Jordy is an anarchist (foto: Galería de altovolta)   Oscurantismo nihilista   En su descripción de la conciencia infeliz, Hegel pone de relieve cómo el esclavo cristiano, queriendo negar lo que le oprime en el más acá, se refugia en el más allá del mundo, sometiéndose a un nuevo amo: Dios. Sin embargo, un Estado prusiano divinizado será el depositario privilegiado de los fines del Espíritu. “La voluntad de los otros pueblos carece de derecho, pues el pueblo que representa la voluntad del Espíritu es el que domina el mundo” decía este filósofo alemán, que también identificaba al amo supremo con la muerte absoluta.   Proudhon decretó que Dios es el mal y Bakunin proclamó los designios criminales de cualquier Estado (incluso del más pequeño e inofensivo). El Bien residía en esa fiesta sin principio ni fin que es la Revolución; pero esta lucha revolucionaria por “un mundo nuevo y sin leyes, y por tanto, libre” rebasa los márgenes de la política, y pasa a ser el combate de la rebeldía luciferina contra el principio de autoridad divina.   “Nihilismo” fue un término forjado por Turgeniev, que lo encarnó en el protagonista de su novela “Padres e hijos”, Bazarov: “No tenemos por qué glorificarnos más que de la estéril conciencia de entender, hasta cierto punto, la esterilidad de lo que es”. Ajenos por tanto, al orden de las cosas existente, los nihilistas no tienen por qué mezclarse con él, siendo objeto de su desprecio la filosofía, el arte, la moral mentirosa, la religión, y hasta la cortesía y demás convenciones sociales. Sólo vale la autosatisfacción.   La impotencia intelectual imagina como ardid, para eludir la dificultad de comprender la complejidad de lo real, que las relaciones sociales se pueden reducir a una sola abstracción omnipotente (Orden, Sistema, Capital, Estado) que abre, como Dios, un único camino de redención a la humanidad. Ante el Señor que nos esclaviza, y viendo el Mundo tal como es, para qué vamos a tratar de arreglarlo por vías morales y democráticas. Es más, no tiene sentido rogar por nuestra salvación o alzar nuestras reivindicaciones a meros representantes, sacristanes y monaguillos (meros chivos expiatorios) del verdadero, y por eso, inalcanzable, Poder.   Así, paradójicamente, la hostilidad hacia un Mundo despiadado, deja a salvo la impiedad de sus poderosos Vicarios. Ora por amargura, ora por pereza mental, este nihilismo contemporáneo niega la posibilidad histórica de un mundo hospitalario. El mensaje de resignación y de redención cristianas es sustituido por el de imprecación y renegación paganas, abortando toda esperanza en un proceso de humanización de las relaciones de poder de unos hombres sobre otros, camufladas, en esta época consumista, como poder de las cosas sobre la necesidad de ellas.

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