Es necesario reconocer que un gobernante, por muy torpe o malvado que sea, es incapaz de destruir su país hasta el nivel de la Venezuela de Nicolás Maduro sin la ayuda de agentes externos. Chávez transformó su país en una golosina para las grandes potencias y las agencias de rating y el sistema bancario la hicieron madurar hasta la putrefacción. Es lo que Pedro Baños llama “guerra económica” y consiste en matar de hambre a la población de un país, como los ejércitos matan de hambre a las ciudades asediadas hasta que se rinden.
Este breve resumen justifica por sí solo el pesimismo por el falso golpe de Guaidó. Sin embargo, lejos de consumirse en el desánimo, la población venezolana debería encontrar en su rechazo el estímulo para emprender una verdadera revolución democrática. Hispanoamérica es solo un teatro de operaciones para Estados Unidos y Rusia y el movimiento que Guaidó lidera no va a traer la democracia porque ni él ni Trump actúan en beneficio del pueblo venezolano sino en el del comercio internacional. Antes de que Guaidó y sus militares adictos establezcan su oligarquía, la única oportunidad de los venezolanos es salir a la calle y organizar reuniones públicas en los distritos que propongan representantes legítimos con el objetivo de fundar una asamblea constituyente. No basta con exigir elecciones constituyentes porque dejar esa tarea en manos del actual estado será fácilmente traicionada con el subterfugio de unas simples elecciones presidenciales o legislativas.
Todo ello ha de producirse, necesariamente, en paralelo a la tiranía de Maduro y a las acciones de Guaidó y de «su» comunidad internacional. Una asamblea salida de ese proceso tendrá legitimidad suficiente ante los ojos del ejército si el pueblo permanece reunido, obstinado en su voluntad, sin abandonar en ningún momento las calles, sin esconderse, a cara descubierta, sin dejar de hacer ruido y vigilando el mandato imperativo que otorgue a cada uno de sus representantes. No hay que olvidar que el pueblo de Estados Unidos conquistó la libertad política organizando cuerpos legislativos alternativos y gobiernos en la sombra desde el principio de la revolución. Los Committees of Correspondence no fueron concedidos por la mano de ningún caudillo sino instituidos por miles de ciudadanos patriotas.
Ante la fuerza de las calles llenas y las casas vacías, el grueso del ejército no tendrá más opción que refrendar tales mecanismos dejando patente su condición de organismo del pueblo y no de la oligarquía. Así se abre paso la libertad política.

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