Oswald Spengler Patrón y avance Dos concepciones históricas vienen riñendo desde que la Historia se estableció como una disciplina aparte de la mitología. Al principio, como en Heródoto, el magnetismo de lo mitológico y sus idea cíclica del devenir, es demasiado potente. Y cuando la desilusión política ha calado hondo y muchos vuelven sobre sus vidas privadas para encontrar la felicidad, e incluso la transcendencia, también. Pues una subjetividad cerrada sobre sí habla el lenguaje de lo simbólico. De ahí los hallazgos del psicoanálisis, y de ahí que sus investigadores no marxistas (Freud, Jung) fueran sin excepción pesimistas políticos natos. Platón igual.   No obstante, la evolución ha sido una concepción de la Historia que ha tenido tanta relevancia, si no mayor. Pues a muchos no les cabía en la cabeza que, a pesar de todos nuestros errores, no hayamos aprendido nada por el camino. El empirismo inglés y el idealismo alemán se dan aquí la mano. La Ilustración como un todo va aquí a la cabeza con su idea de Progreso, y aunque su estrechez conceptual trajo críticas inmediatas, ya fuese Vico o más tarde, en vena similar, Oswald Spengler, lo cierto es que casi nadie hoy sostiene que una concepción cíclica de la historia es capaz de explicar el dominio político.   La mentira de que vivimos en democracia y de que esto es lo menos malo que podemos tener ha calado hondo. Tan hondo que uno se pregunta si, antes que el salto a la democracia, que sería lo nuevo, repetiremos cierto patrón degenerativo conocido: de la oligarquía a la dictadura. Un patrón que no sale a lo nuevo, agacha la cabeza y se agarra a lo fácil. Cuántas veces habremos encumbrado a tiranos para por falta de visión e iniciativa. Pero aunque podríamos repetirlo, nada nos autoriza a asegurarlo… salvo la propia desilusión.   Desilusión que no es irracional, pero tampoco certera. Las puertas están en todo caso abiertas a lo nuevo; otra cuestión es que suspendamos una vez más su momento. Y aunque hay razones para pensar tanto en el triunfo como en otro fiasco, nadie puede discutir que la vida política en democracia es un avance con respecto a lo que tenemos hoy y hemos tenido casi siempre.

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