Hermanas contra Osama (foto: daveblume) La política por otros medios Sin desencadenar una guerra y sin necesidad de ocupar un nuevo país para acorralar al hombre más buscado del planeta, los servicios de inteligencia norteamericanos consiguieron localizar a Bin Laden en Pakistán, y eliminarlo mediante una operación quirúrgica de sus fuerzas especiales. A los diez años del atentado que ocasionó la invasión de Afganistán (y de rebote largo, la segunda parte de la guerra de Irak) para tratar de capturar al gran cerebro del terrorismo islámico, Estados Unidos anuncia al mundo, tras arrojar al mar el cadáver del monstruo, su “misión cumplida”.   Para el Estado la guerra es un medio de obtener por la violencia nacional determinados objetivos exteriores que sin ella no lograría. Pero la Historia ha demostrado que las guerras jamás dan satisfacción a los motivos por las que se declaran. Sus resultados finales no guardan relación con los propósitos iniciales. Sólo algunos científicos se han atrevido a considerar la guerra como un fin, determinado por la biología y la psicología social, que realiza algo tan semejante a la violencia como la política o el poder.   Los gobernantes ven en la guerra la “ultima ratio” de la política, que sólo entra en juego cuando ésta ha fracasado. Si la guerra fuera resultado del fracaso de la política, o de los políticos, representaría forzosamente una ruptura de la directriz fundamental de los actos internacionales de gobierno. Entre la primera y la última razón del ejercicio del poder internacional sólo puede haber una diferencia cuantitativa. Pasar de una a otra razón no sería un fracaso, sino más bien una culminación.   Si la guerra entra en juego cuando la política fracasa, siendo este fracaso tan constante, se podría definir la política como la administración, por otros medios, de los fracasos de la guerra. El fin de la política consistiría, entonces, en reponer por medio de la economía los excedentes humanos y materiales destruidos por medio de la guerra, para que ésta pueda recomenzar su trabajo. La diferencia entre política y guerra sería la existente entre dos fases de un mismo proceso. Se acumula con las leyes de la economía política lo que luego se derrocha con las leyes de la guerra. La idea de la guerra como “ultima ratio” es, en el fondo, la misma que la de “continuación de la política por otros medios” expuesta por Clausewitz.

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