El presidente del PNV, Íñigo Urkullu, ante la posibilidad de llegar a un pacto para la consecución del Gobierno regional del País Vasco, ha lanzado insultos y amenazas a los que osen realizarlo a espaldas del PNV, como partido más votado, calificando ese acto de “golpe institucional” a la sociedad vasca. El señor Urkullu de olvida de los pactos que su partido hizo en la Diputación Foral de Guipúzcoa para conseguir su Gobierno y desplazar al PSOE o el pacto que hizo con el PSOE en la Diputación Foral de Álava para conseguir su Gobierno y quitárselo al PP (éste fue el partido más votado, el PNV fue el tercero). De esta forma añadía esos territorios al poder que ya disfrutaban en la Diputación Foral de Vizcaya.   Estos cabreos de tinte totalitario son consecuencia de los cerca de treinta años en el poder regional del País Vasco en los que el PNV ha tejido una tupida red de intereses que atrapa a una gran parte de sus habitantes.   Esta red está encabezada por la Comunidad Autónoma que, a pesar de no tener poder tributario y recibir su financiación de las Diputaciones Forales que son las gestoras de los tributos del Estado según las normas del Concierto Económico, es una auténtica máquina de gastar a través de los múltiples órganos y entes creados y de mantener la clientela con subvenciones a las actividades más insólitas que se les puedan ocurrir a sus ciudadanos. Por su parte, las tres Diputaciones Forales reparten este botín entre la Comunidad Autónoma, los Municipios (junto con los de Navarra, son los mejor financiados de toda España) y el Estado (el famoso “cupo”, compensación al coste de las competencias no asumidas por la Comunidad Autónoma, en realidad unas migajas después de los ajustes financieros).   Por si acaso esta vasta red no llegaba a todos los rincones del pequeño territorio de 2.157.112 habitantes, ampliaron su influencia en la sociedad civil a través de sociedades anónimas con capital total o mayoritario del Gobierno autonómico (61), de las tres Diputaciones Forales (29), de los 251 Municipios (137), de todas ellas (41 sociedades cuyos únicos accionistas son estas Administraciones, como Kursal, Bilbao Ria 2000 o Festival de Cine de San Sebastian); a través de Fundaciones públicas (27), Consorcios (32, como Transportes de Bilbao o Abastecimiento de agua al área metropolitana de Bilbao) o tomando participaciones en sociedades privadas que fomentasen o gestionasen actividades pretendidamente civiles y mercantiles.   Así que solamente con imaginar que el PNV no va a estar presente en una parte de este gran entramado ha irritado enormemente al señor Urkullu que no para de recordar a sus huestes la llegada de los jinetes del Apocalipsis y el viejo dicho “nosotros o el caos”.

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