El lunes pasado, un grupo de profesores y economistas independientes, alguno vetado por Moncloa en todas las televisiones y medios no digitales, a pesar de haber recibido el Premio de la Asociación de Corresponsales de Prensa Extranjera en España a los mejores artículos y análisis sobre la situación de la economía, publicamos en estas mismas páginas los resultados de un detallado estudio, donde se demuestra más allá de toda duda razonable que la situación de nuestra economía es insostenible, y que desde febrero de 2008 el Banco de España y el INE han venido manipulando la cifras de contabilidad nacional, hasta el punto de que a día de hoy la riqueza nacional real es un 18,7% inferior a la oficial, lo que cambia radicalmente los parámetros esenciales de la economía, como son el ratio de deuda sobre el PIB, el tamaño del Estado y la presión fiscal.

Habíamos pensado, porque ya ocurrió en el pasado, que el INE (que es el gran responsable de cuantificar los grandes agregados macroeconómicos, ya que el Banco de España se limita a dar simples estimaciones de crecimiento en base a tendencias, pero sin dato alguno que las avale) contestaría aunque solo fuera por vergüenza torera a los datos que aportábamos en el estudio. Pero tal vez pensando en el artículo 433 bis del Código Penal, parece haber preferido ignorarlo y no entrar en un debate que simplemente no puede ganar. Sin embargo, nos ha sorprendido que sean dos economistas que tienen la aureola de independientes, los señores Lacalle y Rallo, quienes hayan asumido el salir a desmentir nuestros cálculos con cifras y argumentos que no solo no invalidan nuestros cálculos sino que los fortalecen.

Rallo no deflacta los índices

Empezando por José Ramón Rallo, ¡ni siquiera ha deflactado los índices sectoriales de servicios!, y en los otros cálculos que hace tampoco ha tenido en cuenta la inflación desde que empezó la crisis, el 13,4% de junio de 2007 a junio de 2015. El tema es tan obvio que no creo que el error sea involuntario, sino que lo ha hecho con la clara intención de confundir a quien lo lea, ¿a quien pretende favorecer con estonbsp;Si no se deflacta, las diferencias entre producción y VAB (valor añadido bruto) son mucho más pequeñas y en un gráfico pueden parecer poco importantes. Para que lo entiendan claramente, Rallo mezcla las churras con las merinas (euros de un año con euros de otro, como si valieran igual), lo que invalida totalmente su argumentación.

Y respecto a sus otros ‘argumentos’:

1. VAB y producción no son lo mismo, afirma. ¡Pues claro que no son lo mismo!, y así lo decimos explícitamente en nuestro análisis. El suponer que han seguido una evolución distinta implica que haya habido grandes aumentos en las cifras de productividad de los factores, pero los datos disponibles del Banco de España (Central de Balances) indican justo lo contrario, es decir, que la productividad de los factores bajó durante la crisis. A pesar de esto, no lo hemos tenido en cuenta en el informe, en cuyo caso la diferencia obtenida hubiera sido aún mayor.

2. Dice que el Indicador de Actividad del Sector Servicios (IASS) no incluye todos los servicios, solo el 50%. Es cierto que no incluye todos, y así lo decimos también en el informe. Pero no es cierto que solo sean el 50%. En realidad, son el 60%. En nuestros cálculos, hemos excluido los servicios de no mercado y la sanidad y educación, que básicamente son los no incluidos en el IASS. Esto lo decimos en el informe. Hay que decir que ya supone un ejercicio de fe importante pensar que el INE ha ponderado correctamente la sanidad y la educación en el PIB, pero así lo hemos hecho en nuestro informe.

3. La ponderación de los subsectores de los servicios es distinta en el IASS y el PIB. Esto es cierto, pero es una afirmación que llama a engaño. Lo que ocurre es que no es exactamente la misma, pero la diferencia no influye en los resultados de forma significativa. Cualquiera puede entender que si el IASS no ofreciera una instantánea fiable de los servicios, sería absolutamente inútil como indicador. Por otra parte, su afirmación de que en el agregado hay diferencia pero en los subsectores no la hay es ridícula e impropia de una persona numéricamente preparada. Es como si digo que traigo un camión con patatas, manzanas y peras que pesa 10 toneladas, pero luego digo que por separado tengo cinco toneladas de patatas, cuatro de peras y tres de manzanas. Finalmente, una pregunta elemental. Si acudimos a los datos de Eurostat y replicamos nuestros cálculos para países como Francia y Alemania, ¿qué obtenemos? El VAB y la cifra de negocios del sector servicios tanto en Francia como en Alemania, como en Holanda, siguen una evolución idéntica, sin detectarse la tremenda brecha que se observa en nuestro país.

El economista Juan Ramón Rallo, en una foto de archivo. (EFE)

Una vez que se tienen en cuenta todas y cada una de estas aclaraciones y precisiones, resulta obvio que nuestros cálculos no solo no son espurios sino que refuerzan nuestra principal conclusión: el PIB real sería en estos momentos como mínimo un 18,7% menor de lo informado, con todo lo que ello implica para el cálculo de otros indicadores. Por eso, hoy más que nunca, a punto de entrar en otra espiral fiscal contractiva, son necesarias aclaraciones precisas y concisas sobre estas graves incoherencias. Hay mucho en juego como para cerrar los ojos ante hechos que cambian radicalmente las perspectivas actuales y futuras de 46 millones de españoles.

Lacalle confunde los conceptos económicos básicos

Con respecto al señor Lacalle, a quien no tengo el gusto de conocer personalmente, su afirmación de que las cifras de PIB del Gobierno son reales, y las nuestras no, simplemente no se sostiene. Lo primero, decir que no parece entender la financiarización, es decir, el ascenso de la importancia del capital financiero dentro del funcionamiento de la economía; su confusión con la contribución del consumo e inversión pública es sencillamente hilarante, y la manipulación del sector exterior, tremenda.

Comienza su argumentación sobre una supuesta correlación entre riqueza financiera de las familias y PIB. Además, se atreve a dar una cifra: 97%. En la literatura científica no existe un solo trabajo que avale esta afirmación, que en cualquier caso es de lo más ridícula, ya que es bien conocido que los activos financieros han crecido mucho más rápido que el PIB desde hace décadas. Además, bajadas pronunciadas en bolsa como la de 1987 no tienen ningún reflejo en las cifras del PIB.

El vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado, durante la presentación del libro del economista Daniel Lacalle (d) 'Acabemos con el paro'. (EFE)

Insiste en que el gasto público ha compensado en buena medida la caída del sector privado. Pero basta ir a los datos para comprobar que no es así. El gasto en consumo final en 2015 fue, según la contabilidad nacional, de 208.000 millones, mientras que en 2007 fueron 190.000 millones. Teniendo en cuenta que la inflación habida en el periodo ha sido del 13,4%, nos damos cuenta de que el dato deflactado es de 183.000 millones, es decir, un 3,5% menor.

Si vamos a la FBCF (formación bruta de capital fijo), nos damos cuenta de que es ridículo suponer que pueda haber habido algún tipo de contribución pública a sostener el PIB, ya que la licitación oficial, la mayor partida de inversión pública, fue una vez deflactada el 18% en 2015 respecto a las cifras de 2007. Es decir, un 82% de caída. Esto no puede haber tenido más que una influencia muy negativa en el PIB, justo lo contrario de lo que afirma Lacalle.

A continuación mezcla, en un ejercicio de desconocimiento palmario, el tema de las pensiones y los salarios públicos con el PIB desde la perspectiva de la demanda, sin darse cuenta de que esto solo se usa cuando se mide desde la perspectiva de la renta. Como vemos, el gasto público, lejos de compensar la caída del sector privado, también ha contribuido al descenso del PIB.

Respecto al sector exterior, es evidente que este contribuía de forma negativa al PIB en 2007, pero en concreto con 65.000 millones de euros y no 99.000 millones, como informa equivocadamente Lacalle. Esto se puede comprobar fácilmente en la web del INE, calculando la diferencia entre exportaciones e importaciones. Podríamos conceder que fuera un error inocente de Lacalle, pero a la vista de los antecedentes, más bien parece un error interesado.

El dato de 2015 es de 26.000 millones de contribución positiva al PIB, lo que una vez deflactado lleva a una diferencia de 88.000 millones de euros. Esto es una obviedad que contribuye positivamente al PIB, pero no lo hemos reflejado en nuestro informe porque nosotros adoptamos la perspectiva de la oferta, en que el PIB se mide de otra forma.

Luego pasa a afirmar que la correlación entre PIB y afiliaciones es del 99%. Esto, una vez más, se lo inventa el señor Lacalle. La única publicación que hemos localizado que intenta una aproximación a correlaciones entre PIB y afiliaciones es una del Ministerio de Economía titulada ‘Revisión de la metodología para el cálculo de los indicadores sintéticos de la economía española’, de febrero de 2007, en que da una correlación de 0,88 (88%, en la particular terminología de Lacalle). Sin embargo, hay que decir que dado el hundimiento de los salarios en España, que reflejó recientemente el ‘Financial Times‘, se puede entender que haga perder dicha correlación. Es decir, más empleo para la misma producción.

Se olvida Lacalle de analizar los datos sectoriales de demanda. Seguramente porque no le conviene. Ni otras correlaciones entre indicadores sectoriales y PIB, como las ventas de grandes empresas, que según la publicación citada tiene una correlación de 0,89 y no han sido afectadas por situaciones brutales de deflación como ha ocurrido con los salarios. Si lo hubiera hecho, hubiera visto que han caído un 24% entre 2007 y 2015 (y que estas ventas incluyen sector exterior). O hubiera ido a los datos de la Central de Balances y se hubiera dado cuenta de que a las pequeñas empresas les ha ido todavía peor que a las grandes. Pero claro, eso a Lacalle, que vive de la casta que controla las grandes editoriales y los grandes medios de comunicación, no le interesa.

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