España, y al fondo Portugal (foto:ilcavalieriinglesi) La unión hace la fuerza, lo sabe todo el mundo. El 1 de enero de 1942, Gran Bretaña, la URSS, EEUU y China suscribieron la Declaración de las Naciones Unidas para formar la Fuerza de los Aliados que se enfrentó y derrotó a las potencias del Eje durante la segunda guerra mundial. EEUU es hoy una potencia porque en un momento decisivo de su historia optaron por unirse y no continuar separados; lo sometieron a debate público y eran muchas más las ventajas que los inconvenientes.   Pero un buen cesto necesita de buenos mimbres y adecuados tejedores. Ese es el secreto del éxito americano, como también lo es del fracaso soviético. En un lado había y hay democracia, y en el otro los mimbres se tomaron de plantaciones fumigadas con C.C.C.P.   Reconforta observar en internet, el éxito espontáneo que tiene entre la gente el anuncio de una hipotética Unión entre España y Portugal en un Estado Federal. Como en EEUU, son muchas más las ventajas que los inconvenientes…hasta ganaríamos un Mundial, dicen algunos.   Resulta mucho más agradable y natural este panorama, que no el del Sr. Montilla (cría cuervos…), desafiando con amenazas secesionistas al Estado y a la Nación. Cito a Madison: "Y si debe huirse de las novedades, creedme, la más alarmante de todas las novedades, el más absurdo de todos los proyectos, la más disparatada de las intentonas, es la de hacernos pedazos con el fin de conservar nuestras libertades y asegurar nuestra felicidad".   Pero para conseguir realizar un cesto fuerte y preñado de éxito, los mimbres tendrán que ser cuidadosamente seleccionados de plantaciones que hayan germinado en la tierra de la verdad y la libertad: una tierra nueva y fértil con nombre antiguo y virtuoso, República. Además, será necesario que las manos tejedoras sean expertas, que cada mimbre ocupe su espacio con absoluta precisión, para conseguir así lo hasta ahora impensable: entrelazarse sin mezclarse, dar, entre TODOS, una nueva forma original y genuina al cesto republicano, una forma cuya forja, constitucional y democrática, sólo alcanzaremos por un camino cuyo trazado ya tiene Teoría: la de la República Constitucional.

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