“I view things as they are, without regard to place or person; my country is the world, and my religion is to do good.” Thomas Paine

Los filósofos españoles que luchamos por la libertad colectiva somos los más consecuentes con el concepto de la LIBERTAD, pues la definición de la libertad política no puede reducirse a las libertades individuales y derechos subjetivos, que se limitan por los derechos de los demás. La libertad por la que luchamos realmente los filósofos repúblicos españoles, además, es la libertad de todos en conjunto. Somos pocos, pero somos brillantes: aportamos la luz de la verdad en la oscuridad metafísica de la incultura política carpetovetónica. Nuestra lucha se encuentra con la resistencia en España y en Europa de dos corrientes filosóficas que se adaptan muy bien al engaño del estado de partidos: el pensamiento débil y la filosofía de Habermas. El pensamiento débil renunció en los últimos quince años del siglo XX a la fuerza de la lógica y de la razón crítica. La filosofía del alemán se conformó con el consenso. La política y lo político quedaron minimizados y lo estatal lo invadió todo. Vattimo* se hizo un referente imprescindible entre mis colegas y Habermas** hasta se recitaba en las Cortes Generales de Madrid desde 1982 como la doctrina esencial del consenso de la transición de Suárez y Felipe González. Según estas dos corrientes filosóficas contemporáneas la verdad no podría definirse de forma universal en el ámbito político. De ahí la incultura política en el gremio y la servidumbre voluntaria en el conjunto de la clase “pensadora” hispana (¿también Gabriel Albiac?).

En cambio, como en otras épocas de la historia de España, quedamos españoles que no nos arrodillamos ante el poder incontrolado de la oligarquía. Nos caracterizamos por practicar un pensamiento racional y crítico, y no aceptamos como verdad lo que no sea claro y distinto. No podemos seguir un pensamiento débil y no tenemos interés alguno por un consenso contrario a la emancipación del ser humano.

Nos mueve y motiva la idea-fuerza*** de la República Constitucional que se construye mediante tres tipos de luchas: 1ª- la lucha por devolver a la sociedad civil la conciencia y consciencia de sí misma. 2ª- la lucha de la sociedad por controlar y limitar el poder estatal, a través de una sociedad política que emane realmente de ella. 3ª- la lucha por establecer una constitución y una ley que encauce la verdadera representación política en las instituciones estatales y de la nación.

Nuestra lucha se encuentra con la incomprensión y la resistencia de (1) los que no tienen más conciencia y consciencia política que la de los partidos estatalizados del franquismo coronado, (2) de los que confunden la democracia, concepto exclusivamente político, con la democracia en ámbitos extrapolíticos, y (3) de los que creen**** injustificadamente que la representación política es algo metafísico por desconocer la posibilidad real del mandato imperativo al representante y la elección del diputado en la mónada o distrito electoral mediante la regla de la mayoría de votos.

Nuestra lucha se fundamenta, en definitiva, en la síntesis de cuatro ideas-fuerza:

A) las dos ideas-fuerza de la democracia representativa:

A.1) un sistema electoral representativo de los electores.
A.2) la separación en origen de los poderes del estado.

B) las dos ideas-fuerza de la república constitucional:

B.1) la lealtad de la materia y forma republicana.
B.2) el algoritmo político: Verdad=LIBERTAD COLECTIVA.

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* Vattimo resumió su propuesta con estas palabras: “Frente a una lógica férrea y unívoca, necesidad de dar libre curso a la interpretación; frente a una política monolítica y vertical del partido, necesidad de apoyar a los movimientos sociales trasversales; frente a la soberbia de la vanguardia artística, recuperación de un arte popular y plural; frente a una Europa etnocéntrica, una visión mundial de las culturas”.
** La recepción hispana de la filosofía de la acción comunicativa de Habermas ha sido especialmente interesada pues “la verdad como consenso” no quiere decir que Habermas excluya un debate racional y crítico sobre la verdad, así él mismo especifica: ” si por consenso -escribe- entendiéramos el simple y casual estar de acuerdo, es claro que tal ‘consenso’ no podría nunca constituir un criterio de verdad”, por lo que la interpretación correcta de la intención de Habermas es la de que el Discurso sea racional y crítico hasta definir científicamente los conceptos de democracia representativa y república; tal como hacemos nosotros, precisamente, en el presente diario.
*** Ver Teoría pura de la República, Antonio García-Trevijano, Editorial El buey mudo, Madrid, 2010. Y mi artículo La idea-fuerza de la RC en este mismo diario.
**** El filósofo materialista español Gustavo Bueno piensa, sorprendentemente, que la representación política es algo metafísico. Ver reseña de Felipe Giménez.

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