Es inevitable que cuatro fanáticos se dediquen a poner bombas o al tiro en la nuca. Tanto como que acaben siendo detenidos por la policía. El problema es que a esos cuatro les sustituyan otros continuando la serie. Y esto ocurre y ocurrirá porque la causa por la que se asesina y los mismos asesinos tienen el reconocimiento social. En no pocos municipios del País Vasco son comunes los homenajes, las calles o los monumentos a la memoria de tan insignes paisanos, a quienes no se considera asesinos sino presos políticos, con lo que la cantera queda asegurada mientras sea necesario. Imágenes de etarras (foto: Kontrainformatu) La incuestionable mentira oficial que sostiene la Monarquía se basa en conceder rango de demanda social a la voluntad de los partidos estatales. En España no existe posibilidad de lo público sin pasar por estas organizaciones, el reconocimiento social es el político, ergo los referidos actos que encumbran a los heroicos gudaris de la ejecución por la espalda, son siempre, por acción u omisión, actos institucionales. La implicación criminal del propio Estado quedó al descubierto cuando se comprobó que la llamada izquierda abertzale usaba la información oficial y las subvenciones como cobertura al terrorismo, con el que formaba un único movimiento. Evitar esto sin vulnerar los derechos de reunión y asociación implicaba acabar con la financiación estatal y poner en crisis el sistema. Naturalmente la Ley de Partidos consumó lo primero, aun a costa de reforzar la imagen de opresión españolista que justifica la dialéctica de la lucha armada. De ahí se pasó a un nuevo reconocimiento como interlocutor político, y vuelta al Estado con ANV. El abertzalismo en la sociedad vasca no es lo preocupante. Se ve tan débil que necesita del terror. Y es el nacionalismo estatal de la parcela autonómica el que consiente tal situación. La fractura social y la tensión de la violencia se fija en la Comunidad Vasca, oponiendo la lengua, manipulando la historia o sacando a pasear el Rh si es necesario. Por mucho que se nos presenten como algo opuesto, el PNV y el Parlamento Vasco son Estado tanto como el PP y el Congreso de los Diputados. ETA resulta insoluble en esta Monarquía, porque la razón de ser de ETA es la permanente inconstitución del Estado por su reparto entre los partidos.