VICENTE DESSY MELGAR.

La distancia nos da la perspectiva exacta para ver la realidad pintada. La lejanía permite intuir de un vistazo lo que la cercanía impediría saber en muchos años. Vivir fuera de la tierra natal permite ese extraño privilegio de aprender a ver en perspectiva etic a España. Casi tan difícil como comprender a México por el propio mexicano es entender España colectivamente por el propio español. La distancia da a cada uno la vista y el encuadre preciso.

Desde la lejanía, España, para un español que lo es de corazón y que, además, no quiere ser otra cosa que lo que le ha sido dado por  el ser, tiene miedo y poca energía ya. Muy desgastada por las sucesivas empresas en las que se ha desangrado y arrodillada ante la situación, perdida y esquiva la mirada, confusa y desorientada; con poco apego, además, a la lealtad a la verdad y que ha desaprovechado, perdido mejor, varias generaciones que  terminaron descaminadas en su peregrinaje a la libertad, peregrinaje que la ha llevado a una tierra de servidumbre amarga y ciega. Tus hijos te vemos con piedad, como una madre anciana, desvalida, desamparada y olvidada de todos.

España ó el ciego guiado por otro ciego, sestea al borde del abismo. En la distancia, es percibida como descortés y maleducada de formas y ademanes, antipática y prepotente. Siempre corrigiendo y juzgando lo que hacen los demás, sin juzgarse a sí misma. Vicio español por antonomasia. Vive su ancianidad poblacional encerrada en el asilo. Encerrada en sí misma. Sus nietos en América la ven todavía con respeto, un respeto que España parece que ha perdido por sí misma. Hace mucho tiempo que España perdió el sentido de la cortesía social, del buen servicio y de la nobleza en sus relaciones. Fruto amargo de los antivalores implantados por la transición. Urge que España vuelva sus ojos a lo mejor de ella, alguno de cuyos frutos están en América. Despierta, sal de ti misma. Desconfía de encomendar tu salvación a los mismos que te han hundido en el lodo. Lo mejor de ti está en tu sociedad civil, en el tercio de la libertad. No esperes, se acaba el tiempo. Los momentos que se presentan a los pueblos para conquistar su libertad, son flores rarísimas que salen al camino. Toma la tuya y nace de nuevo.

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