El término con el que nos referimos a la teoría física que nos sirve para explicar el universo, no puede resultar más equívoco (relatividad), pues se basa en el reconocimiento de una “verdad absoluta”. A saber, la igual velocidad de la propagación de la luz medida en todas las direcciones. Todo lo demás ha de ser “relativo”, en el sentido de “referido”, a esta inamovible constante. Monumento a la Constitución del 78 (foto: Livia!) Si hay algo que observamos con certeza, tomando el lugar de la velocidad-luz, es el omnímodo poder de los partidos políticos. Estas organizaciones, enquistadas en el estado, no pueden reflejar las inquietudes de la sociedad civil más allá de su propia voluntad partidista; y sí configurar, desde el poder, el tipo de sociedad que reverencie su hegemonía. En España, es el Estado lo que se nos pretende mostrar como plural, tratando de disimular su continuidad totalitaria, porque lo que salga de los españoles ha carecido y carece de oportunidad política tanto como ellos mismos de poder electivo. Lo que al final, eliminada toda retórica, nos queda, es la seudolibertad otorgada por la mera existencia de varios partidos estatales donde antes sólo estaba el Movimiento Nacional. El pluralismo como principio estatal (artículo 6 de la Constitución de 1978) es algo tan falso como contradictorio. Para acomodarlo hubo que inventar el Estado Autonómico. Los partidos políticos no fueron unívocamente nacionales, provocando una situación de provisionalidad en el pacto fundacional del Estado, que pudiera abandonarse para reclamar uno propio que respondiera a la nación particular. Si sólo se hubiera considerado la realidad de una única “nación histórica” por encima de proyectos partidistas, se hubiera roto el “pluralismo estatal”, constituyéndose entonces el “estado nacional español” y su salvaguarda institucional sobre la voluntad de la mayoría de los españoles, y no el autonómico del consenso de los partidos estatales. Nunca se trató de que la “Nación Española” configurara el “Estado Español” en un auténtico proceso constituyente con libertad política; sino de que las históricas fuerzas políticas, ahora legalizadas y subvencionadas, aceptaran un tipo de Estado que saliera de sus negociados aunque cuestionara el mismísimo hecho nacional, con tal de legitimar la Monarquía Juancarlista para dar una imagen externa que permitiera el ingreso en la CEE.
La inconsistencia
La consistencia es una propiedad de los conjuntos de axiomas que sirven de base a los sistemas formales. Implica que a partir de los axiomas que originan un sistema formal, no se pueden deducir a la vez una proposición y su contraria. Cuando ocurre esto último, entonces se dice que el sistema es inconsistente. En un artículo anterior (La inconstitución del 78, 01-04-08), pudimos ver cómo la Constitución del 78 empieza a tener graves problemas cuando se aplica a sí misma: la recursividad y la autorreferencia la convierten en inconstitucional. Este hecho, por sí sólo, ya señala la existencia de un grave problema en la formulación de los postulados constitucionales (por analogía, los “axiomas” del sistema legal). Es más, los propios axiomas constitucionales son contradictorios, lo cual deja abierta la posibilidad de deducir a partir de ellos un sistema legal (o “proposiciones”, siguiendo con la analogía) plagado de contradicciones. Por ejemplo, la contradicción más evidente surge a partir del artículo 14, que señala la igualdad de todos los españoles ante la ley, en contraposición a los artículos 56, 57 y 64, que indican la heredabilidad de la Corona y la irresponsabilidad e inviolabilidad de la persona del Rey. La única solución posible al problema sería que el Rey no fuese español, para evitar de este modo vulnerar el artículo 14. En virtud del artículo 97, la función ejecutiva recae sobre el Gobierno. Pero el artículo 62 otorga al Rey la capacidad de sancionar (firmar) las leyes elaboradas por las Cortes Generales. Y si una ley no está firmada por el Rey, no se puede ejecutar. Por tanto, el Rey posee de facto un “veto regio”, que podría ejercer en cualquier momento alegando, por ejemplo, motivos de conciencia, e interferir con el poder ejecutivo. El artículo 1.3 define la forma de Estado como Monarquía parlamentaria (en realidad, la forma de Estado es la monarquía, y la forma de gobierno, parlamentaria). El artículo 8.1 encarga la defensa de esa monarquía a las Fuerzas Armadas (bajo el mando supremo del Rey, art. 62). Y el artículo 68.3 establece un sistema electoral proporcional, sin representatividad de la sociedad civil. Todos ellos, junto al artículo 6 sobre la necesidad de los partidos políticos, aseguran el control del poder y de las instituciones en manos de unos pocos, lo que contradice en gran medida los artículos 1.1 y 1.2 sobre España como Estado democrático y la soberanía del pueblo. Ouroboros (fuente: Wikimedia Commons)
Pacto de injusticia
Pactar sobre la Justicia es una iniquidad comparable a pactar sobre la nación. La aplicación objetiva del derecho, por propia definición, es algo tan ajeno a la voluntad política como el hecho nacional. Si la judicatura y sus órganos de gobierno son elegidos por la clase política, su imparcialidad es imposible. Al igual que la voluntad plebiscitaria regional no puede variar algo que nos viene dado, como es la propia existencia nacional, tampoco la de la clase política, por muy consensuada que sea, puede determinar lo que es justo o no. La Justicia no puede ser democrática o dejar de serlo, simplemente es elemento indispensable para que la Democracia exista, siempre que sea independiente y esté separada del resto de poderes. La llamada a un nuevo “Pacto por la Justicia” es el reconocimiento expreso de que en España no hay Democracia porque no hay separación de poderes. Pactar es transar, y pactar sobre la Justica es asumir el reparto de lo judicial entre las mayorías políticas en reflejo de sus respectivas cuotas de poder. La nueva legislatura exige un reajuste institucional de la “justicia”, correlativo a la proporcionalidad partidista resultante del último proceso electoral. “La Justicia no es ciega” (foto: Rodolfo Palominos) El partido perdedor se apresura a solicitar el pacto, sabiendo que si no se alcanza el consenso, el ganador, según ya ha anunciado, aplicará su “rodillo” legislativo para la renovación de los miembros del Consejo del Poder Judicial. La designación política de los Magistrados del Tribunal Constitucional en forma directa, e indirecta de los de las Audiencias Provinciales y Tribunales Superiores de Justicia, pone en idéntico peligro al PP, de ahí que la solución negociada sea la preferida. El PSOE aceptará el pacto mientras se respete su superioridad electoral, y de paso hará gala de su “talante democrático”, demostrado en la generosidad con el perdedor que se incorpora al sistema asumiendo su rol de leal oposición. Las asociaciones de jueces y fiscales progresistas y conservadores, auténticos comisariados políticos de los partidos, bendecirán después las virtudes del consenso cerrando el círculo perverso de poderes inseparados.
Obama vs Wright
Barack Obama (foto: Bill D'Agostino) Las elecciones primarias en EE.UU. están en la recta final. Con todo decidido en el partido republicano en favor del candidato a la presidencia McCain, la tensión se dispara en el seno del partido demócrata. Mañana miércoles, tras las elecciones en los estados de North Carolina (NC) e Indiana (IN), donde se ponen en juego 115 y 72 delegados respectivamente, se habrán decidido 3036 delegados del total de 3253, siendo, en este punto, decisivo el apoyo de los superdelegados. Según los últimos datos de la CNN Obama necesita ganar 280 delegados, Clinton 423. Los sondeos electorales otorgan una ajustada victoria de Clinton en IN y una victoria de Obama en NC donde la ventaja de éste sobre su oponente femenina se ha reducido considerablemente tras la aparición en escena del Reverendo Dr. Wright. La carrera legislativa de Obama como senador de Illinois ha dejado patente la política que el candidato seguiría de ser presidente de los EE.UU. Destacan dos actas de control del poder: la Coburn-Obama Transparency Act donde se habilita una web para dar transparencia a las cuentas gubernamentales y la Honest Leadership and Open Government Act donde se prohíben los regalos de los lobbies, a los miembros del congreso. Además, Obama ha declarado durante la campaña electoral, sus tres principales objetivos: sanidad universal, regreso de las tropas en Iraq y disminucion de la dependencia energetica ligada al petroleo. Sin embargo, Obama se ha encontrado con la desconfianza del electorado debido a su relación con el Reverendo Wright. El controvertido Reverendo fue el pastor de Obama siendo éste trabajador social en Chicago. La iglesia a la que ambos pertenecen imparte una modalidad de la teología de la liberación llamada teología de la liberación negra, heredera del Black Power de los años 60. Los continuos shows del reverendo, enfatizando las diferencias culturales entre blancos y negros, y su antagonismo como categorías éticas en lucha permanente, llevó a Obama a pronunciar en Philadelpia su emblemático discurso sobre la raza, en el que llamó a la unidad de todos los ciudadanos de EE.UU. independientemente de su raza, para luchar de forma colectiva por la cosa pública, la sanidad y la educacion. Pocas semanas después, Obama anunciaba su ruptura total con el Reverendo tras otro espectáculo en el que éste acuso al gobierno blanco de los USA de crear y expandir el virus del SIDA entre los negros.
Aldo Moro (y III)
La ingenua pretensión de encontrar en el caso de Aldo Moro, una confrontación entre dos principios irreconciliables, esto es, la piedad hacia la víctima y el principio de legalidad en los actos estatales, topa con la cruda realidad de la razón de Estado, que convierte tales disquisiciones en retórica de moralistas y leguleyos. En “La idea de la razón de Estado en la Edad Moderna”, Friedrich Meinecke recoge esta cita del jurista Pietro Canonhero: “son acciones amparadas en la razón de Estado aquellas para cuya justificación no cabe apelar más que a la propia razón de Estado”. Steve Pieczenik, enviado a Roma por el presidente Carter tras el secuestro, acaba de reconocer que “tuvimos que manipular a las Brigadas Rojas para que mataran a Aldo Moro”. Después de las terribles revelaciones de éste, en sus misivas desde la “cárcel del pueblo”; tras la pública disensión con sus antiguos compañeros ante la estrategia de la intransigencia a la que se entregaron, Aldo Moro vivo y liberado sería muy molesto para un poder implacable, cuyo primer axioma es su autoconservación, como lo indica Canonhero al subrayar el inequívoco fundamento autorreferente de la razón de Estado. Una negociación hubiese abocado al Estado italiano a una situación tan calamitosa, que a su ilegitimidad, añadiría el peligro de una posible “desbandada” general. Ya no se trataba de no negociar, depositando las esperanzas en la Divina Providencia, puesto que la policía se mostró incapaz de dar con él. Prolongar su secuestro hubiera seguido hundiendo en el descrédito a las fuerzas de seguridad. La clase política dio un espectáculo grotesco al echar mano con desvergüenza de la más vacua retórica del “desafío” al Estado, del elogio envenenado a Moro, del “respeto a las víctimas” que según Andreotti impedía toda negociación con terroristas. Todo esto sucedía al mismo tiempo que Moro estaba abandonado a su suerte, porque tenía que morir. Dice Canetti que la frase más monstruosa de todas fue: “Alguien murió en el momento justo”. Aldo Moro (foto: PP1)
Intachable Calvo Sotelo
Leopoldo Calvo Sotelo (foto: leopoldo2006) Han exhibido con petulancia unas trayectorias democráticas inexistentes o adulteradas, para recubrir con una pátina de respetabilidad la descarnada ambición y el oportunismo de los figurantes de la Transición. Henchidos de responsabilidad, renunciaron con diligente rapidez a valores en los que nunca creyeron, y que resultaron inconvenientes para su patológico afán de mando. No experimentaron sacudidas morales cuando negociaban el reparto del botín estatal con los lacayos de la dictadura. Situados coyunturalmente en campos diferentes, pero no opuestos, el arribismo compulsivo de unos y otros, acabaría uniéndolos en horrendo maridaje. El perdón político o el pacto de silencio, adquieren rasgos de ensañamiento contra el decoro moral de un pueblo, cuando ni siquiera hay un leve arrepentimiento de los verdugos. Y esa claudicación de la justicia, esa arrogante impunidad de los violadores de los derechos humanos, fue presentada como una reconciliación (sadomasoquista). A los colaboracionistas o servidores de la dictadura no les bastaba con el blanqueo de su tétrico pasado. Además, se incardinaron en la remozada estructura del Poder, engrosando los partidos constitutivos del Nuevo Orden Nacional. Era previsible que tuvieran la humilladora insolencia de proclamar la excelsitud del restablecimiento de unas libertades, que ellos mismos habían reprimido unos meses antes. Pero que esta caterva de liberticidas se enorgulleciese de haber contribuido a otorgarnos la democracia, sigue siendo la jactancia de una falsedad estruendosa. Las exequias a Calvo Sotelo han estado preñadas de confusión, manipulación y cinismo. Pedro J. Ramírez, que se refiere al quinquenio de la UCD como si se tratara del mismo Camelot, podría recordarnos como el ex presidente fallecido, dinamitó aquel conglomerado de ex franquistas convocando unas elecciones anticipadas para dar paso triunfal al PSOE. Ni siquiera las melifluas tergiversaciones de Victoria Prego pueden disipar las tinieblas del 23-F: el propio Calvo Sotelo declaró que sólo se conocería lo sucedido “si algún día gentes que estuvieron en ese juego, en el encuentro con Armada en Lérida, escriben con veracidad”. Por último, el cinismo cebrianesco es inherente a la mascarada progresista.
Día del Trabajo
Las advertencias a los empresarios de que los trabajadores no pagarán las consecuencias de la crisis económica y la demanda de que inviertan sus beneficios para seguir creando empleo y pagar salarios dignos, fueron las principales reivindicaciones del Primero de Mayo. Los secretarios generales de CCOO y UGT hicieron notar al Gobierno y a los empresarios que no aceptarán ningún mensaje de moderación salarial ni recortes de los derechos sociales de los trabajadores por la desaceleración económica. Cándido Méndez emplazó al BCE y a los gobernantes a que den ejemplo, y pidan a los ejecutivos de las multinacionales que “se aprieten el cinturón”. Feliciano Fidalgo reclamó del Ejecutivo que no perdone “ni un euro de impuestos” a los empresarios que no tengan proyecto de inversión productiva o que vengan del “ladrillo a poner el cazo”. Sobre la inmigración, los dirigentes sindicales pidieron que se acabe con las “bolsas de economía sumergida”. El ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, calificó de “muy positiva” la predisposición de CCOO y UGT para abordar con el Gobierno la búsqueda de soluciones a la recesión. En una sociedad con distintos intereses el conflicto es inevitable; tanto como el sindicalismo ante la existencia de salarios, beneficios empresariales y libertades. Y si los sindicatos no son reivindicativos pierden su razón de ser. Hoy en día, el Estado aparte de ser el patrón de millones de trabajadores, garantiza el pago de las deudas contraídas con los pensionistas. Los partidos, ahora estatales, son los gerentes de la economía pública. La acción sindical se desvirtúa con el abandono de los medios de presión política inherentes a la misma, y la innata predisposición al pacto con el Gobierno de la sedicente izquierda. hechos significativos El calentamiento de los océanos está creando desiertos en los fondos tropicales, a causa de estar disminuyendo la concentración de oxígeno en grandes áreas submarinas. Mariano Rajoy estudia sancionar a Luisa Fernanda Rudi, diputada del PP, por romper la disciplina de voto del Grupo Popular, absteniéndose en la votación del Real Decreto-Ley que facilita el minitrasvase del Ebro a Barcelona. El nuevo responsable del CSIC, declara que se quiere "atraer a los mejores científicos, españoles o no".
Esperanza malasaña
Monumento al teniente Ruiz (fotografía: Lev) Esperanza malasaña Manuela Malasaña, Jacinto Ruiz, Luis Daoiz, Pedro Velarde, Juan Martín, Pérez Galdós, libertad, patriotismo, independencia, dignidad, nación, España. Telemadrid culmina la serie de programas elaborados para conmemorar el bicentenario del dos de mayo con un documental histórico que copia el prestigioso formato de aquellos producidos por la BBC o National Geographic. Imposible pedir que al rigor profesional y al derroche de medios y dinero público se una la profundidad en el análisis y la intervención en la cinta de especialistas no orgánicos, pero el resultado es digno. Es la víspera de la fiesta y día del trabajo. Máxima audiencia, fervor churrero y grandes hombres desfilando ante los ojos de un Madrid que cena delante del televisor. ¿Por qué iba a desaprovechar doña Esperanza Aguirre la ocasión de unir el patriotismo y el carácter indómito del pueblo español a su propia figura? El académico documental finaliza con una erudita aportación de nuestra Presidenta. En ella, la gobernanta relaciona el Dos de Mayo y “la primera constitución liberal del mundo”. ¿Por qué no? ¿No es hermosamente audaz enlazar el liberalismo con una jornada de resistencia violenta frente a la ocupación militar? ¿Qué tiene de malo dar un empujoncito a su recién lanzada imagen de alternativa liberal? Los jóvenes descendientes de quienes echaron al francés y se entregaron al absolutismo se emborrachan y tocan los bongos a los pies de los héroes del cuartel de Monteleón y siempre acaban poniéndoles algunas litronas en las manos que mantienen alzadas para llenar de valor a los que van a morir. El monumento al patriotismo huele a pis desde cien metros de distancia. Ni nuestra Historia es nuestra sin libertad. La conmemoración pertenece a los propietarios únicos del poder político. La fiesta es suya. Sin representación en el Estado de la sociedad civil, ni las noticias, ni las ideas, ni los miedos son nuestros. Ni el patriotismo, ni España. Nada ha cambiado desde el dos de mayo de 1808 porque a unos opresores otros han sucedido, aunque siempre quede, dispuesta a poner un brillante punto final, la maldita Esperanza.
Fiesta del dos de mayo
El dos de mayo de 1808, cuya razón histórica se celebra desde hace tiempo en España, siendo un día justamente memorable, no tiene, ni puede tener, para los españoles el significado trascendental que le atribuyen casi todos los historiadores. Pues en aquel día, de indudable honra popular, no comenzó la historia de la independencia de España, en tanto que unidad nacional presente en el concierto de las naciones europeas desde tres siglos antes, como tampoco la historia de la libertad política de nuestro pueblo, que se expresó por primera vez el 14 de abril de 1931. El 2 de mayo no es comparable, por eso, ni con el 4 de julio estadounidense, que recuerda el nacimiento de la Independencia real de los EEUU, como nación separada de Inglaterra, ni con el 14 de julio francés, que de modo simbólico conmemora la conquista de la libertad colectiva por el pueblo. Esto no quiere decir que el levantamiento popular contra la ocupación militar del territorio español por las tropas de Napoleón, y la rebelión de los súbditos españoles contra su hermano José, impuesto como Rey de España, carezcan de significados merecedores de recuerdo festivo. El primero de ellos minimiza la importancia de aquellos pocos, pero cultos afrancesados, que los intereses políticos actuales tratan de agrandar. Me refiero, como debería ser obvio para todos los historiadores, al patriotismo colectivo de la espontaneidad, contra un enemigo exterior. El dos de mayo es la primera manifestación histórica del patriotismo español. Y como tal debe celebrarse, precisamente ahora, en su bicentenario, cuando tan débil y sofocado parece este sentimiento. El segundo significado real del dos de mayo debería celebrarse con mayor justificación en las Autonomías de la Monarquía de Juan Carlos y en las naciones de América del Sur, que en el propio Estado español. Pues de la estrategia exigida en aquella guerra de guerrillas, contra un invasor más poderoso en frentes de batalla, surgió la idea de organizar la dispersión de la espontaneidad en Juntas regionales o locales, que suplieran la ausencia de un mando estatal. Estrategia que, como era inevitable, ocasionó las ansias de poder autónomo permanente en las regiones españolas, a la vez que sirvió de modelo en las guerras de Independencia de las colonias de América, contra el proyecto unificador de Simón Bolívar. florilegio "La espontaneidad, don inapreciable del instinto y de la moralidad natural, pierde su eficacia constructiva cuando se organiza como medio de alcanzar un fin superior y la organización crea su propia finalidad de permanecer después de lograr su objetivo."
2 de mayo
Suele decirse que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla. Tal sentencia expresa, aparte de una concepción cíclica de la misma, la influencia de los sucesos pasados en las actuaciones presentes. Mas hubo un tiempo en el que se creyó que era posible predecirlo científicamente todo, incluido el devenir general de los actos humanos, lo que, para salvaguardar tan erudita apariencia, terminó por convertir el presente en definidor de la conveniente visión del pasado. Ahora, que domina la creencia de que no se puede saber certeramente nada, los campos de batalla entre anacrónicos ejércitos se extienden hacia atrás en el tiempo. La efeméride del 2 de mayo nos permite contemplar uno más de estos lances. Los alarmados por los evidentes síntomas de descomposición patria ?que está provocada por un Régimen que ellos mismos continúan defendiendo, al reducir constitucionalmente el hecho nacional a un programa de partido estatal?, reaccionan conmemorando la pretérita insurrección, pudiera pensarse que con ánimo de construir un mito refundacional. Pero no pueden obviar la realidad: el valeroso y popular levantamiento contra los franceses, que terminaría extendiéndose por toda España, demostrando el irrefutable hecho de una “conciencia nacional”, no política, sino aglutinante contra la invasión extranjera, ha devenido, dos siglos después, en fiesta autonómica. Monumento a los Caídos (foto: Charmille) Lo anterior no pasa de ser una lamentable contradicción que dispersa las energías de lo esencial para recuperar la dignidad nacional, que no puede ser más que acabar con la Monarquía autonomista de Partidos estatales. Pero lo inaudito en todo este asunto, es que el Gobierno y el mismísimo Presidente, en vez de ponerse al frente de la referida conmemoración, ¡se atreven ahora a reivindicar el papel de los afrancesados! ¿Se imaginan ustedes al Presidente de la República Francesa o al Primer Ministro británico colocándose en el trance de ser acusados de avalar pasadas traiciones? Pues en España, la sectaria oposición partidista sobrepasa tales extremos. El desdén de Zapatero por la Nación no lo descalifica: o se invalida la estructura institucional del 78, o se aceptan sus resultados. No hay invasión extranjera alguna, son los partidos los que han ocupado el Estado; lo que vivimos, sus consecuencias; y la “conciencia nacional” para combatirlo debe ser “política”.

