en uno isósceles cada vez más puntiagudo.   La constitución de la libertad política tiene ya formas demasiado concretas y definidas como para poder obviarlas fácilmente, tal y como era todavía posible con el liberalismo político; si bien por ejemplo el propio Hayek al final de su carrera (Derecho, Legislación y Libertad) se había acercado al constitucionalismo norteamericano con gran rigor. Y es de esperar que pellizcando y estirando aún más la punta de este triángulo, los viejos extremos, así como largos trechos que acarician el ideal democrático sin abrazarlo, se revelen como insuficientes e inviables para garantizar la libertad.

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