Hace un par de semanas, en una reunión convocada por César Antonio Molina, influyentes productores, distribuidores y realizadores abroncaron al que era ministro de Cultura por la lentitud con la que se está desarrollando La Ley del Cine, que les ha impedido aprovechar las desgravaciones fiscales y la concesión de ayudas a los “telefilmes”, incluidas por primera vez en la nueva ley. Aunque “El País” también anunció, en aras de la austeridad, la disolución del ministerio de Cultura en Educación, Zapatero ha considerado pertinente su mantenimiento, para que haya una interlocutora de máximo nivel con “lo mejor”, culturalmente hablando, de la “marca España”. El nombramiento de la ministra de Cultura ha provocado el rechazo de unos internautas que están movilizándose para expresarlo adecuadamente. Durante la pasada ceremonia de los premios Goya, siendo presidenta de la Academia de Cine, Ángeles González-Sinde arremetió contra las descargas P2P o el intercambio gratuito de archivos, sin ánimo de lucro, en Internet: “Hay que seguir peleando para que nuestros administradores comprendan que en el negocio de la red no sólo pueden ganar las operadoras de ADSL, mientras quienes proporcionamos los contenidos, perdemos”. En Francia ha sido rechazado el proyecto de ley antipiratería, auspiciado por Sarkozy y su esposa Carla Bruni, cantante que conserva una estrecha relación con ese selecto mundo de profesionales que claman al Estado por la protección financiera de la cultura. Dicha norma iba a permitir la suspensión durante un año (en el que deberían seguir pagando la cuota) de la conexión a Internet de los “descargadores ilegales” reincidentes. La calculada ausencia de varios representantes que pertenecen a la UMP (el partido de Sarkozy) e incluso el voto en contra de dos de ellos, ha tumbado la iniciativa del presidente francés, que los socialistas galos consideraban inconstitucional al sostener que sólo un juez puede cortar al acceso de un ciudadano a Internet. El nombre de González-Sinde, según algunos medios digitales, habría sido sugerido a Zapatero por Jaime Roures -productor cinematográfico, mandamás de “La Sexta” y gurú mediático-, a través de Miguel Barroso, ex secretario de Estado de Comunicación y esposo de Carme Chacón. hechos significativos La Fox crea un “reality show” que puede superar a “Gran Hermano”: en directo, los empleadores decidirán a quién despedir para reducir costes. Trichet, presidente del BCE, confirma que los gobiernos no reaccionaron con rapidez ante la crisis.
Crisol milenario
Portmahomack (foto: Manuel Salvador) Crisol milenario Hace tiempo que no miramos el río. Mirar como cuando te espetan: ¡Mira! Y ya ha volado. Pues en el gesto de la intención escapada, esfuerzo inútil de lo que ya ha caído, se desenvuelven las curvas de un regalo anodino: saber. El poeta había dicho con razón que se trata de un no saber sabiendo. Cuando nublamos la vista percibimos otros colores, otras formas. El río es siempre otro; manifiesta su voluntad de no ser a base de manar. Y queriendo correr desemboca en lo abierto, océano de olas unas que vence a la carrera del tiempo. El delta es el lugar adecuado para recostarse, pero al levantarte las piedras han huido a la montaña; se han congelado guardando secretos que sólo se esclarecen al ascender. Desperdiciamos el calor cuando agotados pedimos a la lluvia que deje de estrellarse contra el verde creciente del bosque, como si los ríos pudiesen contenerse, como si la verdad que albergas afrentase al mundo. Mundo uno o mundo otro, igual da. Los corazones resurgen en una instantánea –avalancha– que sólo el aire mojado del musgo cubre eficaz. Merecería la pena que en el refugio de tu carne partieses las verdades en tantos fragmentos como te plazca. Hacer pedazos con las manos, porque vives gracias a un incógnito suelo negro capaz de dar y de quitar sin que la copa más alta se recueste y sin que la espuma de la caída se desvanezca al tocar el muro de la ciudad. Ciudadela que rescatarás; serás entre el barro lo que fuiste con el agua sola. Habías aprendido ya que soltar es la palabra; que decir es ser; que callar enardece el aliento de los que se han ido para que vuelvan. Lo he visto: entre corrientes era de naranja salmón, él, que ha vuelto –¿desde dónde?–, vuelto para que su periplo indecible descubra que las fauces de la bestia degluten por necesidad, y que, a pesar de todo, muchos llegarán. Llegará el río, sí; llegarán los que lo escalan contracorriente; descansarán las rocas y el musgo; vivirán los testigos de su muerte inevitable. Expulsarán de sí los vestigios del humo que ya había alcanzado el tuétano de tu nobleza. Y cuando te llamen no dirás sólo: “Aquí estoy”, sino también: “¡Mira!”. ¡Río! ¡Has ensordecido el ruido de la intriga!
Tragicomedia del PCE
Las violentas manifestaciones y actos de vandalismo de los jóvenes que saquearon el Parlamento y la Presidencia de Moldavia, como protesta ante el presunto fraude electoral que hace pocos días atribuyó la victoria al PC, en el Gobierno desde 2001, abre de nuevo la reflexión sobre la utilidad de los partidos comunistas tras la disolución de la Unión Soviética. En Italia y otros países europeos simplemente han desparecido. En España sobrevive, con menos de 50 mil militantes, en una coalición –IU- que, con el 5 % de los votos emitidos, apenas puede ir más allá de ser un apéndice del PSOE. La tragedia actual del PC español es más cómica que dramática. Cree responder a una necesidad histórica cuando la sociedad no lo necesita, ningún ideal lo sostiene y ninguna esperanza social lo anima. Lo mejor que se puede sentir, si olvidamos su traición a la causa de la libertad y de la república en 1977, es una piadosa compasión por sus fieles militantes. El PCE no sostendrá la Monarquía si otras causas la ponen en peligro. Pero tampoco la minará desde dentro, pues ni siquiera sabe lo que es libertad política y República Constitucional. Sólo conoce la práctica demagógica del parlamentarismo de listas y el “modus vivendi” estatal del aparato que lo administra. En la alegría de su legalización se presintió la tristeza de sus funerales. Si la tragedia del PC clandestino era su imagen de satélite de la URSS, la comedia actual es su legalismo. No se debe herir la honestidad de los comunistas que resistieron al fascismo, pero sin olvidar la causa soviética de su antifascismo. Sólo cambió de bando cuando Hitler invadió la URSS. Todavía se leen con repugnancia a Thorez y Duclos, bajo el Gobierno de Vichy: “el general De Gaulle y otros agentes de las finanzas inglesas quieren derrotar a los franceses por la City”; “la independencia de Francia debe ser recuperada con la paz de Hitler”. Los partidos comunistas postsoviéticos, como el PC de Moldavia, obedecen a reflejos condicionados por la guerra fría. Caen en el peligroso error de creer que los EE.UU. apoyan los gobiernos antirrusos. Ante cada litigio fronterizo, económico o separatista, los comunistas, en el gobierno o en la oposición, se enfrentan a la juventud esperanzada en alcanzar los modos de vida de los europeos occidentales Lo que pasó en Georgia se puede repetir en Moldavia, a causa del conflicto fronterizo con Rumania, y de la tendencia separatista del Trans-Dniéster (antigua Besarabia), donde la mayoría de los habitantes tienen doble nacionalidad, rumana y moldava. florilegio "La idea sobrevive al hecho que la causó, como el pie amputado sigue vivo en el cerebro."
Veedora de viandas
Elena Salgado (foto: psoecantabria) Todos los años por estas fechas el Ministerio de Economía y Hacienda dicta las normas que han de seguir los demás departamentos para elaborar el proyecto de Presupuestos que financiará los proyectos estatales y una buena parte de los proyectos autonómicos, locales y de multitud de personas, empresas e instituciones en el ejercicio siguiente. También se elabora el cuadro macroeconómico de las previsiones que adornarán el escenario virtual en el que se mueven los actores económicos. En esta ocasión dicho departamento estrena dirigente en medio de una crisis económica profunda caracterizada por una bajada estrepitosa de la actividad económica y por tanto con un incremento incesante del desempleo y del déficit presupuestario. La nueva titular, Elena Salgado, una ingeniera industrial con fama de buena gestora y cargada de ilusiones, se encuentra con parte del sistema financiero en la Unidad de Cuidados Intensivos del Banco de España, un Instituto de Crédito Oficial sin recursos que prestar, una Agencia Tributaria a la que llegan cada vez menos ingresos impositivos, unos órganos cansados de controlar miles de subvenciones y un grupo de Ministros con ganas de gastar todo lo que puedan. En estos días de descanso, la nueva Ministra se ha reunido con los dirigentes de los Ministerios que lideran el gasto público estatal: el Ministro de Fomento desea relanzar las grandes infraestructuras públicas a través de sus órganos tradicionales o de sus famosos Entes Públicos (Renfe, Feve, Adif, Aena, Puertos del Estado, etc.) con la consiguiente alegría de las grandes empresas constructoras (sus dirigentes estuvieron presentes en la toma de posesión del nuevo titular); el Ministro de Industria está ansioso por tener vía libre a las subvenciones de la maltrecha industria automovilística y así conseguir que las multinacionales del sector decidan que sus nuevos modelos se fabriquen en España y por incrementar los créditos a las pequeñas y medianas empresas; el nuevo Ministro de Política Territorial, hasta ahora dirigente de una Comunidad Autónoma y acostumbrado a recibir, espera tener su apoyo para cerrar con éxito el modelo de financiación de las Comunidades Autónomas, poco interesadas en conocer la procedencia de los recursos que les proporciona el Estado, y de las Entidades locales, ahogadas en sus propias deudas financieras y con un montón de obligaciones pendientes de pago. Todos desean pisar las alfombras del palacio económico, ser recibidos por sus moradores y lograr que les apunten en los libros de la veedora de las viandas. El problema radica en lograr descifrar: ¿Dónde las buscará? ¿Cómo repartirá las pocas que halle?
Identidad o representación
Cuando Carl Schmitt, en su “Teoría de la Constitución”, atribuye indistintamente al Legislativo y al Ejecutivo la “representación” de la “unidad política” del pueblo, asigna al concepto de “representación” un significado completamente diverso del que toma en el Derecho Privado; la “representación voluntaria” pasa necesariamente por la responsabilidad del representante ante el representado. Por el contrario, al trasladar la cuestión al ámbito del Derecho Público, la representación queda desvinculada de toda noción de responsabilidad que no lo sea ante la nación como un todo, es decir, ante la “unidad política” que, según Carl Schmitt, es la única representada. Inversamente, allí donde quepa cualquier atisbo de representación de los distritos electorales, en detrimento de la “representación nacional” propia del moderno parlamentarismo, quebrará, según Carl Schmitt, la “unidad política”, y, con ella, la “homogeneidad” que es sustancia del principio democrático. Por eso, la vinculación entre un distrito electoral y las candidaturas presentadas sólo es, para el jurista alemán, un simple expediente técnico que se revela como pura ficción en el momento en que el electo queda desvinculado de su responsabilidad ante el distrito que lo ha promovido y pasa a representar a la entera nación. Bajo esta concepción, la unidad política de la nación, lejos de servir de cauce para la participación democrática de los ciudadanos, aparece, precisamente, como una abstracción, o, si se prefiere, un ente divino, que se interpone entre la Sociedad Civil y el Estado para obstaculizar la influencia de aquella sobre éste. Ha sido, precisamente, la tajante discontinuidad entre el Derecho Privado y el Derecho Político lo que a Carl Schmitt le ha servido para interponer entre los particulares y el poder político una instancia que legitima la completa desvinculación entre ambos: a fin de solventar la dificultad que ello entraña para la necesaria legitimación de las instituciones, Schmitt pone el principio de la “identidad”, por contraposición a la “representación”, al servicio de la vinculación establecida entre un dictador y las masas que, haciéndose presentes, no siendo por tanto “representadas” –no en vano Rosseau rechaza para el “pueblo” toda “representación”- lo aclaman. Es, por tanto, en el acto mismo de la aclamación como el pueblo se hace presente y, cumpliendo la advertencia de Rosseau, no es representado: solo aquí se cumple, con todas sus consecuencias, el principio democrático. Schmitt ha rechazado la contraposición entre dictadura y democracia por lo mismo por lo que no ha concebido la libertad política como fundamento constitutivo de la democracia; esta libertad es, para el jurista alemán, un principio liberal. El pensamiento schmittiano es el perfecto ejemplo de cómo la lucidez crítica en el análisis de las taras del parlamentarismo y de la falta de representatividad al que lo ha conducido la partidocracia puede llevar, al no contemplar la libertad política como axioma irrenunciable, a la legitimación de la dictadura.
… Y tú más
Llueve sobre mojado en la confusión entre lo político y lo judicial propia de este Estado de poderes inseparados. Después de la cacería del Juez Garzón con el defenestrado Ministro de Justicia y el Comisario Jefe de la “Policía Judicial” (¿?), salta a la actualidad un nuevo escándalo al trascender el encuentro mantenido entre el Presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Madrid D. Javier Vieira y el Consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid D. Francisco Granados, que compartieron mesa y mantel en un restaurante de la capital. La virulencia procesal y mediática del “caso Gürtel” implicando a cargos y diputados regionales del Partido Popular (PP) y la especialidad competencial del órgano que preside el Juez Vieira para juzgar penalmente a los aforados del parlamento autonómico madrileño orientan el encuentro de sus protagonistas más allá de la falta de estética denunciada por la oposición, aún lamiéndose las heridas que llevaron a la dimisión de Fernández Bermejo. Exculpatio non petita accusatio manifesta. Defendiendo a su correligionario y compañero de gabinete, el Vicepresidente de la Comunidad D. Ignacio González destacó que “si se hubiese querido ocultar no se va a un restaurante a la vista de todo el mundo”. Se ve que el camuflaje de caza de Garzón y Bermejo era circunstancia agravante a juicio del político. Pero sin duda, y al margen de las formas, son las explicaciones del Sr. González entrando a valorar la sustancia misma del encuentro gastronómico de su colega en el ejecutivo con el Juez las que nos sirven para subrayar una vez más la confusión de intereses públicos y particulares que necesariamente trae como consecuencia la inseparación de poderes y la necesidad de independencia funcional y económica de la Justicia en cualquier sociedad que se reclame democrática. Así, y sin rubor, González destacó que “parece bastante razonable que dentro de la relación institucional normal, el Consejero de Justicia, coma o se reúna con el Presidente del Tribunal de Justicia de Madrid” para añadir que “El Sr. Granados y Vieira tienen que hablar a menudo sobre las circunstancias de los medios materiales de la Justicia, porque es la obligación de los dos”. Es la indecencia basada en motivos institucionales. La degradación de la Justicia llega a tal punto que su corrupción encuentra excusa argumentativa en su dependencia económica del poder político, verdadero vicio de origen y pecado capital. Hubiera bastado atribuir el encuentro a motivos estrictamente personales para dejar la escena en una simple falta de estética de sus protagonistas, pero se prefiere sin embargo justificarla en razones de Estado. Todo en aras a la estabilidad institucional, como la propia postura de la oposición, que recibe el suceso como bálsamo de sus propios pecados, contenta con utilizarlo para cerrar bocas con el consabido …y tú más.
Neolenguaje
Hace tiempo que el neolenguaje, del que con tanto acierto habló Orwell (que fue quien ideó el término) en 1984, ha usurpado el espacio que debería ocupar el espíritu crítico en el imaginario colectivo. Por neolenguaje (o neolengua) debe entenderse el resultado léxico (e incluso sintáctico) de la pretensión oligárquica del control de las mentes, sucediendo que realidades degradadas o degradantes son nombradas de forma que la impresión ocasionada en los receptores apenas despierte sus emociones. En la sociedad posmoderna, desierto moral por el que vagamos faltos de pasiones, las estructuras de poder, cada vez más verticales, se sostienen en parte sobre la base del amodorramiento ciudadano: así, cuanto más se relativicen las emociones individuales (reforzándose la cultura de lo "light"), más se extenderá la apatía colectiva, principio de la servidumbre moral y la sumisión política. Y para lograrlo, qué mejor método que una progresiva destrucción del elemento semántico del lenguaje, verdadero resorte de la emoción en este campo. Como todos aquí sabemos, un término lingüístico se compone de significado y significante. El efecto que un significante puede ocasionar en nuestras mentes depende básicamente de la experiencia: el mejor ejemplo lo supone el nombre de una mujer amada, que podríamos repetir en soledad como una oración profana. Pero es el significado el componente realmente emotivo de todo término, componente que, por lo general, se asocia a una imagen, una acción, un suceso. Así, no causa en el receptor la misma impresión la palabra "tullido" que "discapacitado". En el primer caso, la imagen (aun indefinida) es casi gráfica. Aceptada, pues, esta evidencia, comprenderemos el enorme poder disuasorio que el lenguaje puede llegar a adquirir en manos de los oligarcas. Para ocultar sistemáticamente la creciente degradación moral que el capitalismo de Estado origina en una sociedad a la deriva, a la casta política le urge promocionar (y, en consecuencia, acabar imponiendo) un lenguaje saturado de términos cuyo significante sea para el significado algo así como el velo con el que ocultan las mujeres su rostro en los países islámicos; es decir, que el componente emocional idiomático quede reducido a las cenizas de la nada relativista. Por eso se le llama "interrupción voluntaria del embarazo" al "aborto no natural" y "daños colaterales" a las "masacres de civiles en operaciones bélicas". Firme la voluntad política, son también firmes en su empeño las cotorras pesebristas (entendámonos: los periodistas), que se encargan de inculcarle a la gente todos y cada uno de los nuevos términos, siendo todos y cada uno de ellos el ejemplo más significativo, o la huella (para quienes nos estudien en el futuro) de un mundo de esclavos felices a los que se sometió castrándoles su yo, o lo que es lo mismo, la facultad de pensar por sí mismos. Primero, mueren las pasiones. Después, el pensamiento.
Ante la desgracia
Campamento en Italia (foto: El_Enigma) La catástrofe desbarata las cómodas rutinas y hace temblar el suelo de nuestras certidumbres. Camus, sirviéndose de una epidemia de peste, reflexionó sobre la condición humana, porque sólo un acontecimiento que desborda todos los límites muestra quiénes somos en verdad, más allá de las relucientes máscaras que utilizamos en la “normalidad social”. Si la tragedia toca el hueso de lo real, la súbita violencia de una catástrofe deviene improvisado laboratorio en el que se verifican las conductas auténticas de las que no los son y se discriminan las actitudes nobles de las miserables. Respecto al ser humano, lleno de presunción, decía Montaigne que no se puede imaginar nada más ridículo que esta criatura mezquina que no es dueña de sí misma, expuesta a los ataques de todas las cosas, y que dice ser señora del universo, pero que sin embargo, ni siquiera tiene la facultad de conocer la mínima parte del mismo y mucho menos de dominarlo. Pero una aceptación lúcida y serena de la condición humana ha de estar tan alejada de la exaltación como del desaliento, concluía el autor de los “Ensayos”. El Cavaliere Berlusconi, henchido de catetismo nacionalista, rechazó en un primer momento la ayuda extranjera, porque Italia es un “país orgulloso y rico” que responde a las necesidades de sus abatidos hijos: “no les falta de nada, tienen medicamentos, comida caliente y un techo que les da cobijo” y al ser “todo absolutamente provisional” los afectados por el terremoto habrían de tomar su desgracia como “un fin de semana de camping”. Además, el primer ministro italiano tomará medidas para disuadir a los saqueadores y a los banqueros que sobrevuelan unos escombros que estarían dispuestos a embargar si los hipotecados no cumplieran con sus obligaciones. “Cuántas catástrofes no habrán sufrido nuestros buques en todos los mares del mundo”, se preguntaba Solzhenitsyn: no aceptaban apoyo alguno a causa del secreto –ese cáncer estatal-, disfrazado de orgullo nacional. Cuando un fuego prendía devastadoramente y se oía el toque a rebato de la campana, en una sólida unión de todos ante la desgracia, se formaba una inmensa cadena de vasijas de agua para sofocarlo. En España, el narcisismo de las pequeñas diferencias ha llegado a tales extremos que, en algunos incendios, se ha rechazado la ayuda del vecino regional.
El cambalache
El Jefe del Ejecutivo ha procedido a refrescar su agotado equipo ministerial con el fin de “cambiar el ritmo y dar un nuevo impulso” a la lucha que sostiene el Gobierno contra la crisis y “preparar la recuperación”. Pedro Solbes, desgastado y desbordado, ha sido sustituido por Elena Salgado, la cual, según Zapatero, garantiza una gestión eficaz. En los mentideros políticos y periodísticos, se asegura que la nueva ministra de Economía cuenta con el incombustible Pérez Rubalcaba como máximo valedor. Manuel Chaves deja su baronía autonómica para incorporarse al poder central con un cargo creado ex profeso para él, que reza así: “Vicepresidente tercero y ministro de Cooperación territorial”. El ex presidente de la Junta andaluza se encargará de coordinar y reforzar las relaciones entre la Administración y las CCAA, una labor y un cargo cuya justificación estaría en la importancia de la cohesión territorial: “el instrumento más poderoso para dar a todos los ciudadanos la misma igualdad de oportunidades”. Magdalena Álvarez, una de las ministras apadrinadas por Chaves, vuelve a Andalucía, donde quizás sea recompensada con la presidencia de la caja única andaluza que se está gestando. El que era vicesecretario general del PSOE, José Blanco, pasará a ocupar la cartera de Fomento y dejará en manos de Leire Pajín el pastoreo del partido. Trinidad Jiménez, que no ha perdido el cariño de Felipe González, recupera el de Zapatero, que la ha nombrado ministra de Sanidad y Políticas Sociales. En el mundillo del cine autóctono y en el seno de la Sociedad General de Autores Españoles (SGAE) ha sido recibida con alborozo la designación de Ángeles González-Sinde, que era la presidenta de la Academia de Cine, y que se dispone a luchar firmemente contra la piratería digital y velar por los intereses y los derechos de los autores, así como regar con más subvenciones el secarral de la cinematografía española. Y por último, para regocijo del grupo PRISA, el señor Gabilondo, a quien El País llama inmoderadamente, “filósofo”, timoneará la Educación. Zapatero se reserva las competencias deportivas, y haciendo honor a ello, declara que “todos estamos para sudar la camiseta al máximo”. hechos significativos La Comisión Europea augura un aumento considerable de la tasa de paro en España durante los próximos meses. La ministra Chacón confirma que la mayoría de los soldados destinados en Kosovo volverán a casa antes de octubre.
Belleza negativa
Retablo de Barceló (foto: mallorcaquality) Belleza negativa Considerar igualmente atractivos a todos los hombres o mujeres y dar categoría de arte a las figuraciones inexpresivas de sentimientos nobles plantea el tema de la belleza negativa. Concepto diferente del que define lo sublime como integración placentera de lo terrible o angustioso. Se puede debatir sobre la objetividad o subjetividad de la belleza, sostener que ésta no tiene más valor que el de una convención, incluso afirmar que sólo es el nombre de un ideal sin existencia, pero parece contradictorio negar a la belleza su propia identidad positiva. Sin embargo, esta es la función histórica desarrollada por la moda de la inestética, que desviste o disfraza a los seres adultos, y por el mercado del arte, que minusvalora la cotización de expresiones definitivamente bellas en la obra artística. Schopenhauer creó el concepto de lo “bonito negativo”, para designar el valor estético de las representaciones de lo repugnante y lo horrible. Paul Valery habló de lo “bello negativo”, para indicar la condición de lo inefable, indecible o indescriptible. Pero la belleza negativa nació, a la vez que la teología negativa, cuando la propaganda igualitarista en el Estado de Partidos sepultó la idea prístina de autoridad (auctoritas) moral, intelectual o estética, bajo los escombros del totalitario Estado de Partido. La demagogia inherente a la sustitución de la democracia formal por la ilusión de la democracia material, no podía tolerar que tanto las bellezas de los sexos como las artísticas, fueran atributos exclusivos de hombres y mujeres excepcionales o de raros genios del arte en cada generación. La producción de placer y cultura para el mercado demandan un tipo moderno de belleza negativa donde nadie comprenda el motivo de su por qué y todos puedan disfrutar de la originalidad extravagante. Bastó trasladar a la mujer y al arte la necesidad de novedades sin contenidos nuevos, o incompletas de sentido, para que el mercado de la vulgaridad informal abasteciera al consumidor de nuevas insatisfacciones. Los materiales incorporados a la estética uniforme de la juventud, o a la apariencia de creación artística, no permiten referir la mujer, ni las artes plásticas, a algo concreto que la memoria de las emociones gratificantes pueda recordar.

