No puedo esperar al gobierno para escribir, pero el gobierno, que lleva un año en funciones, podía haber aguantado otros ocho días a ver lo que sale de la Grande Democracia Americana (la única, para qué andarnos con pamplinas) y nombrar a los ministros adecuados, que luego sería muy triste contemplar a esos leones de la derecha “suaviter” (progre) que rugen contra Trump pegarle picuelinas (aquellos inolvidables cabezazos de Pepe Piqué a Bush en Barajas) cuando el magnate (¡el magnate!) venga a Madrid de visita imperial para saludar a los tertulianos que han hecho campaña por Hillary, dama de acrisoladas virtudes cuya única manera de demorar Alcatraz es ganar, siquiera por unos meses, la Casa Blanca.

Aguantar hasta el resultado de las elecciones americanas es lo que han hecho los europeos más listos, que son los ingleses, para poner en marcha el Brexit que a medio plazo les devolverá (¡esa tierra y ese mar schmittianos!) el imperio mundial (hablamos de comercio, no de penachos), a pesar de todos los eurócratas agoreros que anuncian para la City las mismas catástrofes que anunciaron cuando el Parlamento abolió el negocio de esclavos.

La UE es un intento de hacer lo que Napoleón y Hitler con diferentes métodos.

Lo que el gobierno inglés piensa de Hillary & Bill lo sabemos por el ingenioso Boris Johnson (“Quiero que gane Hillary para que Bill sea Primer Esposo”). Lo que piense el gobierno español, ¿quién puede saberlo? En La Moncloa no importan las ideas, sino los números (¡y qué números!), y de Hillary atrae mucho su utilitarismo, puesto de manifiesto, ¡ay!, en esa defensa suya del aborto hasta los nueve meses. En Europa (salvo Inglaterra y Francia) no podemos elegir a nuestros representantes, pero con el aborto hillarysta podríamos elegir, según la venada, una vez en los brazos, entre quedarnos con el bebé o mandarlo a hacer puñetas, que con nueve meses casi está ya uno en condiciones de buscarse la vida.

¿Tenemos gobierno?

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