Eremita indio (foto: Óscar) Maestro A Antonio García-Trevijano Cuando los libros de Biología eran más elegantes y áridos, enseñaban que mientras los minerales crecen por yuxtaposición, los seres vivos lo hacen por intususcepción. El aprendizaje ligado a profesores, enseñanzas técnicas, datotecas y datorreas, familiares autoritarios, colegas, correligionarios, competidores y compañeros de estudios y de lucha, es de carácter mineral. Se yuxtapone al conocimiento previo. Pero las enseñanzas que provienen de la maestría, la amistad, o la televisión siempre encendida, generan suscepción.   La condición de maestro, como la de padre, es difícilmente compatible con la de amigo. La distancia jerárquica y el vínculo irrenunciable bajo pena de deslealtad, impiden que la espontaneidad aflore con facilidad. Pero mientras en el caso de la relación paterno filial la esperanza desempeña un papel menor e incluso perjudicial, en el caso de la maestría es fundamental. Porque el camino de la verdad, aunque pueda recorrerse lógicamente en solitario, necesita la cordura de la compañía y no sólo su auxilio. La verdad, la inteligencia para descubrirla, la honestidad para defenderla, la cordialidad de su vivencia y dos personas; el resultado siempre moral. Es una de las relaciones más hermosas que existen. Y una de las experiencias humanas que pueden ser consideradas sublimes por la naturalización de los conocimientos, además de los sentimientos, que significa.   Si la vivencia de esta relación está proscrita en nuestra sociedad, dónde encontrarán los esclavos autosuficientes: hombres que son paisaje, raíces en otras generaciones, ternura frente al error, firmeza frente a la debilidad, rigor frente al devaneo, confianza y admiración frente a la adversidad, presencia frente a la soledad. Incluso el maestro es digno de compasión si sólo puede aprender del duro comportamiento de las cosas.   Así que conoce mis manos, maestro, y en ellas el regalo que quien más quiero me ha entregado. Ahora es también tuyo: He caído tantas veces que el aire es mi maestro;/ tengo en la mano el aire que nunca nos olvida…

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