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martes 23 diciembre 2025
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Jellinek, la Corona y el arte de la muleta

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Mendigo con muletas. Serie dibujos Francisco de Goya. Biblioteca Nacional, Madrid, España.

La solemnidad siempre fue hermana siamesa de la ridiculez. Al separar una de otra, morían las dos. Siempre vivían ambas en un extraño equilibrio. Y se necesitaban mutuamente en extraña simbiosis.

Lo ridículo devuelve lo solemne al mundo de los vivos. Lo excesivamente solemne, yace en un marmóreo cielo petrificado. Lo demasiado ridículo, no mueve a la conmoción ni al bufón de corte. Pero ambas, se legitiman mutuamente dándose la una lo que le falta a la otra. Sólo así se sostienen. Son como las muletas que sostienen al lisiado. O como las herramientas que permiten realizar diferentes suertes del toreo según se haga con la izquierda o con la derecha. Según se mire. Anfibología coronada.

La Corona juancarlista hizo su reentrada en el tardofranquismo apoyándose en esas dos muletas: en la zurda, la ridiculez campechana y la solemnidad en la diestra, a sabiendas de que no se sostenía por sí sola porque nunca tuvo la legitimidad de origen, único sostén que le hubiese permitido caminar desde la cuna a la tumba guiada por el honor, principio que, al decir de Montesquieu, debe regir una verdadera monarquía.

La ridiculez, la traía puesta de origen: corona instaurada por un dictador, saltándose la línea sucesoria del titular de la monarquía, su padre, e iniciando con doble perjurio su reinado bufonesco; usando el Estado como cortijo para sus negocios, instruyendo al yerno en el arte de la muleta. Toreros finalmente en un ruedo ibérico que miraba al tendido. Hasta que un elefante, una mala foto y una amante despechada aconsejaron pedir perdón por el mal uso de la muleta izquierda. Ese arte no era para las plazas de su tiempo. Le tocaba torear al monarca con la muleta derecha. Su suerte esquiva.

¿Podría el monarca mantenerse en equilibrio con una sola muleta? ¿Apoyarse sólo en la solemnidad? ¿Un Borbón? Si difícil lo tuvo con dos, era necesaria una operación de Estado: primero para convencerle y después, para inventarle una legitimidad de ejercicio, ausente la de origen, bajo el armiño de la solemnidad.

Los juristas orgánicos, cirujanos de hierro en tiempos de guerra, tenían una misión harto complicada: sin tradición en la cátedra española de constitucionalistas no administrativistas, hicieron lo único que saben hacer: acudir al derecho comparado, yermos de ideas originales. Buscando allí la solemnidad que les faltaba aquí para que aprendiera a caminar o a torear con esa muleta.

Se lanzaron entonces las Reales Academias y las cátedras a rescatar al maestro Jellinek, y por su boca le decían al monarca que «no es el rey el que hereda la Corona sino la Corona la que hereda al rey». No se han cansado de recordárselo al titular actual de la Corona al que ya no le dejan torear en plaza pública. Paradoja actual del monarca: tiene los pasos más controlados que su padre. Carente de la muleta izquierda del garbo torero, la derecha es dirigida por padrinos que saben que la fiesta está a punto de terminar. Sólo les queda esta baza real para salvarse ellos mismos. Carta muda en un mundo que ya no oye. Que ya miró a otro lado. Que ya no le hacen gracia las muletas.

La Constitución del 78 como problema

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En este programa especial, presentado y conducido por Marcelino Merino, Pedro Manuel González, Ricardo Silvestre y Bernardo Garrido, diseccionan la Constitución española de 1978 desentrañando las falsedades sobre su origen y sobre su contenido.

Feliz No Constitución

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Las Cortes resultantes de los comicios del 15 de junio de 1977 no tenían formalmente el carácter de constituyentes. No, no eran Cortes constituyentes. Eran Cortes constituidas. Sin embargo, pronto se impuso la opinión de que su primera tarea debía ser la elaboración de una Constitución. Para su redacción se eligió una ponencia formada por diputados de todos los partidos que tenían representación en las Cortes (salvo la minoría vasca, que renunció). Estas Cortes habían sido elegidas de manera ordinaria para legislar bajo la presidencia de Adolfo Suárez, no tenían poderes constituyentes, ya que para redactar una Constitución es necesario que el pueblo elija unas Cámaras específicamente destinadas a esta función. Desde el punto de vista formal, para que un texto sea considerado como Constitución se exige un acto legitimador de la ciudadanía que otorgue poderes constituyentes a los diputados y senadores, sin este acto, que nunca se produjo, la Carta otorgada del 78 no cumple el requisito para ser denominada formalmente Constitución.

En España no hay elecciones presidenciales, solo hay votaciones al Parlamento, donde los partidos se reparten su cuota de poder en función de los votos obtenidos. El poder legislativo nombra al poder ejecutivo y juntos eligen al judicial. No hay elecciones separadas por lo que no hay separación de poderes. La Carta otorgada del 78 solo esquematiza sistemáticamente los poderes del Estado en sus distintos títulos, sin definir ningún mecanismo específico y normativo que separe el Estado de la nación. La inseparación de poderes es tan burda que el texto faculta a los miembros del gobierno a ocupar simultáneamente cargos de diputado (art. 70. 1. b), lo cual atenta contra el principio divisorio, cerrando el círculo de la unidad de poder cuando los corifeos de los partidos se reparten el órgano de gobierno de los jueces. El artículo 16 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano declama que «una sociedad en la que la garantía de los derechos no está asegurada, ni la separación de poderes determinada, carece de Constitución». Por lo tanto, desde un punto de vista material, al no separar los poderes, el texto del 78 tampoco es una Constitución.

La Carta Fundamental es uno de los pocos textos «constitucionales» que impone el pleno empleo, su artículo 35.1 reza que «todos los españoles tienen el deber de trabajar…». Después, como el pan y el vino se convierten en cuerpo y sangre de Cristo, la patraña pseudoconstitucional transforma este deber en un derecho social al añadir «…y el derecho al trabajo…», cuando desde un punto de vista jurídico lo que es deber no puede ser derecho, y viceversa. Por si no fuera suficiente el embuste que supone semejante antinomia, la tasa de desempleo ha sido y es más alta que en otros países de nuestro entorno. A mayor abundamiento, si no se articula con mecanismos concretos no es posible hablar de este derecho, ni en su dimensión individual, ni mucho menos en su dimensión colectiva. Esto se debe a que ese supuesto derecho al trabajo lamentable e indudablemente no incluye la dotación para cada persona de un puesto de trabajo efectivo, por lo que estamos ante un claro ejemplo de incumplimiento del mandato constitucional. Ni lo cumple el poder público —primer destinatario de la norma—, que niega el ejercicio de ese derecho a los desempleados, ni lo cumple el ciudadano, inmerso a veces en una cultura del subsidio, que en modo alguno establece el deber de trabajo. En consecuencia, un papel no puede garantizar el pleno empleo, puesto que es una quimera irrealizable.

Siguiendo esta metodología, si examinamos con espíritu científico y con buena fe el texto del año 78, observamos una miríada de ejemplos en los que se cumple el mismo patrón: los mandatos constitucionales no se ejecutan. La evidencia de la verdad desplaza entonces la mentira colectiva arraigada en el imaginario colectivo de la sociedad, la neblina del engaño se deshace y se comienza a ver con claridad. Una «constitución» que contiene mandatos que no se cumplen no es Constitución. Y si se dice que «aquellos que no conocen su historia están condenados a repetirla», solo siendo conocedores de la mentira podemos remontar el río de la impostura hasta llegar a la verdad, aunque moleste a sus enemigos.

Lo que sucede es que si no se definen mecanismos específicos para su cumplimiento, en las normas se puede poner lo que se quiera. Por gracia de la palabra puede poner que «los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo» (art. 67.2) y al mismo tiempo imponer un sistema de listas en el que los diputados no son independientes, sino que obedecen órdenes del responsable del partido, convirtiéndose en meros apretabotones según indicación del portavoz: un dedo alzado es «sí»; dos dedos es un «no»; y si el portador levanta tres dedos el diputado debe abstenerse. ¡Qué pena que no nos ahorremos los sueldos de los parlamentarios sentando a una mesa a los cinco o seis líderes de los partidos; y que juntos aprueben las leyes, las ejecuten y nombren a los jueces, reproduciendo cada uno de ellos la aritmética proporcional obtenida en las urnas a su cuota de poder en el Estado!

Karl Loewenstein, uno de los padres del constitucionalismo moderno, clasificó las Constituciones por razón de su eficacia distinguiendo tres tipos: (1) normativas, en las que la Constitución tiene aplicación directa y hay concordancia entre norma y realidad; (2) nominales, de aplicación limitada y con principios que no siempre se aplican u observan; y (3) semánticas, en las que la Constitución no es más que una fachada para enmascarar una situación de poder establecida en beneficio de ciertas personas o grupos.[1] La Constitución, como Ley de leyes que debe ser, no puede tener mayor vicio que contener mandatos que no se cumplan. Tenemos una «criatura» (así la llamaban los periodistas durante el período en el que se elaboró) que solo tiene de Constitución su parte semántica, porque ni en su ejecución ni en su fundamento merece ese nombre. ¡Feliz día de la No Constitución!


[1] Loewenstein, Karl (1965). Political Power and Governmental Process, Chicago, University of Chicago, pp. 147 y ss.

Víctor de Aldama vs. fiscal general del Estado

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Pedro Manuel González, autor del libro «La Justicia en el Estado de partidos», en el capítulo nº 241 de «La lucha por el derecho» nos explica por qué la fiscalía ha impulsado la libertad de Víctor de Aldama tras apuntar contra este.

La libertad provisional de Aldama y la imputación del fiscal general: un juego de espejos

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En un país donde la justicia parece más un acto de magia que un ejercicio de razón institucional, los recientes acontecimientos en el ámbito judicial han dejado nuevamente en evidencia las grietas profundas de un régimen diseñado para la autoprotección de los poderosos. La libertad provisional otorgada a don Víctor de Aldama y la imputación del fiscal general del Estado, dos casos que podrían parecer aislados, en realidad son piezas de un mismo engranaje: la maquinaria selectiva de la justicia.

Víctor de Aldama, símbolo involuntario de la corrupción como factor de gobierno, obtuvo su libertad provisional tras declarar a petición propia e inculpar a altas instancias del gobierno socialista. Para algunos, este hecho constituye una victoria del derecho sobre el abuso del poder y la prueba del nueve del funcionamiento independiente de la fiscalía. ¿Cómo es posible, me han llegado a decir, que si la fiscalía es un órgano dependiente del gobierno como usted dice, sin embargo haya impulsado la libertad de este señor tras apuntar contra este?

La respuesta es sencilla: es la propia situación de debilidad de la cúpula del Ministerio Público la que ha facilitado su actuación libre por la base. La imputación del fiscal general del Estado, hecho inédito en la historia española, ha hecho imposible que pudiera ejercer ahora su autoridad frente a sus subordinados.

Acusado como está de beneficiar la guerra sucia contra la señora Ayuso, con una actuación ilícita constitutiva de delito, no puede permitirse ahora actuar en este asunto dando instrucciones directas a favor de los intereses gubernamentales. La pasividad del señor García Ortiz muestra que de nuevo la justicia, sin independencia, funciona como un tablero de ajedrez en el que las piezas responden a intereses que poco tienen que ver con la búsqueda de la verdad.

El paralelismo entre ambos casos no puede ignorarse. Por un lado, Aldama es acusado de delitos graves, pero la narrativa en torno a su proceso ha estado marcada por filtraciones, intereses mediáticos y acusaciones de irregularidades. Por el otro, el fiscal general, un actor clave en la persecución de casos emblemáticos, se enfrenta a un proceso judicial como investigado.

La libertad provisional de Aldama y la delicada situación del fiscal general del Estado por su imputación no son hechos desconectados; son síntomas de una enfermedad sistémica: la politización de la justicia y su otra cara, la judicialización de la política. Mientras las instituciones sigan siendo herramientas al servicio de los intereses de la clase política, los gobernados seguirán siendo testigos de este espectáculo trágico en el que sus intereses quedan relegados al telón de fondo, sin ningún mecanismo de control del poder.

En España, donde los límites entre justicia y la venganza política son cada vez más difusos, resulta imperativo recordar que el propósito del derecho no es servir al poder, sino controlarlo. Sin embargo, mientras los espejos sigan deformando la realidad a conveniencia de quienes los manejan, la verdad seguirá siendo un lujo que pocos pueden darse.

Enemigos de la libertad

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A la pregunta de un oyente sobre cuándo está madura una sociedad para un cambio político, don Antonio pone como ejemplo a la sociedad norteamericana de la revolución y guerra de independencia contra Gran Bretaña.

Fuentes:

https://go.ivoox.com/rf/15381006

Música: Mamita (Habanera). Juan Mª Guelbenzu (1819-1886). Interpretado por Ana Benavides.

De pastores y corderos

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«No me interesa la política». «Paso de los políticos». «Todos los políticos son iguales». Estos y semejantes ripios balamos muchos intentando agitar la equívoca esquila de la libertad y la independencia. ¿Todos los políticos son iguales? Sí, son iguales. En cuanto todos, absolutamente todos, participan y viven del mismo sistema… ¡Y cómo viven! Pero debemos saber un poquito más para prosperar, al menos, desde el ovino al ungulado. ¿Qué sistema vivimos? Si un régimen autocrático, llamado franquismo, únicamente se reforma, quedará mucho de aquel. Reformen ustedes una casa, llamen al más exquisito decorador… ¿Dejará de ser la misma? Parece que sí, pero no…

En efecto: el partido único se volvió Hidra y los poderes del Estado siguieron formando parte del mismo racimo. Los viejos amos convidaron a su mesa a los nuevos. Eso fue «la Transición»: un banquete de poder entre elegidos. Bien: no hubo ruptura con el Monórquido (apodo en alusión a la supuesta disfunción testicular del Generalísimo). La dictadura de un solo partido de Estado que se reforma transiciona obligatoriamente a una oligarquía de varios. Bien, ya sabemos por qué son iguales…

«Paso de ellos, no me interesa lo que dicen ni lo que hacen…». Esto ya es peligroso. Porque sucede que ellos, los políticos, son los rabadanes del hato. Y allá que nos estabulan o nos hacen pacer en las dehesas de su conveniencia o de su engaño. De las leyes o reales decretos que aprueben, de los pactos a los que lleguen con sus mayorales del IBEX o sus redes de corrupción depende la hierba que comamos o lo mucho que nos esquilen. También pueden sacrificarnos para la Pascua de los políticos. Esta se celebra cuando menos te lo piensas. (Es casi como un «No cumpleaños»). Y aquí quiero detenerme. En uno de sus últimos festines…

No ha mucho tiempo, la Europa de Bruselas dio un tirón de orejas a los pastores de la oligarquía hispana por la temporalidad en el empleo público que, en muchos sectores, superaba la mitad de sus cabañas. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea instó a nuestros rabadanes a que solucionasen la cuestión de la mejor forma. Si no, ya se sabe, vendrían sanciones y reprimendas de los pastores de la gran ganadería europea. Lo normal, como ha sucedido en otros momentos en la Administración pública, hubiera sido hacer un concurso de méritos o consolidación entre los interinos que llevaban diez, veinte o treinta años desempeñando con eficiencia y garantías su trabajo. ¿Vamos a examinar a un cantero que lleva toda la vida labrando la piedra con un examen teórico sobre mármoles y feldespatos? ¡Es ganas de ofender y tocarte los cuarzos! ¡Es ganas de tomar el pelo! Pues eso hicieron. Los sindicados de la mesa, la UGT, las CCOO y la CSIF (Central Sindical Independiente y de Funcionarios, para quien no lo sepa) besaron los morros al ministro Montoro: reducirían la temporalidad al ocho por ciento. ¿¡En qué términos!? Esperad el desenlace del cuento. En la segunda jornada, bailaron con Miquel Iceta y parieron la Ley 20/21, de 28 de diciembre, de medidas urgentes para la reducción de la temporalidad en el empleo público. Se aprueba en el Congreso por 170 tantos a 169. La PSOE y demás partidos de los trabajadores, por supuesto, la apoyan… ¡Es un triunfo de la estabilidad en el empleo público! Porque ya se sabe, los socialistas son todo menos obreros. Mas País es menos interino. Podemos no quiso poder nada. Los populares son impopulares… ¡Ah! Y un apunte para los supuestos defensores de los derechos de las mujeres y el empoderamiento: siete de cada diez empleos interinos en los sectores claves de la sanidad y la educación son desempeñadps por mujeres. Una decisión a todas luces misógina con el agravante de que se dirige en su mayoría contra mujeres de cuarenta y cincuenta años con hijos e hipotecas a su cargo.

Sí, todos transcurren por la avenida del Cinismo y el albañal de sus intereses. No obstante, se sugiere que los que lleven diez o más años podrían obtener su plaza sin tachar casillas de test. ¡Solo había que seguir pastando! Las tres hermanas (Mariugeté, Maricomisión y Maricesif) apaciguan a los trabajadores a través de sus delegados: «Tranquilos, que las pruebas van a ser un puro trámite…». «Estáis todos dentro… No hay de qué preocuparse». ¡Literal! Solo les faltó reír como las brujas. Ninguna de las tres, auténticas parcas de los interinos, les dice que denuncien su situación, ninguna les habla de la letra pequeña, ninguna que van a competir con estudiantes con la neurona fresca, ninguna que van camino del degolladero… Y así transcurren los años: ahora solo hay que cortar el hilo…

Sí, los tres sindicatos han engañado a sabiendas a los trabajadores. (Aviso para navegantes: si quieren afiliarse háganlo a un sindicato que no esté a sueldo del patrono Estado. Consulten las bases). Solo hay que leer la ley, esas leyes de ahora donde es mucho más largo el preámbulo que el articulado. El preámbulo de la Ley 20/21, por supuesto, es un alarde de acartonado cinismo: que hacen esto para modernizar y mejorar la Administración pública, que han tenido que hacer frente a los desafíos derivados de importantes transformaciones económicas y sociodemográficas, que se ha constatado que no siempre existe una práctica asentada de convocatoria periódica y sistemática… ¡Todo jonjainas, falsiloquios y bernardinas! Europa, tras una serie de denuncias, había sacado la palmeta para arrearnos en el nalgario.

Es sintomático el uso de la señal de pasiva refleja «se»… «Se ha constatado», escribe el pollo… ¡Cómo el homúnculo redactor intenta desligar al Estado, único responsable de la situación, del fraude de ley en el que ha incurrido con cientos de miles de trabajadores durante decenios! Y es que las Administraciones públicas vivían muy bien de esta manera, en su papel de patrono chulo y defraudador. Cualquier empresa a los dos años debe hacer fijo a su trabajador. ¡Pobre de ella si no! La Administración, en cambio, se reserva uno más e incluso puede dilatar otro si concurren ciertas circunstancias. ¡Pero es que existen trabajadores con diez, veinte, treinta años en fraude de ley! El Estado, garante teórico de las leyes, es su salvaje y flagrante incumplidor. Pero como los partidos son partidos de Estado, como los sindicatos mayoritarios son sindicatos de Estado, hacen suyos los desmanes de su patrón…

¿Cuál es el engaño de esta ley que legisla sin legislar? Su engaño se contiene en su artículo 2, punto 4: «… la organización de los procesos de estabilización de empleo temporal corresponde a cada uno de los ámbitos territoriales de la Administración General del Estado…». Vamos, la comunidad autónoma, el Ayuntamiento de Torre-Pacheco o el Cabildo de Tenerife… Vamos, que no hay igualdad entre españoles. Vamos, que te vas en razón de donde vivas, yagas o estercoles… Y es que en el párrafo siguiente, para disimular ante el respetable, se proclama: «Sin perjuicio de lo anterior… el sistema de selección será el concurso-oposición, con una valoración del cuarenta por ciento, en la que se tendrá en cuenta mayoritariamente la experiencia en el cuerpo, escala, categoría o equivalente de que se trate pudiendo no ser eliminatorios los ejercicios en la fase de oposición…». Del pudiendo ser de posibilidad u opción no se informó. Lo que los sindicatos propagaron es que todo sería un «puro trámite», apelando a la tranquilidad y a la inacción de los interinos. Al final, cada administración iba a hacer lo que le saliera del tafanario, según su cálculo político y, sobre todo, empresarial. Así, comunidades autónomas como la de Madrid hacen que el examen tipo test sea eliminatorio… ¡Muy eliminatorio! Es decir, que treinta años trabajados no suponen ningún mérito si no llegabas a un número de preguntas tipo test acertadas (las falladas restan). ¡Así es la vida! Hay que leerse la letra pequeña de las leyes y no hacer caso a los titulares de la prensa del Estado, ni a las declaraciones de los partidos del Estado, ni a los sindicatos financiados por el Estado… ¡Cómo han ido guiando a los incautos corderitos al matadero!

Mas la pregunta es la siguiente: ¿qué ganan las Administraciones públicas (o sease, hospitales, colegios, escuelas infantiles y demás administraciones) mandando al garete a miles y miles y miles de sus trabajadores más cualificados? Respuesta posible: se ahorran trienios, vamos, complementos salariales por años trabajados. Además, las plazas que no se cubran se eliminan… ¡Otro ahorro consecuente! Pero la duda persiste. Porque la dichosa Ley 20/21 contempla una indemnización de 20 días por año trabajado con tope de 12 mensualidades, cuando en caso de despido improcedente se contemplan 33 días con tope de 24. (¡De nuevo el patrono Estado barriendo para casa! ¡Todo lo que hace Leviatán es procedente!). Indemnización que, por supuesto, hay que reclamar. Ya se sabe, la táctica del despiste… Pero las cuentas no salen. Pierdes a gente que ha mostrado su validez durante décadas y les tienes que soltar una pasta de repente… ¡El negocio es cojonudo! Pierde el ciudadano usuario del servicio público que va a ver una merma en su calidad. Pierde el trabajador que es también contribuyente. Pierden las arcas del Estado que van a tener que movilizar una partida gansa por una merma en su eficiencia. Estas terribles disonancias, desde el punto de vista de la racionalidad económica y administrativa, solo se explican si existe algún beneficio oculto. La Comunidad de Madrid, por ejemplo, siempre ha querido convertir en un negocio el cuidado y educación de los más pequeños. Se trata de externalizar la gestión, de pagar a un «abanico selecto» de empresas la gestión de los servicios públicos, de encargarles a ellos la contratación, de pagar poco e incrementar la cuenta de resultados de las empresas favorecidas. El negocio está en los nichos de mercado de demanda constante: tanatorios, sanidad, educación… ¡Bienvenidas las plazas no cubiertas y el ERE más que encubierto! Conclusión: empleo de exigua calidad, servicio público envilecido y dinero para los amiguetes. ¡Prevaricando que es gerundio!

Pero en este caso todos han estado de acuerdo. Los de diestra a su trantrán privatizador, los de siniestra a hacer su paripé pro empleo público, cuando de facto están por lo contrario. Los medios de comunicación o han callado (total, una matanza más) o han tergiversado las noticias. ¡Hay que apaciguar a la cabaña! ¡Orden de los caporales! En la semana que escribo esto se celebraba el enésimo congreso de la UGT. A él asistió el presidente del Gobierno (sí, ese que firma junto al monarca la Ley de Degollinas 20/21), más también se quiso apuntar el jefe de la oposición. ¡Bermejos y carcundas a hacerse fotos con el sindicalista sexagenario y encantador! Los tres tienen en común (con escasas diferencias) haber vivido del Estado toda su vida. Unos días después salta la notica de la condena de la antigua cúpula de UGT Andalucía por un fraude de 40 millones de euros. ¡Arriba el sindicalismo de fular!

Si es malo para los trabajadores, para los usuarios, para los contribuyentes, paras las arcas del Estado, que son teóricamente de todos… ¿Por qué se sigue adelante? Lo primero que se constata es que no existen vasos comunicantes entre el interés de la mayoría y las decisiones que toman nuestros gobernantes. Son decisiones que benefician a unos pocos («oligo», que viene del griego ὀλίγος, poco, escaso, reducido) en contra del «demos» (δῆμος, pueblo). Son decisiones de unos pocos en contra de todos. Son decisiones de oligarcas, de un número escaso de individuos… ¡Y tanto! Decide el poder ejecutivo, que le indica al legislativo lo que tiene que votar y que tiene domado al judicial para que no se incline contra la parte que sufre el fraude y el abuso por parte del todopoderoso Estado. No se defiende a los interinos que sufren el fraude.

Las Tres Hermanas funcionan como órganos integradores de las masas de curritos en el Estado. ¿Su fin? Controlarlas y desactivarlas. Eso son los sindicatos estatales en fase avanzada: paripé de cara a la galería y obediencia simulada o no a los rabadanes. Aquí manda el Estado y el partido de Estado que le toque en ese momento sentarse a la grupa del Leviatán, aunque, como hemos visto, a la hora de la escabechina todos se ponen contradictoriamente de acuerdo. Los corderitos solo pueden balar de dolor o de disgusto porque ignoran cuándo será el próximo sacrificio: están integrados en el Estado a través de partidos de Estado, de sindicatos de Estado y tranquilizados por medios financiados, de una o de otra manera, por él. La voluntad y los intereses del hato ciudadano están secuestrados. Lo llamarán democracia, pero esto era el embriagador sueño del fascio: la asunción de la voluntad ciudadana en una sola voluntad estatal. Totalitarismo, en nuestro caso, con libertades otorgadas para disimular, porque en lo fundamental no decidimos nada. Vamos, que el de arriba hace lo que le da la gana sin control o con control simulado, que es mucho más fino… ¡¿Qué demonios nos han vendido!? ¡Heil, Transición!

¡Últimas noticias sobre el ERE encubierto! Las Tres Hermanas negocian el convenio colectivo que está pronto a caducar. Quieren fijar el máximo de interinidad a tres años. Para eliminar trienios, méritos y soslayar el fraude de ley, la Cosa Nostra sindical obligará a los interinos a un ostracismo de 6 meses de la comunidad extinguidos sus tres años: pasados seis meses y un día no existe ya concatenación de contratos, por lo que el despido sale a cuenta. A cambio de la felonía, conseguirán carrera profesional para algunos trabajadores. Vamos, privilegios para los que se quedan y degollina para los trabajadores que han engañado y se han negado a defender. Además, se comprometen a no organizar huelgas, manifestaciones, ni llevar a cabo ninguna medida de presión mientras dure la negociación… Los representantes de los trabajadores, además de amarillos de ictericia patronal y estatal, castrados para mayor gloria de su sumisión.

Y la carrera de la infamia de los sindicatos estatales sigue su curso… ¿Saben el daño que están haciendo? Ruina y depresión para miles y miles de familias. Para miles y miles de mujeres, mayoritariamente. Mas no existe empatía en ellos. Son mercaderes de vidas. Líderes sindicales psicopáticos. Matarifes de compañeros. Eunucos sindicales satisfechos. ¿Habrá un círculo del infierno específico para todos ellos? Esperemos un nuevo Dante para que nos lo cuente.

Pues ahí están, miles y miles de interinos convertidos en chuletas de palo. La mayoría creyeron los embustes de sus sindicatos, simples matanceros a las órdenes de sus compañeros del Estado. Por eso no podemos decir que no nos importa la política. Porque al final la oligarquía sindical y política nos chuletea para cumplir sus objetivos y ganar sus prebendas. Hace poco una ministra responsable de los cauces y los ríos se escondía entre los cañaverales para ser elegida comisaria en Bruselas. Los más de doscientos muertos del desastre desembocaban, ante su mirada ministerial e impertérrita, en el mar de la ignominia y el olvido en el horizonte. ¡Los políticos saben tanto de alimentación cadavérica! Entre tanto, el responsable de la Comunidad Valenciana es sorprendido quitando el techo a los sueldos de sus mayorales: ¡hay que potenciar el talento! ¡Y más rodeado de cadáveres!

El cuadro está hecho. Somos corderos que refrendamos cada cuatro años la lista de pastores y matarifes. Podemos balar con disgusto, hacer alguna cabriola de desafecto, pero siempre seremos para ellos parientes cercanos del medroso e ignaro borreguito de Norit. ¿Recuerdan qué inerme y que simpático? Y es que saben que al final pastamos en el prado de la derecha o de la izquierda. Que ni siquiera cuando nos hacen chuletas reaccionamos. ¡Tal es la identificación con mayorales y chacineros! Ellos, por supuesto, no tienen que realizar oposición alguna. Ellos siguen medrando, haciendo crecer sus redes clientelares y disfrutando sus sueldos y sinecuras. No les importa que la gente se quede en la calle o flote inerte por los ríos. Es así. Maquíllenlo como quieran. La oligarquía crea mandamases psicopáticos. Mas ha llegado el momento de que los corderos rescaten el lobo sabio que llevan dentro. Que nos unamos en manadas de dignidad y de justicia. Que señalemos a esta aristocracia de pellico y de cayado. Que las leyes dejen de hacerse en beneficio de unos pocos mientras distribuyen sus cínicas y alienantes golosinas. Lechales con Franco, ternascos con esta oligarquía de partidos… ¡Jamás ya un indignado! ¡No más hatos en las plazas públicas sin saber contra qué protestan! ¡Comámonos sus papeletas de voto como cabras sabias! ¡Por Dios, aullemos contra esta tiranía atemperada de monórquidos recauchutados!

Donación de libros, presentación y coloquio en la Universidad Pública de Navarra

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El 21 de noviembre, el Movimiento de Ciudadanos hacia la República Constitucional tuvo la satisfacción de obsequiar a la biblioteca de la Universidad Pública de Navarra con las doce obras que atesora actualmente la Editorial MCRC. A las 12:00 horas tuvo lugar la donación de los ejemplares y posteriormente, el presidente Juanjo Charro y los autores Jesús Palomar y Martín-Miguel Rubio presentaron las tres recientes adquisiciones que se unen al acervo literario de nuestro movimiento, a saber: (1) Tres prólogos de Antonio García-Trevijano, (2) Apuntes de un disidente: contra la corrección política de Jesús Palomar Vozmediano y (3) Recuerdos de Trevijano de Martín-Miguel Rubio.

Los últimos informes PISA señalan que la educación española está en estado crítico. Esperamos que la presencia de estas obras en las sedes del conocimiento contribuya a estimular la libertad y la educación de los estudiantes, y devuelva el pensamiento crítico al alma mater intelectual de la sociedad. Agradecemos profundamente el recibimiento y la colaboración de los miembros de la Universidad Pública de Navarra y la labor de Pepe Muñoz, llevando el conocimiento y la cultura a la comunidad universitaria.

La corrupción, factor de obediencia

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Pedro Manuel González, autor del libro «La Justicia en el Estado de partidos», en el capítulo nº 240 de «La lucha por el derecho» analiza cómo afecta a la ética colectiva la corrupción como factor de gobierno.

Aldama y la corrupción vertebradora del Estado

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La corrupción es factor de gobierno en esta monarquía de los partidos. De la misma manera que la Constitución permanece porque no se cumple. Sin separación de poderes y sin representación es imposible vertebrar el Estado, si no es con esa corrupción. Los engranajes del consenso giran utilizando a ésta como lubricante.

La reciente declaración judicial de Víctor de Aldama es otra prueba de ello, demostrando que el cohecho y la malversación son instrumentos de cohesión interna y externa para las élites políticas. Por un lado, garantizan la fidelidad entre los actores implicados, y por otro, actúan como medio para perpetuar un sistema basado en la apropiación y redistribución arbitraria de los recursos públicos.

El caso de Aldama ejemplifica cómo las élites económicas y políticas, españolas y extranjeras, se fusionan en una red clientelar que atraviesa todos los estamentos del Estado e incluso las fronteras. Mientras no se instituya la separación efectiva de poderes y se entregue a los gobernados la capacidad de elegir y revocar a sus representantes, la depredación económica y la inmoralidad seguirán siendo los motores del Estado.

Pero más grave aún que la corrupción institucional es la que afecta a la ética colectiva. Cuando la sociedad acepta la corrupción como un «mal menor» o como el precio que hay que pagar por la estabilidad, abdica de su moral. La pasividad de los gobernados es fruto de la ignorancia sobre lo político, aliñada con la desesperanza inducida. El régimen ha logrado desactivar la rebeldía natural de la sociedad civil, neutralizándola y transformándola en espectadora de su propia explotación.

Un pueblo que tolera la corrupción no solo es víctima de los corruptos, sino cómplice, aunque sea por omisión. La normalización de este fenómeno implica que la corrupción deja de ser vista como un crimen colectivo para convertirse en un hecho cotidiano, incluso trivializado por el humor o el cinismo.

Por su parte, los medios de comunicación, lejos de cumplir su función como vigilantes del poder, se han convertido en los principales normalizadores de la corrupción. A través de la banalización, la saturación informativa o la presentación de ésta como un mal generalizado e inevitable, refuerzan la percepción de que nada puede hacerse. El resultado no solo es la desmoralización, sino también la desmovilización, a no ser que sea hacia las urnas para ratificar nuevas listas.

Si todos son corruptos, entonces nadie lo es. Y si nadie lo es, ¿para qué exigir responsabilidades? Este es el discurso de los poderosos, que perpetúa la impunidad bajo la apariencia de transparencia. No es suficiente cambiar las caras de quienes gobiernan; ni siquiera basta con endurecer las leyes contra la corrupción. Mientras la relación de poder se mantenga intacta, la corrupción seguirá siendo su manifestación natural. La solución no reside en la reforma, sino en la ruptura.

Solo la instauración de una República Constitucional —con separación de poderes, elecciones representativas y un poder judicial independiente— puede garantizar la ética en la vida pública. Mientras el pueblo no conquiste su libertad política colectiva, seguirá siendo rehén de los corruptos.

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Política de privacidad

Queremos que leas y comprendas esta Política de Privacidad. Por eso, la hemos redactado en un lenguaje fácil y sencillo. No obstante, si quieres consultar las cuestiones más importantes, puedes dirigirte directamente al final y las verás especificadas de forma concisa en una tabla.

¿Quiénes somos y qué hacemos con tus datos?

En la asociación Movimiento de Ciudadanos hacia la República Constitucional (MCRC) (en adelante, “MCRC"), somos responsables del tratamiento de tus datos de carácter personal que llevaremos a cabo desde la página web del Diario Español de la República Constitucional (en adelante, el “Diario”): www.diariorc.com, la cual incluye la tienda de la editorial del MCRC (en adelante, la “Tienda”), cuyo dominio es de nuestra titularidad, según la información recogida en esta política de privacidad. Debes saber que somos una asociación cultural con domicilio social en Calle Alondra 1, Prado de Somosaguas, Pozuelo de Alarcón, 28223, Madrid, y nuestro NIF es G-86279259. Si tienes cualquier duda o consulta acerca de cómo tratamos tus datos, puedes escribirnos a [email protected] y estaremos encantados de atenderte. El acceso y/o uso al Diario te atribuye la condición de usuario (en adelante, “Usuario”), e implica la aceptación, desde dicho acceso y/o uso, de la presente Política de Privacidad para las finalidades indicadas en la misma así como el Aviso Legal, que también puedes consultar en el Diario.

¿Qué información recabamos sobre ti?

Recogemos los datos estrictamente necesarios para garantizar el correcto funcionamiento del boletín, la provisión de los servicios de venta ofrecidos en la Tienda, así como para asegurar que cumplimos con lo que nos piden los Usuarios, ya sea mediante la solicitud de información como el envío de compras realizadas a través del Diario. Recabamos información sobre ti cuando:
  • Nos solicitas información, ya sea vía email o a través de nuestro formulario web.
  • Te suscribes a nuestro boletín informativo, y/o solicites el envío las publicaciones por Whatsapp.
  • Nos remites obras para su publicación en el Diario.
  • Realizas una compra en la Tienda.
  • Dejas un comentario en la sección de comentarios de los contenidos del Diario.
Para que la información facilitada esté siempre actualizada y no contenga errores, recuerda comunicarnos las modificaciones que se vayan produciendo de tus datos de carácter personal a través de un correo electrónico a nuestra dirección. Además, cuando navegues por el Diario, podrán instalarse en tu dispositivo distintas cookies y otros dispositivos de seguimiento con el fin de asegurar un correcto funcionamiento de la página web, tal y como te explicamos en la Política de Cookies que puedes consultar en el Diario.

¿De dónde hemos obtenido tus datos?

Como puedes ver en el apartado anterior, los datos personales que necesitamos tratar en relación con el Diario, nos los aportas libremente a través de distintos canales. No obstante, en caso de que aportes datos personales de un tercero, garantizas que le has informado de esta Política de Privacidad y has obtenido su autorización para facilitarnos sus datos con las finalidades indicadas. Igualmente, te haces responsable de cualquier daño o perjuicio, directo o indirecto, que pudiera ocasionarse como consecuencia del incumplimiento de tal obligación. Como Usuario, garantizas que los datos que nos facilites -ya sean tuyos o de un tercero- serán veraces y exactos, debiéndonos comunicar cualquier modificación de los mismos. Nos reservamos el derecho a excluir del Diario a aquellos usuarios que hayan facilitado datos falsos, sin perjuicio de las demás acciones que procedan en Derecho.

¿Cómo funciona el boletín y la lista de difusión de Whatsapp?

El MCRC cuenta con un boletín informativo digital mediante el cual se comunica con sus asociados y suscriptores para mantenerles informados de las últimas publicaciones, novedades, acciones y participaciones. Suscribirte al boletín es muy sencillo, simplemente tienes que indicar tu correo electrónico en el apartado al efecto del Diario. Así mismo, el MCRC dispone de una lista de difusión de Whatsapp mediante la cual realiza avisos informativos con las publicaciones del boletín. Si quisieras recibir los avisos mediante la lista de difusión simplemente tendrás que aportar tu número de teléfono. Todos los datos que nos proporciones serán tratados de conformidad con esta Política de Privacidad.

¿Cómo usaremos tus datos y en base a qué?

Los datos de carácter personal recabados por el MCRC podrán ser utilizados para las siguientes finalidades: (i) Información. (ii) El envío del boletín informativo del MCRC mediante correo electrónico, y para enviarte mensajes informativos por Whatsapp en el caso de haberte suscrito. (iii) El envío de compras realizadas en la Tienda. (iv) La publicación de comentarios en el Diario. Desde el MCRC utilizaremos tus datos con las siguientes finalidades:
  1. Atender tus peticiones de información.
  2. Enviarte el boletín informativo en el case de haberte suscrito.
  3. Enviarte cualquier compra realizada en la Tienda a la dirección que nos proporciones.
  4. Generar facturas relacionadas con las compras realizadas en la Tienda.
  5. Atender cualquier solicitud de ejercicio de tus derechos que nos puedas hacer llegar, en cumplimiento de nuestras obligaciones legales.

¿Durante cuánto tiempo guardamos tus datos?

Sólo mantendremos tus datos durante el tiempo que sea estrictamente necesario para ofrecerte la información que requieras y poder realizar los envíos y realizar un seguimiento de los mismos, y posteriormente durante el periodo que resulte indispensable para poder cubrir eventuales responsabilidades o para la formulación, ejercicio o defensa de reclamaciones. No obstante lo anterior, podrás solicitar la eliminación de tus datos, y en caso de resultar aplicables dichos plazos legales de conservación, se mantendrán bloqueados durante el tiempo que la normativa establezca. En cuanto a nuestro boletín, conservaremos los datos proporcionados en tanto no manifiestes tu voluntad de darte de baja de los servicios.

¿Vamos a comunicar tus datos a terceros?

No cederemos tus datos a terceros excepto cuando se nos requiera por Ley, y en particular, podremos comunicar tus datos a las siguientes entidades, siempre en relación con las finalidades descritas:
  • A los órganos competentes de las Administraciones Públicas en cumplimiento de las obligaciones legales que nos sean de aplicación.
  • A nuestros proveedores de servicios auxiliares, necesarios para el normal funcionamiento de los servicios contratados, incluido el envío de las compras realizadas en el portal. En el caso de que algún proveedor se encuentre en una jurisdicción ajena al ámbito de aplicación del RGPD, te garantizamos que se encontrarán adheridos al Escudo de Privacidad (Privacy Shield) UE - EE. UU. Puedes aprender más haciendo click en este hipervínculo: https://www.aepd.es/sites/default/files/2019-09/guia-acerca-del-escudo-de-privacidad.pdf
    • A nuestros colaboradores, en el seno de prestaciones de servicios, los cuales estarán obligados a su vez a guardar la más estricta confidencialidad.

¿Cuáles son tus derechos y cómo puedes ejercitarlos?

  1. Derecho a acceder a tus datos personales para saber cuáles están siendo objeto de tratamiento y con qué
  2. Derecho a rectificar cualquier dato personal inexacto -por ejemplo, si necesitas actualizar la información o corregirla en caso de que fuera incorrecta-.
  3. Suprimir tus datos personales, cuando esto sea posible. Si la normativa vigente no nos permite eliminar tus datos, los bloquearemos durante el tiempo restante.
  4. Solicitar la limitación del tratamiento de tus datos personales cuando la exactitud, la legalidad o la necesidad del tratamiento de los datos resulte dudosa, en cuyo caso, podremos conservar los datos para el ejercicio o la defensa de reclamaciones.
  5. Oponerte al tratamiento de tus datos personales.
  6. Llevar a cabo la portabilidad de tus datos.
  7. Revocar el consentimiento otorgado -por ejemplo, si te suscribiste al boletín y ya no deseas recibir más información-.
  8. Ejercer tu derecho al olvido.
Podrás ejercitar tus derechos en cualquier momento y sin coste alguno, indicando qué derecho quieres ejercitar, tus datos y aportando copia de tu Documento de Identidad para que podamos identificarte, a través de las siguientes vías:
  1. Dirigiendo un correo electrónico a nuestra dirección: [email protected]
  2. Dirigiendo una solicitud escrita por correo ordinario a la dirección Calle Alondra 1, Prado de Somosaguas, Pozuelo de Alarcón, 28223, Madrid.
  3. Además, cuando recibas cualquier comunicación nuestra, clicando en la sección de baja que contendrá esa comunicación, podrás darte de baja de todos envíos de comunicaciones del MCRC previamente aceptados.
  4. Cuando te hayas suscrito a la recepción de mensajes informativos a través de Whatsapp podrás cancelar la suscripción desde el formulario del Diario donde te diste de alta, indicando que deseas darte de baja.
Si consideras que hemos cometido una infracción de la legislación en materia de protección de datos respecto al tratamiento de tus datos personales, consideras que el tratamiento no ha sido adecuado a la normativa o no has visto satisfecho el ejercicio de tus derechos, podrás presentar una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos, sin perjuicio de cualquier otro recurso administrativo o acción judicial que proceda en su caso.

¿Están seguros tus datos?

La protección de tu privacidad es muy importante para nosotros. Por ello, para garantizarte la seguridad de tu información, hacemos nuestros mejores esfuerzos para impedir que se utilice de forma inadecuada, prevenir accesos no autorizados y/o la revelación no autorizada de datos personales. Asimismo, nos comprometemos a cumplir con el deber de secreto y confidencialidad respecto de los datos personales de acuerdo con la legislación aplicable, así como a conferirles un tratamiento seguro en las cesiones y transferencias internacionales de datos que, en su caso, puedan producirse.

¿Cómo actualizamos nuestra Política de Privacidad?

La Política de Privacidad vigente es la que aparece en el Diario en el momento en que accedas al mismo. Nos reservamos el derecho a revisarla en el momento que consideremos oportuno. No obstante, si hacemos cambios, estos serán identificables de forma clara y específica, conforme se permite en la relación que hemos establecido contigo (por ejemplo: te podemos comunicar los cambios por email).

Resumen de Información de nuestra Política de Privacidad.

Responsable del tratamiento MOVIMIENTO DE CIUDADANOS HACIA LA REPÚBLICA CONSTITUCIONAL (MCRC) Calle Alondra 1, Prado de Somosaguas, 28223, Pozuelo de Alarcón, Madrid. NIF: G-86279259
Finalidades de tratamiento de tus datos personales - Atender tus solicitudes de información, comentarios, peticiones y/o consultas en el marco de tu relación con el MCRC. - Atender las solicitudes para el ejercicio de tus derechos. - Enviarte todas las comunicaciones a las que te hubieras suscrito, incluido el boletín (si te hubieras suscrito) y comunicaciones por Whatsapp. - Enviar cualquier compra realizada en la Tienda del MCRC.
Origen de los datos tratados - Nos los has facilitado libremente tú mismo o un tercero en tu nombre. - Los hemos recabado a través de nuestro Sitio Web mediante cookies. Puedes obtener más información sobre este tratamiento en nuestra Política de Cookies.
Base de Legitimación para el tratamiento - El tratamiento es necesario para la ofrecerte la información necesaria en atención a tu condición de asociado del MCRC. - Para determinados tratamientos, nos has dado tu consentimiento expreso (ej participación en una acción; boletín…). - Contrato de compra entre las partes.
Cesión de datos a terceros - Cedemos tus datos a proveedores de servicios, incluidos aquellos relativos al envío de las compras realizadas en la Tienda. - En ningún caso se cederán tus datos a personas ajenas a la actividad del MCRC (ya sean asociados o ajenos a la asociación) y los servicios que nos has sido solicitado. - Cedemos tus datos a determinadas autoridades en cumplimiento de obligaciones legales (ej. Administraciones Públicas).
Plazos de conservación - Conservaremos tus datos durante el tiempo que siga vigente tu relación con el MCRC. - Si nos pides expresamente que los eliminemos, así lo haremos salvo que exista una obligación legal que nos lo impida o que, por ejemplo, necesitemos utilizarlos para la formulación, ejercicio y defensa de reclamaciones.
Derechos del interesado Podrás solicitarnos el ejercicio de tus derechos por correo electrónico: [email protected], o por escrito a nuestro domicilio social en Calle Alondra 1, Prado de Somosaguas, 28223, Pozuelo de Alarcón, Madrid. Puedes pedirnos el derecho a acceder a tus datos, a solicitar su rectificación o supresión, a limitar el tratamiento de tus datos, o a oponerte a determinados tratamientos, a retirar el consentimiento que nos hubieras prestado, a la portabilidad de tus datos o a no ser objeto de una decisión basada únicamente en el tratamiento automatizado. Si no estás de acuerdo con el tratamiento que realizamos de tus datos, puedes presentar una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos: www.aepd.es. Si tienes alguna duda sobre esta Política de Privacidad o el tratamiento de tus datos, escríbenos a nuestra dirección de correo electrónico [email protected], y estaremos encantados de atenderte.

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