Desde hace años, aparte de denunciar los disparates políticos y económicos de los gobiernos de PP y PSOE, he venido explicando también cómo pueden arreglarse. En mi último libro, ‘El disparate nacional’ ( Planeta 2011), donde describía desde la traición de la Transición -donde nos sería hurtada la democracia e impuesto un régimen oligárquico de partidos- a la era de González -donde se destruyeron la enseñanza pública y las grandes industrias de la nación-; desde el Gobierno Aznar, que nos metería en el euro sin el menor análisis y cuadró las cuentas malvendiendo los grandes monopolios públicos a las élites separatistas y donde una vez dentro puso fin a todas las reformas estructurales, a Zapatero, una auténtica plaga bíblica. Dedicaba un capítulo a explicar cómo se arregla España.

El problema es político y, como tal, sencillo de resolver si existe voluntad para ello. Sin embargo, cuando comencé a explicar cómo arreglar España teníamos un millón de parados, una deuda pública de 300.000 millones y la unidad de España no planteaba más problema que hacer la vista gorda al saqueo de los Pujol y demás cleptómanos separatistas. Hoy, con cinco millones de parados, 1,45 billones de deuda y un riesgo claro de ruptura de España por la omisión criminal de Rajoy y del Rey -que ha permitido el incumplimiento de la ley con total impunidad el primero, y no ha mediado y arbitrado el segundo-, las cosas no son tan sencillas.

Estamos hartos de contemplar impasiblemente la destrucción institucional, moral y económica de España, y lo que es infinitamente peor, el futuro de nuestros hijos, provocado por la irresponsabilidad, la venalidad y las ansias ilimitadas de poder de unos pocos a quienes importa una higa, como estamos viendo hoy, en forma absolutamente escandalosa, los intereses de España y de los españoles Pero tenemos un ejemplo claro de cómo una voluntad política firme y la gente capaz que existe en este país pueden revertir cualquier situación, poner España en marcha y conseguir el milagro. Si fue posible una vez, puede repetirse de nuevo.

Del subdesarrollo a octava economía mundial

En 1959, el PIB per cápita de España era casi la mitad (el 56%) que el de los nueve países centrales de Europa que entonces constituían la Comunidad Económica Europea. Ese año se tomaría una decisión política trascendental: abandonar la política autárquica a que había obligado la II Guerra Mundial primero y el bloqueo criminal impuesto por la ONU, que no mermó un ápice el poder del régimen y condenó a los españoles a 10 años más de penuria, después. Se puso en marcha un conjunto de grandes reformas estructuradas y coordinadas a través de un Plan Nacional de Estabilización, elaborado por los mejores economistas con total independencia de su adscripción política, algo que cambió radicalmente la situación: 15 años después, “a España no la conocía ni la madre que la parió”.

Rajoy ha elevado la deuda pública en un 50%, el mayor incremento de nuestra historia en tan poco tiempo, lo que ha destruido el futuro de las generaciones futuras

De uno de los países más pobres de Europa pasaríamos a octava potencia económica mundial, la renta per cápita relativa a los nueve países centrales de la CEE subiría al 82%, la producción industrial llegaría a representar el 36% del PIB (igual a la de Corea del Sur) y nuestro PIB per cápita se multiplicaría por tres: 10.000 dólares, el mismo que Irlanda. A la muerte del general Franco, franquistas y antifranquistas nos impusieron un régimen oligárquico de partidos y un modelo de Estado único en el mundo para repartirse España como si fuera un solar. Contarían la mayor patraña de nuestra historia, según la cual habían traído la democracia cuando era la única opción posible, como se ha demostrado después en todos y cada uno de los procesos similares ocurridos en Europa.

En los 40 años siguientes, España ha venido creciendo muy por debajo de su potencial. La enseñanza pública, la tercera mejor de Europa, sería politizada hasta la náusea por el PSOE y dejaría de ser el ascensor social que fue en el pasado. Hoy es la segunda peor de la OCDE, y el modelo de crecimiento basado en el esfuerzo y en el conocimiento sería sustituido por el favor político y la especulación. A día de hoy, la renta per cápita relativa a los nueve países centrales de la UE ha caído al 74%, la industria, desmantelada por el PSOE con la eufemísticamente denominada ‘reconversión industrial’ para entrar en la UE como fuera, representa un 15% del PIB, cuando hubiéramos podido estar al nivel de Corea del Sur. La renta per cápita de Irlanda supera hoy en un 45% a la nuestra. O sea, un desastre sin paliativos. Que la casta política hable de los logros de la Transición no tiene pase.

Lo contrario a lo hecho por Rajoy

Después de ocho años de Gobierno socialista, se consideraba imposible que las cosas pudieran ir a peor. Grave error. Se cumpliría la conocida sentencia de que “toda situación por mala que sea es susceptible de empeorar”, algo que también es de plena aplicación hoy. Zapatero y Solbes jamás supieron por qué la economía crecía y mucho menos por que se hundía. Estaban tan asombrados que no sabían qué hacer y siempre pensaron que la recuperación era inminente. Rajoy, con la mayor cuota de poder estatal, autonómico y local, pudo revertir la situación como se hizo en 1959, sin embargo haría justo lo contrario. Tanto, que nos ha situado a día de hoy al borde del abismo y con los pies colgando. ¡Y todavía pretende repetir como jefe del Gobierno!

Mariano Rajoy. (EFE)
Mariano Rajoy. (EFE)

Rajoy ha elevado la deuda pública en un 50%, el mayor incremento de nuestra historia y la de Europa en tan poco tiempo, lo que ha destruido el futuro de las generaciones futuras; ha elevado los impuestos al mayor nivel jamás alcanzado y la carga fiscal sobre la familia media al nivel mas elevado de la OCDE, mientras reducía la fiscalidad sobre las grandes empresas al nivel mas bajo de Europa; ha incrementado el paro en “puestos de trabajo a tiempo completo equivalente” en 500.000 personas; ha elevado la desigualdad social al nivel mas alto de la UE; no solo no solucionó el problema de las pensiones sino que se ha fundido 44.000 millones de euros de la hucha de las pensiones y las mutuas, y ha llevado el déficit a una situación insostenible: 20.000 millones de euros estimados en 2016.

No redujo sino que incrementó el tamaño del sector público, los gastos no financieros del Estado pasaron de 200.068 millones en 2011 a 216.000 millones estimados en 2015. La remuneración de los asalariados se redujo en 40.000 millones anuales, lo que, para tratar de mantener el nivel de vida, ha llevado a una reducción del ahorro de los hogares del 10,8% en 2011 al 9,2% en 2015, la cifra mas baja de la serie histórica. No solo no cambió el modelo productivo de “especuladores y camareros” incapaz de generar crecimiento estable y trabajo digno, sino que lo afianzó reduciendo los salarios de los nuevos empleos a niveles de miseria. Ha permitido a los monopolistas abusar como nunca antes de su posición dominante. Solo el blindaje del dinero sin límite ni control del BCE permite continuar en este camino de perdición.

A partir de aquí es sencillo explicar cómo se arregla España, y lo principal es entender que nuestro problema, como en 1959, es político y no económico, lo cual es bueno y es malo. Es bueno porque un acuerdo de los grandes partidos lo solucionaría de inmediato, y es malo porque, como señalaba hace dos semanas el WSJ, “las reformas que España necesita están más lejos que nunca tras las elecciones”, ”ninguno de los cuatro partidos presentó durante la campaña un plan de medidas integrales para abordar los problemas de la economía española”. Rajoy no lo hizo cuando pudo y hoy ni quiere ni puede; la izquierda está en gastar más y en aumentar el tamaño del Estado, o sea, en acelerar nuestra ruina, y C´s solo propuso recortes manifiestamente insuficientes. Si alguien cree que esto se arregla con una reforma laboral o medidas similares, es que no sabe lo que dice.

Hay que acabar con las duplicidades entre AAPP, cerrar el 80% de las empresas públicas, eliminar la mitad de los municipios y diputaciones…

Los demagogos afirman que lo que hay que hacer es mejorar la productividad. ¡Pues claro que hay que mejorar la productividad! Pero eso, ¿cómo se hace? ¿Se va a mejorar sin acabar antes con un modelo de Estado que entraña un despilfarro anual del 10% del PIB y con la unidad de mercado rota en 17 pedazos? ¿Se va a mejorar con una estructura monopolista del mercado de factores que hace que los españoles paguemos los tipos de interés, la energía (a veces hasta el doble) y las telecomunicaciones mas caras de Europa? ¿Se va a mejorar con dos millones de enchufados públicos inútiles y asesores que no asesoran? Quien eso afirma, y todo lo basa en bajar aún mas los salarios de una población laboral donde el 50% es mileurista y ahora menos que eso, y en subir impuestos a la clase media, o es un malvado o es un imbécil.

La única solución posible es acabar con el Estado autonómico, el resto son brindis al sol. Tenemos 17 CCAA que funcionan como estados independientes, no se sabe lo que gastan, ni cómo lo gastan, ni lo que deben. Hay más de 4.000 altos cargos frente a los 409 del Estado; hay 8.116 municipios (el doble que en Alemania) de los cuales el 47% tiene ¡menos de 500 habitantes! El tamaño del sector público ha experimentado un crecimiento acelerado mientras en la mayoría de países se reducía o crecía escasamente. La masa salarial ha crecido un 59% desde 2004, frente a solo un 3% en Alemania, debido esencialmente al aparato autonómico y local en el que la masa salarial ha crecido un 96% desde entonces. O los ciudadanos acabamos con esta orgía desenfrenada de gasto público o este acaba con nosotros.

Cristobal Montoro. (EFE)
Cristobal Montoro. (EFE)

El orden de recortes debería ser: acabar con las duplicidades entre AAPP (34.000 millones ), cierre del 80% de las empresas públicas (15.000 millones), recentralización de la educación y la sanidad (12.000 millones), con lo que funcionarían mucho mejor, eliminación de la mitad de municipios, las diputaciones, el 80% de coches oficiales (España tiene mas que EEUU), la multiplicidad de organismos inútiles, las subvenciones a sindicatos, patronal y partidos políticos y el absentismo laboral en el sector público, que es el mayor de Europa (10/14.000 millones). Solo con esto eliminaríamos el déficit público (50.000 millones) y garantizaríamos la sostenibilidad de las pensiones (20.000 millones). Y con el resto, hasta 100.000 millones, podríamos bajar impuestos y garantizar una renta básica a los mas necesitados. Adicionalmente, hay que acabar con los monopolios, algo técnicamente sencillísimo si existe voluntad política.

Ciertamente esto supondría que 1,5 millones de enchufados públicos y asesores deberían ser despedidos, lo que no significaría más paro sino mucho menos. Una de las leyes empíricas mas importantes de la estructura económica de España demuestra que por cada puesto de trabajo que se elimina en el sector público se crean 2,5 en el sector privado, por lo que eliminar 1,5 millones de enchufados públicos crearía 3,75 millones de trabajos privados, lo que daría un neto de 2,25 millones de empleos. Además, cuanto más complejos son los problemas peor es la preparación y la experiencia de las personas llamadas a resolverlos. El jefe del Gobierno no lee más que el ‘Marca’ y la mayoría de responsables estatales, autonómicos y locales son un insulto a la inteligencia.

Una de las leyes empíricas de la estructura económica demuestra que por cada puesto de trabajo que se elimina en el sector público se crean 2,5 en el privado

A esto hay que añadirle un conjunto de reformas inconclusas o sin abordar. Pendientes están la reforma del sistema financiero, del mercado energético, de la enseñanza pública y de la Justicia. Inconclusas las del mercado laboral, las pensiones y la sanidad. Lo menos que podemos esperar y exigir de nuestros políticos es que en lugar de expoliarnos como hasta ahora y gobernar para ellos y sus amigos, empiecen a gobernar para el pueblo pero con el pueblo, y justifiquen así su existencia y su sueldo. Desgraciadamente, no van los tiros por ahí sino en lo contrario, pero esto tiene fecha de caducidad. Cuando el blindaje del BCE finalice, no va a durar siempre, España tendrá que suspender pagos y los españoles deberán pedir responsabilidades penales a los culpables.

NOTA: Titulaba mi artículo del lunes pasado ‘Diez años de PSOE/PP: Ibex -14% Dax +92%‘. Me escribe un lector para decirme que esa comparación no es homogénea ya que el Ibex no incluye dividendos y el Dax sí. Es cierto, pero en una comparación exacta no solo cuentan los dividendos, también el tipo de cambio y la inflación. Sin embargo, no se suelen tener en cuenta, como hemos visto estos días en toda la prensa, especializada o no, al comparar la evolución de los índices en 2015 o el jueves pasado en el último mes, donde el Ibex ha caído el doble que la mayoría. Contando todo, dividendos, tipo de cambio e inflación, el título correcto hubiera sido ‘Diez años de PSOE/PP: el Dax sube tres veces mas que el Ibex’, o ‘Diez años de PSOE/PP: Ibex -14% S&P +98%’.

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