La inmigración, la corrupción, Soros, la sanidad y la pensión. Sí, todo eso está muy bien.
Recordemos la transición. Los GRAPO, el búnker, la CIA, la Iglesia, los abogados de Atocha, Isidoro, la ETA, las manifestaciones, el petróleo, Montejurra, el Borbón; y también la sanidad, y Europa, y las pensiones y la emigración.
Decía Don Antonio, Antonio García-Trevijano, que los historiadores siempre escribían sobre lo que ya había sucedido y que sus análisis no eran muy profundos por lo general. Precisamente por ser historiadores, centraban su esfuerzo en la búsqueda de la objetividad, en la prueba documental, por más que también relacionaran lo relatado con hechos anteriores, e incluso posteriores, para extraer así lo esencial. Pero no hay búsqueda consciente de la libertad colectiva en la historia, solo hay victorias parciales y fracasos totales. No hay pensadores desde hace mucho tiempo, decía, y menos pensadores en la acción.
Decía Don Antonio también, que los cambios generalizados de mentalidad se producían siempre a raíz de un acontecimiento, es decir, después de acontecido. Y añadía que no íbamos a ser nosotros, el MCRC, quienes provocáramos ese acontecimiento. Como mucho, contribuiríamos a crearlo.
¿Qué pasó entonces en la transición? -y ya voy al grano-. Que no se conquistó la libertad política colectiva. Que el resultado de todo eso fue la mentira, nacida de la traición, de hacer “como si” hubiéramos implantado la democracia, cuando lo que cocinamos fue uno de los sistemas más catastróficos jamás pergeñados, la monarquía partidocrática. El último grito en estados de partidos.
Así que, puedes estar al día de las últimas agresiones de islamistas, puedes tener los nuevos datos del asesinato de Carrero Blanco, que si no sabes las causas políticas y si no las difundes, vas a la contra. Ya no es que no sumes, es peor.
El mensaje de ruptura llegó muy lejos gracias a la iniciativa, al conocimiento y al esfuerzo de Trevijano, pero no pudo superar un enorme obstáculo. La actualidad, lo que acontecía, se fue imponiendo al ideal de primero libertad, a pesar de que este se acercaba en nuestra busca. Antes que la libertad no iba ninguna elección a nada, ni ningún pacto, ni partido, ni representante si quiera. Lo primero, lo que no era negociable, con cada nuevo sobresalto se negociaba un poco más. Siempre había una buena excusa para ser pragmático y conquistar “espacios de libertad”, en lugar de libertad para todos.
Decía Don Antonio que el último acontecimiento en España fue el 11-M, los atentados en los trenes de Atocha; que ahí se rompió el consenso PP/PSOE. Ese cambio de mentalidad, que perdura hoy día, no puede durar mucho más. Y la forma de prepararnos, ya que no somos nosotros los que provocaremos el acontecimiento, es difundiendo y explicando la abstención activa.
Una persona puede ir a la conquista de la libertad política si sabe por qué se abstiene. Si sabe que la abstención, si es activa, es porque busca un periodo de Libertad Constituyente. Si ese saber se cambia por los saberes, se va cambiando la libertad por las libertades.
El indignado no conoce las causas que le indignan. Debe conocerlas, debes difundirlas tú para que él las conozca. De lo contrario, acabarás difundiendo tú lo mismo que difunde él.
Si la abstención deja desnuda la Gran Mentira, la indignación acaba dejando en cueros a los indignados. Un movimiento de indignados, de ignorantes, será reconducido por las oligarquías de los oportunistas, los traidores, los reaccionarios y los think tanks.
Dice Don Antonio que con libertad política se aprenderá muy pronto, y le creo.
No se puede conquistar nada si no se sabe que en España no hay una democracia y por qué. Con indignación se podrá dinamitar el Congreso, la Zarzuela y la Moncloa, si gana la indignación, pero quedaremos desnudos ante el nuevo cambio por el cambio, ante el mismo nuevo horror que combatíamos.
Explicar y practicar la abstención, por encima de la indignación, es lo que hará comprender al indignado las causas de su indignación. Porque el indignado que ya conoce las causas, ese no es un indignado, ese es un traidor.

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