La exclusión social puede ser pretendida y consentida, sobrevenida y soportada, o impuesta y rechazada, pero siempre será motivo de injusticias. Pero la exclusión para ser inviolable e irresponsable es la más injusta de todas.   Cuando una institución como la monarquía española pretende ser modelo de conducta ejemplar, NUNCA puede excusar su privilegio en su existencia como institución, pues en todo caso lo será por sus constituyentes -la dictadura-. Pero de querer ser -o estar- por encima de la ética y la lealtad a la verdad, lo deberá fundamentar en la acción que lo crea y no en el devenir de su existencia, -que no puede dotarse de lo que ni dispone, ni se le concedió-. Y el general Franco no la reimplantó leal a principios éticos.   Ahora oímos, que “la justicia es igual para todos” (discurso de 25 diciembre) y a ello nos alistamos todos, pero no podemos ni debemos quedarnos en el mero mensaje, sino analizar y valorar si existe -en la exclamación- sentido de la verdad y la lealtad a principios éticos, o es una simple soflama.   Para ello nada mejor que espigar la conducta de quien así se expresa y determinar si tiene coherencia en su exclamación. Existen hechos -NUNCA analizados ni estudiados, ni por supuesto juzgados- en la historia del monarca, que evocan la potencial infracción de preceptos legales, sean anteriores a su nombramiento como alter ego de la dictadura, durante la etapa llamada de sucesión o en su fase actual. Y ahora, que tantas veces se alude a la “memoria histórica”, se debería recuperar esa conducta no ejemplar y someterla al imperio de la Ley.   Pero tampoco debemos excluir las acciones u omisiones, que por sí -o por resolución de otros- se han realizado o ejecutado en su nombre y cuyo última responsabilidad se halla en la monarquía. Ejemplo: la explicación de sus finanzas, sean éstas autorizadas por las Cortes o producto de su actividad “privada”, si es que se pueden separar los rendimientos de acciones mercantiles o de inversión, de las que se derivan de su condición de Jefe de un Estado.   La ausencia de auditorías, balances, liquidaciones, o declaraciones de la renta de la "casa Borbón" son una muestra, muy sencilla pero eficaz, de la ausencia de igualdad en la Justicia. Y no caben excusas de privilegio, pues ello volvería a mostrar la falta de igualdad.   Sin querer hacer tesis doctoral de la falacia de: “la Justicia es igual para todos”, afirmo, que su invocación o es fruto de ineptitud o de ignorancia; no cabiendo la segunda -tras los innumerables y sonados casos de desigualdad existentes en la reciente historia de España-, no cabe más que entender, que es por ineptitud. Y entonces, tú ¿por qué no te callas?

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