Los que se proclaman intelectuales manejan conceptos que no les pertenecen; viven de las ideas de los creadores, como los técnicos en el mundo de la ciencia. Ha sido grande la responsabilidad de los intelectuales occidentales, o técnicos de la cultura y las letras en una época dominada por la voluntad de poder y el espíritu de lucro, apoyando generalmente a los frustradores de la libertad. Han contribuido de manera decisiva a conformar masas cómplices, indiferentes o inertes ante la perversión de la conciencia pública, con una arrogante apología de la inmoralidad e irresponsabilidad políticas.   Hay una manera de conocer que descansa en la apariencia de las cosas, intermedia entre la claridad de la ciencia y la oscuridad de la ignorancia, que se podría denominar opinión confundidora, propia de unos “comunicadores” que no tienen ni la más pequeña comunicación con la verdad. Sin embargo, poseídos por el espíritu de disputa, dan constantes pruebas de una elocuencia que no es más que la vana satisfacción de sus resentimientos. Persuaden a sus fieles oyentes de que su cólera es algo indomable, que les hace intrépidos e incapaces de retroceder ante los peligros y las seducciones del poder, cuando en realidad, su alma ruin discierne de manera perfectamente calculada los intereses que una pantalla ideológica ha de velar.   Federico Jiménez Losantos ha sido condenado por injurias contra el alcalde de Madrid. El tribunal cree “vejatorias e innecesarias” para la libre expresión las “opiniones y calificativos” utilizados por el conductor de La Mañana de la COPE: Según la sentencia, el querellado imputó hechos falsos relacionados con el atentado del 11-M, y a propósito de esto, insultó de manera reiterada al señor Ruiz Gallardón (“traidor, farsante”). Don Federico ha reaccionado diciendo que se ha convertido “el ejercicio continuado de un derecho en delito” y que “No tengo que cambiar una coma. Todo lo que he dicho es cierto”.   Aparte de una libertad de expresión, inconsistente, sin libertad de pensamiento, aquélla se deshace ante la impunidad de los gobernantes partidocráticos, que vigilarán a los forjadores de fábulas, aceptando y divulgando las que les convengan, y desechando como invenciones corruptoras las demás. La barbarie política continúa y los medios de opinión estarán a su servicio mientras su riqueza e influencia dependan de ella.   Sr. Jiménez Losantos (foto: David Fraiz)

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