Elena Salgado (foto: psoecantabria) Todos los años por estas fechas el Ministerio de Economía y Hacienda dicta las normas que han de seguir los demás departamentos para elaborar el proyecto de Presupuestos que financiará los proyectos estatales y una buena parte de los proyectos autonómicos, locales y de multitud de personas, empresas e instituciones en el ejercicio siguiente. También se elabora el cuadro macroeconómico de las previsiones que adornarán el escenario virtual en el que se mueven los actores económicos. En esta ocasión dicho departamento estrena dirigente en medio de una crisis económica profunda caracterizada por una bajada estrepitosa de la actividad económica y por tanto con un incremento incesante del desempleo y del déficit presupuestario.   La nueva titular, Elena Salgado, una ingeniera industrial con fama de buena gestora y cargada de ilusiones, se encuentra con parte del sistema financiero en la Unidad de Cuidados Intensivos del Banco de España, un Instituto de Crédito Oficial sin recursos que prestar, una Agencia Tributaria a la que llegan cada vez menos ingresos impositivos, unos órganos cansados de controlar miles de subvenciones y un grupo de Ministros con ganas de gastar todo lo que puedan. En estos días de descanso, la nueva Ministra se ha reunido con los dirigentes de los Ministerios que lideran el gasto público estatal: el Ministro de Fomento desea relanzar las grandes infraestructuras públicas a través de sus órganos tradicionales o de sus famosos Entes Públicos (Renfe, Feve, Adif, Aena, Puertos del Estado, etc.) con la consiguiente alegría de las grandes empresas constructoras (sus dirigentes estuvieron presentes en la toma de posesión del nuevo titular); el Ministro de Industria está ansioso por tener vía libre a las subvenciones de la maltrecha industria automovilística y así conseguir que las multinacionales del sector decidan que sus nuevos modelos se fabriquen en España y por incrementar los créditos a las pequeñas y medianas empresas; el nuevo Ministro de Política Territorial, hasta ahora dirigente de una Comunidad Autónoma y acostumbrado a recibir, espera tener su apoyo para cerrar con éxito el modelo de financiación de las Comunidades Autónomas, poco interesadas en conocer la procedencia de los recursos que les proporciona el Estado, y de las Entidades locales, ahogadas en sus propias deudas financieras y con un montón de obligaciones pendientes de pago. Todos desean pisar las alfombras del palacio económico, ser recibidos por sus moradores y lograr que les apunten en los libros de la veedora de las viandas. El problema radica en lograr descifrar: ¿Dónde las buscará? ¿Cómo repartirá las pocas que halle?

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