A diferencia del encuentro de la oposición española del interior y del exilio que tuvo lugar en Munich en junio de 1962, auspiciado por Salvador de Madariaga durante el Congreso del Movimiento Europeo, en el que la oposición aprobó una resolución con cinco puntos que propugnaba principios democráticos generales que todo país que quisiera integrarse en la Comunidad Europea debería cumplir, y sobre los que únicamente se ponía la esperanza y se expresaba el deseo de que algún día fuesen una realidad en España, el plan político de alternativa democrática diseñado por Antonio García-Trevijano suponía un claro compromiso para la acción política de la oposición, con un programa definido y concreto encaminado a la conquista de las libertades públicas y la libertad política y la apertura de un periodo de libertad constituyente.

García-Trevijano no quería un mero pacto de la oposición para crear una alternativa de gobierno, eso significaría continuismo y derechos otorgados, sino la unidad de la acción política de la oposición al régimen para producir de modo pacífico la ruptura democrática de la dictadura, conquistar la hegemonía política en la sociedad y construir la democracia de abajo arriba.

Primero contactó con los partidos regionales.  Empezó por la periferia para así superar los celos partidistas, porque veía en los partidos regionalistas un mayor dinamismo que en los partidos centrales y porque creía que sus regiones tenían derecho a recuperar los Estatutos que perdieron tras la Guerra Civil. También porque los votos de estos partidos impedirían que el Partido Comunista pudiera hacerse con el control de la oposición. Y así fue en efecto, sus votos ayudaron a impedir que el PCE convirtiera a la Junta Democrática en una simple  plataforma de negociación con el gobierno de la dictadura. Pero este hecho se relatará más adelante.

Para vencer los sectarismos y vanidad de los partidos, y que los recelos de estos no les impidieran apoyar al programa rupturista y democrático, fue identificando a los partidos con las letras del alfabeto. Les preguntaba: “¿Estás de acuerdo con estos principios?” (el programa incluido en las declaraciones que Don Juan tendría que realizar el 24 de junio). A la respuesta afirmativa seguía la pregunta: “¿Estarías dispuesto a unirte a otros que también estén de acuerdo?”. Si la respuesta también era sí, entonces les asignaba una letra por la que sería identificado en lugar de con sus siglas.

La conformidad de los partidos no implicaba en absoluto ningún compromiso monárquico sino tan solo el apoyo a los doce puntos programáticos incluidos en las declaraciones.

La unidad de la oposición se mantendría en secreto hasta después de las declaraciones de Don Juan para garantizar el objetivo de la ruptura democrática.

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