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martes 23 diciembre 2025
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Aprender a vivir

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Évora (Foto: Mª Ángeles Martínez) Aprender a vivir Confesaba ser víctima de una enfermedad medieval, aquella acidia que se incubaba en los claustros; pero su tedio doloroso de la vida había sido cultivado en una pequeña oficina atestada de legajos. Estaba lejos de tener con las ideas la familiaridad de su compañero, pero le unía a él la necesidad de la fraternidad contra la pasión de la jerarquía que dominaba al tercer empleado, cuyo carácter tiránico le impedía conocer la verdadera amistad.   La vejez les libró de justificar una huida precipitada; su hermanamiento de náufragos continuó en un bello retiro donde podían admirar los altos montes, las gigantescas olas del mar y el camino de las estrellas. Algunas veces, cuando la música daba al pasado toda su fuerza, desechaban los placeres del amor del mismo modo que Sófocles: “Dios me libre, ha largo tiempo que he sacudido el yugo de ese furioso y brutal tirano”.   La existencia siempre es un problema abierto, una experiencia continua que nunca puede concluir definitivamente, y por tanto, debe aclararse incesantemente a sí misma. La muerte se mezcla y confunde con nuestra vida puesto que su necesidad ineluctable se impone a nuestro espíritu; sin embargo, la idea de la muerte hace que la vida sea más apreciable. Así filosofaban los dos viejos amigos para concluir que cuanto más breve se hace la posesión de la vida, más profundidad y plenitud debemos imprimirle.   Al quedarse solo, volvió a concentrarse en sí mismo durante algún tiempo, pero era más vulnerable a la ingenuidad juvenil que a cualquier otra debilidad; y  aunque creía que ningún Estado, ninguna estructura social crea la nobleza de carácter ni la calidad del espíritu, sin duda la personalidad de aquel joven idealista que encontró junto al mar le hizo intuir que una existencia solitaria dedicada tan sólo a la especulación suponía un abandono de los asuntos públicos y una renuncia a mejorarlos.

Factor checo

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Es la tercera vez que, en situaciones inesperadas,  los dirigentes europeos ponen caras de más tontos de lo que requiere la simulación. La primera, la caída del muro de Berlin, los puso pasmarotes hasta descubrir, con el terrorismo, un nuevo enemigo común. La segunda, el NO de Francia y Holanda a la Constitución de la UE,  los aleló hasta hallar en Lisboa otro misterio tecnocrático que permitiría mantener unida a la clase política a costa de la incomprensión de los gobernados. La tercera, el No de Irlanda, oculta la tartamuda memez con la carátula de las brujerías de secta.       El derrotado primer ministro irlandés pide a la UE que halle una fórmula, incluida la repetición del referéndum sobre el Tratado de Lisboa, para continuar el proceso de su ratificación. Bruselas, temerosa de que el NO se repita, está pensando en ofrecer a Dublín el derecho de veto en materia fiscal y la no aplicación del Tratado a los sectores económicos que lo han rechazado con mayor intensidad. Pero el problema del NO irlandés no se resolverá, sino que se agravará,  con medidas discriminatorias que otros países reclamarían para sí. La decisión de los gobernados irlandeses es irreversible. Y colocará al Tratado de Lisboa en la misma situación que la fenecida Constitución de la UE, si el presidente de la República Checa, Sr. Klaus, mantiene su criterio de que no es posible seguir con la ratificación, pues el NO de Irlanda ha sido, como dice,  “la victoria de la libertad, y de la razón sobre los proyectos elitistas, artificiales y burocráticos de Europa”.   Los “nacionalismos de pequeño país”, como fue bautizado el checo en la primavera de Praga de 1968, por M. Hroch, son más europeístas que los de las grandes naciones del continente. En nuestro anterior editorial sobre el factor irlandés, diagnosticamos el triunfo del NO, antes de conocer los datos del referéndum, recordando los primorosos antecedentes europeístas de la cultura humanista irlandesa. Ahora también recordamos que el pueblo  checo presentó su causa nacional, ante los vencedores en la guerra del 14, como un hecho cultural europeo, antialemán y antimagiar, de carácter más lingüístico que político, derivado de los acontecimientos de 1848, y de las ideas desarrolladas por el gran historiador checo Palacky. La entidad checoeslovaca, cuyo concepto y expresión fue creada por Jan Kollar, que políticamente se consideraba húngaro, no podía durar sin imposición de un ocupante extranjero. Era natural la separación de checos y eslovenos. florilegio "El carácter de los pueblos se manifiesta en sus respuestas colectivas a preguntas del Poder sobre lo que aquellos ignoran. El NO libera. El SÍ esclaviza."

Viva Irlanda

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Irlanda ha atascado el proyecto socialdemócrata de convertir Europa en un Continente sin futuro. Tanto, que de seguir así las cosas –y no se percibe otra perspectiva-, hasta dejará de ser un Continente para limitarse a su condición geográfica: una península de Asia, casi la Finisterrae de Asia. El Tratado rechazado dice más o menos lo mismo que el anterior proyecto de Constitución. Fracasado en el primer intento, aunque el superdemócrata Giscard d’Estaign pidió que se repitiesen los referenda hasta que saliese el sí, se ha reintroducido como Tratado para justificar que baste su ratificación por los Parlamentos. Pues los políticos de Bruselas no se fían del pueblo y a la clase política le conviene que se apruebe. Pero según la Constitución irlandesa aquí es obligada la consulta popular y las cosas le han salido mal a la socialburocracia bruselense, quintaesencia de la socialdemocracia (incluye a las derechas y a las izquierdas) que domina, explota y corrompe Europa.   La unidad de Europa es una respuesta a una necesidad política e histórica. Inicialmente, en conjunto sus resultados no han sido malos. Y casi ha sido una bendición en casos como el de la España juancarlista al obligar a guardar ciertas formas, que han impedido algunos desmanes de los oligarcas españoles al tener que atenerse, al menos formalmente, a sus normas. Pero todo se corrompe y ahora Europa es sólo el pretexto de las oligarquías de sus naciones para huir hacia delante y mantener sus prebendas en sus casas respectivas. Es como una sociedad de socorros mutuos entre las oligarquías nacionales.   El descaro de los oligarcas en el episodio del proyecto de Constitución reiterado en el del Tratado es de tal entidad que cabe que los pueblos europeos empiecen a despertar de su letargo. No es fácil. La clase política y los medios de comunicación harán lo que puedan para tergiversar lo que sucede como ya hicieron con la Constitución. Pero la reiteración del engaño suele acabar haciendo reaccionar al engañado.   La Unión Europea está deviniendo una colosal estafa. No porque la idea sea mala en sí misma, todo lo contrario, sino porque ha caído en manos de las adocenadas clases dirigentes, atrincheradas tras un poderosa y superprivilegiada burocracia. Es indiscutible que desde un punto de vista utilitario ha hecho cosas provechosas, como la abolición de las fronteras y la unificación monetaria (el procedimiento sí ha sido muy discutible). Pero no todo lo que hace lo es. Y en el plano moral emana una corrupción que en el político corrompe la democracia en la que dice inspirarse. La política “europeísta” es tan antieuropea como antinacional la de las oligarquías locales. Por lo pronto, persigue someter a toda Europa a un eje franco- alemán. Se podría decir que en el reparto de papeles, si en economía manda Alemania, en política decide Francia. Hay que agradecer a unos pocos irlandeses el disgusto de la clase política.

La huelga y el toro

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Finalmente los transportistas españoles han recordado las palabras que el señor Gramsci escribía en su pre-partidocrático El partido y la masa: “¡No se hace una revolución con los recuerdos del pasado!” y terminarán su protesta pasándose la bota en los toros. Tampoco, ahora lo comprenden, se hacen huelgas, ni sectoriales ni generales, con tales recuerdos. A pesar de que en su expresión oral pervivan trazas de la demagogia socialista, los profesionales que han protagonizado lastimeramente las crónicas de los últimos días son propietarios, no asalariados. Los trabajadores del gremio carecen de voz propia y sufrirán las consecuencias de la pugna entre autónomos, grandes empresas y Gobierno, que costeará la ciudadanía. Es evidente que los gigantes del transporte abominan de cualquier intervención estatal capaz de alterar su peso en el mercado, como lo es que las empresas medianas y pequeñas deben ser subvencionadas hasta que su protegida idiosincrasia cultural se diluya.   Desde que los asalariados y empresarios menos ricos creyeron que quienes gobiernan son sus iguales sociales por el mero hecho de que alguna vez pertenecieron al mismo estrato económico, desde que renunciaron a la conquista solidaria de los medios de producción y del poder político para aceptar la santidad de la propiedad privada, la ideología comunista estuvo condenada a la extinción y una nueva veía la luz: la consumista. Esa es la situación que pretendía afianzar el reconocimiento del derecho a la huelga que el liberalismo puso en marcha en Inglaterra. El poder no es una cuestión de clase. Sin libertad, la igualdad se torna infantilmente envidiosa e interesada; incluso el poder se consume en forma de aquiescencia matizada. La sociedad es dividida en consumidores satisfechos que legitiman el Gobierno impuesto y consumidores frustrados cuya ambición difusa se apresta a legitimar una nueva imposición.   La mística sanguinolenta de la tauromaquia tiene mucho que ofrecer a esta condición amasada de la ciudadanía. Si el señor Obama puede revolucionar la representación en Estados Unidos, ¿por qué no podría hacer lo propio con la irrepresentación celtíbera don José Tomás? Pensará el lector que la irrepresentatividad no sería sujeto de revolución sin que ello supusiera su propia aniquilación, pero hablamos de representación e irrepresentación sociológicas, epifenómeno de sus homólogas políticas. La expectación mediática que envuelve las apariciones del gran matador en el ruedo y la veneración extasiada que irradia la población, no es el grito telúrico de los pueblos como parecen creer algunos, es la expresión anonadada de la teratofilia a la que nos hemos visto arrojados, el placer de sentir que lo estético, artístico y espiritual está tan abastecido como nuestros supermercados. Con la tranquilidad de haber cumplido con el ojo y el estómago, el tendido muestra ahora la colección de oídos poderosos que conviene halagar durante la lidia de España.

Interinidad judicial

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Según las recientes estadísticas del CGPJ uno de cada cuatro funcionarios de la Administración de Justicia es interino. El grueso de la interinidad se concentra en los niveles básicos como oficiales y tramitadores, pero alcanza igualmente a Magistrados y Secretarios sustitutos.   Juzgados de Plaza de Castilla (Foto: Trasgu)       Los procesos selectivos de las categorías elementales son controlados por tribunales de oposición o concurso compuestos en su mayoría por delegados sindicales en proporción a su representatividad en el sector, y los de admisión en las categorías superiores por las denominadas asociaciones profesionales, auténtico fraude de de ley para eludir la prohibición de sindicación que afecta a Jueces, Secretarios y Fiscales. El reproche a la temporalidad en el ámbito de la Justicia va más allá de la mera problemática laboral, ya que afecta directamente a la separación de poderes, y en consecuencia a la independencia judicial. La convocatoria de plazas interinas se convierte así en una puerta trasera utilizada por los sindicatos de Estado para introducir a candidatos afines a su disciplina dada la flexibilización de los requisitos y condiciones objetivas de acceso y permanencia. Al igual que ocurre con los miembros del CGPJ, con los Magistrados del Tribunal Constitucional o con el Fiscal General del Estado, el elegido según criterio de conveniencia con fecha de caducidad, resulta fácilmente doblegable en el ejercicio de su función, imponiéndose criterios exógenos a la propia Justicia. Si en los primeros casos citados los criterios políticos son indisimulados, en la interinidad judicial se unen razones laborales y económicas. No debe extrañar que ese cuarto partitocrático-sindical se convierta en altavoz y plataforma de intereses incompatibles con el funcionamiento objetivo y separado de la administración de Justicia, como tampoco debe hacerlo que en aquellas comunidades autónomas en que la competencia se encuentra transferida, el poder político autonómico también introduzca a sus propios delegados en los tribunales selectivos, disfrazando tal presencia en personas de supuesto perfil técnico, pero sabedoras de su papel representativo de la taifa regional.   El constitucionalismo norteamericano nos enseñó que el carácter vitalicio de los puestos en la Administración de Justicia es garantía y requisito indispensable para la independencia judicial. Tal axioma es de aplicación a toda la escala funcionarial, y contrario a la existencia de personal interino.

Ética petrolera

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Pozo petrolífero (foto: angiepn) La civilización energética, la sociedad de consumo (tal como hemos visto con la huelga de transportistas y el desabastecimiento), están gobernadas por el precio de los barriles de petróleo, cuyo unidad ya roza los 140 dólares. La debilidad de la divisa con la que se paga el crudo no contribuye a enfriar el mercado del combustible. El mayor alíado petrolífero de Occidente, la monarquía saudí, garantiza un aumento de un 6% en su producción, al que podrían sumarse otros socios de la OPEP.   La palabra “técny” es de origen griego y significaba al mismo tiempo, arte y hacer, estatua y máquina, filosofar e inventar; en el mundo contemporáneo hemos asistido a la entrada de un nuevo eón: el de la técnica universal y la movilización total. El Ejército va cediendo el paso a la industria y los soldados al material de guerra. Ortega acusaba a Spencer de haber opuesto al “espíritu guerrero” el “espíritu industrial”, ligando a éste toda una “ética” considerada superior a la del guerrero, y que es la que hoy nos rige. ¿Quién ha de dominar, y cómo, a la Tierra unificada por la técnica?   Desde la segunda guerra mundial, EEUU ha puesto en pie una estructura de poder basada en la estrecha alianza de intereses industriales y científicos con estrategias y tecnologías militares: el “complejo militar-industrial” (Einsehower). El desarrollo de las potencias emergentes (China, India) no parece desmentir la tesis sobre el carácter históricamente irreversible de la evolución militarista de un Estado industrial. Desde Aristóteles, los asuntos estatales continúan vinculados a los hechos militares.   La civilización técnica ha despertado el interés mundial por cuestiones tan decisivas para el porvenir de la Humanidad como las ecológicas, que la rigideces ideológicas del marxismo y el liberalismo, han sofocado durante el último siglo. Aunque las grandes revoluciones están encuadradas en largos periodos de evolución, no podemos descartar una “flexión de los tiempos” o el momento en que un tiempo viejo está sacado de quicio u obligado a plegarse a las necesidades impuestas por un tiempo nuevo. Según el autor del Estudio de la Historia (Toymbee), tres son las causas del colapso de las civilizaciones: una pérdida del poder creador en la minoría dirigente, de la que se aparta la mayoría mimetizada que la ha tenido como modelo y el consiguiente resquebrajamiento del consenso social.

Deshonrar la verdad

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Los que se proclaman intelectuales manejan conceptos que no les pertenecen; viven de las ideas de los creadores, como los técnicos en el mundo de la ciencia. Ha sido grande la responsabilidad de los intelectuales occidentales, o técnicos de la cultura y las letras en una época dominada por la voluntad de poder y el espíritu de lucro, apoyando generalmente a los frustradores de la libertad. Han contribuido de manera decisiva a conformar masas cómplices, indiferentes o inertes ante la perversión de la conciencia pública, con una arrogante apología de la inmoralidad e irresponsabilidad políticas.   Hay una manera de conocer que descansa en la apariencia de las cosas, intermedia entre la claridad de la ciencia y la oscuridad de la ignorancia, que se podría denominar opinión confundidora, propia de unos “comunicadores” que no tienen ni la más pequeña comunicación con la verdad. Sin embargo, poseídos por el espíritu de disputa, dan constantes pruebas de una elocuencia que no es más que la vana satisfacción de sus resentimientos. Persuaden a sus fieles oyentes de que su cólera es algo indomable, que les hace intrépidos e incapaces de retroceder ante los peligros y las seducciones del poder, cuando en realidad, su alma ruin discierne de manera perfectamente calculada los intereses que una pantalla ideológica ha de velar.   Federico Jiménez Losantos ha sido condenado por injurias contra el alcalde de Madrid. El tribunal cree “vejatorias e innecesarias” para la libre expresión las “opiniones y calificativos” utilizados por el conductor de La Mañana de la COPE: Según la sentencia, el querellado imputó hechos falsos relacionados con el atentado del 11-M, y a propósito de esto, insultó de manera reiterada al señor Ruiz Gallardón (“traidor, farsante”). Don Federico ha reaccionado diciendo que se ha convertido “el ejercicio continuado de un derecho en delito” y que “No tengo que cambiar una coma. Todo lo que he dicho es cierto”.   Aparte de una libertad de expresión, inconsistente, sin libertad de pensamiento, aquélla se deshace ante la impunidad de los gobernantes partidocráticos, que vigilarán a los forjadores de fábulas, aceptando y divulgando las que les convengan, y desechando como invenciones corruptoras las demás. La barbarie política continúa y los medios de opinión estarán a su servicio mientras su riqueza e influencia dependan de ella.   Sr. Jiménez Losantos (foto: David Fraiz)

No abandonéis

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Replicante (Blade Runner) Había visto cosas que los demás humanos jamás sospecharon. Oído historias de resignación que no podía entender. Arrastrarse de rodillas ante un poder bastardo y tirano. La impresión que tuvo desde que el reloj comenzó a recordarle donde estaba y que su tiempo se acababa, es que aquí todo transcurre en el cuarto día de la Creación. Se diría que el tiempo se congeló entre el cuarto y el quinto día del génesis en Méjico. Todo está empezado pero todo está por acabar. Hasta la tierra parece que sigue viva, rugiente, buscando acomodo para los siglos que vengan. Todo lo natural se mueve en Méjico. Lo humano, sin embargo, yace inmóvil. Inerte en medio de una naturaleza maravillosamente viva de cielos abiertos y mares inmensos.   Pero el replicante tenía razón en su último aliento. Ni la tristeza puede poner nombre a la resignación de su gente ni a su inmovilismo. La naturaleza tomó ventaja a la condición humana que aquí se empeña en postrarse ante cualquiera que tenga poder indigno. Si Tácito encontró en Asia un pueblo que jamás aprendió a ser libre por no saber decir no, el replicante encontró aquí la resignación como forma de vida y la desesperanza por renacer a una vida libre. No lo había visto antes y murió sin poder entender qué misterio de la condición humana, qué instinto o qué insana pasión, podía paralizar al mejicano cuando parece que asoma la libertad en su horizonte. Cuando así sucede, se vuelve a postrar con la cara en tierra por miedo a mirar a los ojos a la misma libertad. El replicante no podía entender el lenguaje de la servidumbre. Fue programado para la libertad y aquí la encontró en el armonioso ritmo de una naturaleza viva, todavía en fragua ardiente. Pero perdió la esperanza en que el hombre mejicano se acompasase a las cadencias de la naturaleza. Dentro de lo increíble que aquí vio, jamás pudo ver lo que ese espectáculo hubiese supuesto. Murió lúcidamente triste por lo que nunca llegó a ver: la libertad política en Méjico. Lo único que hubiese estado a la altura de la belleza de su creación. Lo que hubiese supuesto el epílogo de su génesis.   Nosotros, empero, nos atrevemos a hablar de libertad en medio de pactos de muerte para quién osa desafiar lo establecido. Y tenemos la esperanza de que del otro lado del Atlántico llegue la ola de la verdadera revolución. De España debe llegar el ejemplo que permita escribir el final del génesis en Méjico. O libertad política o la nada. Esta tierra merece la verdad que la libere de la desesperanza que heló la última lucidez del replicante.

Financiación local

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El día diez de junio, el Senado aprobó una moción del grupo socialista con la intención de que el Gobierno impulse una reforma de los servicios públicos locales que, dirigida a profundizar en la consecución de una financiación suficiente de tales servicios públicos, sirva de base para la aprobación de una nueva ley de financiación. La iniciativa viene precedida por la presentación del libro “La financiación local en España: radiografía del presente y propuestas de futuro”, efectuada por la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), en la cual se reclamó más atención y trato equitativo para las Entidades Locales.   Un 37,2 % de los ingresos no financieros (INF) están ligados a la construcción. En ese porcentaje se incluyen figuras tributarias tan relevantes como los impuestos sobre bienes inmuebles, sobre el incremento del valor de los terrenos y sobre las construcciones, instalaciones y obras; además de contribuciones especiales, licencias urbanísticas, cuotas de urbanización, aprovechamientos urbanísticos y enajenación de terrenos. Y un 37,4% de esos INF están ligados a los ingresos de otras administraciones, como la cesión de ciertos tributos estatales (sólo a las grandes ciudades) (1,7%) y a las transferencias del Estado (el 20,5%), de la Comunidad Autónoma (10,2%) y de la Diputación Provincial (5%) según la Liquidación de los Presupuestos de 2005 de las Entidades Locales de España.   Los municipios se quejan de que prestan servicios cuyas competencias pertenecen sobre todo a las Comunidades Autónomas, sin que ellas aporten financiación suficiente. La FEMP ha evaluado el coste de esos servicios en 7.000 millones de euros. Los Gobiernos Autonómicos, en especial los dirigidos por nacionalistas, están de acuerdo con esta propuesta, pero quieren que sea el Estado el que pague los costes. En definitiva, los municipios no quieren perderse el reparto del pastel tributario estatal, ni negociar con cada Comunidad Autónoma de forma bilateral sino con todas a la vez y a ser posible en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera; quieren recibir las cuantías de los servicios que prestan por el hecho de ser la administración más cercana al ciudadano, tener mayor poder fiscal no sólo sobre los inmuebles sino sobre la renta y el consumo y saber qué competencias deben asumir en el caótico entramado administrativo actual (estatal, autonómico y local).   hechos significativos La dirección de la central nuclear de Ascó silenció conscientemente los efectos de la fuga y modificó a su conveniencia el umbral de alarma. Irlanda decide en referéndum acerca del Tratado de Lisboa. 

El espejo

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Reflecting by Mirror Lake (foto: alexispz) El espejo ¿Cómo se ha producido esta inversión social? Aun conociendo las causas históricas y las raíces políticas de la tradición de servidumbre es difícil comprender el comportamiento de nuestra sociedad. ¿Cómo dejó de actuar por sí misma para comenzar a imitar al espejo? ¿Perdieron los humanos la capacidad de confiar cuando se disolvió el vínculo comunitario que los hacía más animales? ¿Hasta qué profundidad sustituyó a la lealtad un interés oscuro?   Si los partidos políticos aglutinaran aquí y allá la fuerza de la sociedad para trasladarla al Estado, si sólo ellos compusieran la sociedad política emergente, actuarían como esas lentes que se interponen entre el ojo y la luz, produciendo mil extrañas aberraciones que deberían ser corregidas en la imagen final. Comparado con lo que vivimos en esta tierra, esa sería una magnífica situación: los aberrantes partidos. En cambio, sólo ellos emiten la luz que refleja nuestro rostro en el espejo del que forman parte.   No es fácil describir el aspecto de una sociedad que necesita la luz partidista para ver su imagen en el Estado. Sin rasgos, sin expresión, sin tradición ni herencia, ni memoria, ni valores, sin rumbo. Los medios de comunicación no informan sobre la fisionomía común, la crean. Son expresionismo político, no dicen lo que vemos, sino que muestran lo que sentimos viendo aquello de lo que nunca hemos sido testigos. Ante esa farsa, la única posibilidad de tener un cuerpo tangible, es imitar los movimientos de la luz en el espejo, su baile esotérico pero familiar a fuerza de días. Gobierno y oposición en la escuela, en las huelgas, en la cama.   Si no conocemos nuestra apariencia, seamos ella; crucemos a través del espejo. La fuerza de la sociedad es anterior al Estado, atravesémoslo. Cuando quede rezagado, será abandonado por aquellos que lo parasitan y podrá alcanzarnos en cualquier esquina de la Historia. Lo veremos venir desde el lado en el que vive la representación y cuando llegue sabremos que mirar con ojos reflejados supone una nueva perspectiva geométrica, una nueva posición gnoseológica y la puerta al mundo que ahora no se ve.

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