Hay crisis de Gobierno cuando fracasa la acción gubernamental a causa de su inadecuación a las necesidades de gobernación de la sociedad. Las crisis de Gobierno pueden resolverse con un simple cambio de gobierno. A veces sucede, como en la partidocracia italiana, que la crisis se hace permanente sin que logren resolverla los sucesivos y frecuentes cambios de gobierno. Esto sólo puede ocurrir si una crisis continua de gobierno se constituye en el modo específico de disimular o de aplazar el estallido de una latente crisis de Estado. La crisis del Gobierno Berlusconi, y su momentánea solución con la intervención de gestores y medios extraños al Estado italiano, están indicando que la naturaleza de la crisis partidocrática era de índole estatal, es decir, la correspondiente a una verdadera crisis de Estado. Y sin embargo, todos los analistas la enfocan y analizan como si fuera una crisis de gobierno. Si todos se equivocan en el diagnóstico es natural que también se equivoquen en el tratamiento. Italia aún no está encaminada.   En España, ningún intelectual, ningún medio de comunicación, ninguna cátedra universitaria y ningún partido analizaron la verdadera naturaleza, estatal o gubernamental, de la crisis politica que obligó al Sr. Zapatero a convocar anticipadamente las elecciones generales del 20-N. Es más, este problema ni siquiera fue planteado. La dificultad de la materia no disculpaba el abandono o el aparente desprecio de su estudio. Y ahora ya se comienza a comprobar que la solución Rajoy a la crisis Zapatero no es la que puede resolver la grave situación crítica del Estado español, que estaba escondida en la crisis del PSOE en tanto que partido estatal gobernante.   Todas las crisis de gobierno en la partidocracia son estatales, a causa de la estatalidad de los partidos gobernantes. En eso se diferencian de las crisis de gobiernos británicos. La perentoriedad de los efectos de la crisis económica en España dejaba en la sombra las causas estatales que la producían. El Estado de las Autonomías está en el origen de la quiebra de las cuentas públicas, del déficit presupuestario, de la deuda incontrolada, del gasto improductivo, de la suntuosidad en la miseria del paro y la depresión, de eso que Marx calificó como situación de lujo asiático. Ninguna medida europea puede orillar tan pestilente pozo negro. Que no podrá ser cegado por ningún gobierno, aunque sea el de un partido estatal de mayoría absoluta. La condición estatal de los partidos gobernantes impide que ellos se suiciden en aras de la salvación del Estado cuya crisis provocan. Queda por saber si la crisis del Estado de Partidos, con la quiebra del PSOE, uno de sus dos órganos principales, tiene solución dentro del Estado Nacional o requiere una solución innovadora hacia otro tipo de Estado, decidido en un proceso de libertad colectiva y constituyente.

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