¡Despierten, feligreses del Estado!
Entréguense al deber dominical.
Devotos del sagrario de cristal,
Marchen o gravemente habrán pecado.

Glorioso altar al pueblo consagrado
bajo forma de mesa colegial:
¡Admiren la liturgia electoral!
Merced de quienes sangre han derramado.

Vil ignominia hecha sacramento.
Más bien signo eficaz de la desgracia
De una España sin fuerza y sin aliento.

El poder al partido nunca sacia,
Y ansía bautizar este esperpento
Y pretende llamarlo democracia.

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