Europa Pasando por alto que el grueso del género humano se apega a sus vicios con afán denodado y que antes de librarse de ellos muchos preferirán la muerte (lo cual los clásicos han venido advirtiendo durante siglos), la partidocracia, ese régimen sin par de mentira sistemática, proclama sin cesar a través de sus órganos que tales vicios pueden evaporarse con tan solo añadir unos polvos mágicos al caldero de la fe y la buena voluntad. Nunca se había asistido a un nivel tan sobresaliente de hipocresía.   El buen ciudadano se siente partido en dos, porque ni quiere renunciar a sus buenos deseos ni a la evidencia del engaño al que se ve sometido. Pero sin herramientas eficaces de análisis vive en un retiro político que alimenta sin quererlo a la mentira; se asoma, así, a lo colectivo con el ánimo decaído de quien ha sido engañado ya demasiadas veces e ignora cómo evitarlo. Sabe que lo privado no es un guisado suficientemente sabroso; que no basta por sí mismo para la felicidad, pues la felicidad, si no es compartida, es falaz, insulsa.   Un fantasma recorre Europa: la solución política de la democracia formal. La partidocracia no puede durar. Su hipocresía agoniza. Y sólo el que se aferró a la captura del beneficio personal inmediato podrá ignorar que el caldero de la “buena voluntad” pronto pasará su punto de ebullición. No es, claro está, que la buena voluntad sea algo negativo, sino sencillamente que su semilla ha venido sembrándose en campo ya contaminado, propio de crápulas, ignorantes y oportunistas. En él la buena voluntad se pudre y torna en la más abyecta inmoralidad, disfrazada de manso corderito. Ya no caben dudas con respecto al funcionamiento de este proceso químico.   A muchos el cambio pillará desprevenidos (otros ni se enterarán de que sucede), y, de entre los que lo esperan, no son demasiados los que conocen la solución adecuada al problema. Mas una vez agrietada la partidocracia, los veneros de alternativas, ahora confrontadas unas a otras, ya sin máscaras, emergerán a la superficie desde sus canales subterráneos. Y se verá cuál es la única solución alternativa realista. Unos polvos mágicos que no ejercen efecto ninguno sólo pueden encandilar a una sociedad entera durante tanto tiempo, no más.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí