Nuevo comienzo (foto: Deannster) Huelga crisálida La justicia española ansía abandonar su condición de oruga rastrera para protagonizar su conversión en un ser bueno y bello. Pequeños acontecimientos, insignificantes dramas personales, ahogados en el curso del caudal de las voluntades perdidas, son capaces de desencadenar torrentes genéticos de dignidad y autonomía. Pero ¿serán de potencia sin igual estos riachuelos desbocados como para esculpir los inmensos valles por los que la Democracia pueda manar para transitar hasta las gargantas sedientas de los ciudadanos? &nbsp Sin verdad no puede existir gobierno. Porque es en el gobierno de las sociedades donde la verdad debe estar presente, donde no exista poder alguno no definido por las leyes, donde el torrente civil se manifieste en su forma más pura, donde la verdad mane de la libertad política de los ciudadanos. Sin verdad sólo existe razón de Estado, arbitrariedad, explotación, un conjunto de leyes agonizando raquíticamente como niños hambrientos de barrigas hinchadas de polvo y cal. Corrupción, mentira, cohecho, tráfico de influencias, inmunidad, privilegios ocultos y mafias. Estos son los señores de la justicia cuando ésta no pasa de ser una función pública que mana del poder ejecutivo. La verdad es sacrificada tras el telón de los favores de Estado, de los sindicatos estatales, de los partidos mediáticos, sin política civil y con cuerpo estatal. La muerte de la justicia, la muerte de la verdad. &nbsp La justicia debe ser amarga siempre. Necesaria ante el conflicto, sólo puede contentar a una de las partes y sólo a su amo, cuando es del pueblo de quien mana la verdad como poder delegado con alas de justicia y colores iridiscentes de libertad. Como una oruga abortada, la huelga de jueces no puede agotarse perdida en la mezquindad de un desarrollo material útil para que los mandamases no puedan descargar su incompetencia y arbitrariedad sobre los magistrados. La justicia debe hacer el maravilloso camino de la tierra al cielo, siempre buscando la verdad de los hechos del poder, sin prisa, segura de sí misma, como la oruga al transformarse en pupa. Para ello tendrá que hacerlo sin complejos, con poder y autoridad civiles.

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