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domingo 21 diciembre 2025
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Asco

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Espontáneamente me invadió un sentimiento de asco cuando vi la impudicia del señor Don Jose Luis Rodríguez Zapatero, tras ganar su partido las recientes elecciones legislativas -no presidenciales-, de acordarse del factor inhumano que supuso la incidencia en las urnas del asesinato del pobre ex-concejal Isaías Carrasco. ETA y la partitocracia, una vez más, se vampirizan en la espiral del buitre y la carroña. Sólo faltó al líder del PSOE descifrar la crudeza utilitaria del atentado, terminando la frase con el subconsciente "gracias por los servicios prestados".   Las actuaciones post-electorales del jefe del PP, Don Mariano Rajoy,  y sus portavoces más que asco daban pena. Conscientes de que esta vez la moneda del terror había salido cruz para ellos, translucían en sus rostros la  frustración inconfesada de que el asesinado no hubiera sido uno de sus afiliados.   ETA, la partitocracia y sus medios de comunicación se han  abrazado  de nuevo en la explotación partidista de los réditos electorales del terror. Los mismos sentimientos mezclados de asco y pena me asaltaron cuando vi, en todas las televisiones -publicas o privadas es lo mismo-,  las imágenes de la viuda y la hija huérfana como votaban sin necesidad de decir a quien.   El colmo de la manipulación de los familiares de las victimas de ETA, la ruptura del círculo de intimidad que debería rodearla con la dignidad del respetuoso silencio, se produjo cuando la huérfana mas exhibicionista de su dolor agradeció a los españoles que hubieran acudido en masa a las urnas, como si éstas hubieran sido crematorias del cadáver de su padre.   Si hubiese democracia, y tuviera que elegir mi diputado de distrito, ó al Presidente de la República Constitucional, no haría falta votar a nadie para derrotar a ETA. Dentro de no muchos años parecerá increíble que El País, el periódico de los intelectuales, llegara a sostener que al grupo terrorista se le   derrota con votos.  El terror, las urnas de la partitocracia y los chamanes del 'como sí' seguirán alimentándose hasta que la libertad politica arroje pistolas y mascaras a la hoguera de la verdad. Mientras tanto los buitres y la carroña seguirán enlazados en la cadena alimenticia del poder estatal.   Sr. Rodríguez Zapatero (foto: ferran pestaña)

Indignidad

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Señores Acebes y Rajoy El desacato a la inteligencia y la obediencia a los instintos de poder constituyen las normas de conducta de la clase partidocrática. Si la fuerza, llamada por Gramsci dictadura, reside en el Estado, el equilibrio de fuerzas estatales se mantiene: Zapatero conserva la del Gobierno, merced a la hegemonía del PSOE en la sociedad de votantes, mientras el Partido Popular continúa en la reserva, aquilatando su condición de segundo beneficiario estatal.   Las rebeliones internas de un grupo con afán de dominio provienen del temor a la inseguridad vital o del miedo a perder la condición habitual de una vida privilegiada. Rajoy, con el aumento de votos y escaños de su fuerza política, no ha alterado la manera de vivir del grupo, ni, por tanto, su manera de pensar; y está dispuesto, tal como la Naturaleza, a proceder con derroche por tercera vez.   En cualquier caso, siguiendo a Max Weber, la probabilidad de que Rajoy, en su partido y en el ámbito social de la derecha, esté en condiciones de imponer su voluntad a pesar de la resistencia o independientemente del fundamento de esa probabilidad, define el poder de este jefe de partido estatal, que tiene una inmensa capacidad para producir efectos queridos y previstos en otras personas. Si el organismo humano requiere padecer alguna enfermedad con el fin de equilibrar sus funciones, la robusta ortodoxia de los partidos ya no tiene necesidad de herejías. El patriotismo de partido domina la sociedad civil, haciendo creer a los votantes que los medros y solidaridades del partido son los suyos propios.   En un medio cultural como el de nuestra sociedad, tan refractario al conocimiento, donde la verdad resulta incompatible con el discurso público, las siguientes palabras de Jefferson, aplicadas a España, describen lo notorio: "La dependencia engendra servilismo y banalidad, sofoca el germen de la virtud y prepara las herramientas adecuadas para los designios de la ambición".   Pico de la Mirandola, sostenía en De dignitate hominis, que Dios había otorgado al hombre la libertad, o sea, la posibilidad de elegir su propio destino, y de volverse bestia o ángel. La dignidad colectiva exige la conquista de la democracia para volvernos hombres libres.

Calles de servidumbre

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La Abogacía del Estado ha redactado un informe en referencia al parque de Hernani que lleva el nombre del etarra José Manuel Aristimuño. Las conclusiones son las siguientes: 1ª: El parque constituye una vulneración al derecho al honor y la dignidad de las víctimas del terrorista en particular y de la sociedad en general. 2ª: El acuerdo del Ayuntamiento para la creación del parque es nulo de pleno derecho por la vulneración de los derechos mencionados. 3ª: El acuerdo es también “radicalmente nulo” por homenajear a terroristas. 4ª: Es procedente que el Ayuntamiento sea requerido para modificar el nombre del parque y, en caso de incumplimiento, se impugne el acto ante la Jurisdicción Contencioso-Administrativa. 5ª: Debe llegarse a idénticas conclusiones en casos parecidos.   << (…) El reconocimiento que (…) realiza el Ayuntamiento de Hernani (…) supone una manifestación expresa por parte de la Entidad Local de las 'bondades' de la actividad de dicha organización terrorista (…) y sobre las heroicidad de un terrorista etarra fallecido>>; así describe los hechos la Abogacía sin citar el delito de apología del terrorismo que, legalmente, debería poner de manifiesto. Incluso cuando el gobierno se muestra más beligerante con los terroristas, esta institución sabe hasta dónde debe llegar.   En nada se diferencian, políticamente, los partidos proetarras y aquellos que defienden la “democracia del 78”. Todos canalizan entelequias que van desde la servidumbre del pueblo hasta su propia instalación en el Estado en bien de la sociedad civil. KAS quiso llevar a los altares civiles de Hernani la sangrienta utopía terrorista que pide la libertad de los pueblos mientras ocupaba el poder gracias a leyes que niegan la libertad del hombre. Los señores Zapatero y Rajoy, echaban pestes de los terroristas, sus familias, sus amigos y sus derechos, mientras no descartaban pactar una coalición de gobierno con el PNV, partido cuyo jefe apadrina una campaña para que se realice un referéndum sobre la independencia del País Vasco. Tanto unos como otros volverán a pactar con quienes quieran y cuando quieran. La impunidad se lo permite. hechos significativos JP Morgan compra Bear Stearns a precio de ganga para evitar su quiebra por falta de liquidez. El Consejo de la Profesión Médica de Cataluña ha decidido que los facultativos cobren según lo trabajado. La Fiscalía andaluza investiga a los guardias civiles que no pudieron salvar la vida de un emigrante después de pinchar su chaleco salvavidas.

La infancia de Juan

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(Foto: iMorpheus) La infancia de Juan Está nevando. El chiquillo corre a tramos cortos y despavoridos, salta las vías sin apenas levantar el cuerpo del suelo, aparece y desaparece entre las máquinas quietas sobre los raíles. Llega hasta unos cuarenta metros del tren donde se encuentran todos sus antepasados y le sorprende no ver centinelas; los malditos alemanes los han debido de encerrar y ni siquiera les preocupa si podrán sobrevivir al frío, que mueran o escapen. No se oye un ruido. Por un momento, el tren parece una de las imágenes de Alfredo Stieglitz, pero la agitación del niño y sus mejillas encarnadas sacarían a cualquiera de la eternidad. Afina el oído… nada.   El III Reich siempre fue consciente de su propia decadencia y ahora, cuando todos sienten que son los últimos tiempos, que todo es una transición, sólo se piensa en disfrutar lo que venga; ya nadie cumple con función alguna si no media el lucro o el olvido de los pecados. El régimen está tan inmóvil como ese tren. Las sociedades y sus nombres se quedan muy solos cuando quienes las integran no tienen voz. Sigue nevando.   Por primera vez el jadeo se hace visible en el aire y el movimiento empieza a subir por fin la temperatura del cuerpo del niño. Casi puede tocar el último vagón, la grasa del tope en el que se apoya le mancha el pelo amarillo y mojado. Es al final cuando se debe ser más cuidadoso, decía siempre su padre. Sale corriendo y los ojos se le llenan de lágrimas. Un perro ladra a lo lejos mientras el pequeño aplica con todas sus fuerzas la oreja a la madera congelada que abrasa la piel. Frenético, corre el pasador y tira con todas sus fuerzas de la puerta, pero no puede moverla; tira y tira hasta caer extenuado y roto. Ya no puede llorar, se tumba. Entonces, la puerta del vagón se abre desde dentro y una luz brillante cubre la nieve sucia. Muchas caras se asoman sonrientes y curiosas. “Sólo es una fiesta pequeño, puedes pasar, pero antes arréglate un poco, mira cómo vas”.   Juan murió durante la guerra, Andrés Tarkovski en el ochenta y seis y no estamos en Rusia, sino en España. Todos ríen. ¿Quién contará esta historia?

Izquierda-derecha

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La ley no da los mismos derechos al pobre que al rico (Plauto). Éste goza de libertades que aquél no tiene posibilidad de ejercer. En materia de libertades económicas y culturales, la igualdad ante la ley es un principio teórico que solo tiene aplicación práctica entre sujetos pertenecientes a la  misma categoría social. La legislación sobre concesiones administrativas,  por ejemplo, tiene la naturaleza excepcional de los privilegios, aunque el destinatario de los mismos no sea una persona singular, sino la pequeña comunidad de empresarios con capacidad económica y tecnológica para  explotar las licencias. La igualdad de derechos solo tiene relación con la justicia en comunidades de individuos con igualdad de capacidades. Cuanto más bajas sean éstas, mayor será la extensión de aquellos. Es el secreto patentado por la socialdemocracia estatal.    Esto explica la fácil adopción por las masas de las doctrinas igualitarias que nivelaban hacia abajo (anarquismo, comunismo, socialismo) y su apoyo a cualquier tipo de Estado que suprimiera la libertad politica. Aunque pocos lo adviertan, la desigualdad entre derechos y capacidades ha sido también la base sentimental de la doctrina liberal, que identificó el liberalismo económico con las libertades personales, ignorando que la libertad política es, por esencia y definición, libertad colectiva.   La coincidencia de todos los partidos actuales en el desprecio de la libertad politica, junto a la universalización de los derechos sociales, permitió la transformación de las dictaduras en Estados de Partidos, mediante un consenso socialdemócrata que, sin libertad política,  redujo las diferencias ideológicas a eso que los partidos llaman, con mentalidad cursi, “distintas sensibilidades”, y que en realidad son matices poco refinados del lenguaje demagógico usado tradicionalmente por las autoridades estatales.     Si todos los partidos reconocen la propiedad privada de los medios de producción y aceptan las leyes del mercado capitalista, ninguno  puede ser socialista o de izquierdas. Si todos defienden el escrutinio proporcional ninguno puede ser liberal o de derechas.  Si todos se han transformado en órganos del Estado, ninguno puede ser representativo de la sociedad civil.   florilegio "Es de izquierdas todo lo que crea algo de interés para la humanidad. Es de derechas lo que lo conserva y reproduce. Es reaccionario lo que se opone al cambio social. Es revolucionario todo lo que impulsa el progreso moral.  Y ninguno será más consistente que el conquistado por la libertad política."

Pluralismo partidista

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Resulta inverosímil que ningún sector de la opinión pública española haya atribuido, aunque fuera por mera especulación, los horripilantes desmanes del poder, pasados y presentes, a una causa institucional. La línea que une la corrupción y la mentira oficial, la desnacionalización de España, el crimen de Estado, o la evidente jerarquía de los ciudadanos ante la ley, corre paralela a esta monarquía posfranquista. Denunciar públicamente la falsedad de este régimen de partidos es algo imposible, pues alguna forma de selección social impide sincronizar los medios de difusión adecuados para hacerlo con la libertad de espíritu para pensarlo. Y, cuando se traspasa esta barrera, la unanimidad de los corifeos de la oligarquía dominante convierte la disidencia en extravagantes e insignificantes delirios personales; por ser tan imposible negar los hechos como desligarlos de sus evidentes causas. No parece que el cacareado pluralismo de esta sociedad dé para más. Pero, ¿qué es el pluralismo si no la posibilidad de que haya tantas opiniones o intereses como individuos, pudiéndose asociar libremente entre ellos? El pacto de la Transición hecho Ley nos lo niega: son “los partidos políticos” quienes “expresan el pluralismo político” —artículo 6 de la Constitución Española de 1978? y no los ciudadanos. O sea, en política sólo puede haber tantas opiniones o intereses como partidos estatales; y necesariamente han de integrarse en estas organizaciones, pues “son instrumento fundamental para la participación política” (el citado artículo), que bien pueden comprobarlo los que votan obligadamente sus listas.   La mera existencia de varios partidos políticos —llegados al Estado totalitario como asunción de pasadas legitimidades— se asimiló a la libertad. Su suma, a la representación global de la sociedad. Los mismos discursos y mecanismos sociales que sustentaron el franquismo, se reciclaron para hacerlo ahora con la partitocracia. Pocos se muestran conformes con los resultados. Pero sólo se da pábulo a las denuncias de quienes terminan por utilizar su autoridad moral, así lograda ante los demás, para, seguidamente, reingresar a los descontentos en el mismo mecanismo institucional que reproducirá los hechos delatados, limpios ahora por el exorcismo de su publicidad, como si sólo se tratara de eso; aunque añadiendo, sí, la prudente recomendación de votar a otro partido. En esto consiste el pluralismo en España.   “Contengo multitudes”, por Catherine Jamieson

Una persona, X votos

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Sea la siguiente ecuación: P = V · X donde P es el número de votantes de una circunscripción electoral, V es el valor de sus votos en unas elecciones, y X es un factor de corrección. Si asumimos que el voto de cada persona vale lo mismo, el valor del factor de corrección X es la unidad, y la ecuación se puede simplificar a: P = V · 1 = V. De aquí se extrae el siguiente corolario: “En un sistema representativo, el valor del voto de cada persona es la unidad”. O lo que es lo mismo: “una persona, un voto”.   Para validar si un sistema es representativo, y por tanto, cumple una de las condiciones básicas de la democracia formal, la ecuación anterior debe ser verdadera (y X=1). Apliquemos, pues, esta sencilla fórmula a los resultados de las recientes elecciones. Tomaremos tres circunscripciones y nos fijaremos en tres partidos. Ahora calcularemos el número de votos que ha necesitado cada uno de ellos para conseguir un diputado en su correspondiente circunscripción, algo tan sencillo como dividir el número de votos por el número de diputados obtenidos. En los ejemplos seleccionados, los resultados son (Figura A):   Figuras A y B El valor de X (Figura B) se puede calcular de una forma simple dividiendo el mayor número de votos/diputado (en este caso IU en Madrid) por todos los demás valores. Así podemos ver que para cada uno de los votantes de IU se cumple exactamente la regla de un voto por persona. Pero ¿qué ha ocurrido en los demás casos? Un votante de otro partido (PSOE) en la misma circunscripción ve aumentado el valor de su voto en 1’78 veces. El voto de un elector también cambia de valor según la circunscripción en la que se encuentre, aunque vote al mismo partido. Así, un voto para el PSOE en Madrid tiene menos valor que si el elector fuera cordobés. Y si se consideran ambas variables (partido y circunscripción) el valor del voto puede llegar a ser hasta más de dos veces y media superior (IU en Madrid y PSOE en Córdoba).   Es decir, nuestro sistema electoral no cumple el corolario derivado de la ecuación; el valor del voto de cada persona aumenta o disminuye en función del partido y la circunscripción. O lo que es lo mismo: “una persona, X votos”.

Taifas judiciales

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La larga huelga en la Administración de Justicia comienza ya a sentirse claramente en los tiempos de tramitación de los asuntos del ciudadano de a pie. Los funcionarios reclaman la equiparación salarial de los trabajadores de órganos judiciales cuya competencia no ha sido transferida con aquellos que desempeñan su labor en el resto de instituciones. Las diferencias llegan a los 2.400 euros anuales y la huelga se desarrolla desigualmente según se van cerrando acuerdos parciales en las respectivas Comunidades Autónomas.   La miopía de los sindicatos del Estado de Partidos presenta el conflicto como meramente laboral, cuando se trata de la simple consecuencia de una organización y sistema judiciales que no sólo avalan, sino que ellos mismos sustentan asumiendo su rol de órganos administrativos del Estado del que directamente se financian.   En realidad se trata de la ausencia de separación de poderes y dos de sus naturales consecuencias: la administrativización de la Justicia y la ruptura del principio de unidad jurisdiccional.   La vinculación administrativa de la Justicia con el poder político, ya sea central o territorial, elimina cualquier posibilidad de independencia en su funcionamiento. Si se duplican los vínculos político-administrativos de dependencia como ocurre con el actual sistema de transferencias, la separación de poderes es doblemente imposible. El justiciable y el funcionario dependen así dos veces del poder político, una como usuario de la Justicia y el otra como trabajador de la misma.   La ruptura de la unidad jurisdiccional es el reconocimiento expreso de la desigualdad de los españoles ante la Ley, supone el tratamiento distinto del ciudadano ante la Justicia por motivo del lugar donde resida. Pero no sólo eso, también de sus servidores públicos en función de las distintas asignaciones presupuestarias del poder político regional correspondiente. Los agravios comparativos al recibir Justicia parecen quedar de lado ante la evidencia de la desigualdad de salarios de quienes la administran.   Huelga en la administración de justicia

Dulce derrota

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Retirada de un cartel electoral En las recientes elecciones generales, las listas del Partido Popular no han sido mayoritariamente refrendadas por los votantes.   Este hecho se ha interpretado por muchos como si los ciudadanos hubieran elegido directamente al futuro Presidente del Gobierno y el líder de ese partido, don Mariano Rajoy, hubiera fracasado. Según esta visión, los jóvenes votantes, aquellas personas que ven el futuro incierto, los “lobbies” culturales y la mayoría de los habitantes de determinadas regiones (sobre todo Cataluña, País Vasco y Andalucía) no se sintieron atraídos por su mensaje ni por su persona.   Pero el señor Rajoy, después de unos días de depresión electoral, salió al atril y alardeó de ganancias de votos y escaños, se ungió con el óleo divino de la “dulce derrota” para tapar las mataduras electorales y se rodeó de una aureola de hombre tranquilo que, a pesar de todo, desea continuar cambio de equipo mediante; parece que la derrota fue culpa de sus compañeros de viaje. ¿No fue él quien designó a los estrategas, expertos, secretarios y demás cohorte de la caravana electoral? Quizás tendría que aprender de lo que sucede en los ambientes deportivos: una debacle conlleva la destitución del entrenador.   Desde hace mucho tiempo la sociología viene estudiando la influencia determinante de los medios de comunicación en la formación de las opiniones políticas de las personas (Harold D. Lasswell) y su alejamiento de aquel líder u organización que consideran un perdedor (el efecto rechazo). No hay excusa posible, el grupo dirigente del PP tiene que entender que el ciudadano corriente desea liberarse de cualquier lastre (y a esta sensación han contribuido tanto la mala imagen ofrecida en los debates de orden general y económica, como el pernicioso apoyo de algunos dirigentes religiosos o las desafortunadas declaraciones en un prestigioso diario británico…).   Si hubiesen sido elecciones democráticas, en las que se elige al  representante del distrito o al Presidente del Gobierno, se vería normal que uno ganase y los demás perdieran, pues aquí no hay términos medios. Nadie se atrevería a soltar cursiladas como “dulce derrota” o “amarga victoria”. Simplemente, se ganaría o se perdería.

Medios chikilicuatres

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Una vez celebradas las supuestas elecciones generales para nombrar a los representantes de los ciudadanos en el Parlamento y al jefe del poder ejecutivo en un país, los medios de comunicación e información profesionales, en un ejercicio mínimo de reflexión liberal, deberían analizar el régimen político y su sistema electoral, diseñado para la ya eterna transición. Así podrían proponerse las mejoras técnicas oportunas que acerquen a la nación histórica española a la verdad política de la libertad colectiva. Pero eso ocurriría en un país que pretenda ser moderno. España es otro cantar. Del cantar no del Mío Cid, más bien del tenor eurovisivo Rodolfo Chikilicuatre.   En la elección democrática del pasado 8 de marzo, una votación popular por mayoría, ganó el grupo de Chikilicuatre con la canción “Baila el chikichiki”. Será el representante de España en el festival de eurovisión 2008 que se celebrará en Belgrado, capital otrora de la federal, intercultural, social y democrática Yugoslavia. La canción es una mezcla de los ritmos más diversos y populares del panorama de la "pop music" actual. No es de extrañar, por tanto, que tuviera tanto éxito.   Los mass media de España hablan de modo análogo al canto de Rodolfo y el baile de sus acompañantes: una mezcla de pseudoanálisis y valoraciones superficiales y alegres, semejantes a las que realizan los reporteros a los agraciados  con el premio navideño de la lotería nacional. Sin  embargo la reclamación lúcida de los españoles informados exige una única circunscripción nacional para la elección por mayoría del Jefe del Estado. Tal reforma debe ser inmediata si queremos tener una democracia.   ¿Qué dicen los medios de comunicación? Nada, a lo sumo reflexionan sobre la posibilidad de unas inútiles listas abiertas. En verdad cantan como Rodolfo: “Uno, la democracia de partí se baila así, dos, los diputí me obedecen a mí, tres, y los fiscalí y jueceslí también a mí, cuatro, pueblo ¿por qué no te callas?"   Quizás, con un poco de suerte, hasta ganemos el Festival de Eurovisión. Espectáculo de Rodolfo Chikilicuatre

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