Martín Miguel Rubio

MARTÍN-MIGUEL RUBIO.

¿Es menos honesto Rajoy, el indescifrable, que la media de la sociedad española? ¿Son menos nobles sus ideales – o más cínicos – que los del pueblo que gobierna? Me inclino a contestar negativamente. Y es muy posible que el gobierno que hoy gestiona los destinos y el bienestar de España esté muy por encima de la media de la moralidad nacional, que parece sólo se activa de forma egregia cuando recibe unabrutal sacudida en todo su cuerpo de fantasía, como es el caso del espantoso accidente acaecido en Santiago de Compostela y la magnífica respuesta solidaria y generosa dada por los gallegos y por todos los españoles estremecidos en general. Un huracán de velos negros se cierne sobre nuestros campos.Es así que España, en una situación normal o no dramática, como conjunto de sus habitantes y las mundivisiones y fantasmagorías de estos, sea hoy más inmoral y más innoble que el enigmático Mariano Rajoy, al que el pueblo, grey vanilocua, espera con expectación su comparecencia en el Senado/Congreso, de bancadas ya demasiado antiguas y alabeadas, prevista para el 1 de agosto. Aunque bien es verdad que el gobierno, en cuanto cúpula del Estado hegeliano, debería representar al máximo nivel los valores éticos que fundamentan el Estado.

Hasta ahora Rajoy es sólo culpable de su pasividad, indolencia y pigricia ante las graves acusaciones que el último ex-tesorero del PP, el padrino benefactor con el sosiego de los grandes señores antiguos, revela a un Director de periódico que un tanto morbosamente quiere arrogarse el poder de poner y quitar presidentes. Los españoles que no son políticos ni periodistas ya se parecen mucho a Rajoy, se callan como vacas resignadas ante un destino de réprobos y pecadores confesos. Y es que aquí el silencio tiene mucho discurso, tanto como un sermón interminable.

Y es de temer que a medida que se vaya acercando el día D de esta comparecencia pública e institucional, ante la prensa nacional e internacional, irán aumentando la expectativas casi mesiánicas del tan necesitado de esperanza pueblo español, embargado ahora por una euforia desmedida. Pero que nadie se equivoque. No será el tiempo de gloria de la certeza ni la epifanía de la verdad. Todo es previsible en Rajoy. “Parturient montes, nascetur ridiculus mus”. Hablará de todo sin desmesura en nada, como cosa que está muy premeditada. No bajará al ruedo envuelto en nubes de misterio ni de hechicería gallega. No le acecharán ni búhos ni lechuzas con ojos de espanto. Todo será tan previsible que nos podríamos ahorrar la comparecencia si no fuese por lo que simboliza esta ceremonia de un régimen decadente.

Suponen los previsores medios de comunicación que Rajoy hablará e informará a la Cámara del momento español, político y económico, y de su especial momento singular ( lo que al morbo popular más atrae ) desde una perspectiva moral neo-regeneracionista. Regeneración ética para luchar contra la corrupción, en todas sus gamas, versiones y clasificaciones ( prevaricación, cohecho, soborno, mafia partidaria contra la sociedad civil, etc. ). ¿Volverán los libros de Joaquín Costa como lectura recomendada a nuestros políticos?

Si Rajoy ha sido honesto saldrá sin duda fortalecido de esta dura prueba y del inminente debate del 1 de agosto, pero si no lo ha sido ( si hubiera recibido sobresueldos provenientes de dinero negro, o se le hubiese pagado el IRPF con esa Caja B, o hubiera consentido que se hiciese a otros ) tanto la verdad como la mentira acabarán con él. Y en este caso, como dijo Cervantes cuando se tiene ya todo perdido, vale lo mismo un Sí que un No.

Barroso, el presidente del Ejecutivo comunitario, tiene miedo de que el caso Bárcenas pueda hacer caer al presidente Rajoy. Pero en España las defenestraciones necesitan para ejecutarse un nivel distinto de inmoralidad que en el resto de Europa. Siempre ha sido así….Y siempre lo será.

 

 

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