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sábado 27 diciembre 2025
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Analogías peligrosas

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Retrato de Fernando VII (Francisco de Goya, hacia 1814-1815), protagonista de «¡Vivan las caenas!» en 1814.

En el siglo XVII, Thomas Hobbes abandona los fundamentos de la teología jurídica medieval para sustituirlos por la política jurídica, tomando de aquella los elementos esenciales y segregando al hombre de Dios. Alumbra así el Estado moderno.

Si en el medievo se aplicaba la teología para resolver los asuntos terrenales a través del derecho, ahora se aplicará la política para la resolución de estos conflictos. La creación del Estado objetivo, artificio cuya finalidad máxima era impedir la guerra civil, trajo como consecuencia la politización del hombre, toda vez que la vida medieval estaba regida en su totalidad por la ley divina. El inspirador del absolutismo propone un consenso en el que las razones particulares, que son consecuencia del interés particular, se transforman en razón política mediante el pacto.

El Estado hobbesiano ofrece, sobre todo, seguridad. Seguridad ante la violencia ejercida por otros y seguridad en el mantenimiento de la propiedad y de los propios intereses. También la seguridad que impone la coacción del Estado ante el incumplimiento de la norma.

Cuatrocientos años después de aquella primera piedra, la seguridad y la politización de la esencia humana sugerida por Hobbes alcanzan su máxima cota y pleno desarrollo en los totalitarismos del siglo XX. Y, su sofisticación más precisa, en los Estados de partidos surgidos tras la II Guerra Mundial. En los totalitarismos la seguridad se garantiza mediante la coacción violenta del Estado. En los Estados de partidos mediante la manipulación, la obediencia y la servidumbre voluntaria.

Para mayor eficacia en la politización del hombre, el Estado de partidos se sirve de referencias importantes extraídas de los  totalitarismos que asolaron Europa. Utiliza las ideologías como herramientas de fragmentación y de control social, propiciando la destrucción de la sociedad civil. Y, para ello, las deforma o las pervierte para acomodarlas al discurso del momento. Una sofistería capaz de transformar la conducta y anular el pensamiento. La identificación total y absoluta, prácticamente religiosa, con el mensaje del almuédano de turno se hace imprescindible, no se admiten dudas ni pensamientos que puedan llegar a ser contrarios al catecismo ideológico del partido. Hay que acatar el dogma, llegando al absurdo de no leer a tal o cual autor de prestigio porque lo identifican con el oponente, o ¿debería decir enemigo?

El viejo y macabro grito de «vivan las caenas» se vuelve a oír. Cada facción del Estado entona junto a sus correligionarios el mantra correspondiente con el que alcanzar el satori colectivo liberador de sus mentes, que, oferentes, son recibidas por el líder en la sagrada ceremonia del voto.

Nadie duda hoy del triunfo del principio de orquestación de la propaganda nazi. La máquina que con tanta precisión nos hace llegar el mensaje, en la manera que lo queremos escuchar para aprenderlo y repetirlo:

La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.

A la manera del Parlamento fascista de Mussolini, donde estaban representadas las diferentes corporaciones estatales, el Parlamento en el Estado de partidos se conforma de manera semejante, pues comparte su misma naturaleza estatal y lo que fueron las corporaciones con un único partido en el Estado devino en partidos políticos estatales.

Las corporaciones actuales compiten por la mayor tajada posible en el reparto del botín del Estado. Los intereses que dicen representar distan mucho del «interés particular convertido en razón política» que defendía Hobbes, pues los primeros se desarrollan dentro del Estado y los segundos debían hacerlo en el seno de la sociedad civil.

Pero las analogías no terminan aquí. La obediencia del diputado al jefe de su corporación es absoluta en ambos casos, soslayando, si es necesario —cosa bastante común—, las promesas hechas en campaña electoral. Otra curiosa y terrible analogía es la capacidad legisladora del Gobierno. «Hemos venido a legislar» declaró una señora ministro, lo que nos lleva a preguntarnos por la facultad legislativa de la Cámara. Si ésta no legisla porque lo hace el Gobierno, ¿para qué sirve? ¿Está el poder legislativo secuestrado por el poder ejecutivo? La respuesta a la primera cuestión es evidente: para refrendar el pacto que  sellará el quid pro quo del reparto «apoyo tu ley y tú me metes un juez afín en el Consejo, por ejemplo».

Es en la respuesta a la segunda cuestión donde podemos apreciar la imagen trucada, el reflejo valleinclanesco de espejos cóncavos y convexos de la pseudodemocracia de partidos, el esperpento de la representación política. En esa broma de mal gusto que definen como sede de la soberanía nacional.

Por supuesto que la cámara legislativa es rehén del ejecutivo, porque no existe ni un solo ciudadano representado, porque las corporaciones partidistas representan exclusivamente sus intereses —que raza vez coinciden con el verdadero interés ciudadano—, porque no existe responsabilidad ninguna del elegido ante el elector, porque la representación es ideológica sin punto de conexión social. El mal llamado elector se siente religado sentimentalmente. Por eso también es la sede del engaño y la mentira política, porque es ahí «donde se abandonan los ideales y se abrazan los cargos», en palabras de Antonio García-Trevijano. Una vez que el reparto se consuma, se consuma también el secuestro. El presidente del Gobierno encarna en su persona los dos poderes y en muchos casos los tres. Él es el verdadero soberano. Gobierna, legisla y juzga.

Qué constituye una Constitución

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El pueblo estadounidense se sublevó frente a la constitución material de Gran Bretaña que los mantenía como súbditos, la victoria les hizo conquistar la Libertad Constituyente.

Una constitución separa el poder entre el Estado y la Nación.

Las constituciones tras la II Guerra Mundial son Cartas Otorgadas, no constituyen la separación de poderes y por ello sólo garantizan la servidumbre voluntaria.

Antonio García-Trevijano 16 de Abril del 2017.

Fuentes:
Radio libertad constituyente: https://www.ivoox.com/rlc-2017-04-16-piensa-veras-audios-mp3_rf_18157467_1.html

Música: Preludio a la siesta de un fauno. Claude Debussy.

EEUU, Establishment y poder político

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Hoy publicamos el capítulo nº 35 del programa «Escenario internacional», presentado y conducido por Marcelino Merino, donde Fabián Moreno y Fulgencio del Hierro nos hablan de la actualidad del país norteamericano, del poder político y el poder del establecimiento. Finalmente analizan las relaciones exteriores y la geoestrategia americana.

La necesidad de Chile como actor de la revolución hispana

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Santiago de Chile
Santiago de Chile.

El ciudadano de a pie está imbuido en el desconocimiento propio y el de la historia que le precede, motivo por el cual toda revolución no es entendida ni en sus límites ni en su profundidad. Sin embargo, algo quiero decir hoy a este respecto tras el rechazo del pueblo de Chile a la nueva constitución.

Es ese ciudadano convertido en masa el que es guiado como el burro por la zanahoria en los regímenes políticos que sufre a día de hoy, regímenes que mejoran lo precedente, pero son incapaces de eliminar la ecuación de la tiranía del juego político.

Uno se llama de izquierdas o derecha en base a la costumbre, y es la costumbre la que al ser aceptada desde la niñez y mantenida en el tiempo evita el sano ejercicio de la libertad propia, la del pensamiento crítico y elevación de la razón al más alto grado. Estos se etiquetan a sí mismos por una identificación de valores que estiman como propios, identificación que tiene su papel en la proclama de los partidos políticos, conforme al interés de éstos y con ausencia de aquellos valores éticos que no les son propios, al ser propiedad inalienable de todo el género humano. Estos valores son los de la libertad, la igualdad, la justicia, el progreso y tantos otros que aparecen como más concretos, así cuestiones relativas al aborto, el feminismo, la inmigración, etc.

Sin comprender el juego de la polarización, el ciudadano se ve inmerso en la rueda del hámster; corre sin cesar y eleva su pasión a la del movimiento, pero el giro nunca le mueve del sitio. Todo cambia para quedarse exactamente igual, todos son polarizados mediante el miedo para llegar a la parálisis del momento, o al movimiento extremo que les hace correr convertidos en masa al lugar donde de forma previa y planificada se estimó como de interés para el poder político. Es esta polarización, este mecanismo de división social, la razón principal por la que los individuos luchan entre sí en nombre de aquellos con los que tendrían que luchar si hicieran uso de su razón. Es el siervo en liza con otro siervo, incapaces de ver su sometimiento voluntario a sus señores, los cuales buscan el roce ajeno en interés propio, porque el señor tiene poder para defender su interés que no confluye con los intereses del siervo carente de poder.

No hubo nunca contienda racional entre familias y amigos más allá de la disputa jurídica, sino que fue enteramente emocional y azuzada en la voluntad del poder. Aquella lucha histórica razonable que llega hasta el día de hoy se basó desde los primeros tiempos entre los de arriba y los de abajo; entre amo y esclavo, patricios y plebeyos, burgués y proletario. Todas estas luchas quedaron consumidas transformando a las sociedades, hasta llegar hoy de forma clara a la lucha más avanzada de todos los tiempos, la clase política y el ciudadano.

La primera izquierda surgió en la Revolución francesa, momento en el cual puede comenzar a hablarse de movimientos de izquierdas o derechas, pero nunca antes. Una izquierda que ve a los estamentos y cuerpos sociales como opresores, y los atomiza para el intento de su transformación en ciudadanos sujetos a derechos y libres e iguales, y esto no por una cuestión religiosa, ya que el que responda al orden de la creación o a la evolución es indiferente. Por eso en 1792 la monarquía francesa se ve sobrepasada en el campo de batalla y bajo las tropas de Kellermann en la batalla de Valmy, por primera vez el pueblo grita «¡Viva la nación!» en lugar de «¡Viva el rey!» Surgen así no solo los ciudadanos, sino la nación política, aquella que coge el legado del pasado convertido en patria, y dispone del derecho a ser libre al separar ya de forma inequívoca los conceptos de Estado y nación; de barco y remeros, de nave y tripulantes, de máquina e individuos. Es el paso mediante la revolución del Antiguo Régimen al nuevo.

Las revoluciones buscan el cambio de paradigma respecto al Estado, y esto es lo único objetivo para evadirnos de la falsa dicotomía de definir una de las izquierdas como lo contrario de la derecha. Porque si nos basamos en cuestiones ajenas al Estado, se cae en el abismo de la incomprensión. Como ejemplo definir a una de las izquierdas por su progresismo, forzosamente hace definir al régimen franquista como progresista, pues desde el año 36 hasta la muerte de Franco es innegable un progreso social, económico, y otros en el ámbito material que le sujetan a la palabra «progreso» de forma clara. Y el franquismo no es una de las izquierdas, sino pura derecha en el sentido de Estado; la intención de volver a transformarse en el Antiguo Régimen, de basarse en la tradición de someter a los individuos, de la contrarrevolución en último término. Tampoco sería coherente definir un movimiento de izquierdas en base a libertades civiles, pues el comunismo-leninismo es enteramente de izquierdas y supone una revolución respecto al nuevo Antiguo Régimen basado en la burguesía, pero necesita eliminar libertades civiles para poder llevarlo a término.

Leyendo la obra de Gustavo Bueno uno se percata de que la distinción de un movimiento en izquierdas o derechas no puede ser binaria, sino que existen maneras de que un movimiento sea de izquierdas o derecha según el momento histórico. Inclusive que pueda ser ambas cosas. Es clara su definición de la izquierda liberal, que no solo da derechos e iguala ante la ley a los ciudadanos de la península y los del otro lado del charco durante la época de gran potencia de España, sino que lucha y derrama su sangre en la guerra de la Independencia contra el invasor francés. Es esto lo que los define como izquierda liberal y cómo surge una revolución española que atomiza los estamentos y cuerpos políticos y sociales en ciudadanos, llegando hasta la Constitución de La Pepa (1812) como revolución respecto al Antiguo Régimen absolutista. Se siguen definiendo como una generación de izquierdas tras la victoria contra el ejército francés, al no aceptar el reconocimiento del monarca Fernando VII (de vuelta a sus dominios en España tras ser apresado durante la guerra de Independencia de España) como rey absoluto al que deber pleitesía, teniendo en sus filas a militares que emulan lo espartano como el Empecinado, que además de luchar y dejar su alma desde las guerrillas contra el ejército napoleónico, también es contrario al traidor de la patria española Fernando VII. Proclamando su virtud en 1825 es apresado y muerto por orden del monarca al que no dio reconocimiento.

Ésta y no otra es la visión de las izquierdas y derechas desde su relación con el Estado, por eso con justicia puede ser definida esta izquierda liberal en ese momento, y derecha los defensores del monarca. Sin embargo poco tiempo después surge una nueva generación de izquierdas basada en el marxismo, una izquierda bajo la visión de la opresión de burgués y proletario, que tiene la reacción opuesta de la izquierda liberal, transformándose esta así en derecha liberal. Significando ya desde ese momento ambas cosas al mismo tiempo, izquierda y derecha, demostrando la falsa acepción de los términos basados en valores éticos que son causa de la indefinición que reina hoy en día, de la causa de división social del siglo XXI por aquellos que buscando únicamente el poder político, dividen los cuerpos sociales que tienen la capacidad de arrebatárselo. Así queda demostrando como la justicia social sino va más allá de las palabras, significa en realidad injusticia social. Así es como la justicia social sobre los súbditos, no es justicia sino puro sometimiento, como aquel que se dice justo al tirar comida a los animales durante su visita al zoo, pero mantiene su poderío absoluto libremente sobre los que se mantienen detrás de barrotes impuestos. Así se ve como la socialdemocracia no tiene fundamento revolucionario, como de izquierdas objetivamente definidas se llega hasta izquierdas indefinidas, extravagantes, divagantes y fundamentalistas que mantienen el yugo del poder sobre las ansias de libertad, o que apagan esas ansias con esmero al autodefinirse de forma torticera y chapucera como de izquierdas.

Se ve de esta forma la falsa dicotomía, la apropiación de los valores ajenos por el poder político hasta llegar al punto del ciudadano autómata, donde se tildan de izquierdas o derechas sin saber lo que son realmente. Donde un partido político pone en sus títulos progresista como palabra que intenta apropiarse y no le define en ningún caso, u como otro utiliza la palabra liberal y se basa en el estatismo absoluto. O como unos defienden el sufragio universal arrogándoselo como valor de izquierdas cuando es una conquista de los liberales. O como unos fomentan la división territorial y el guerracivilismo cuando la autodeterminación de la nación política es conquista de movimientos de izquierdas. Podríamos seguir una eternidad con paradojas que deben hacer ver a cualquiera que cuando la irracionalidad se eleva a virtud, la sociedad civil muere bajo la confusión de la desvirtud.

Pero hoy era un momento propicio para estas letras, pues sentiréis cerca la revolución que ya está llegando. Se huele en el ambiente como lo que precede a la tormenta, comienza a sentirse en los poros de la piel, y en un momento dado la veréis ante vuestras propias narices teniendo que tomar partido de forma razonada. Porque el llamarse hoy de izquierdas o derechas no tiene razón de ser cuando se es el súbdito sin libertad política, cuando se es el siervo voluntario, cuando en la defensa de valores propios uno no se percata de que aquel que estima como enemigo momentáneo comparte sus valores o difiere de los mismos en bajo grado. Hoy no existe izquierdas ni derecha, sino el sometimiento de un régimen político basado en la tiranía. No existe revolución ni contrarrevolución, sino momentos electorales en los que la polarización asegura una buena jornada de pesca. No existe virtud alguna cuando el partido político se arroga ideales morales o éticos y los contrapone a su adversario para la generación de facciones en pugna.

La tiranía es cuando un gobernante hace lo que quiere hacer de forma legal, porque tiene la potestad de hacer leyes, ejecutarlas, y además tiene manejo de lo juzgado. Porque acumula el poder de forma absoluta en último término. Pero inclusive hemos llegado al punto del despotismo, que se define por el gobernante que puede hacer algo por encima de la ley. Y como ejemplo catalizador, son indiferentes y subjetivas las apreciaciones de las medidas acaecidas durante la pandemia que ha golpeado recientemente, son indiferentes las opiniones sobre las cuestiones sanitarias cuando se está hablando sobre el poder político; lo que sí es objetivo con independencia a lo anterior es que hay gobernantes que pueden actuar por encima de la ley, más allá de la ley, sin que esto conlleve responsabilidad alguna, y esto es la definición de despotismo.

Está naciendo la revolución del Siglo XXI bajo la influencia de una nación que desfallece como la española, y sin embargo es el momento cercano a la muerte el que consigue revitalizar al cuerpo o dejarlo ir hasta el olvido. Es este momento el que estamos viviendo, el de la revolución de la libertad política de España, que apunta a la tiranía y quiere implementar la separación de poderes en el Estado. Momento en el que surge una izquierda pura, una definición clara respecto al Estado, en la que la atomización incompleta de las sociedades en ciudadanos se quiere completar con el principio representativo que vehicule las voluntades de los ciudadanos hacia los gobernantes. Ambas cuestiones darán a luz a la primera democracia del siglo XXI y a la séptima generación de izquierdas de la historia. La revolución hispana es del mundo por el número de ciudadanos que contiene, y al mismo tiempo no puede venir de otro lugar que el propio, por la lengua y culturas compartidas, por la historia que les precede de forma genealógica. La Revolución francesa hizo para el mundo la diferencia entre Estado y nación y generó a los ciudadanos incompletos faltos de libertad política, la nueva generación de izquierda definida va a transformar al ciudadano incompleto en ciudadano libre, y al Estado sin control en Estado controlado por la nación política.

Recientemente los chilenos han rechazado una constitución, que en España ha sido bastante defendida por los poderes mediáticos. Y la han rechazado bien, al quedarse con algo malo y evitar aceptar voluntariamente algo peor. El problema es que no entendieron que los procesos constituyentes, como la transición española del 78, son movimientos que hacen que el poder se transforme para sostenerse. Los procesos constituyentes son promovidos por el poder político, y en interés del poder político, pues nadie se da un tiro en el pie de buena gana. Es la sociedad civil más allá del partidismo político, de la falsa dicotomía de izquierda y derecha la que tiene capacidad de constituir su Estado y sus reglas que les capaciten para ser enteramente libres e iguales. Y el que lo niega, lo hace por desconocimiento de la historia que parió la Revolución francesa y la guerra de Independencia de EEUU respecto a la corona inglesa. El que lo niega a sabiendas, se basa en mala fe.

Tengo la convicción de que el mundo hispano va a cambiar, y la revolución de la libertad política de España no sólo va a alumbrar a la primera democracia moderna del mundo, sino que verá nacer la Confederación Hispánica como nuevo actor geopolítico en el ámbito internacional. Esto no sólo tiene sentido, sino que es propicio para que las naciones de América del Sur y la nación española se quiten el yugo de los Estados que las oprimen y al mismo tiempo alcancen la libertad sus ciudadanos por vez primera en su historia. España está falta de una gran revolución, que se presume pacífica al transformarse los Estados dictatoriales basados en la fuerza en oligarquías basadas en el engaño, y en América del Sur corren aires de cambio pero aún los hombres del tiempo no saben discernir en qué dirección sopla.

Y no es difícil ni complicado aquello que tiene un camino visible y donde se ve desde lejos el puerto al que se quiere llegar, sino que requiere únicamente de la voluntad de caminarlo. Todo hombre y mujer somos borregos en distintas cuestiones vitales, porque el sesgo es inherente a cada uno de nosotros, aunque no esté de forma presente y palpable en todas las cuestiones vitales al mismo tiempo y de forma compartida. Pero mantenemos un sesgo histórico compartido, un velo que hace la penumbra, unos árboles que impiden ver el bosque en conjunto. Se requiere verse y saberse siervo primero, para conseguir la libertad de todos después. Se requiere sobreponerse al letargo para estar despierto, o nacer cuando uno está muerto para tener la vida en libertad. Se necesita apuntar a la luna con el dedo, y que el vecino mire a la luna y no al dedo. Se llama despertar de la conciencia política, y la bola de nieve ya está en marcha, se hará grande, y quieras o no tendrás que moverte a uno u otro lado, pero serás con seguridad movido a un lugar distinto al de la rueda del hámster.

Huid pues, de aquellos que se llaman de izquierdas y atacan a la nación política como sujeto de derecho capacitado para darse la ley, huid de aquellos que buscan confederaciones internas que requieren la destrucción del sujeto político para luego juntar las piezas o repartirlas al mejor postor, huid raudos de aquellos que usan palabras bonitas emulando cantos de sirenas al mismo tiempo que sus recursos y poder crecen en proporción contraria a los individuos faltos de libertad política, huid de la falsa dicotomía de izquierdas y derechas que ponen el freno a la razón que nos hace humanos y distingue de los animales, huid de la polarización y división social que se basa en el divide y vencerás táctico de las acciones militares, huid de las ideas hegemónicas vendidas en todos los medios de televisión y prensa que ablandan las neuronas y adquieren vuestras almas sin contraprestación alguna, huid de aquellas personas que definen la derecha como valores tradicionales religiosos cuando las sociedades occidentales ya se basan en una moral cristiana con independencia a que se sea creyente o practicante, huid de aquellos que abrazan el multiculturalismo de culturas históricamente incompatibles, huid de aquellos que utilizan las fronteras territoriales como arma de acción política que solo conseguirá destruirlas.

Huid pues a lugar seguro, bajo la guía del conocimiento político y la luz de la libertad nos encontraremos todos juntos a la vuelta de la esquina. Algunos somos pacientes y os estamos allí esperando, manteneos tranquilos, no nos vamos a mover.

Isabel II fallece y pervive el complejo monárquico español

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Hoy en el capítulo nº 39 del programa «Partidocracia entre líneas» Pedro Manuel González y Fernando de las Heras, nos hablan de la reacción de determinados políticos españoles a la muerte de Isabel II y de la monarquía británica frente a la española.

Apertura del año judicial

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Pedro Manuel González, autor del libro «La Justicia en el Estado de partidos», en el capítulo nº 125 de «La lucha por el derecho», nos habla de la falta de novedad en la apertura del nuevo año judicial.

Fraude de Ley

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Los abogados de la infanta Cristina presentaron recurso al juicio oral alegando hacia el juez Castro que cometía fraude de Ley.

El fraude de Ley es aplicar una norma de rango inferior para evitar otra norma de rango superior que se ha de aplicar, esto es lo que hace constantemente el parlamento partidocrático de Cataluña.

El recurso de los abogados de la infanta Cristina no tenía lugar frente a la conciencia tranquila del juez Castro.

Ante un recurso sin fundamento, Miguel Roca se comportó como un conseguidor fuera de los juzgados más que como un abogado dentro de estos.

Antonio García-Trevijano, Baldomero Castilla y Daniel Sancho el 3 de enero del 2015.

Fuentes:
Radio libertad constituyente: https://go.ivoox.com/rf/3913673

Música: Overtura Suite Música acuática nº2 HWV349 de G.F.Händel.

La paradoja inglesa

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Rapto de las Sabinas (Jacques-Louis David, 1799).
Rapto de las Sabinas (Jacques-Louis David, 1799).

El viejo y arraigado prejuicio que hizo pastar por siglos la libertad política en los verdes prados de la vetusta Inglaterra impidió que pudiera verse la verdad política de la democracia. Niebla ideológica, bruma secular que desnortó la brújula de Inglaterra en su búsqueda de la democracia formal. Prejuicio que descansaba en el pacto no escrito, y continuamente renovado por sus élites en la historia de las ideas políticas, de que la política británica se basaba en un acuerdo sobre cuestiones primordiales o fundamentales. La denominada doctrina del agreement on fundamentals o pacto sobre lo esencial.

Fundamentals es un concepto que ya se encuentra en Cromwell. En sus discusiones sobre la Constitución afirma repetidas veces la necesidad de reconocer que, además de todos los puntos específicos que se prevén en la Constitución, existe algo que es somewhat fundamental, algo que constituye un fundamento sobre el cual no se necesita tomar una decisión porque ya existe (casi se da por descontado y viene dado por la historia inglesa). Este fabuloso prejuicio basado en dicha doctrina será formulado y reformulado a lo largo de los siglos por la clase dirigente británica actuando de dique de contención para impedir que Gran Bretaña pudiese conocer la verdadera democracia política. Alrededor de 1900, Lord Balfour formuló esta doctrina: «estamos unidos en nuestras convicciones fundamentales, por ello podemos permitirnos discutir unos con otros sobre cuestiones no importantes» («Since we are fundamentally at one, we can safetely afford to bicker»). Esta idea de que la condición previa de una forma social libre es un tal agreement on fundamentals desempeñó desde hace tiempo un papel importante entre los conservadores ingleses (Burke, Bagehot). Pero comprobaciones muy parecidas se han hecho también por parte de los radicales progresistas del partido laborista (según Harold Laski en 1938, «un acuerdo en lo fundamental es la condición previa de un Gobierno y sistemas parlamentarios»). De un modo similar se expresará G.D.H. Colé de Oxford afirmando que la condición previa para el éxito de un sistema bipartidista es que exista en lo fundamental un acuerdo. Basta este esbozo del pensamiento político británico para percatarse de la importancia que ha tenido esta doctrina que actúa como condición previa de la democracia inglesa, arco de bóveda de la que depende, pero que, paradójicamente, será la que impida que Gran Bretaña llegue a nacer a la verdadera democracia. Como Rapto de las Sabinas, las élites inglesas, fundadores de la nación inglesa, secuestraron la libertad política de los electores británicos. No sabemos qué pensaría Díez del Corral de este rapto.

Doctrina que, sin embargo, no era ni es original y que se remonta a la doctrina de la concordia que surge en la Edad Media y renacerá con fuerza en los siglos XVI y XVII y que, aunque florece en un contexto de guerras de religión, defendía la opinión dominante de que un Estado podía formarse en el marco de diferentes conceptos religiosos —sean católicos, protestantes, mahometanos—, pero finalmente había que decidir qué concepto religioso se escogía. Es decir, elección de uno contra el rechazo de los demás. Acuerdo en lo esencial (credo religioso) que escoge uno para excluir a los demás. Pacto de unanimidad que no soporta al discrepante. Consenso que impide el reconocimiento del otro y su libertad de existir bajo otro credo.

Ciertamente, contra esta convicción sobre la importancia de la concordia se han levantado muy pocos en la historia de las ideas políticas, verdaderos provocadores en su tiempo. Uno de ellos fue Bodin, que, siguiendo el sentido político de su partido (partido de los políticos o politiques, 1550-1575), intentó separar al Estado y al soberano de la lucha religiosa reivindicando la última decisión para el soberano pero a base de una tolerancia general. Por ello, el verdadero sentido de la doctrina de la soberanía en Bodino es superar esta clase de concordia. La idea de última decisión del soberano anticipa en siglos la teoría decisionista de Carl Schmitt. La tolerancia como freno a la concordia, en un contexto de guerras de religión en Francia, fue una idea muy avanzada para la que su época no estaba aún madura. Cabe recordar que la tolerancia hoy día no es virtud de la democracia, la cual se basa en el respeto y el reconocimiento del otro, pero en la doctrina de Bodin fue un verdadero ariete contra la concordia o pacto de unanimidad en una época en la que faltaban siglos para que viera la luz la democracia política en un territorio de gran extensión (EEUU).

Buscar la paz en Francia a través de un gobierno neutral elevándose de la disputa entre católicos y protestantes fue un punto de vista que adquirió éxito por corto tiempo con Enrique IV y su Edicto de Tolerancia, pero esa esperanza fue aniquilada por la recatolización de Richelieu y la imposición de nuevo de la idea de la concordia por Luis XIV, anulando el Edicto de Nantes. La vieja tradición, ya sea francesa o inglesa del acuerdo en lo fundamental yque excluye al «otro», acabó por ocultar, enviar al ostracismo e impedir, en definitiva, el nacimiento en la hegemonía cultural europea de la verdadera democracia. Esta pequeña referencia histórica sirve para demostrar que la doctrina del agreement on fundamentals no es una creación del constitucionalismo o de la democracia, sino que tiene su origen en una vieja tradición elitista y contra la que se trata de conseguir una manera de dar forma real a la democracia política. Porque, en efecto, en una democracia no puede hablarse de ninguna manera de un agreement on fundamentals, sino que el sentido de la democracia constitucional es hacer posible un disagreement on fundamentals, dejando existir al mismo tiempo distintos conceptos y contrapuestos entre sí. Ello es así porque las personas, con verdadera libertad política, a pesar de su gran disparidad de criterio en aspectos fundamentales, pueden ponerse de acuerdo en tareas concretas si se logra un compromiso mediante la discusión (Carl. J. Friedrich).

La antítesis de lo anteriormente explicado son las dictaduras totalitarias y/o autoritarias basadas en obtener la unanimidad a la fuerza mediante la imposición  (un solo credo y un solo modelo económico con exclusión de los demás). Han sido históricamente las dictaduras totalitarias las que han acentuado repetidamente y de un modo expreso la unanimidad, passion for unanimity, como la denomina Friedrich, y que encuentra su verdadera expresión en los plebiscitos.

La concordia, la unanimidad, el pacto de reparto o el consenso no son requisitos de la democracia, sino presupuestos de una forma autoritaria de Estado que presupone tal unidad y la intenta imponer. Cuanto más cerca de estos conceptos, más lejos se estará del respeto al diferente, del derecho a discrepar y de la disposición de no atropellar al adversario. Verdaderas condiciones previas para instaurar una democracia como garantía de la libertad política colectiva.

Sin justicia contencioso administrativa

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Pedro Manuel González, autor del libro «La Justicia en el Estado de partidos», en el capítulo nº 124 de «La lucha por el derecho», nos habla de la jurisdicción contencioso administrativa, ámbito donde es más evidente la falta de independencia judicial.

Dependencia contencioso-administrativa

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El ministerio de Justicia.
El Ministerio de Justicia.

La dependencia de la Justicia del poder político se hace sentir con mayor intensidad en el orden jurisdiccional contencioso-administrativo dado que a su dependencia orgánica se suma la naturaleza de la materia a resolver. Que la justicia sea justa es dudoso, pero que es administración es indiscutible.

Máxime cuando la triplicidad administrativa del Estado autonómico subraya la necesidad del control judicial de una burocracia que inunda las parcelas más importantes de la acción humana, desde la económica hasta la familiar. La garantía de ese control no sólo debe alcanzar a la ciudadanía, sino también controlar las relaciones recíprocas de las distintas administraciones en los conflictos que entre ellas surjan, lo que por su multiplicidad eleva exponencialmente la posibilidad de litigio, sobre todo de orden competencial. 

Mientras la organización de la autoridad estatal de juzgar y hacer cumplir lo juzgado dependa económica y funcionalmente de un Ministerio de Justicia o de unas consejerías de Justicia en los casos de competencia transferida, la propia administración será juez y parte en todos y cada uno de los asuntos que se solventen en vía contencioso-administrativa.

Si además el Consejo General del Poder Judicial elegido por la clase política designa el escalafón y destino de los jueces y magistrados de ese orden jurisdiccional, como ocurre en los restantes, nos seguiremos moviendo en el terreno del como si existiera una independencia judicial imposible donde sólo hay división de funciones de un único poder.

Motivos de interés y orden público guían así las resoluciones contencioso-administrativas con consideraciones de oportunidad, alcance económico o político del asunto a resolver como premisas para decidir sobre la juridicidad de actos administrativos y normas emanadas de las distintas administraciones públicas. La razón de Estado elevada al estrado, con toga, chapa y puñetas.

La independencia judicial del orden contencioso es idéntica al de las antiguas Magistraturas de Trabajo franquistas, que fuera de la jurisdicción y sin ser verdaderos tribunales, se encargaban de aplicar la normativa laboral del régimen en los conflictos surgidos en las relaciones de trabajo entre patronos y obreros mediante una actuación administrativa paternalista, que se declaraba así misma protectora de los importantes intereses en juego.

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Como puedes ver en el apartado anterior, los datos personales que necesitamos tratar en relación con el Diario, nos los aportas libremente a través de distintos canales. No obstante, en caso de que aportes datos personales de un tercero, garantizas que le has informado de esta Política de Privacidad y has obtenido su autorización para facilitarnos sus datos con las finalidades indicadas. Igualmente, te haces responsable de cualquier daño o perjuicio, directo o indirecto, que pudiera ocasionarse como consecuencia del incumplimiento de tal obligación. Como Usuario, garantizas que los datos que nos facilites -ya sean tuyos o de un tercero- serán veraces y exactos, debiéndonos comunicar cualquier modificación de los mismos. Nos reservamos el derecho a excluir del Diario a aquellos usuarios que hayan facilitado datos falsos, sin perjuicio de las demás acciones que procedan en Derecho.

¿Cómo funciona el boletín y la lista de difusión de Whatsapp?

El MCRC cuenta con un boletín informativo digital mediante el cual se comunica con sus asociados y suscriptores para mantenerles informados de las últimas publicaciones, novedades, acciones y participaciones. Suscribirte al boletín es muy sencillo, simplemente tienes que indicar tu correo electrónico en el apartado al efecto del Diario. Así mismo, el MCRC dispone de una lista de difusión de Whatsapp mediante la cual realiza avisos informativos con las publicaciones del boletín. Si quisieras recibir los avisos mediante la lista de difusión simplemente tendrás que aportar tu número de teléfono. Todos los datos que nos proporciones serán tratados de conformidad con esta Política de Privacidad.

¿Cómo usaremos tus datos y en base a qué?

Los datos de carácter personal recabados por el MCRC podrán ser utilizados para las siguientes finalidades: (i) Información. (ii) El envío del boletín informativo del MCRC mediante correo electrónico, y para enviarte mensajes informativos por Whatsapp en el caso de haberte suscrito. (iii) El envío de compras realizadas en la Tienda. (iv) La publicación de comentarios en el Diario. Desde el MCRC utilizaremos tus datos con las siguientes finalidades:
  1. Atender tus peticiones de información.
  2. Enviarte el boletín informativo en el case de haberte suscrito.
  3. Enviarte cualquier compra realizada en la Tienda a la dirección que nos proporciones.
  4. Generar facturas relacionadas con las compras realizadas en la Tienda.
  5. Atender cualquier solicitud de ejercicio de tus derechos que nos puedas hacer llegar, en cumplimiento de nuestras obligaciones legales.

¿Durante cuánto tiempo guardamos tus datos?

Sólo mantendremos tus datos durante el tiempo que sea estrictamente necesario para ofrecerte la información que requieras y poder realizar los envíos y realizar un seguimiento de los mismos, y posteriormente durante el periodo que resulte indispensable para poder cubrir eventuales responsabilidades o para la formulación, ejercicio o defensa de reclamaciones. No obstante lo anterior, podrás solicitar la eliminación de tus datos, y en caso de resultar aplicables dichos plazos legales de conservación, se mantendrán bloqueados durante el tiempo que la normativa establezca. En cuanto a nuestro boletín, conservaremos los datos proporcionados en tanto no manifiestes tu voluntad de darte de baja de los servicios.

¿Vamos a comunicar tus datos a terceros?

No cederemos tus datos a terceros excepto cuando se nos requiera por Ley, y en particular, podremos comunicar tus datos a las siguientes entidades, siempre en relación con las finalidades descritas:
  • A los órganos competentes de las Administraciones Públicas en cumplimiento de las obligaciones legales que nos sean de aplicación.
  • A nuestros proveedores de servicios auxiliares, necesarios para el normal funcionamiento de los servicios contratados, incluido el envío de las compras realizadas en el portal. En el caso de que algún proveedor se encuentre en una jurisdicción ajena al ámbito de aplicación del RGPD, te garantizamos que se encontrarán adheridos al Escudo de Privacidad (Privacy Shield) UE - EE. UU. Puedes aprender más haciendo click en este hipervínculo: https://www.aepd.es/sites/default/files/2019-09/guia-acerca-del-escudo-de-privacidad.pdf
    • A nuestros colaboradores, en el seno de prestaciones de servicios, los cuales estarán obligados a su vez a guardar la más estricta confidencialidad.

¿Cuáles son tus derechos y cómo puedes ejercitarlos?

  1. Derecho a acceder a tus datos personales para saber cuáles están siendo objeto de tratamiento y con qué
  2. Derecho a rectificar cualquier dato personal inexacto -por ejemplo, si necesitas actualizar la información o corregirla en caso de que fuera incorrecta-.
  3. Suprimir tus datos personales, cuando esto sea posible. Si la normativa vigente no nos permite eliminar tus datos, los bloquearemos durante el tiempo restante.
  4. Solicitar la limitación del tratamiento de tus datos personales cuando la exactitud, la legalidad o la necesidad del tratamiento de los datos resulte dudosa, en cuyo caso, podremos conservar los datos para el ejercicio o la defensa de reclamaciones.
  5. Oponerte al tratamiento de tus datos personales.
  6. Llevar a cabo la portabilidad de tus datos.
  7. Revocar el consentimiento otorgado -por ejemplo, si te suscribiste al boletín y ya no deseas recibir más información-.
  8. Ejercer tu derecho al olvido.
Podrás ejercitar tus derechos en cualquier momento y sin coste alguno, indicando qué derecho quieres ejercitar, tus datos y aportando copia de tu Documento de Identidad para que podamos identificarte, a través de las siguientes vías:
  1. Dirigiendo un correo electrónico a nuestra dirección: [email protected]
  2. Dirigiendo una solicitud escrita por correo ordinario a la dirección Calle Alondra 1, Prado de Somosaguas, Pozuelo de Alarcón, 28223, Madrid.
  3. Además, cuando recibas cualquier comunicación nuestra, clicando en la sección de baja que contendrá esa comunicación, podrás darte de baja de todos envíos de comunicaciones del MCRC previamente aceptados.
  4. Cuando te hayas suscrito a la recepción de mensajes informativos a través de Whatsapp podrás cancelar la suscripción desde el formulario del Diario donde te diste de alta, indicando que deseas darte de baja.
Si consideras que hemos cometido una infracción de la legislación en materia de protección de datos respecto al tratamiento de tus datos personales, consideras que el tratamiento no ha sido adecuado a la normativa o no has visto satisfecho el ejercicio de tus derechos, podrás presentar una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos, sin perjuicio de cualquier otro recurso administrativo o acción judicial que proceda en su caso.

¿Están seguros tus datos?

La protección de tu privacidad es muy importante para nosotros. Por ello, para garantizarte la seguridad de tu información, hacemos nuestros mejores esfuerzos para impedir que se utilice de forma inadecuada, prevenir accesos no autorizados y/o la revelación no autorizada de datos personales. Asimismo, nos comprometemos a cumplir con el deber de secreto y confidencialidad respecto de los datos personales de acuerdo con la legislación aplicable, así como a conferirles un tratamiento seguro en las cesiones y transferencias internacionales de datos que, en su caso, puedan producirse.

¿Cómo actualizamos nuestra Política de Privacidad?

La Política de Privacidad vigente es la que aparece en el Diario en el momento en que accedas al mismo. Nos reservamos el derecho a revisarla en el momento que consideremos oportuno. No obstante, si hacemos cambios, estos serán identificables de forma clara y específica, conforme se permite en la relación que hemos establecido contigo (por ejemplo: te podemos comunicar los cambios por email).

Resumen de Información de nuestra Política de Privacidad.

Responsable del tratamiento MOVIMIENTO DE CIUDADANOS HACIA LA REPÚBLICA CONSTITUCIONAL (MCRC) Calle Alondra 1, Prado de Somosaguas, 28223, Pozuelo de Alarcón, Madrid. NIF: G-86279259
Finalidades de tratamiento de tus datos personales - Atender tus solicitudes de información, comentarios, peticiones y/o consultas en el marco de tu relación con el MCRC. - Atender las solicitudes para el ejercicio de tus derechos. - Enviarte todas las comunicaciones a las que te hubieras suscrito, incluido el boletín (si te hubieras suscrito) y comunicaciones por Whatsapp. - Enviar cualquier compra realizada en la Tienda del MCRC.
Origen de los datos tratados - Nos los has facilitado libremente tú mismo o un tercero en tu nombre. - Los hemos recabado a través de nuestro Sitio Web mediante cookies. Puedes obtener más información sobre este tratamiento en nuestra Política de Cookies.
Base de Legitimación para el tratamiento - El tratamiento es necesario para la ofrecerte la información necesaria en atención a tu condición de asociado del MCRC. - Para determinados tratamientos, nos has dado tu consentimiento expreso (ej participación en una acción; boletín…). - Contrato de compra entre las partes.
Cesión de datos a terceros - Cedemos tus datos a proveedores de servicios, incluidos aquellos relativos al envío de las compras realizadas en la Tienda. - En ningún caso se cederán tus datos a personas ajenas a la actividad del MCRC (ya sean asociados o ajenos a la asociación) y los servicios que nos has sido solicitado. - Cedemos tus datos a determinadas autoridades en cumplimiento de obligaciones legales (ej. Administraciones Públicas).
Plazos de conservación - Conservaremos tus datos durante el tiempo que siga vigente tu relación con el MCRC. - Si nos pides expresamente que los eliminemos, así lo haremos salvo que exista una obligación legal que nos lo impida o que, por ejemplo, necesitemos utilizarlos para la formulación, ejercicio y defensa de reclamaciones.
Derechos del interesado Podrás solicitarnos el ejercicio de tus derechos por correo electrónico: [email protected], o por escrito a nuestro domicilio social en Calle Alondra 1, Prado de Somosaguas, 28223, Pozuelo de Alarcón, Madrid. Puedes pedirnos el derecho a acceder a tus datos, a solicitar su rectificación o supresión, a limitar el tratamiento de tus datos, o a oponerte a determinados tratamientos, a retirar el consentimiento que nos hubieras prestado, a la portabilidad de tus datos o a no ser objeto de una decisión basada únicamente en el tratamiento automatizado. Si no estás de acuerdo con el tratamiento que realizamos de tus datos, puedes presentar una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos: www.aepd.es. Si tienes alguna duda sobre esta Política de Privacidad o el tratamiento de tus datos, escríbenos a nuestra dirección de correo electrónico [email protected], y estaremos encantados de atenderte.

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