El Rey Juan Carlos no solo había autorizado las operaciones de Urdangarín sino que le había ayudado activamente. La intervención de Marichalar en la trama fraudulenta creada por su concuñado es indicio de que toda la familia Real está implicada en la corrupción institucional organizada y expandida por Urdangarín, con  la directa colaboración  del ex marido de la Infanta Elena, Jaime de Marichalar, en la captación de clientes del Instituto Noos.

La Familia Real se ha corrompido porque primero se corrompió el Rey, dijo Trevijano en Radio Libertad Constituyente. Y recordó a Montesquieu: “si una causa particular arruina a un Estado, había una causa general que hacía que este Estado, en este caso la Monarquía, ,debía perecer por una sola causa particular”.  Es como el sueño de Nabucodonosor que Daniel interpretó: una estatua colosal y perfecta tenía los pies de arcilla y una sola piedrecita bastó para que todo se viniera abajo.

Frente al simbolismo  mágico de la  Monarquía,  que parecía impermeable a los escándalos de corrupción, la materia corrupta  ya corrompida de la familia Real será suficiente para provocar el hundimiento total del régimen monárquico, tan pronto como se lance la primera piedra sobre los pies de barro de la gran estatua monárquica. Lo cual no estaría mal porque en ella se cobijó la corrupción sistémica de los partidos, especialmente PSOE, PP y iU. El pueblo no solo sigue la religión de sus Reyes, también imita sus maneras y su corrupción.  Sin el ejemplo Real, España no habría alcanzado en tan poco tiempo  el nivel de la corrupción italiana.

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