Cuando el Estado hace sufrir demasiado a sus gobernados, éstos terminan por no sentirse ni del régimen, en un primer momento, ni de su propio país después. Así ocurrió en Francia por causa de la Guerra Mundial I y en España con el franquismo. El sacrificio por la patria fue extremo e inútil.   Muerto Franco en 1975 surgió la posibilidad de expresar el sentimiento antipatriótico: rebrotaron, entonces, los nacionalismos independentistas. Los españoles ya no se sentían españoles. No existen partidos nacionalistas monárquicos en las principales comunidades autónomas españolas. Los partidos nacionalistas son declaradamente republicanos. ¿Por qué? Porque el bando que venció en la guerra civil fundó el Estado bajo un personalismo militar en las condiciones más exclusivistas que jamás viera la vieja piel de toro. Aquél que defendiera la democracia, el liberalismo, el comunismo, el anarquismo, el protestantismo, etc., era considerado no sólo enemigo del régimen político franquista, sino también enemigo de la propia España.   A ello hay que añadir que el movimiento político triunfante en la transición identificó los símbolos de la nación (bandera, himno, jefe del Estado, etc.) con el régimen salido de la guerra y la represión. Desde entonces está funcionando la tendencia imparable del nacimiento de las naciones políticas y los estados independientes intraestatales… lo que ha significado el olvido de las reclamaciones de la libertad política traicionando con ello el espíritu original de la transición.     "A pure theory of democracy"     Publicada la traducción inglesa de "Frente a la gran mentira"  

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