Pedro Sánchez lamenta la polémica creada por su ministro de Consumo tras sus declaraciones sobre el sector cárnico. En la tesitura de restañar los perjuicios causados sin recusar a quien es parte de su gabinete, viene a pedir que se entienda su postura y que para él la cuestión queda zanjada.

Estos hechos, esta postura del jefe del ejecutivo, más allá de su debilidad personal, pone a las claras cómo sólo el presidencialismo garantiza el equilibrio necesario entre los poderes políticos del Estado y de la nación.

El presidencialismo es la única manera que tienen los gobernados de poder designar el poder ejecutivo eliminando la situación actual en la que, aunque sea solo sobre el papel, dado que no existe tampoco más representación que la de los partidos, resulta elegido por los diputados, es decir, por la clase política.

El sistema presidencialista debe basarse en la igualdad representativa del poder ejecutivo del Gobierno y del poder de control de la Asamblea.

Este principio queda asegurado con tres normas constitucionales que ya formulara D. Antonio García-Trevijano en su obra La alternativa democrática:

  • El presidente del Gobierno y los diputados de la Asamblea deben ser elegidos por sufragio directo y secreto por todos los ciudadanos mayores de edad en elecciones separadas.
  • El presidente podrá disolver libremente la Cámara y convocar elecciones de diputados, mediante su propia dimisión y la convocatoria simultánea de elecciones presidenciales.
  • La Asamblea podrá destituir libremente al presidente del Gobierno, siempre que lo acuerde la mayoría absoluta de los diputados y que se autodisuelva para que se celebren elecciones presidenciales y generales.

Con estas normas constitucionales son siempre los gobernados quienes dirimen los conflictos graves que surjan entre el poder ejecutivo y el poder legislativo, estableciéndose los indispensables contrapesos.

Dadas estas sencillas y fácilmente comprensibles normas para su ejecución, la resistencia al cambio constitucional identifica a aquellos que al amparo del engranaje institucional actual han adquirido un desproporcionado y preponderante poder en el sistema político, transmutado en verdadero régimen de poder, con la lógica resistencia a perderlo. También a aquellos que adquirieron una cómoda posición en el sistema fruto del pactismo entre los que ya la ocupaban en la dictadura y los que querían alcanzarla como premio a su oposición a la misma y que cristaliza con el texto de 1978.

1 COMENTARIO

  1. Muchas gracias por este artículo que describe con claridad la opción que nos llevaría a salir del oscurantismo de régimen del 78 que es tan nocivo y perjudicial para la Nación española.

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