Monkeybear (Foto: Mrs. Maze) Los gobernantes de un Estado de partidos-estatales constituyen una nueva especie híbrida biológico-política: el “osomono”. Al no separar la elección de los representantes de la nación de la elección del Jefe del Gobierno, los “osos” diputados conforman con el “mono” gobernante la  nueva realidad bio-política partidocrática. Esta especie de la evolución social es muy fuerte (duradera) y graciosa (carismática), pero constantemente desleal con la sociedad civil.   Honoré de Balzac describió cómo, a finales del siglo XVIII, todavía la prensa provinciana utilizaba viejas imprentas de madera en las que la división del trabajo smithiana imponía –como en la fabricación del alfiler- la presencia de dos tipos distintos de operarios tipográficos: el “oso” y el “mono”. El oso era el encargado de ensamblar las letras bajo el movimiento de vaivén en sus desplazamientos desde el depósito de tinta a la prensa y viceversa. El mono era el componedor que cogía raudo las letras en los centenares de cajetines en que se guardaban. ¡Un reino hubiera dado el capitalista-explotador de la prensa por disponer de un “osomono”! Hubiera ahorrado salario, seguridad social, ¡mejorado la productividad de la empresa!   Imaginad que el Gobierno de los Partidos se asemejara a la imprenta pre-industrial y que nosotros fuéramos los oligarcas de la nación: ¿no desearíamos adquirir un osomono para la producción rápida de leyes y decretos que mantuvieran al “demos” a raya y no metiera sus narices plebeyas en nuestros negocios? La respuesta es evidente.   Pues así acaece con las “elecciones” de diputados a las cortesanas Cortes Generales. Van y vienen de las sedes a las poltronas de ski y, de entre ellos, nombran al mono gobernante-ejecutivo quien, a su vez, les ha puesto en el cargo e impone, obviamente, obediencia. Sin embargo, si somos amantes de la libertad política debemos querer que nuestros osos sean responsables sólo ante nosotros y no ante el mono. Y, sobre todo, que éste lo elijamos por mayoría en una votación nacional al efecto. Ahora, en cambio, se escoje al osomono, y… el osomono no existe. Es un truco del oligarca-prensista. Naturalmente sólo existen los osos y los monos.

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