Según don Miguel Martín, presidente de la Asociación Española de Banca, es la economía real lo que pone en riesgo al sistema bancario español. Dejando de lado que las declaraciones fueron realizadas con la intención de preparar la reunión de los banqueros con el presidente del gobierno, concretamente el alcance del crédito ICO que estos recibirán, es muy posible que el señor Martín crea verdaderamente lo que dice. Se ha identificado tan íntimamente con sus intereses gremiales que pareciera que estos no hubieran sido su elección, sino al contrario. Miguel Martín, el humano, se ha disuelto en la categoría “banca”. Aunque las frases en cuestión escandalizan por su grado de enajenación social, no es nueva la existencia de una epistemología corporativa, caso concreto de oportunismo moral y consecuencia de la impunidad institucional: sindicalistas, informadores, docentes, jueces, pensadores, científicos, constructores, nacionalistas, partidarios de ideologías o equipos de fútbol, aguirrinos y gallardines… muchos son quienes sólo conocen la verdad mientras pasta en su jardín. Cuando se asume el pensamiento único, el componente de estupidez y vagancia que requiere hacerlo y el hecho de que la más débil de las inteligencias es esencialmente crítica, permiten que la rectificación sea posible. Pero el interés único, distinto de la pugna de intereses con objetivo común siempre que no hay competencia real donde no hay libertad, es muy difícilmente superable pues exige un alto grado de degeneración moral. Y, como es sabido, la cobardía nunca se atreve a plantar cara a la propia maldad. Con libertad, los intereses diversos se organizan espontáneamente y pueden dar lugar a lealtad estructural; sin ella, la moral se asienta sobre estructuras materiales erigidas por corporaciones concretas y origina siempre fidelidades coyunturales. Irrepresentados en lo político, todos los mezquinos intereses se presentan ante el Estado representándose a sí mismos. Y estos intereses institucionalizados, porque el reconocimiento estatal directo o indirecto es su obsesión, no son compatibles, a diferencia de los principios o los ideales, con la sabiduría, la razón, la fe, la alegría de vivir o el sentido común; es decir, no admiten reflexión o crítica, exigen identificación. Finalmente, el beneficio que un comportamiento sin pecado ni virtud como el del señor Martín pretendidamente supone para el grupo al cual pertenece es enclenque. No sólo los grandes intereses, aquellos que terminan patrocinando la represión de los gobiernos cadentes, son enemigos de la revolución de la libertad política. Cualquier pequeño interés convertido en fin de una vida lo es en ese momento. Todo sentimiento de alivio o refugio ante la opresión se convierte en reaccionario. La obsesión creativa de los genios y la profesionalidad pulcra, como el amor dedicado a la familia o al arte, son conservadores cuando hay que sacudirse el mal tiempo de encima. Todo lo propio salvado a costa de la libertad es ceniza.
Política judicializada
La inseparación de poderes no sólo tiene como consecuencia la politización de la Justicia, también la judicialización de la política. Si la politización de la Justicia en el Estado de partidos persigue el control sobre de órganos y resoluciones judiciales, la judicialización de la política consiste en desviar la resolución de diferencias entre los partidos a procesos judiciales cuando su solución debiera ser igualmente política. Son las dos caras de la moneda de la inseparación. Una es lucha por el control del poder judicial para su sometimiento y dirección, y la otra ejecución del poder ya conquistado, ejerciéndolo contra el adversario partidista o ideológico. Si resulta evidente que a mayor dependencia judicial mayor politización de la Justicia, no menos cierto es que la judicialización de la vida política también aumenta exponencialmente de forma correlativa. La personación como acusación particular del PSOE en las diligencias judiciales abiertas en el “Genovagate” es claro ejemplo de ello como lo son las querellas de ideología interpuestas por IU contra el estado israelí en la Audiencia Nacional o contra tres “aguirristas” de los órganos de gobierno de Cajamadrid. La judicialización de la vida política por el PP centrando sus esfuerzos en la ilegalización de los partidos del independentismo vasco no se queda a la zaga. En ninguno de los casos citados existe la intención de perseguir el cumplimiento recto del Derecho, sino una intencionalidad o interés de la facción en la búsqueda de un objetivo político, que suele ser de una simplicidad tal como la misma eliminación física del adversario metiéndolo entre rejas, o anulándolo mediante su desprestigio. A la inversa, cuando el delito es cometido por quien es parte de la clase política, la impunidad es la moneda de cambio so capa de su “estigmatización”. Fernández y Garzón (fotos: PSOE Totana y jmlage) Este efecto rebote de la ausencia de independencia judicial es más aparatoso cuanto más zafiamente se burlan los actores públicos de la separación de poderes como requisito sine qua non de la democracia. Por eso Fernández Bermejo y Garzón son dos caras espectaculares de esa misma moneda de la inseparación, politización de la Justicia y judicialización de la política. Uno busca lo particular en lo que debiera ser general y objetivo, el otro hace causas generales de lo que sólo puede ser individualmente juzgado.
Banca comprometida
Zapatero y Botín (foto: phungtri) Aunque en los mercados financieros holandeses del siglo XVIII, con los bulbos de los tulipanes como activo, ya se negociaban contratos derivados, hasta 1973, en Chicago, no se crea el que permite asegurar un tipo de cambio para una fecha futura; es decir, los derivados financieros que sirven para trasladar el riesgo de unos agentes que desean venderlo a otros que quieren adquirirlo. Los movimientos especulativos de una economía financiera desregulada han generado una situación mundial sin precedentes, en la que, sin embargo, no se pueden difuminar los rasgos propios de cada nación. En España, por muchos apremios a la Banca y bravatas demagógicas que lancen desde el Gobierno, ya es inocultable la responsabilidad del conglomerado político y financiero -es decir, su complicidad oligárquica- en el nacimiento y desarrollo de la crisis específica que padecemos. A lo largo de treinta años, negocios comunes, financiaciones irregulares e impunidades garantizadas, han creado lazos de corrupción indisolubles; mientras conserven su incontrolado poder, no dejarán de tener paciencia unos con otros. Don Emilio Botín (“que ha conseguido para la economía española lo que Severo Ochoa para la ciencia o Nadal para el deporte”, dice Anson, en una de sus composiciones ditirámbicas) ha dejado las cosas y las cuentas claras: “Es difícil, yo diría imposible, que el crédito aumente”; además, “las entidades harían un flaco favor si concedieran créditos de forma irresponsable”; y por si queda alguna duda, afirma que “el Santander está comprometido con este país”. Con el desmoronamiento de la actividad productiva que el colapso financiero está provocando, los banqueros no pueden seguir operando en la oscuridad en busca de agio monetario, y emergen para maniobrar en la superficie y salvaguardar unos intereses que sitúan por encima de los de la sociedad civil. A pesar de sus discursos patrióticos, ellos corren por su cuenta: se ligan a uno u otro gobierno en la medida en que pueden ponerlo a su servicio; disponen de privilegios legales (crean ficticias cesiones de crédito y son absueltos con una doctrina “ad hoc”); y tratan de engullir a la competencia mediante concentraciones de capital avaladas por el poder político.
Epidemia mediática
Treinta años de régimen partidocrático están a punto de desembocar en una depresión económica de consecuencias todavía imprevisibles en su extensión política. Sin embargo, lo que parece cada vez más improbable es que los políticos profesionales que nos han llevado a la ruina moral y material dejen de creer en la mentira sobre la que se han construido las relaciones políticas durante más de treinta años. Como en El enemigo del pueblo de Ibsen, las aguas políticas contaminadas por las vacuas polémicas de imagen, están a punto de engullir a los que creyeron poder controlar la enfermedad con mensajes chamánicos de confianza y una política del como si. Mientras el primer ministro británico anunciaba que ésta era la peor crisis en sesenta años, Zapatero se reunía con Botín y anunciaba el final de la misma. La crisis económica, agudizada por un factor externo global, es el producto de la arquitectura político-financiera de la Monarquía de Partidos, por lo que sin capacidad de ir en contra de sí misma para solucionarla, sin riesgo de destruirse, las tensiones que provocará entre el poder político y el financiero, se descargarán en forma de demagogias impotentes que encontrarán eco en los distintos medios de masas. Sin embargo, llegará un momento en el que el chiste fácil, la única forma de pataleo político en el que una sociedad políticamente infantiloide ha sabido expresar su descontento, ya no haga gracia, y la demagogia partidocrática empiece a sonar enlatada, distante y sin capacidad catártica. Baste para ilustrar esta dinámica la polémica artificial entre banqueros y el PSOE, a propósito del crédito, que los medios de la derecha agitan como el terror rojo nacionalizador y el PSOE como cortina de humo para cubrir su responsabilidad en la subvención pública de un modelo de negocio insostenible que morirá matando. En realidad, el PSOE debe a los bancos más de cincuenta millones de Euros, por lo que mientras que la banca sepa gestionar políticamente esta deuda, y el PSOE pueda seguir con margen de endeudamiento, ambas facciones podrán reinar sobre el conjunto de la sociedad. En total, los partidos deben más de 150 millones de euros a la banca y sus prebostes almuerzan semanalmente en hoteles de lujo, en un cambalache de delitos y favores pestilente, con el control del poder judicial de fondo. Una ruptura de esta simbiosis delictiva, supondría colapsar los juzgados con los vertidos de treinta años de impostura y corrupción, y todos ellos son demasiado fotogénicos como para salir sin maquillaje y tras barrotes. Zapatero y Botín. Foto: jmlage
Consenso
George Herbert Mead Una idea repetida miles de veces tiende a consolidarse en el uso común incluso cuando es falsa. Se reproduce indefinidamente como un estribillo, sobre todo ante la confusión y la falta de ideas nuevas, creativas y efectivas. Pero la asunción generalizada de una idea, acaso condensada en un solo término, no garantiza su verdad. La verdad de una proposición sólo está garantizada (por el momento) al menos cuando (1) refleja una realidad empírica y objetiva; (2) no existen datos alternativos que la desmienten con claridad; y (3) la comunidad de sujetos implicados en el asunto participa en un proceso de diálogo que tiende al consenso. El consenso entendido como forma de comunicación racional, basado en la crítica y la réplica, es, como demostró G. H. Mead, la esencia del lenguaje. Sin un acuerdo mutuo sobre el objeto no existiría una designación concreta para él. Pero éste, claro está, es muy distinto del famoso consenso de la clase política, sobre el cual, valga la redundancia, no hay consenso, y refleja tan sólo los intereses particulares de una clase que no se somete a las demandas más elementales de crítica y contra-crítica. Es por ello que los procesos de consenso social, que quieren llegar a acuerdos concretos sobre asuntos que emergen cada día, deben responder a la buena fe y a un principio de apertura. Pues sin éstas se desvinculan hacia la simple y pura manipulación. Los demás son así forzados a aceptar su “consenso”, y se ponen todos los medios a disposición para aplastar desviaciones y alternativas. Pero la disidencia es precisamente el motor de la verdad. Y cuando los procesos comunicativos se abren al consenso, las posibilidades de hallar mejores soluciones a problemas antes aparentemente insolubles se multiplican por mil. En el dominio político del poder, pues, el consenso es una aberración. Pues indica que los poderosos, aquéllos con más voz, han acordado ya de antemano lo que puede y debe suceder. El debate está cerrado, y la política se reduce al vil reparto. Y, además, se apoderan del término que menos les cuadra, pretendiendo hacernos creer que sus pactos secretos son atribuibles al acuerdo de todos. Llamémoslo bien: sumisión voluntaria, que deja la crítica para “otros”.
Paciencia que se agota
Antes de la nueva reunión de Zapatero con los banqueros, el presidente de la Asociación Española de Banca, Miguel Martín, sostuvo que en España, el sistema bancario no ha hundido la actividad productiva, sino que ha sido la economía real la que ha puesto en peligro la viabilidad financiera. El señor Martín afirmó, además, que los bancos están encantados con que el presidente les anime a seguir concediendo créditos porque "viven de eso", aunque insistió en que la recesión ha reducido la demanda solvente de préstamos. Los banqueros explicaron al presidente que no es posible que el crédito aumente si la economía y la demanda no lo hacen; y que si el sector no presta es debido a que las empresas no solicitan liquidez para financiar proyectos o inversiones productivas sino para cubrir el día a día. No obstante, Zapatero les ha pedido "un mayor esfuerzo" para luchar contra la crisis económica, y aunque comprende que actúen con prudencia, deben tener en cuenta que el Gobierno estará detrás de ellos, respaldándoles. Han coincidido en resaltar la solidez del sistema financiero español frente a las dificultades por las que atraviesan un buen número de bancos en los países desarrollados. Abandonando el talante amistoso de su jefe, el ministro de Industria, Miguel Sebastián ha advertido de que al Gobierno "se le está acabando la paciencia con los bancos" y que ya que éstos son los causantes de la crisis deben protagonizar la salida de la misma. Sebastián ha criticado que estas entidades digan ahora que sólo financiarán proyectos solventes, cuando a él le consta que muchas empresas españolas con gran prestigio internacional "tienen el grifo cerrado"; según las encuestas que maneja su ministerio, más del 80 por ciento de las PYMES sufre problemas de financiación. Por su parte, el secretario general de UGT, escandalizado de que los presidentes del Santander o del BBVA se "pavoneen" de sus beneficios económicos, ha reclamado al Gobierno un cambio de estrategia, pasando de las palabras a las determinaciones si finalmente no se restablece el flujo crediticio. Méndez ha recordado el papel de las cajas de ahorro (concentran el 53% del crédito nacional) y la presencia que tienen en ellas los partidos políticos, a los que ha pedido que tomen decisiones -desde esas entidades "con participación institucional"- que favorezcan la liquidez. hechos significativos España supera los 3´3 millones de parados y el Gobierno ya no descarta que se pueda llegar a los cuatro. Las ventas en el mercado automovilístico cayeron un 42% con respecto a enero de 2008.
Enseñanza resignada
La escuela de Atenas, de Rafael Sanzio Enseñanza resignada El objetivo de la enseñanza es la educación, alimento natural de la imaginación que nos conduce por caminos que requieren método y esfuerzo, un perpetuo impulso por descubrir, una emoción sin fin. Sólo el que ama y conoce lo que enseña puede llegar a transmitirlo a otros con amabilidad. Voluntad, respeto, atención y responsabilidad son las claves para gozar del saber.   El deseo de aprender madura con la experiencia propia, lo que queda en el tamiz del tiempo es el pasado educador. La educación debe desvincularse de la actualidad y las costumbres, sin ese exilio iniciático no puede aparecer la inquietud, el sentido crítico ni la transgresión. Los cánones clásicos y el diálogo con las obras maestras dan acceso a un lugar sin fronteras que nos rescata de los espejos de la inmediatez y nos recuerdan cosas olvidadas. Un sistema de enseñanza tendría que ser capaz de fascinar, de liberar y de progresar. En la escuela se proyecta la conciencia lingüística, histórica y moral.   Una modernísima centrifugadora igualitarista disgrega las doctrinas tecnocráticas de mediadores, orientadores, psicopedagogos y comisarios político-sindicales. Estos son los nuevos mandarines y brujos, sustitutos de curas y exorcistas; arribistas burócratas del control ideológico, de un modelo educativo lúdico-festivo que promociona pretenciosas asignaturas divulgativas de administraciones oligárquicas sin valor como disciplinas de la inteligencia. Venenos lentos para una tutelada sociedad civil, remodelada conforme a una imaginación común, fábrica de perpetuos adolescentes, gregarios, apáticos y sumisos, perdidos en el vertiginoso vacío del exceso.   En un cruce de mentalidades opuestas se encuentran la antigua y productiva relación maestro-discípulo, la vocación, la excelencia, el rigor intelectual, la exigencia, el riesgo y lo impredecible, energías que los ciudadanos necesitan para la acción en la querella política. La gramática es la base para hablar y escribir correctamente, la retórica hace de la lengua la danza del ingenio, la dialéctica ayuda a buscar la verdad entre las «lenguas de madera». Piedra a piedra se construye un puente de conocimientos, sostenido por el arco de la memoria que las piedras forman.
Sinrazones judiciales
El paro judicial convocado para una sola jornada, 18-F, hecho insólito en la historia de la judicatura española, pone una vez más al descubierto la cínica insolencia del Gobierno, la ilegal y contradictoria doctrina del CGPJ, el soberbio engreimiento de la “Asociación Profesional de Magistrados” (APM) y el aristocratismo vertical de “Jueces para la Democracia”. La falta de criterio objetivo, y el desconocimiento del derecho, se extienden a toda la sociedad mediática, donde nadie analiza y denuncia las cuatro sinrazones oficiales u oficiosas que pretenden deslegitimar ese legítimo paro. Es cinismo descarado que el Ministro de Justicia, siguiendo el oportunismo legislativo de una Transición que reprime en lugar de prevenir, anuncie una ley prohibitiva de la huelga judicial, para invalidar ¡por razones futuras de “legis ferenda”! la ya convocada. Es anticonstitucional que el CGPJ afirme la ilegalidad del paro ¡de un solo día! porque vulnera o merma el derecho a la tutela judicial efectiva, cuando tal derecho está exclusivamente concebido para el justiciable individual, ante un fallo violador de sus derechos procesales. Y es suicida su relativismo jurídico, que condiciona ese derecho constitucional a la buena voluntad del poder político, alegando que no es momento de hacer huelga cuando hay diálogo abierto con el Gobierno. Lo cual presupone que si esa divina puerta estuviera cerrada, la huelga no vulneraría la Constitución, y sería legítima. La ilusa APM acusa a las dos asociaciones partidarias de la huelga del 18-F de “repudiar la unidad judicial”, con “desprecio” de todos los jueces y magistrados (nostalgia del corporativismo franquista), y de “defraudar” a los españoles que dieron crédito al mensaje conjunto de las asociaciones, ya que un cambio de posición “deslegitima” al colectivo judicial ante una ciudadanía que le exige particular serenidad de ánimo. ¿Se puede ser más tonto? Los españoles no creen ya en nada. Temen sin motivo de temor, esperan sin esperanza y votan sin elegir, porque el cambio de posición, la renegación de sí mismo, ha sido ley suprema de la Transición. Sin independencia del colectivo judicial, no hay otra particular serenidad de ánimo que la de abyección ante el poder. Lo raro es que la mayoría de ese colectivo haya comprendido que, en esta oligarquía de partidos, nada justo se otorga y todo ha de conquistarse. El verticalismo sindical de “Jueces para la Democracia”, de ideología orgánica, condena a los que renuncian a defender la carrera judicial en el exclusivo seno de las asociaciones. florilegio "Sin democracia, las instituciones depravan más que el miedo y el vicio."
Banqueros en La Moncloa
José Luis Rodríguez Zapatero (foto: PSOE) El Presidente del Gobierno ha vuelto a reunirse con los jefes de los principales Bancos de España en un recinto del Palacio de la Moncloa, amueblado al gusto imperante a principios del año 2009, en el que prima la austeridad de los rostros y de las mesas y sus sillas limpias de cualquier adorno e instrumento de tecnología actual. El decorador ha querido resaltar la belleza del vacío. Esta ornamentación contrasta con la que se exhibió en la primera reunión de noviembre de 2008 repleta de sonrisas en cómodos sofás. El decorador ha querido resaltar esa diferencia para que el espectador deduzca las consecuencias de la evolución financiera de España en manos de estos señores y la solución que ha de tomarse. Pero la tragicomedia española discurre por otros senderos. Todos estos actores sabían las causas de la crisis y no pusieron los remedios, esperando a que el tiempo curase las heridas. Fueron incapaces de atajar el mal (en un mes hay casi 200.000 parados más) porque pensaban (y algunos lo siguen pensando) que los parches monetarios serían suficientes. Pero la realidad ha demostrado que la liquidez no era el único problema ya que el Banco Central Europeo está prestando cantidades ingentes al 2%, el Fondo de Adquisición de Activos Financieros ha recogido casi 20.000 millones de euros a tipos de interés competitivos, las emisiones internacionales de bonos públicos y las grandes empresas no tienen problema de colocación a pesar del “sobreinterés” que han de pagar. Había un gran problema de fondo: la solvencia. Durante muchos años se ha estado viviendo por encima de las posibilidades, se han realizado gastos e inversiones con préstamos que en muchos casos han superado el valor del patrimonio (apalancamiento), hasta que este poste financiero se rompió. Los bancos lo saben y no quieren volver a prestar sin garantías suficientes, por eso piden compartir riesgos y que el Instituto de Crédito Oficial asuma más cuota de morosidad en los préstamos a conceder.
Investigar por un día (II)
Isabel entra de nuevo*: los alumnos esperan para la clase de prácticas. Tendrá que solucionarlo más tarde. La clase resulta decepcionante. Veinticinco alumnos en un laboratorio y sólo un microscopio. Imposible poder mantener la atención ni captar el interés de todos ellos. El año que viene las prácticas serán a base de fotografías proyectadas con audiovisuales. Al menos, así verán algo. Al final, uno de ellos se queda a preguntar si puede entrar como alumno colaborador y hacer algunas prácticas voluntarias, pues le gusta la investigación y trabajar en un laboratorio. Le dice que sí, pero mientras lo hace, nota como algo se le rompe por dentro. Las muestras siguen esperando en el arcón congelador, junto al microscopio. Hoy toca quedarse a comer otra vez. Es urgente terminar con la aplicación telemática del proyecto y solucionar el informe de la ayuda. De vuelta en la cafetería, su amigo Andrés le comenta la última barrabasada del Ministerio: los becarios adjudicados a los proyectos hay que cofinanciarlos con parte del dinero del mismo proyecto. Andrés se está planteando renunciar al suyo. No puede mantener un becario y un técnico de laboratorio en esas condiciones. Para una vez que le asignan un becario… Parece que ya se ha arreglado lo del servidor del Ministerio, pero el proceso de carga va muy lento. Sólo queda media hora para que acabe el plazo de la convocatoria, pero no puede hacer sino esperar. Mientras, vuelve a llamar al servicio de investigación, para ver cómo solucionar lo de la ayuda, porque el dinero estaba gastado casi antes de recibirlo. Tiene suerte esta vez: ha dado con una chica eficiente que le da algunas recomendaciones. Implicarán ciertos “chanchullos” y favores por parte del OPI, pero a fin de cuentas, ambos organismos dependen del mismo partido que ganó las elecciones: uno a nivel regional y otra a nivel nacional. Lo que peor va a llevar es tener encima que pedir favores y suplicar porque alguien no cumplió con su obligación en un determinado momento. Mañana se pondrá manos a la obra. Ya se ha cargado la memoria del proyecto en la aplicación, pero ha salido un informe de error. Imposible saber si lo ha hecho a tiempo o no. Sólo queda esperar, y si reclaman desde el Ministerio, enviar toda la documentación en papel. A fin de cuentas, siempre la piden después en papel, se haya rellenado o no la aplicación telemática. Es tarde. Las muestras deberán esperar hasta mañana. Tiene algo de tiempo antes de que se abra el plazo de la nueva convocatoria de acciones para la investigación internacional. Pero aún puede hacer una pequeña búsqueda bibliográfica, a ver qué novedades han aparecido en su campo de trabajo. Tenía razón en su hipótesis. Los resultados preliminares apuntaban en esa dirección. Lástima que no tuvo tiempo para comprobarlos y ratificarlos. Ahora ya es tarde. El cuarto artículo en la lista de referencias bibliográficas de su búsqueda describía todo el proceso que él llevaba dos años tratando de completar. Lo habían realizado en tres meses.

