En enero de 1974 Don Juan aprueba el texto de las declaraciones rupturistas con la dictadura que ha escrito Antonio García-Trevijano. Siguiendo el plan político diseñado por el abogado, Don Juan viaja a Francia para asistir a una cacería. El periodista Edouard Bailby, especializado en temas españoles, escribe un reportaje para L´Express sobre Don Juan que se publica el veintiuno de enero. En él se dice que la visita de Don Juan a Francia es el primer paso de una gira política por diferentes países europeos; se especula con la reactivación de su papel público en la vida española y con una hipotética futura abdicación de Juan Carlos en su padre. Bailby anuncia que se han mantenido discretos contactos con la oposición al Régimen, incluido el Partido Comunista Español. El mismo día veintiuno por la tarde, el sobrino de Calvo Serer sirve de intermediario para preparar un encuentro en el hotel Meurice entre Don Juan y varios corresponsales de la prensa española en París. Don Juan dice a los periodistas españoles que el encuentro es para tomar contacto con ellos y que lo que se diga será off the record. Parece una buena táctica para conseguir precisamente que lo que se diga se haga público y no comprometerse oficialmente. Y eso es lo que ocurre. La prensa española no se resiste a publicar las declaraciones que no eran para ser publicadas: Don Juan desmiente parte de lo publicado en el reportaje de              L´Express (como que vaya a hacer una gira europea) pero da las pistas de la línea política rupturista que seguirá: “estoy al servicio de España, yo creo que la monarquía, de llegar, llegaría sin referéndum, pero habría que hacerlo después”; “creo que la muerte de Carrero Blanco cambia todos los presupuestos de la política española”; “me preocupa poco la forma que quiera dársele al sistema. Me interesan más los derechos humanos, el derecho de asociación…” Cuando dice: “La interpretación de L´Express se adelanta a los acontecimientos, va por delante de mí”, no está negando lo publicado en el semanario francés.

Antonio García-Trevijano, Rafael Calvo Serer y Marcelino Camacho
Antonio García-Trevijano, Rafael Calvo Serer y Marcelino Camacho

Aparece también en Le Monde un artículo escrito por Rafael Calvo Serer, en el que este dice: “La alternativa es la siguiente: apertura democrática o continuación de la dictadura”.

Esta suma de reportajes, artículos y declaraciones en el país vecino causa gran revuelo en España. Las reacciones de la prensa van de un ataque indisimulado a Don Juan hasta un rechazo más o menos educado a sus pretensiones. Dice El Álcazar: “Si, como ha dicho en París, el Conde de Barcelona, está al ‘servicio de España’, el mayor servicio que podría hacer es el de callarse”. Jaime Campmany desacredita en La Gaceta Ilustrada a Edouard Bailby como experto conocedor de España y dice refiriéndose a las opciones políticas de Don Juan: “Los juegos en este campo son ya, no sólo juegos peligrosos, sino juegos prohibidos”. En Informaciones se dice: “Nadie piensa seriamente en este país que Don Juan pudiera algún día reclamar el trono de España […] El consenso general del país -y se incluyen en dicho consenso hasta las fuerzas de oposición al sistema, que así lo han expresado multitud de veces- es el de contemplar a don Juan Carlos como único sucesor del Jefe del Estado”.

El Presidente Carlos Arias Navarro en su discurso de presentación del programa de gobierno del 12 de febrero dedica una buena parte del mismo a defender la decisión sucesoria. Reconoce que no hay una restauración de la monarquía sino una “reinstauración”. Y recuerda –recalcando que no son susceptibles de interpretación ni de debate- las palabras que el príncipe Juan Carlos  pronunció en 1969 en las Cortes el día que juró lealtad al Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y Leyes Fundamentales del Reino tras ser proclamado sucesor a título de rey: “Quiero expresar, en primer lugar, que recibo de Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo Franco la legitimidad política surgida el 18 de julio de 1936”.

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